Текст книги "Cyteen 1 - La Traicion "
Автор книги: C. J. Cherryh
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Научная фантастика
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–Ser Lu —saludó Warrick y le tendió la mano a Lu—. Almirante Gorodin. Es un placer. —Y una mirada preocupada pero totalmente amistosa a Corain, al que también tendió la mano—. Canciller. No le esperaba.
El corazón de Corain dio un brinco. Intuía peligro. Warrick, recordó, no era uno de esos tipos brillantes que operan en un reino de lógica abstracta, totalmente al margen de la humanidad; era un cirujano de la psique, su trabajo consistía en manipular y cuando descubría las motivaciones de la gente estaba en su elemento. Y todo eso se escondía tras unos modales cómodos y serios, y unos ojos más jóvenes de cuarenta años.
–Tal vez haya adivinado —comentó Lu—, que esto es algo más de lo que le había advertido.
–¿Ah, sí? —se extrañó Warrick y en su expresión se reflejó una pequeña alarma.
–El canciller Corain tenía mucho interés en hablar con usted sin llamar la atención. Esto es política, doctor Warrick. Es muy importante. Desde luego, si usted prefiere asistir a otra reunión y no llegar diez minutos tarde, daremos por sentado que no desea verse comprometido con nuestras preguntas y, en ese caso, espero que acepte mis disculpas. Comprenderá que mi profesión me predispone a la intriga.
Warrick suspiró, se distanció unos pasos de la mesa de la sala de reuniones y apoyó el maletín en ella.
–¿Tiene que ver con el Concejo? ¿Le molestaría explicármelo antes de que tome una decisión?
–Es sobre la ley de apropiaciones de Ciencias.
Warrick inclinó un poco la cabeza como diciendo: «Ah...» Una sonrisita le iluminó la cara. Cruzó los brazos y se apoyó en la mesa; evidentemente, un hombre tranquilo.
–¿Qué pasa con la ley?
–¿Qué hay en ella... en realidad? —preguntó Corain.
La insinuada sonrisa se amplió y se endureció.
–¿Quiere decir si la ley está encubriendo algo? ¿U otra cosa?
–Lo que está cubriendo, ¿tiene alguna conexión con el proyecto Hope?
–No. El presupuesto no tiene nada que ver con eso, que yo sepa. Bueno, búsqueda de inteligencia extraterrestre. Pero eso es muy general.
–¿Y el rango de Especial? ¿Reseune está interesada?
–Claro que sí. ¿Quiere datos sobre Fargone en general?
–Me interesa cualquier cosa que pueda decirnos, doctor.
–Puedo perder esos diez minutos. No necesitaré tanto tiempo para decirle lo que está pasando. En realidad basta con una palabra. Psicogénesis. Clones de mentes, en la prensa popular.
No era la respuesta que Corain esperaba. Evidentemente, tampoco el militar la esperaba. Gorodin soltó una exclamación de sorpresa.
–¿Y qué están encubriendo?
–No es una tapadera —respondió Warrick—. No es el proceso que describe la prensa popular. No se trata de duplicados exactos, sino capacidades duplicadas. Por ejemplo, no serviría para un chico que intentara recuperar a sus padres. Pero en el caso de un Especial, en el que se desea recuperar la habilidad... Ustedes ya están al corriente del intento de recuperar a Bok.
Estelle Bok. La mujer cuyo trabajo llevó a Más Rápido que la Luz.
–Lo intentaron —dijo Corain—. No funcionó.
–El clon era brillante. Pero no era Bok. Era mejor música que física, y se sentía desesperadamente desgraciada por culpa de la fama. Se negaba a tomar su rejuv durante días hasta que los efectos la obligaban. Se desgastó y finalmente murió a los noventa y dos años. Al final de su vida, ni siquiera quería salir de su habitación.
»Entonces no disponíamos de la tecnología y la experiencia actuales. El trabajo de la doctora Emory durante la guerra, ya sabe, los estudios sobre química del cuerpo y química del aprendizaje...
