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Cyteen 1 - La Traicion
  • Текст добавлен: 26 октября 2016, 21:27

Текст книги "Cyteen 1 - La Traicion "


Автор книги: C. J. Cherryh



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Eso fue lo primero que vio. Un instante después observó que los dos oficiales de Seguridad y Abban se ponían en pie con movimientos naturales.

Se detuvo en seco. Y miró al más cercano de los oficiales azi, frente a frente, con calma. Seamos civilizados.Dios otro paso hacia la habitación y cerró la puerta con cuidado.

Tenían un aparato para registrarlo.

–Extienda los brazos, ser —dijo el de la izquierda. Él obedeció, les dejó pasar el aparato por su cuerpo. Encontraron algo en el bolsillo de la chaqueta. El oficial sacó la servilleta de papel que había contenido el alimento de los peces. Justin lo miró con calma mientras el corazón le golpeaba el pecho como un martillo enloquecido y sentía que le faltaba el aire.

Se aseguraron de que no estaba armado. Abban abrió la puerta y lo condujeron a través de ella.

Giraud no era el único. También estaban Denys y Petros Ivanov. Justin sintió que el corazón le saltaba en el pecho. Uno de los oficiales lo llevó suavemente del brazo y lo guió hasta la silla que quedaba, frente al escritorio de Giraud. Denys estaba a la izquierda, Petros a la derecha.

Como un tribunal.

Y los hombres de Seguridad se quedaron, uno con la mano sobre el respaldo de la silla de Justin, hasta que Giraud hizo un gesto y les pidió que salieran. Pero cuando se cerró la puerta Justin intuyó que alguien se había quedado en la oficina.

Abban, pensó.

–Ya sabrás por qué estás aquí —empezó Giraud—. No tengo que decírtelo.

Giraud quería una respuesta.

–Sí, ser —dijo Justin en voz baja. Harán lo que quieran.

¿Por qué está aquí Petros? A menos que vayan a someterme a psicotest.

¿Tienes algo que decir? —dijo Giraud.

–No creo que deba decir nada. —Controló apenas el temblor de la voz. Mierda, tranquilo.

Y como un viento, desde la oscuridad. Tranquilo, encanto. No dejes que me dé cuenta de todo.

–Yo no lo provoqué, Giraud. Yo no quería que pasara.

–Podrías haberte ido.

–Me fui.

–Después. —Giraud estaba pálido de rabia. Levantó un lápiz y se lo colocó entre los dedos—. ¿Qué querías? ¿Sabotear el proyecto?

–No. Estaba allí como todos. No era diferente. Estaba pensando en mis asuntos. ¿Qué hicieron ustedes, la prepararon para eso? ¿Eso es lo que pasa? ¿Una obrita de teatro? ¿Para impresionar a la Familia? ¿Para comprar a la prensa? Supongo que son muy capaces.

Giraud no esperaba este ataque. Pero apenas reaccionó. Denys y Petros parecían disgustados.

–No preparamos a la niña —respondió Denys con calma—. Tienes mi palabra, Justin, no la preparamos.

–Al diablo con eso. Una hermosa función para la prensa, ¿no? El tipo de situación que arma revuelo, una buena propaganda para los fenómenos de aquí. La niña señala a la réplica de su asesino. ¡Dios! ¡Qué científico!

–No te preocupes por actuar para las cámaras —espetó Giraud—. No estamos grabando esto.

–No lo esperaba. —Justin temblaba. Cambió de posición el pie para relajar la pierna y que no temblara. Pero al menos pensaba rápido. Iban a arrastrarlo a otra sesión, se estaban preparando para ello; y de alguna forma eso despejó la niebla de su mente—. Supongo que van a trabajarme bien antes de ponerme frente a las cámaras. Pero va a ser un problema que yo aparezcaen esa cinta en la fiesta y después quitarme de en medio. O hacer que aparezca muerto. Todo un problema para ustedes, ¿verdad?

–Justin —dijo Petros, en tono de súplica—. Nadie te va a «trabajar». No hemos venido para eso.

–Claro, claro.

–Lo que queremos —continuó Giraud en voz alta, dura, cortante– es la respuesta a una pregunta muy clara. ¿Le transmitiste algo? ¿La provocaste?

