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Diario de la Guerra de España
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Текст книги "Diario de la Guerra de España"


Автор книги: Михаил Кольцов



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Hace ya un año que los cañones del fascismo mundial están dirigidos contra estas paredes. Matan, pero no vencen. El Madrid de los trabajadores, el Madrid del pueblo, no se ha rendido, no se rinde ni se rendirá.



6 de noviembre


Una de mis ventanas mira hacia Moscú. Desde aquí, en línea recta, en dirección nordeste, Moscú está sólo a tres mil quinientos kilómetros. Ahora ya anochece, pero veo toda la línea hasta el fin. ¡Cuántas veces he volado por ella con la mirada!

Al pie mismo de la ventana, en la calle, hay un carro blindado de fabricación artesana, con un altavoz. Algo están arreglando en él. En torno, juegan los niños. Ni ellos mismos saben hasta qué punto están hambrientos. Las personas mayores se lo notan por la hinchazón de los rostros, por los amplios círculos bajo los ojos, por los pequeños dedos azules. Antes, les traía de Valencia caramelos —¡qué alegría la suya!—. Ahora, de Valencia sólo se pueden traer espléndidas flores, pero las flores no se comen.

La línea cruza la ciudad cansada, agujereada por la artillería, con escombros sin recoger, hambrienta, magnífica. Al atardecer, bajo la lluvia, entre el sordo retumbar de los cañones, Madrid vive su vida peculiar, única, rodeada desde tres partes por el enemigo. Unas mujeres, con sus chales negros, se arriman a lo largo de una pared: es la cola para el aceite de oliva.

En el Rastro, se venden encendedores, peines, muebles rotos (para leña), áureos bordados de uniformes cortesanos, betún para el calzado, viejas espadas de Toledo. Enfrente, se eleva una colina que acaba en punta, es el cerro de los Ángeles. Desde él, cada media hora las baterías fascistas disparan, a veces sobre el mercado, a veces al centro de la capital.

En todo el enorme hotel Florida ha quedado un solo huésped, el escritor Hemingway. Calienta sus bocadillos en la estufa eléctrica y escribe una comedia. Ayer, un obús, por enésima vez, cayó en el Florida y no estalló; una joven mujer de la limpieza, trajo la granada y con cierta desazón dijo: «Aún está completamente viva.»

A las cinco de la tarde, ya ha oscurecido. Fuera, en la calle, no se pueden encender las luces; por esto, en Madrid, para el aniversario de Noviembre, han establecido una iluminación subterránea. Las estaciones del metro —aquí son pequeñas y húmedas– se han adornado hoy con bombillas de color, con los escudos luminosos de España y de la Unión Soviética. A las seis, comienzan las representaciones en los teatros. Aquí falta sitio, el aire es sofocante y hay mucha alegría. Las tres cuartas partes de la sala están ocupadas por soldados; el resto son mamás con pequeñuelos en brazos. Las bailarinas hacen sonar las castañuelas, cantan que la dieta madrileña les conserva la línea; un autor cómico pide un cigarrillo al público, le contestan de buen humor: «Vente con nosotros a la trinchera, te hartarás de humo.»

En las trincheras se preparan para celebrar la fiesta. Se preparan de distintas maneras: unos escriben pancartas y cuelgan guirnaldas de ramas, otros limpian las ametralladoras y colocan nuevas minas.

Hace un año, los generales monárquicos, junto con los monstruos de la legión extranjera, junto con la horda mercenaria marroquí, junto con las hordas de fascistas germanos e italianos, llegaron a los muros de la capital de España. Querían apoderarse de ella y cogerla sin falta el día del Gran Octubre. El pueblo armado defendió Madrid. Los fascistas se rompieron los dientes en los barrios obreros.

Ha transcurrido un año y el enemigo no ha penetrado ni un solo paso hacia el interior de la capital. ¡Pero quiere pasar! Esperamos nuevos ataques. La noche de fiesta será una noche de alarma. Pero Madrid, el Madrid cansado, hambriento, ensangrentado, es fiel a la República, a la democracia, a la libertad, es fiel y agradecido a sus amigos. En el arco de Alcalá, dirigido hacia el nordeste, hacia Moscú, se ven, de lejos, grandes retratos de Lenin, de Stalin y de Voroshílov.