»E1 cuerpo humano tiene sistemas reguladores internos, todo un complejo que regula el sexo, el crecimiento y la defensa contra las infecciones. En una réplica, el código genético no lo es todo. La experiencia influye en el sistema químico establecido por el código genético. Esto aparece en toda la literatura científica. Le puedo dar las referencias concretas, si lo...
–No es necesario —le cortó Corain—. Continúe.
–Digamos que ahora tenemos conocimientos que no estaban a nuestro alcance cuando produjimos el clon de Bok. Si el programa responde a las expectativas de la doctora Emory, podremos recuperar una habilidad específica. Involucra cuestiones genéticas, endocrinológicas, una gran cantidad de pruebas fisiológicas y psicológicas; y los archivos, tenemos que tener los archivos. No estoy al corriente de todo. El proyecto pertenece a la doctora Emory, es secreto y está en otra ala. Pero sé que va en serio y que no se aparta mucho del estado actual de la ciencia. Un poco especulativo, tal vez, pero debe entender que en nuestra ciencia hay un límite particularmente difícil de superar. El científico mismo debe vivir el tiempo suficiente para sacar conclusiones; y la doctora Emory no es joven. Cualquier experimento con un azi lleva al menos quince años. El proyecto Rubin exigirá al menos veinte. Ya comprenderá la dificultad que entraña. La doctora tiene que arriesgarse.
–¿Problemas de salud? —apuntó Corain con voz muy tranquila, recordando el leve cambio en el tono de la piel, la pérdida de peso. La rejuv daba resultado un determinado número de años. En cuanto perdía efectividad empezaban los problemas. Y la edad regresaba de pronto, como para vengarse.
Warrick apartó la mirada. No iba a contestar esa pregunta con franqueza, pensó Corain antes de que Jordan Warrick respondiera. Lo había presionado demasiado.
–La mortalidad constituye un problema cada vez más preocupante —dijo Warrick– para cualquiera que tenga su edad en nuestro campo. Ya se lo he dicho: es el tiempo que durará el proyecto.
–¿Cuál es su evaluación de la importancia del proyecto? —preguntó Gorodin.
–Es muy, muy importante para ella. Todas sus teorías, su trabajo personal, su trabajo con los sistemas endocrinos y con la genética, con las estructuras psíquicas, todos sus conocimientos la llevan a esto.
–Ella es una Especial. Puede pedir casi cualquier cosa que necesite.
–Excepto el rango de Especial que necesita para proteger a su sujeto de lo que le pasó a Bok. Estoy de acuerdo con ella en cuanto a no usar a alguien que viva en Reseune. El clon estará en Reseune, pero Rubin no. Rubin es joven. Este es un prerrequisito. Es brillante, nació en una estación y todo lo que hizo, hasta comprar una bebida en una máquina, está registrado en los archivos de la estación. También nació con una deficiencia inmunitaria, y hay muchos datos médicos que empiezan en su infancia. Esto es lo más importante. Ari puede llevarlo a cabo sin la aprobación del Concejo, pero no puede impedir que el gobierno de Fargone haga algo que pueda comprometer sus resultados.
–¿Qué sabe Rubin de todo esto?
–Sabrá que es el control ciego de un experimento en Reseune. Sobre todo, su clon no sabrá que Rubin existe hasta que llegue a la edad que Rubin tiene ahora.
–¿Usted cree que es un proyecto válido? —preguntó Corain.
Warrick permaneció en silencio un momento.
–Creo que aunque el clon no valga lo que Rubin, se conseguirán avances científicos.
–Tiene reservas —observó Lu.
–Veo algún perjuicio para Rubin. Es un científico. Comprende lo que significa ser un control ciego. Me opondría a cualquier encuentro entre los dos en el futuro. Y estaría dispuesto a declararlo frente a testigos. Pero no me opondría al programa en sí.
–No es suyo.
–Mi trabajo personal no está involucrado.