–Tú contestas tus propias preguntas. Escribe lo que quieras. Mira la cinta, por favor.

–Ya lo hemos hecho —dijo Giraud—. Grant tuvo contacto visual con ella. Y tú también, antes de que la niña se moviera.

Ataque sobre un nuevo blanco. Claro que iban a llegar a Grant.

–¿Y qué estaban mirando todos? ¿Para qué nos habían invitado, por Dios? Claro que la miraba. ¿Pensabas que iba a asistir a la fiesta y no la miraría? Me viste. Podrías haberme dicho que me fuera. Pero claro, no lo hiciste. Me preparaste. Preparaste todo el asunto. ¿Cuántos más están en esto? ¿Solamente tú?

–Sigues afirmando que no la provocaste.

–Claro que no. Ninguno de los dos. Le pregunté a Grant. Él no me mentiría. Admite que la miró. La estaba mirando. «A mí me pilló observándola», me dijo. No fue culpa suya. Ni mía.

Petros se movió en la silla. Se inclinó hacia Giraud.

–Gerry, creo que debes tener en cuenta lo que te dije.

Giraud pulsó un botón en la consola. La pantalla se encendió; Giraud escribió algo con la mano derecha, probablemente buscaba un archivo. Los datos se reflejaron sobre el metal de su escritorio, un destello verde.

Más datos, más manipulación. Organizado, se dijo Justin. Todo. Un corto momento de suspense, ahora. Secretos.

Y sin embargo, no podía dejar de reaccionar.

Giraud leyó algo o fingió que leía. Respiró de nuevo. La cara no era más amistosa cuando levantó la vista.

–No te gusta estudiar con cintas. Extraño en un diseñador.

–No les tengo confianza. ¿Puedes culparme?

–Ni siquiera usas cintas de entretenimientos.

–Trabajo mucho.

–Me gustaría que cambiaras de actitud. No acudiste a dos de las sesiones que habíamos concertado para ti con Petros. No usas las cintas más que una vez al mes o menos. Es una actitud muy rara en un diseñador.

Justin no contestó.

Había usado todas sus respuestas.

–Hasta Grant dejó de acudir al laboratorio para usar cintas. Usa una unidad casera. No es lo habitual.

–No hay normas en eso. Si eso lo satisface, es suficiente. Grant es brillante, tiene buena absorción.

–Esas no son tus instrucciones.

–No, no.

–Sabes —intervino Petros– que Grant es autosuficiente, es completamente social. No necesita ese tipo de refuerzo. Pero teniendo en cuenta lo que le pasó sería mejor que usara cintas profundas. Como control.

–¿Si tenemos en cuenta lo que tú le hiciste? ¡No!

–Así que son tus instrucciones —dijo Giraud.

–No. Es su decisión. Por lo que sé, tiene tanto derecho como yo a decidir.

–No estoy seguro de que necesitemos un equipo de diseñadores con fobia hacia las cintas.

–Vete a la mierda.

–Calma —dijo Denys—. Tranquilidad, por favor. Giraud, no hay nada malo en el trabajo de Justin. Ni en el de Grant. Eso no está en discusión.

–En el asesinato de Ari hubo más de una víctima —dijo Petros—. Justin. Grant. No creo que puedas ignorar esta circunstancia. Estás frente a alguien que era un chico en la época del incidente, que en realidad, era víctima de un acto criminal de la misma Ari, entre otros. No quiero divulgarlo demasiado, pero lo vigilo. Le pedí que viniera a verme y hablara conmigo. ¿Es verdad, Justin?

–Sí.

–Pero no contestaste, ¿no es cierto?

–No. —El pánico le agarrotó la garganta. Se sintió mareado.

–Toda la cuestión del proyecto —dijo Petros– te molesta un poco, ¿no?

–Vive y deja vivir. La niña me da lástima. Estoy seguro de que ustedes han situado espías de Seguridad en mi apartamento. Espero que se diviertan mucho con mis asuntos íntimos.

–Justin.

–Por mí, te puedes ir a la mierda tú también, Petros.

–Justin. Dime la verdad. ¿Todavía tienes destellos?

–No.

–Estás seguro.

–Sí, estoy seguro.

–Estabas muy tenso cuando entraste en la fiesta, ¿no es cierto?