La línea sale de la ciudad. He aquí las trincheras avanzadas de Guadalajara, he aquí la Sigüenza fascista, he aquí Zaragoza. Uniformes de conquistadores italianos por las calles, por los cafés, «flechas azules», «flechas negras»...

A uno de los aviadores italianos derribados no hace mucho, los republicanos le encontraron una novedad: sellos de correo especiales del servicio italiano en España. Toda carta franqueada con estos sellos, es intangible para las autoridades locales, lo mismo que en las colonias. No la toca la censura española, sólo los chivatos italianos tienen derecho a abrirla...

Más allá, la España del nordeste, zona de la influencia alemana. Ahí no sólo hormiguean los oficiales. La zona está llena de ingenieros, contratistas y comerciantes. Ya han aparecido los literatos berlineses, que dan al «romanticismo» una nueva interpretación. Un tal Edwin Dwinger ha publicado un librito de impresiones españolas. En él, el autor se enternece al ver que «se alegran como niños» los franquistas con sus «merecidos trofeos: relojes tomados de los cadáveres aún calientes».

Si los fascistas torturan y hacen perecer entre tormentos a personas inocentes en el centro de Europa, en Berlín y en Hamburgo, a la faz del mundo, ¿quién va a ponerles cortapisas aquí, en un rincón provinciano, en las mesetas aragonesas, en este festín del sadismo y la venganza? Una bala por el carné de un sindicato rojo, una bala por una palabra poco circunspecta, una bala por una mirada audaz, insubordinada. Este duelo con las fuerzas negras del fascismo, estremecerá a todo el mundo, animará a los débiles, avergonzará a los cobardes, dará alas a los valientes y confundirá a los enemigos.

Más adelante, hacia el nordeste, la línea corta los Pirineos —alta barrera cubierta de nieve—. Francia quiere ampararse tras ellos, quiere cerrar los ojos y tapar los oídos a la tragedia española —¡será en vano!—. No pocos de los que dirigen la política en Francia quisieran que aquí la gente acabara de matarse luchando entre sí sin inquietar a los demás países —¿no es así, acaso, como razonan los defensores «izquierdistas» de la «no intervención»?—. Se apartan de los protectores de Franco, de los fascistas manifiestos y encubiertos, pero trabajan con todas sus fuerzas para ellos.

El fascismo ha modificado la táctica respecto a los países que quiere dominar. Sigue dando puñetazos sobre la mesa, como antes, y éste es el argumento fundamental para los gobiernos cobardes. Pero al mismo tiempo, con la mano izquierda, hace cosquillas a la barbita de sus futuras víctimas. No se sabe lo que esto debe de significar, pero produce su efecto. Ahora, en Francia, en Bélgica y en Suiza, actúan nubes enteras de importunas mosquitas fascistas. Zumban sobre la juventud, que aún no ha elegido su camino, susurra insinuantes consejos, asusta con los horrores de la guerra contra Hitler y procura demostrar que es perfectamente posible evitar dicha guerra mediante compromisos, concesiones y acuerdos.

Las bandadas colombinas de pacifistas, refunfuñan en son de reproche: ¿para qué tanto soldado, para qué fortificar las fronteras, para qué el pacto francosoviético? Cosa rara, a ellos no les intranquiliza en lo más mínimo el pacto italogermanonipón, probablemente por distracción no ven los desembarcos de japoneses en Shangai, los desembarcos de italianos en Sevilla, el ejército fascista clandestino en Viena. Nunca habían trabajado con tanta agilidad como ahora las agencias de propaganda y espionaje en todos sus aspectos y variedades; el fascismo no había envuelto tan estrechamente como ahora a Francia con una compleja red de provocaciones, chantajes, actos terroristas, raptos y toda clase de historias misteriosas. A los fascistas les inquieta el hecho de que la clase obrera francesa esté despierta, animada, activa. Donde ella pone el pie y actúa, la red se desgarra, los resortes de la conspiración salen al exterior y se rompen.