–Su hijo sí trabaja muy cerca de la doctora Emory —dijo Corain.
–Mi hijo es un estudiante —replicó Warrick con voz inexpresiva—. Un estudiante de diseño de cintas. La doctora Emory es quien decide si va a participar o no en el proyecto. Sería una oportunidad para él. Posiblemente pida un pase a la oficina de Fargone, si esto sigue adelante. Me gustaría.
¿Por qué?,se preguntó Corain y deseó atreverse a preguntárselo. Pero había límites en la relación con un informante amistoso y corrían persistentes rumores sobre Emory que nadie había podido probar.
–Un estudiante en Reseune —intervino Lu– significa bastante más que un estudiante en la universidad.
–Sí, es cierto —admitió Warrick. Su rostro había perdido toda expresividad. Ahora estaba muy alerta, cuidaba mucho sus reacciones.
–¿Cómo se siente usted con respecto al proyecto Hope? —preguntó Corain.
–¿Es una pregunta política?
–Sí.
–Digamos que evito la política, excepto como objeto de estudio. —Warrick miró hacia abajo y luego otra vez a Corain—. Reseune ya no depende del mercado de azi. Podríamos subsistir muy bien con nuestras investigaciones, al margen de si se crean o no nuevas colonias. Habrá demanda de nuestro trabajo, y lo que hagan otros laboratorios no importa. No pueden detenernos. Tenemos demasiada ventaja en muchos campos. No seríamos tan ricos si no se abrieran las colonias, pero sobreviviríamos muy bien. La economía no es lo que me molesta. Algún día deberíamos hablar de esto.
Corain parpadeó. No era lo que esperaba, un sentimiento por parte de un científico de Reseune. Se puso las manos en los bolsillos de la chaqueta y miró a los demás.
–¿El doctor Warrick puede faltar a su reunión sin que se note?
–No hay problema —dijo Lu, y agregó—: Si el doctor Warrick lo desea.
Warrick suspiró, luego dejó el maletín en el suelo y sacó una silla de la mesa de la sala de reuniones.
–De acuerdo —dijo y se dejó caer en la silla.
Corain se sentó. Gorodin y Lu cogieron las sillas del final.
La cara de Warrick seguía inexpresiva.
–Conozco a estos caballeros —dijo dirigiendo la mirada hacia los militares—. Y su reputación, canciller Corain. Sé que usted es un hombre honesto. Lo que voy a decirle puede costarme muy caro. Espero que lo use sólo por lo que contiene y no para sus antipatías personales. La doctora Emory y yo hemos tenido nuestras diferencias. Usted entiende... trabajar en Reseune significa tomar una serie de decisiones conflictivas. Nuestro material es humano. A veces, la ética de una situación no tiene precedentes. Actuamos según nuestro mejor criterio y a veces los juicios de los dos no coinciden. La doctora Emory y yo hemos tenido un número más bien alto de enfrentamientos. He escrito informes para oponerme a ella. Hemos tenido puntos de vista opuestos sobre determinados aspectos de sus proyectos. Así que si ella averigua que yo he estado hablando con usted, creerá que intento perjudicarla. Pero espero por Dios que ustedes le den su programa en Fargone. Al gobierno no le cuesta nada más que ese Especial.
–Crear un Especial sólo para satisfacer un proyecto de investigación constituye un precedente peligroso. Es decir, solamente para hacer que un sujeto quede más allá de nuestro poder.
–Quiero que me trasladen de Reseune, a mí y a mi hijo.
Corain contuvo la respiración por un instante.
–Usted es un Especial, como ella.
–No soy político. No tengo tanto apoyo. Ella dirá que soy indispensable esgrimiendo los mismos argumentos que me hicieron Especial, tengo que quedarme en el sitio en que el gobierno me necesite. Y siempre se las arregla para necesitarme en Reseune. Ahora mi hijo está trabajando en su programa por dos razones: primero porque es el campo que ha elegido, y ella es la mejor; segundo, porque él es mi hijo y Ari quiere tener algo con qué presionarme. En cuanto a la política interna de Reseune, no puedo hacer nada al respecto. Puedo tratar de salir de ahí, y si yo estoy fuera de su dominio, solicitaré a mi hijo para el otro proyecto. Por eso quiero que se construya esa unidad en Fargone. Sería lo mejor para el estado y para Reseune. Dios sabe que sería lo mejor para Reseune.