–Claro que no. ¿Por qué?

–Creo que ésa es la respuesta que buscas —dijo Petros a Giraud—. Justin entró muy nervioso. Los dos. Ari lo captó enseguida. Eso es todo. No creo que fuera intencional. Estoy mucho más preocupado por el estado de ánimo de Justin. Creo que será mejor que vuelva a su ala, asista a las reuniones de la Familia y siga con su vida normal. No creo que sea útil someterlo a psicotest. Ya tiene demasiada tensión sobre sus hombros. Pero me gustaría que viniera a verme para alguna sesión de consejo.

–Giraud —dijo Denys—, si crees en la sensibilidad de la joven Ari, ten en cuenta que ella no tuvo miedo de Justin. A pesar de la tensión de él, ella no estaba asustada. Muy al contrario.

–Esto tampoco me gusta nada. —Giraud respiró hondo y se inclinó mirando a Justin por debajo de las cejas—. Irás a ver a Petros. Si me entero de que no cooperas, te pondré al cuidado de una de las estaciones de precipitados antes de la puesta de sol. ¿Comprendes?

–Sí, ser.

–Seguirás trabajando. Si por algún motivo te encuentras con Ari, te comportarás de la forma que provoque menos curiosidad. Asistirás a las reuniones de Familia. Si ella te habla, muéstrate agradable. Nada más. Si te apartas de esta línea, volverás aquí y yo no estaré de buen humor, te lo aseguro. Y eso vale también para Grant. Tú harás que lo entienda. ¿Me has oído?

–Sí, ser. —Como un azi cualquiera. Tranquilo. Respetuoso. Es una trampa. Todavía tiene que cerrarse. Hay algo más en todo esto.

Puedes irte. Abre la puerta, Abban.

La puerta se abrió, sí. El se levantó de la silla. Denys lo imitó. Justin se dirigió a la puerta y Denys fue con él, lo tomó del brazo y lo acompañó frente a Seguridad hacia la pequeña caja del vestíbulo de entrada y afuera de nuevo, hacia el pasillo principal. Luego le tiró de la manga para que se detuviera.

–Justin. Él se detuvo.

Estaba temblando todavía. Pero un desafío no le serviría de nada.

–Justin, estás bajo presión, mucha presión. Pero tú sabes tan bien corno yo que no hay transferencia de recuerdos. Ella no es la vieja Ari. De verdad, no queremos otro caso de animosidad contra los Warrick. No queremos que ocupes el papel de Jordan en todo esto. Hay mucho en juego. Él asintió.

–Justin, escúchame. Giraud te pasó el psicotest. Sabe muy bien que eres sincero. Lo que pasa es que...

–Lo que pasa es que es un hijo de puta.

–Justin. No nos pongas las cosas más difíciles. Obedece a Giraud. No cometas errores. No quieres herir a una niñita. Sé que no. Lo que Ari te hizo no tiene nada que ver con ella. Y tú no le harías daño.

–No. Y nunca le hice nada a Ari, por Dios. ¿Crees que yo lastimaría a una niña?

–Lo sé. Te creo. Pero piénsalo. Piénsalo la próxima vez que la veas. Ari te deshizo. Tú puedes hacerle lo mismo a la niña, puedes herirla. Quiero que lo pienses seriamente.

–¡No le hice nada!

–No le hiciste nada. Cálmate. Cálmate y respira hondo. Escúchame. Si puedes manejar la situación, te ayudaré.

–Claro.

Denys lo cogió del brazo otra vez, lo acercó más hacia la pared mientras Seguridad dejaba la habitación. Lo tomó del hombro y lo mantuvo allí.

–Justin. Quiero decirte... la solicitud que tengo en el escritorio, el del contacto telefónico. Voy a dejar pasar unas semanas y después voy a concedértelo. Habrá algún retardo en el diálogo... Jordan es muy inteligente y Seguridad tiene que tomarse su tiempo de pensar. Es lo más que puedo hacer. ¿Te hace sentir mejor?

–¿Cuánto me va a costar?

–Nada. Nada. Pero no lo hagas difícil. No te metas en líos. ¿De acuerdo?

Justin miraba la pared, los dibujos del travertino que se confundían bajo su mirada. Sintió que Denys le palmeaba la espalda.