Miramos más allá; un pequeño país de montaña, que ha unido en sí, históricamente, tres grandes culturas europeas, constituía no hace mucho el más pacífico rincón de la Europa burguesa, una islita salvadora, un refugio para los luchadores políticos, víctimas de la reacción y expulsados de sus países. ¿Y ahora? Ahora, el neutralísimo y piadosísimo señor Motta, anfitrión de la misma Liga de las Naciones, cierra los ojos al hecho de que día y noche las fábricas de material de guerra instaladas en los alrededores de Ginebra, Lausana y Locarno producen armas y gases asfixiantes y los mandan al Japón, a los Balcanes, a Franco...

Y todavía más allá: Alemania del sur, mudas aldeas bávaras, antes tan alegres, Munich, de tanto ingenio y talento. Ahí creaban los pintores, los artistas; vagaban muchedumbres de visitantes por las exposiciones, se discutía vivamente sobre arte. Ahora todo ha sido anulado. Ahora ahí se encuentra el cuartel principal de los fascistas, la plaza de los desfiles hitlerianos. Con qué rapidez cambian las reputaciones; ¿quién piensa ahora en el arte al oír la palabra «Munich»?

Oscuras ventanas de las casas alemanas. Pero durante la noche entera estarán iluminadas las ventanas de las fábricas. En los enormes talleres metalúrgicos, de fundición, de las fábricas de cañones y municiones, arde la llama, sin apagarse nunca. El país, no curado aún de las graves heridas de la pasada guerra, ha sido convertido otra vez en una monstruosa forja. La guerra, tal es la política de la tiranía hitleriana. ¿No será hacia Checoslovaquia hacia donde se dirija el primer golpe insensato, hacia ese país al que llega la mirada voladora, hacia los Sudetes, el extremo izquierdo de la estrecha y larga Checoslovaquia?

En las ácidas aguas de Carlsbad y Marienbad, en los desvanes de los restauradores y de los dentistas, se descubren cajas con armas de la fábrica Krupp, secretas emisoras de radio, octavillas de Dresde. Antes, los «nazis» checoslovacos, cuando eran cogidos con las manos en la masa, se justificaban, se desentendían de Berlín, juraban, se daban golpes al pecho. Ahora se han vuelto más insolentes, no niegan nada, al contrario, responden amenazando con la intervención germana... Pero la zona de en medio, en Checoslovaquia, se acaba. El pueblo, el ejército, la intelectualidad, han adoptado una posición firme. La defensa contra la invasión fascista extrajera es necesaria, posible y real. El ejemplo de la España indefensa e inexperimentada, su año y medio de resistencia al invasor, han iluminado los cerebros de muchos que antes esperaban, sumisos y llenos de pánico, a que sobre Checoslovaquia cayera la desgracia...

Volamos rápidamente con la mirada, pero ya es negra noche en torno. Entre las tinieblas y el frío otoñal, yacen las aldeas de Polonia, la Varsovia sombría, sin trabajo.

El Estado polaco tiene ya dieciocho años, ¿y qué ha dado a su pueblo el «gobierno de los coroneles»? Ningún convenio con Alemania, ninguna combinación y artilugio financieros y diplomáticos han bastado para empujar la rueda de la máquina, para despertar los tornos dormidos, para dar trabajo y un pedazo de pan a los parados. En triste rigidez esperan las personas, aldeas y ciudades a que se acabe esta prolongada pesadilla...

Cerca de Minsk, al amanecer, volamos sobre la frontera de la parte soviética del mundo. Ahí, sobre todo hoy, no duermen. Brillan las luces en los puestos de guardia fronterizos, hay festiva agitación en las casas koljosianas, se acaban de colgar las últimas banderas y pancartas en las plazas y calles de la capital bielorrusa; los tanquistas se aproximan a la posición de partida para el solemne desfile y los caballos de las tropas de caballería piafan; bajo los tellices bordados, palpitan las grupas, limpias, aterciopeladas, bien peinadas.