–Tal vez se descubrirían algunas cosas. ¿Eso es lo que quiere decir?
–No estoy haciendo acusaciones. No quiero que esto se haga público. Digo que Ari tiene demasiado poder, dentro y fuera de Reseune. Sus contribuciones científicas son incuestionables. Como científico no tengo nada contra ella. Pero sé que la política es la única forma que se me ocurre para librarme de una situación que se ha vuelto cada vez más explosiva.
Hay que tener cuidado, mucho cuidado. Corain no había pasado veinte años en el gobierno para tomar las cosas al pie de la letra. O para asustar a un testigo amistoso. Así que preguntó con suavidad:
–¿Qué quiere usted, doctor Warrick?
–Me gustaría que la ley se aprobara. Luego, voy a pedir que me trasladen. Ella va a tratar de impedirlo. Quiero apoyo en mi solicitud. —Warrick se aclaró la garganta. Tenía los dedos entrelazados, blancos por la tensión—. La presión en Reseune es considerable. Sólo quiero un traslado. Mire, no estoy de acuerdo con este esfuerzo colonizador. Coincido con Berger y Shlegey, no me parece buena la idea de dispersar así a la humanidad, tan lejos, tan rápido. Acabamos de terminar con una calamidad social; no somos los que partieron de la Tierra, no somos los que partieron de la estación Gloria, no seremos lo que nuestros fundadores anticiparon. Y si seguimos adelante en esta empresa, va a haber una diferencia crítica entre nosotros y nuestros descendientes, no hay milagro, no hay Estelle Bok, no hay invención que pueda cerrar esa grieta. Este es mi punto de vista. No puedo expresarlo desde Reseune.
–Doctor Warrick, ¿me está diciendo que allí dentro le limitan las comunicaciones?
–Le digo que hay razones por las cuales no puedo expresar ese punto de vista desde allí. Si usted comunica esta conversación a la prensa, tendré que adoptar la posición oficial de Reseune.
–¿Me está diciendo que va a hablar si le damos el traslado?
–El traslado, canciller. Para mí. Para mi hijo. Y después, no tendría miedo de expresar mis opiniones. ¿Comprende? La mayoría de nosotros, los que podemos expresar una opinión dentro de este campo, estamos en Reseune. Sin voz efectiva incluso dentro de Ciencias, sin trabajos publicados, las ideas no adquieren estado público. Xenología está muy dividida. Los argumentos más válidos se encuentran en nuestro campo. Usted no tiene mayoría en los nueve electorados, canciller. Lo que tiene que quebrar es a Ciencias misma. El electorado de Ariane Emory. Ella ha depositado todas sus esperanzas en este proyecto de psicogénesis, hasta tal punto que en realidad no deja que los ayudantes lo toquen. Se trata del factor tiempo de nuevo. Por un lado, una vida es tan poco tiempo... Por el otro, un proceso que involucra la vida humana tiene tantos interludios, tantos períodos en los que nada puede producir el resultado excepto el tiempo mismo...
–Y eso quiere decir que todavía tenemos que enfrentarnos con ella.
–Mientras viva, sí, la tendrán en el Concejo. Por eso el proyecto de Fargone representa una ventaja para usted y para mí. Me gustaría tomar una posición en público, para apoyarle. Una oposición desde Reseune, sobre todo proviniendo de otro Especial, puede tener mucha credibilidad en Ciencias. Pero no puedo hacerlo ahora, tal como están las cosas.
–Aparte de eso —intervino Gorodin—, hay otra pregunta crucial: ¿es viable el proyecto Rubin? ¿Es real?