–Lo lamento mucho. De verdad, lo siento. Sé que no tuviste ni un día de paz. Pero te quiero en el proyecto. Por eso luché para que Giraud permitiera que te quedaras. A Ari le gustabas, no, óyeme: a Ari le gustabas de verdad. No importa lo que hizo. Yo la conozco, ahora, muerta, tanto como me conozco a mí mismo. El problema de Ari con Jordan era antiguo y muy amargo. Pero tenía tus notas y decidió que te quería en su ala.

–¡Esas notas eran falsas!

–No, claro que no. No eran sobresalientes, eso ya lo sabes. Pero eran notas en muchos campos, media docena al menos. Tenías las mismas cualidades que ella. No podías compararte con ella, claro, pero no habías tenido a Olga Emory empujándote constantemente. Ella me dijo personalmente, y te juro que no te estoy mintiendo, hijo, que te quería en su ala, que eras mucho mejor de lo que se reflejaba en los exámenes, y mucho mejor, dijo, que Jordan. Son palabras suyas, no mías.

–La ciencia no era lo que tenía en mente.

–Te equivocas. No es lo que quieres oír, ya lo sé. Pero si quieres entender por qué hizo lo que hizo, deberías saber esto. Tengo un solo interés en esto: Ari. A ver si me entiendes, ella tenía cáncer. Fallaba la rejuv. Los doctores discuten si el cáncer provocó el fallo de la rejuv o si ésta empezó a fallar naturalmente y el cáncer se desarrolló por este motivo. En cualquier caso, ella sabía que estaba en problemas y que la vida se le acortaba mucho. La cirugía habría retrasado el proyecto, así que ordenó a Petros y a Irina que guardaran silencio. Organizó el proyecto para que cuando tuviera que recurrir a la cirugía (estoy seguro de que no lo descartó a su tiempo, no era estúpida) no lo dejara sin apoyo y cuidado, ya me entiendes, de modo que el proyecto pudiera funcionar durante unos meses con una mano blanda al frente. Yo lo sé porque era su amigo, Justin. Me eligió a mí para acceder a sus notas. Giraud es muy eficiente en la cuestión económica. Pero lo que le preocupaba a ella y me preocupaba a mí, el asunto principal, es el proyecto. Creo que lo dudas. No hay controles, no hay resultados de duplicación. Pero está basado en dos décadas de resultados duplicados con los azi. Y no es el tipo de aspecto que nos guste cuantificar. Estamos hablando de una vida humana, una dimensión emocional, una dimensión subjetiva. Tal vez no estemos de acuerdo en nada, Justin, aquí, en privado, y te respeto por tu honestidad profesional. Pero si tratas de sabotearnos, me tendrás como enemigo. ¿Entiendes?

–Sí, ser.

–Te diré otra cosa: Ari cometió errores y actos deleznables. Pero era una gran mujer. Era Reseune. Y era mi amiga. Te protegí, Justin, y protegí la reputación de ella al mismo tiempo; y no te conviene creer que voy a dejar que un pequeño y sórdido incidente destruya esa reputación. No te dejaré que la destruyas, ¿comprendes?

–¡Usted tiene las cintas en los archivos! Si esa pobre nenita se las arregla para coincidir con la mitad de las cosas que hizo Ari, los investigadores van a querer cada detalle, y ese detalle no es cualquier cosa.

–No. No les interesará. Ese incidente pertenece al final de su vida más allá de la esfera de interés. Y lo que es más, por eso trabajamos con Rubin. Este es el que los militares pueden atrapar. Ari es nuestro proyecto, sólo nuestro. Nosotros tenemos el contrato de los técnicos. ¿Acaso Reseune dejó escapar alguna vez algo que le interesara en el aspecto económico?

–Dios mío, pueden manejar a los militares durante años con eso. Admítalo. Son las malditas ideas de Giraud para conseguir fondos. Su inagotable fuente para conseguir proyectos militares.

Denys sonrió y meneó la cabeza.

–Va a funcionar, Justin. Nosotros no la preparamos.

–Entonces, respóndame: ¿está seguro de que Giraud no lo hizo?

Los ojos de Denys reaccionaron inmediatamente. La cara no. Siguió sonriendo.