¡Más aprisa, más aprisa! Ahí está Smoliensk, elevado sobre el Dnieper, cubierto de banderas; directamente, desde la ventana madrileña, mirando hacia el nordeste, veo entre la bruma matinal, desde el suroeste, a Moscú. Por la carretera de Mozhaisk corren los automóviles. Junto a la puerta de Dorogomílov y más allá, hacia el centro, se forman las columnas de manifestantes. En la plaza de Smoliensk, tres mujeres con delantales blancos —ioh, qué blancos!– venden desde un camión salchichas calientes; si tuviera ahora aquí un par de ellas...

Por Arbat, ya no es posible avanzar ni andando ni en coche. ¡Cómo han pintado, renovado, los rótulos! Los están mirando, jubilosos, rostros infantiles, como pétalos, felices, sanos; mucho tardarán aún en ser como ellos, los rostros de los niños escuálidos y hambrientos que juegan al pie de mi ventana madrileña.

Cada vez más allá, por la calle de Vozdvízhenka, por la plaza de Maniezh, os veo a vosotros, soldados rojos, jefes, obreros, viejos bolcheviques, pioneros, muchachas moscovitas, guardias urbanos, estudiantes, os veo con el último número de Pravdaen las manos. iOs veo perfectamente bien! Y aún más allá, eternamente jóvenes, montados a caballo, corren uno al lado del otro, como en los guerreros años, Voroshílovy Budioni; la orquesta rompe a tocar unos pasos de marcha y rueda por la capital el ¡hurra! del Ejército Rojo...


FIN




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30/01/2012




notes


1. Arkadi Vaksberg, Hotel Lux. Les partís fréres au service de l'Internationale Communiste(París: Éditions Fayard, 1993), p. 151; Carlos García-Alix, Madrid-Moscú,(Madrid: T Ediciones, 2003), p. 176; Mijaíl Koltsov, Khochu letat(Moscú: Voengiz, 1931).


2. Reinhold Gorling, "Dinamita cerebral": Politischer Prozefi und asthetische Praxis im Spanischen Bürgerkrieg (1936 —1939j(Frankfurt: Verlag Klaus Dieter Vervucrt, 1986), p. 311.


3. Ver p.19 de la presente edición. Ver también Jonathan Haslam, The Soviet Union and the Strugglefor Collective Security in Europe 1933-39(Londres: Macmillan Press, 1984), p. 108


4. Ver pp. 16, 20-24,


5. Ibid.,pp.50-54, 63-5, 70-4.


6. Ibid.,pp. 98-100.


7. Cockburn relató la anécdota del teléfono a Peter Wyden en La guerra apasionada(Madrid: MR Ediciones, 1997); artículo sin título firmado por Claud Cockburn en Philip Toynbee, editor, The Distant Drum. Reflections on the Spanish Civil War(London: Sidgwick & Jack-son, 1976) p. 53 [existe traducción española – Philip Toynbee (ed.), Tambor lejano. Lo que ya puede decirse de la guerra civil española(Madrid: Ediciones Sedmay, 1977)]; Patricia Cockburn, The Years of the Week(Londres: MacDonald, 1968), p. 208. En la presente edición (pp. 328-9) se narra un encuentro con Cockburn.


8. De Koltsov a Stalin, 4 de diciembre de 1937. Mi más sincero agradecimiento a Ángel Viñas por proporcionarme una copia de dicho documento.


9. Louis Fischer, Russia's Road from Peace to War. Soviet Foreign Relations 1917-1941(Nueva York: Harper & Row, 1969), p. 273.


10. Ernest Hemingway, For Wrom the Bell Tolls(London: Jonathan Cape, 1941) p. 397. [Existe traducción española Ernert Heminway, Por quién doblan las campanas(Barcelona: Editorial Planeta, 2002).]


11. Iliá Ehrenburg, Eve ofWar 1933-1941(Londres: McGibbon & Kee, 1963), p. 148; José Fernández Sánchez, «El último destino de Mijaíl Koltsov», Historia 16,n.° 170, junio de 1990, p. 21.


12. Aleksandr Orlov, The March ofTime. Reminiscences(Londres: St Ermin's Press, 2004), p. 215.


13. Hugh Thomas, La guerra civil española(Madrid: Ediciones Urbión, 1983); Olga Novikova, «Las visiones de España en la Unión Soviética durante la guerra civil española», manuscrito no publicado.