–Es probable que funcione, almirante. Ciertamente constituye un esfuerzo mucho más válido que el proyecto Bok. Tal vez sepa usted que no solemos crear con los grupos genéticos de los Especiales. Hasta nuestro material genético está protegido por estatuto. En la práctica, es el asunto de la vieja unión, genio y locura, ya sabe. No es totalmente descabellado. Cuando creamos azi, las clases Alfa necesitan más corrección, más pruebas. Le hablo desde un punto de vista estadístico, claro. Lo que falló con el clon de Bok fue lo que pudo haber salido mal con Bok misma, según experiencias e influencias particulares que no tenemos en los archivos. Nuestras oportunidades de reproducir un Especial vivo son mucho mejores. Mejor información, ya me entiende. Bok llegó como colona, sus archivos se fueron con la nave y fue una de las que se transformaron luego: se perdió gran parte y mucho ni siquiera se archivó de entrada. No estoy seguro de que consigamos reproducir el talento de Bok de nuevo, pero desde luego no lo haremos en el proyecto actual. Por otro lado, recuperar a, digamos a Kleigmann, que está a un siglo y medio si no me equivoco, representaría un verdadero avance.
–O a Emory —murmuró Corain—. Dios. ¿Eso es lo que ella quiere? ¿La inmortalidad?
–Solamente en la medida en que cualquier ser humano querría que sus hijos fueran como él. No es inmortalidad, no se conserva el sentido de la identidad. Hablamos de mentalidad similar, dos individuos más parecidos de lo que tienden a ser los gemelos, y sin un gemelo dominante. En esencia se trata de recuperar una habilidad latente en la interface entre el grupo genético y lo que llamamos cinta en un azi.
–¿Hecho por cinta?
Warrick negó con un gesto.
–No se puede hacer por cinta. No en el estado actual de la ciencia.
Corain reflexionó sobre ello un buen rato.
–Eso quiere decir —aventuró Gorodin– que con nuestro avance en genética y psicología reconstruida tal vez podamos replicar Especiales vivos y también muertos.
–Es posible —respondió Warrick con calma—, si se cambian ciertas leyes. En la práctica yo me opondría. Entiendo la razón por la que empezamos por uno. Pero tiene un enorme potencial de provocar problemas psicológicos, incluso si los guardias impiden que los dos se encuentren. Hasta con los muertos. Si yo fuera ese sujeto me preocuparía por mi hijo, y por ese otro individuo, que no sería de ninguna forma mi hermano, o mi padre. ¿Ve cómo se complica todo cuando se trata con vidas humanas? Los Nueve se interesaron mucho en el proyecto Bok. Demasiado. En eso coincido con la doctora Emory: sólo el Departamento de Ciencia, específicamente Reseune, debería tener contacto con los dos sujetos. Por eso quiere Fargone. No estamos hablando de una oficina o un laboratorio. Hablamos de todo el lugar, una comunidad que Rubin no podrá abandonar excepto como yo viajo desde Reseune: en contadas ocasiones y con escoltas para su protección.
–Dios mío —dijo Gorodin—. Fargone lo vetará.
–Un lugar en una órbita separada. Eso es lo que ella tiene para prometerle a Harogo. Un área compartimentada. Reseune pagará la construcción.
–Entonces, usted sabe el trato que ha propuesto ella.
–Conozco ese trato, sí. Puede haber otros. Es un contrato muy importante para determinadas compañías constructoras en Fargone.
Parecía verdad. Hasta el fondo. Corain se mordió el labio.
–Déjeme hacerle una pregunta difícil —dijo Corain—. Si hubiera otra información...
–Se la daría.
–Si hubiera otra información que usted no conoce todavía...
–Me está pidiendo que sea un informante.
–Un hombre de conciencia. Usted conoce mis principios. Yo conozco los suyos. Parece que tenemos mucho en común. ¿Reseune es dueña de su conciencia?