–El tiempo lo probará, ¿no te parece? En tu posición, en lugar de quedar como un tonto en público, mantendría la boca cerrada, Justin Warrick. Yo te ayudé. Hablé en tu favor, en el de Jordan y en el de Grant cuando nadie más lo hacía. He sido tu protector. Pero recuérdalo siempre: fui amigo de Ari. Y no permitiré que saboteen su proyecto.

Ahí estaba la amenaza. Era real. No cabía duda al respecto.

–Esta es la única vez que voy a decirte esto. No quiero repetirlo. Quiero que aceptes el favor que te hago y que recuerdes lo que te he dicho. ¿De acuerdo?

–Sí, ser.

–¿Estás bien? Él suspiró.

–Eso depende de lo que haga Petros, ¿no le parece?

–Solamente hablar. Eso es todo. —Denys lo sacudió con amabilidad—. Justin, ¿tienes destellos?

–No —respondió Justin. Le temblaba la boca. Dejó que temblara. Eso ayudaría a que Denys entendiera—. Es solamente que ya he sufrido demasiado. El hospital me aterra, ¿entiende? ¿Le parece ilógico? No confío en Petros. Ni en nadie de su personal. Contestaré a sus preguntas. Si quiere mi cooperación, dígale que no me toque, ni a mí ni a Grant.

–¿Me estás chantajeando?

–Dios, no puedo haber aprendido nada sobre chantaje, ¿eh? No. Se lo estoy pidiendo. Haré lo que usted quiera. No me interesa perjudicar a esa niña. No quiero hacerlo. Quiero mi trabajo. Quiero hablar por teléfono con Jordan, quiero...

Se controló, se dio la vuelta y se apoyó en la pared hasta que recobró el aliento.

Dales todas las claves, encanto, muy bien.

Estúpido.

Ya tienes eso —dijo Denys—. Mira. Tú contesta las preguntas de Petros. Trata de resolver esto. Eras un chico asustado por entonces. Todavía estás asustado y yo tengo miedo de que todo esto te haya afectado más de lo que quieres admitir ante nosotros.

–Hago mi trabajo. Usted lo ha dicho.

–Nadie lo discute. Te lo aseguro. No sabes en quién confiar. Crees que estás solo. Y no es cierto. Le importas a Petros. Y a mí. Sé que no quieres escuchar esto. Pero puedes venir a verme si crees que necesitas ayuda. Ya te he dicho mis condiciones. Quiero tu ayuda. No quiero que haya acusaciones contra Ari, ni contra el proyecto, ni contra el personal.

–Entonces, haga que Petros me quite las manos de encima, a mí y a Grant. Diga a Seguridad que saquen su equipo de mierda. Quiero vivir mi vida y hacer mi trabajo, eso es todo.

–Yo quiero ayudarte.

–Entonces, ayúdeme. Haga lo que le pido. Tendrá toda mi cooperación. No estoy planificando ninguna venganza. Quiero un poco de paz, nada más, Denys. Quiero un poco de paz después de todos estos años. ¿Hice... hice daño a alguien alguna vez?

–No. —Una palmada en el hombro—. No. Claro que no. Nunca. El daño fue contra ti. Todo.

Justin se dio la vuelta y se apoyó contra la pared.

–Entonces, por Dios, déjenme solo, permítanme hablar con mi padre y hacer mi trabajo. Estaré bien si me dejan solo y sacan a Segundad de mi dormitorio.

Denys lo miró un largo rato.

–De acuerdo. Lo intentaremos durante un tiempo. Lo intentaremos al menos hasta el exterior de la casa. No digo que no vamos a controlar quién entra y quién sale por la puerta. Si algo parece sospechoso, te caerán encima. Pero si no, te dejarán tranquilo. Yo daré la orden. Pero no hagas que me arrepienta.

–No, ser —dijo Justin, porque fue todo lo que logró pronunciar.

Denys lo dejó solo.

Cuando volvió a la oficina, Grant lo esperaba en el umbral, Grant, asustado y silencioso, una presencia llena de preguntas.

–Todo está bien —explicó Justin—. Me preguntaron si lo hice intencionadamente. Dije que no. Les conté otras cosas. Denys me prometió que nos van a sacar de encima a Seguridad.

Grant lo miró como para preguntarle quién podía estar escuchando y para quién estaba actuando.