14. Ver pp. 13, 84 (gafas) y pp. 84, 86, 183, 457 (primera guerra civil y guerra civil rusa) de la presente edición.


15. Ibid.,pp. 12-16, 506 (amenazas a Guides); p. 74 ( Mundo Obrero),pp. 90, 110, 245 (pistola de María Teresa). José Fernández Sánchez, «Introducción», Mijaíl Koltsov, Diario de la guerra de España

(Madrid: Akal Editor, 1978), pp. 5-6.


16. Boris Efimov en Mikhail Koltsov, kakim on byl. Vospominaniya(Moscú: SovetskiiPisatel, 1965), p.65;A. Rubashkin, Mikhail Koltsov. Kritiko-biograficheskii ocherk(Moscú: Khudozhestvennaya literatura 1971), p.174; Gleb Skorokhodov, Mikhail Koltsov. Kritiko-biograficheskii ocherk(Moscú: Sovetskii Pisatel, 1959), pp.160-3. La identificación más convincente de Koltsov con «Miguel Martínez» se puede encontrar en Ian Gibson, Paracuellos: cómo fue(Barcelona: Argos Vergara, 1983), pp-55"9-Ver también Broué, Staline et la révolution,p.105; Günther Schmigalle, AndréMalraux und der spanische Bürgerkrieg: Zur Genese, Funktion undBedeutung vori L'Espoir(Bonn: Bouvier Verlag Herbert Grundmann, 1980), p.160; Carlos Serrano, L'enjeu espagnohPCFet guerre d'Espagne(París: Messidor/Éditions Sociales, 1987), p.52. Mi más sincero agradecimiento a mi amigo, el doctor Frank Schauff, por su inestimable ayuda con las referencias rusas citadas en este prólogo.


17. General Vicente Rojo , Así fue la defensa de Madrid(México DF: Ediciones Era, 1967), p. 214; ver pp. 343-6 de la presente edición; José Andrés Rojo, Vicente Rojo. Retrato de un general republicano(Barcelona: Tusquets Editores, 2006), pp. 87-8.


18. Boris Volodarski, KGB:The West Si.deStory(manuscrito no publicado); Ángel Viñas, El escudo de la República. El oro de España, la apuesta soviética y los hechos de mayo de 193/(Barcelona: Crítica, 2007), pp.57-68. Sobre Grigulévich, ver Marjorie Ross, El secreto encanto de la KGB. Las cinco vidas de Iósif Grigulévich(Heredia, Costa Rica: Farben Grupo Editorial Norma, 2004), pp. 40-67; Christopher Andrew&Vasili Mitrokhin, TheSword and theShield: The Mitrokhin Archive and the SecretHistory of the KGB(Nueva York: Basic Books, 1999), pp. 99,162. La afirmación de que Koltsov tenía contactos con la GRU procede de Novikova, «Las visiones».


19. Ver pp. 124-5 (Maqueda), 178 (Álvarez del Vayo), 181-2 (comunicaciones interceptadas), 198-9 (Quinto Regimiento) de la presente edición.


20. Ibid.,pp. 142, 208, 219-20, 230-1, 239.


21. Boris Volodarski, KGB: the West Side Story(próxima publicación), capítulo 16.


22. Andrew & Mitrokhin, The Sword and the Shield,p. 300; Germán Sánchez, «El misterio Grigulévich», Historia 16,n.° 233, septiembre de 1995, p. 118. Sobre Koltsov y Paracuellos, ver Viñas, El escudo de la República,pp. 57-74.


23. Ver pp. 244, 351-3 de la presente edición.


24. Santiago Álvarez, Los Comisarios Políticos en el Ejército Popular de la República(Sada – A Coruña: Ediciós do Castro, 1989), pp. 93-7, 115-27; Juan Andrés Blanco Rodríguez, El Quinto Regimiento en la política militar del PCE en la guerra civil(Madrid: UNED, 1993), pp. 171-93-


25. Milicia popular, 2, 3, 8,11,13,14,15, 20, 21, octubre de 1936.


26. Ver p. 188 de la presente edición.


27. Gustav Regler, The Owl of Minerva(London: Rupert Hart-Davis, 1959), p. 276.


28. Skorokhodov, Mikhai VKoltsov,pp. 158-60.


29. Emma Wolf en Mikhail Koltsov, kakim on byl,pp. 305-7. Sobre la colaboración entre Gorev y Koltsov, ver Frank Schauff, La victoria frustrada: Unión Soviética, Internacional Comunista Guerra Civil Española, 1936-39(Barcelona: Debate, 2008).