–Ni siquiera el almirante puede plantearme un requerimiento. Soy un protegido del Estado. Mis lugares de residencia deben ser aprobados por el gobierno de la Unión. Ese es el precio de ser un Especial. El almirante se lo puede confirmar: Reseune me considerará indispensable. Y esto representa automáticamente cinco votos de los Nueve. Y significa que me quedaré en Reseune. Le diré lo que voy a hacer, canciller. Voy a pasarle al almirante Gorodin una solicitud de traslado en cuanto se vote ese rango de Especial para Rubin, antes de que se vote la apropiación para el proyecto de la estación Hope. Oficialmente en ese momento.
–¡Dios mío! ¿Y cree que usted vale un trato como ése?
–Canciller, no puede ganar en la votación de la estación Hope. Ari tiene a De Franco en el bolsillo. O en el talonario, a través de Industrias Hayes. El acuerdo es que De Franco tratará de abstenerse, lo cual al menos va a mostrar algo de fuerza en ella. Olvide que lo sabe por mí. Pero si usted no detiene esa votación y la transfiere al Concejal General, es inevitable. Usted me compra a mí y a mi hijo y me libera de Reseune, canciller, y yo empezaré a hablar. Y en la oficina de Reseune en Fargone, fuera del control directo de la doctora, valdré mucho más que eso. Ella tal vez no consiga la estación Hope, pero usted no puede detenerla, canciller. Si usted quiere una voz dentro de Ciencias, yo puedo ser esa voz.
Pasó un momento hasta que Corain logró dominar su respiración. Miró a Lu, a Gorodin y mientras tanto trataba de recordar cómo había conseguido Lu meterlo en esa reunión, y sospechaba de esos dos monjes negros entre los Nueve, que se movían detrás de una pantalla de secretos.
–Debería entrar en la política —le dijo a Warrick y de pronto recordó a quién le estaba hablando: que el doctor era un maestro de psicología de Reseune y que su mente era una de las doce que la Unión consideraba demasiado preciosa para ponerla en peligro.
–La psicología es mi campo —replicó Warrick, con una mirada directa, perturbadora, que contestaba a la de Corain y que ya no era ni común, ni inofensiva, ni mediocre—. Solamente quiero hacer mi trabajo sin presiones. Entiendo a la perfección la política, canciller. Le aseguro que en Reseune la política nunca nos abandona. Ni nosotros a ella. Ayúdeme y yo le ayudaré. Es así de simple.
–No es simple —objetó Corain, pero para Warrick lo era. Cualquiera que lo hubiera arrastrado a esa reunión, fuera Lu, fuera Gorodin, fuera Warrick mismo.
De pronto, ya no estaba seguro de que no fuera Emory. Uno podía volverse loco si trataba de manejar el potencial de los Especiales, sobre todo los Especiales que trabajaban con la percepción misma.
Pero había que confiar en alguien alguna vez. O nunca se lograba nada.
III
—El primer proyecto de ley en el orden del día es el número 2.405, para el Departamento de Ciencias. Ariane Emory lo presenta y se refiere a las apropiaciones regulares para el Departamento de Ciencias, bajo las reglamentaciones del Estatuto de la Unión número 2.595, sección 2...
Emory observó a Corain. ¿Y bien?, decía esa mirada con los párpados medio caídos. ¿Vas a desafiarme en algo tan rutinario?
Corain sonrió y dejó que la perra se preocupara.
El martillo volvió a bajar temprano.
–Hagamos una pausa —dijo Bogdanovitch. El murmullo en la cámara del Concejo se detuvo.
Ariane Emory suspiró, finalmente. La primera etapa había pasado. Si no había un veto del Concejo de los Mundos, Rubin ya tenía su rango; pero sabía que no habría dificultades. Corain podía orquestar una trampa como ésa, pero se la guardaría para un caso importante. Un caso que Corain considerara importante. El proyecto de la estación Hope podía servir como señuelo hasta entonces. De Franco tal vez quisiera abstenerse, pero no lo haría cuando llegara el momento de la acción.