30. Schmigalle, André Malraux,p.159; Thomas, The Spanish Civil War,p. 495. Ver pp. 320-2, 378, 423 de la presente edición.


31. Haslam, The Soviet Union,p. 262.


32. Karmen, ¡Nopasarán!(Moscow: Editorial Progreso, 1976), pp. 272-3.


33. Karmen, ¡Nopasarán!,pp. 276-8.


34. Karmen, ¡No pasarán!,pp. 277-281, 301.


35. Regler, The Owl,p. 294.


36. Regler, The Owl,p. 294-6.


37. David Cotterill (ed.J, The Serge-Trotsky Papers(Londres: Pluto Press, 1994), p. 139; Miquel Koltzov, Proves de la traíció trotskista(Barcelona: Secretariat de Propaganda del C.E., 1937); Broué, Staline et la revolution,pp. 171-3


38. Broué, Stalin et la revolution,p. 183.


39. Ver pp. 387-92, p. 18, 21, 519, 533-4 de la presente edición.


40. Ibid.,p. 458; V.P. Verevkin, Mikhail EfimovichKoltsov(Moscú: Mysl, 1977), p. 77.


41. Posetiteli kremlovskogo kabineta I. V. Stalina [1936-193/],en Istoriceskij archiv,4/1995, p. 50


42. Orlov, TheMarch,p. 338.


43. Boris Efimov, en Mikhail Koltsov, kakim on byl,p. 66; Abramson, Mosaico roto,p. 62; Fernández Sánchez, «El último destino», p. 21.


44. Posetiteli kremlovskogo kabineta I. V. Stalina [1936-193/],en Istoriceskij archiv,4/1995, p.69.


45. Ver pp. 470-509 de la presente edición.


46. Llamamiento y reacción de Koltsov: Koltsov, ver p. 606 de la presente edición; Vaksberg, Hotel Lux,pp. 161-2.


47. Posetiteli kremlovskogo kabineta I. V. Stalina [1936-193/],en Istoriceskij archiv,4/1995, p. 69.


48. Górling, «Dinamita cerebral», p. 312.


49. Louis Fiseher, Men and Politics. An Autobiography(Londres, Jonathan Cape, 1941), p. 467.


50. Gleb Skorokhodov, Mikhail Koltsov. Kritiko-biograficheskii ocherk(Moscú: Sovetskii Pisatel', 1959), p. 229-30.


51. Stephen F. Cohén, Bukharin and theBolshecikRevolution.APliticalBiography 1888-1938(London: Widwood House, 1974), pp. 360, 368 [existe traducción española – Stephen F. Cohén, Bujarinyla revolución bolchevique: biografía política 1888-1938(Madrid: Siglo XXI de España Editores, 1976).]


52. Boris Efimov, en Mikhail'Kol'tsov, kakim on byl,pp. 73.


53. Boris Efimov, en Mikhail' Kol'tsov, kakim on byl,pp. 73-6. Fernández Sánchez, «El último destino», p. 22, da la fecha del 12 de octubre, pero el resto de fuentes concuerdan en el 12 de diciembre: Rayfield, Stalin los verdugos—,Tucker, Stalin in Power,p. 524; Medvedev, Que juzgue la historia(Barcelona: Ediciones Destino, 1977); Robert Conquest, El gran terror(Barcelona: Caralt Editores, 1974); Abramson, Mosaico roto,pp. 63,101; Skorokhodov, Mikhail'Kol'tsov,p. 2.


54. Regler, The Owl,pp. 277-9.


55. Hemingway, Por quién doblan las campanas—,Herbst a Watson, 2 de agosto de 1967, Za Herbst Collection, Beinecke Library, Yale University.