Los ayudantes se acercaron a la puerta en compañía de los cancilleres. La prensa, gracias a Dios, estaba en la planta baja, lejos de la cámara hasta que se levantara la sesión. Un almuerzo de dos horas y luego el tratamiento del resto de los permisos para Ciencias, una tediosa y larga lista de permisos que, al igual que muchos asuntos en un gobierno, había empezado siendo pequeña y casera y se había transformado en un monstruo administrativo, todo en el transcurso de una vida humana. Eran cosas que debía aclarar el ejecutivo de los Nueve, pero que en realidad habían pasado a manos de los secretarios y se habían convertido en actos de aprobación rutinaria.
Y sin embargo, Ariane no respiraría tranquila hasta que se diera la aprobación, hasta que el permiso para usar el grupo genético de un Especial vivo pasara por los Nueve dentro de la lista de proyectos de Reseune que necesitaban permisos de rutina.
Todos los años, el Concejo General había intentado cancelar todos los permisos de Ciencias. Todos los años, los abolicionistas u otros grupos de lunáticos pasaban una propuesta para declarar ilegales a los azi y a la experimentación con seres humanos. Todos los años, el Concejo de los Mundos votaba con sensatez en contra de estos proyectos. Pero había un elemento lunático que los centristas podían usar para ejercer presión contra el proyecto Hope, contra la ley de Ciencias. Si los extremos de los centristas se aliaban, se acercarían peligrosamente a una pluralidad contra el partido expansionista.
Ariane estaba preocupada. Se había preocupado desde que sus informantes le habían dicho que los centristas estaban hablando de romper el quorum.No se fiaba de la repentina aceptación de la ley por parte de Corain.
Y si no hubiera sido demostrar una precipitación desconsiderada, habría pedido al presidente que pusiera la ley de Ciencias en debate antes del mediodía. En aquellas circunstancias, los obstáculos estaban cayendo con demasiada facilidad, las cosas iban demasiado bien, todo parecía marchar sobre ruedas. Lo que había pintado como una sesión larga terminaría en una marca histórica de tres días, y los Nueve volverían a sus vidas civiles durante otros seis meses como mínimo.
Se había propuesto que, para agilizar el gobierno, los Nueve se encontrarían y aprobarían las medidas que tenían importancia para sus esferas de interés, luego dejarían que el personal de los Departamentos y los representantes electos del Concejo de los Mundos y los senadores y consejeros se encargaran de la rutina y de los detalles habituales de la administración.
En realidad, los Nueve, los mejores profesionales en sus áreas, eran muy eficientes. Se encontraban durante cortos períodos, hacían su trabajo y luego volvían a su vida normal, pero algunos de ellos ejercían un poder enorme sobre los Departamentos que controlaban, y desarrollaban una influencia que los redactores de la Constitución no habían previsto del todo, al igual que no habían previsto el papel de Reseune en la Guerra o el hecho de que la población se convertiría en lo que era, o la renuncia de Pell tanto a Sol como a la Unión y las consecuencias de esa decisión. El Departamento de Estado había sido concebido para que lo controlaran profesionales del servicio diplomático, pero las distancias hicieron que dependiera cada vez más de los informes exactos entregados por el Departamento de Defensa sobre lo que pasaba en puntos donde el Estado no llegaba.
El Departamento de Ciencias había tenido que aceptar funciones diplomáticas y entrenar especialistas en relaciones, dado el descubrimiento de vida extraterrestre fuera de la estrella de Pell.
El Departamento de Ciudadanos se había convertido en un electorado desproporcionadamente numeroso y había elegido un hombre capazy peligroso, un hombre que tenia la habilidad de saber cuándo estaba atrapado.
Posiblemente Corain no sabía que De Franco estaba en manos de Ari. Eso explicaría la forma en que había aceptado arriesgar su carrera política en una ruptura de quorum.Seguramente no pensaba que pudiera cambiar el mercado de Pan-paris, dominado por Lao. No podía hacer nada excepto costarle dinero al gobierno, y otros intereses se molestarían por eso.