56. Entrevista del autor con Adelina Kondratieva en Madrid (1988); Vaksberg, Hotel Lux,p. 152.


57. Volkogonov, Stalin,p. 317.


58. Broué, Staline et la révolution,pp. 142-3


59. Fiseher, Russia's Road,p. 273


60. Rayfield, Stalin y los verdugos,pp. 353-4.


61. Simonov, Glazami Cheloveka Moego Pokoleniya,pp. 31-2


62. Abramson, Mosaico roto,p. 101.


[1]. Chújloma:centro de distrito de la región de Kostromá, al noreste de la de Moscú.


[2]. Iván Loggínovich Goremikin(1839-1917), ministro y presidente del Consejo de ministros durante el reinado de Nicolás II; se destacó por su espíritu reaccionario y por su burocratismo.


[3]. Marinaia Roscha:barrio de Moscú.


[4]. Borsch: sopa a base de remolacha roja y otras verduras, carne y crema fresca de leche.


[5]. Rincón rojo:local de una institución destinado al trabajo cultural e instructivo.


[6]. Okroshka: especie de gazpacho que se hace con kvas(bebida ligeramente alcohólica a base de agua, pan y malta), verdura y carne o pescado picados.


[7]. Gatchina, Pávlosk, Peterhof (Petrodvoretsdesde 1944) y Dietskoe Sieló(antes, Tsarskoe Selódesde 1937, Pushkin): lugares que sirvieron de residencia a la familia real rusa; están situados en los alrededores de Leningrado.


[8]. Triángulo(en ruso: «treugólnik»): nombre que se dio en la Unión Soviética, durante los años correspondientes a los tres primeros planes quinquenales, al conjunto de los tres miembros dirigentes de las empresas e instituciones: director, dirigente de la organización del partido y presidente de la organización sindical.


[9]. Starosta:individuo que, por elección o nombramiento, está al frente de alguna entidad, comunidad o grupo de poca importancia.


[10]. Tovarich(en vez de továrisch: camarada); sasedanie(en vez de zasedanie:reunión); saiusgorniaki(en vez de soiuzgorniakov:sindicato minero); Vorochilovgrad(en vez de Voroschilovgrad).


[11]. Palabras de una famosa romanza de la ópera Sadkó,de Rimski Kórsakov (1844-1908).


[12]. Versos de una famosa poesía de Pushkin.


[13]. Los misterios de la corte madrileña:novela de la pléyade que en toda Europa se escribieron a imitación de ios misterios de París,de E. Sue.


[14]. Osoaviajim (Obschestvo sodiéistviia oboróney aviasiónnomuy jimícheskomo atroítelstvo S.S.S.R.):Sociedad de cooperación en la defensa y desarrollo de la industria aeroquímica de la URSS.


[15]. Subbótnik:trabajo colectivo voluntario para cumplir alguna tarea de utilidad social durante las horas de ocio.


[16]. Canción de un film soviético —de Alexándrov– que lleva el mismo título.


[17]. Bumaga(papel); Karandach(en vez de karandash:lápiz); Izdrastuitie(en vez de zdrávstvuitie:buenos días); Izpichki(en vez de spíchki:cerillas).


[18]. Barvija: uno de los barrios de Moscú.


[19]. Cáncer.En ruso, el nombre de esta constelación y signo del zodíaco es «rak»,palabra que significa, además, «cangrejo», lo cual da irónica intencionalidad a la alusión de la frase.


[20]. Canción de la película soviética Los hijos del capitán Grant.


[21]. Batalla de Mamái(o Batalla de Kulikovo): famosa batalla (1380) en que las huestes rusas, mandadas por Dimitri Donskói, derrotaron a las tartaromongolas mandadas por Mamái, momento crucial en la lucha del pueblo ruso contra la dominación tartaro-mongola.


[22]. El falso Dmitri:hubo dos «falsos Dmitri», que se presentaron como hijos del zar Iván IV (el Terrible: 1530-1584), entre 1605 y 1610; aspiraban al trono de Rusia, apoyados por los polacos.


[23]. Perekop:estrecho istmo que une la península de Crimea con el continente, donde se atrincheraron las tropas de Wrangel en 1919-1920, creando una roza de fortificaciones que se consideraban inexpugnables. En noviembre de 1920, las tropas soviéticas forzaron el istmo.


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