Desde luego, no era probable que planteara objeciones a la ley de Ciencias.
Seguramente.
–Doctora Emory. —A pesar de sus ayudantes y los guardaespaldas, una mano le tocó el brazo y Catlin apareció junto a ella enseguida, el cuerpo tenso y la expresión confusa, porque el que la había tocado no era un ayudante, sino el almirante Gorodin en persona, que acababa de saltarse las defensas de Catlin—. Quisiera hablar un momento con usted, por favor.
–Tengo prisa.
Ari no deseaba hablar con ese hombre que, con gran parte del presupuesto a su disposición, con un gasto sibarítico para su departamento, seguía discutiendo con ella la idea de poner diez naves a disposición del proyecto Hope y continuaba apoyando a Corain. Ella tenía otros contactos en Defensa y los usaba: una gran parte de la sección de Espionaje y la mayoría de los Servicios Especiales estaba de su parte, y una nueva elección sobre los militares tal vez podría desbancar tanto a Gorodin como a Lu. Que Corain pensara en eso si tenía ganas de pelea.
–Caminaré con usted —dijo Gorodin que se negaba a retirarse mientras sus ayudantes se mezclaban con los de Ari.
–Un momento, ser —dijo Catlin. Florian se había acercado. No estaban armados. Los militares sí. Pero esto no les impedía cumplir con su misión. Eran azi y respondían a sus órdenes, no a la lógica.
–Está bien —dijo Ariane y levantó la mano en señal que confirmaba sus palabras.
–Una fuente interna nos ha dicho —empezó Gorodin– que tiene usted los votos para el proyecto Hope.
Maldita sea.El corazón de la doctora se aceleró. Pero dijo en voz alta, una voz totalmente tranquila:
–Bueno, su fuente tal vez tenga razón. Pero no se lo aseguro.
–Corain está preocupado. Va a perder mucho con este asunto.
¿ Qué mierda se propone?
–Usted sabe que podemos detener esto—dijo Gorodin.
–Seguramente, pero no les serviría de nada. Si está en lo cierto.
–Tenemos una fuente en el personal de De Franco, doctora Emory. No estamos equivocados. También tenemos una fuente en la Compañía Andrus y dentro de Industrias Hayes. Muchísimas acciones. ¿Van a conseguir finalmente esa construcción en el espacio profundo?
Dios mío.
Gorodin levantó una ceja.
–Ya sabe, Hayes tiene contactos con Defensa.
–No sé a qué se refiere, pero no me gusta hablar de finanzas y de votos al mismo tiempo. Y si tiene un grabador escondido, pienso cuidarme bien.
–Como yo, sera. Pero no estamos hablando de finanzas. Tal como están las cosas, puse a mi gente a hablar con los ayudantes de Hayes en cuanto lo supe. Y estamos enterados de que la extensión de Reseune tiene que ver con la ley Rubin, y cuando mi personal se pasó toda la noche investigando el charter de Reseune, un joven ayudante muy amable nos proporcionó unos apartados en los artículos que dan a Reseune el derecho único de declarar que ciertas secciones subsidiarias de un edificio forman parte de su territorio administrativo. Esto significa que lo que usted proyecta construir en Fargone no estará bajo el control de Fargone. Va a estar bajo su control.Una parte independiente de la Unión. Y Rubin tiene algo que ver con eso.
Esto es más de lo que puede haber sabido por sus propias fuentes. Maldita sea. Alguien se ha ido de la lengua y él sigue hablando de Hayes y de Andrus. Quiere que los culpe a ellos.
–Eso es muy complicado —murmuró Ari. Habían llegado a la intersección del balcón y el vestíbulo de las oficinas del Concejo, adonde ella quería ir. Ella se detuvo y miró al almirante—. Siga.
–Su proyecto nos parece de interés militar. Una oficina de Reseune en Fargone ofrece riesgos serios de seguridad.