–No, lo prometió, en serio —le contestó Justin. Y cerró la puerta para conseguir la poca intimidad que les daba. Recordó lo otro, lo importante, las promesas que se dan y se quitan, las amenazas que se dan y se quitan como golpes de martillo, y se recostó contra el respaldo de la silla de trabajo, casi sin aliento—. Dijo que nos iban a dejar hablar con Jordan.

–¿En serio? —se asombró Grant.

Eso era lo que lo había desequilibrado, que de pronto le prometieran favores, ahora, cuando tenían menos razones para hacerlo. Cuando podían arrastrarlo al hospital por la fuerza, tal como acababan de demostrárselo.

Algo estaba pasando.

X

—Música —dijo al Cuidador esa noche cuando entraron por la puerta. El Cuidador puso la cinta. Informó sobre llamadas. No había ninguna—. No somos populares —comentó Justin. Habitualmente siempre había alguna llamada, alguien del laboratorio, alguien que preguntaba algo sobre el trabajo, alguien que no los había encontrado en la oficina.

–Ah, la inconstancia humana. —Grant dejó el portafolios sobre la mesa de siempre, guardó la chaqueta en el armario y se dirigió al bar mientras Justin colgaba la suya. Preparó dos bebidas y las llevó de vuelta.– Doble para ti. Quítate los zapatos, pon los pies en alto, siéntate. Te hará bien.

Él se sentó, se quitó los zapatos, se reclinó contra los almohadones y bebió. Whisky con agua, un sabor que prometía un alivio para los nervios en tensión. Vio a Grant con la pequeña pizarra de plástico que usaban para escribir cosas que no se atrevían a decir en voz alta; y Grant escribió:

¿Confiamos en su palabra de dejar de espiarnos?

Justin meneó la cabeza. Apoyó el vaso sobre la repisa de piedra junto al montón de almohadones y se estiró para buscar la pizarra. Les daremos un poco de información falsa y veremos si con eso los atrapamos.

Un gesto de asentimiento con la cabeza. La pizarra de nuevo en manos de Grant.

¿Ideas?

Y él. Aún no. Estoy pensando.

Grant: Supongo que tengo que esperar hasta que demos de comer a los peces para saber qué pasó.

El: Complicado. Peligroso. Petros va a tener una entrevista conmigo.

Grant, una mirada confusa. Una pregunta muda.

Él: Sospechan lo de los destellos.

Grant: subrayado de la palabra «entrevista». Signo de pregunta.

El: Denys me prometió que no habría psicotest.Luego añadió: Se dieron cuenta de que tengo problemas con las cintas. Tengo miedo. Tengo miedo de que me hayan hecho una prueba de la tensión de la voz. Si lo hicieron, no la pasé. No voy a pasar el examen de Petros, te lo aseguro. Durante mucho tiempo, traté de pensar que los destellos eran un trauma. Ahora creo que pueden ser por un bloqueo. Deliberado. Tal vez me quieren así.

Grant lo leyó con una arruga en la frente. Escribió con cuidado. Borró la pizarra y escribió de nuevo. Repitió el proceso. Finalmente un breve: Creo que el bloqueo no es deliberado. Creo que te sometieron a demasiados psicotest.

El: Entonces, ¿por qué mierda estamos escribiendo notas en la sala? Subrayadotres veces.

Grant reaccionó con las cejas, un poco levantadas. Y escribió: Porque todo es posible. Pero no creo que el bloqueo sea deliberado. Es un efecto secundario. Giraud vino a preguntarte de todo acerca de la intervención de Ari, y todavía no ha terminado. Si eso no basta, ¿qué? Si el asunto era cosa de Ari, sea lo que fuera, tuvo que ser extenso y sutil. Ella podía hacer una intervención con una sola frase. Lo sabemos, Giraud entró a patadas y provocó algún lío.

Justin lo leyó y sintió que el frío le penetraba hasta la médula. Mordió el lápiz un momento y escribió: Giraud había visto las cintas. Giraud sabía lo que hacía.. Tal vez trabaje más con psicogrupos militares y eso no me da seguridad, por cierto. Le consiguieron ese rango de Especial Política. No talento. Dios sabe lo que me hizo. O lo que hizo Petros.

Grant leyó y volvió a aparecer la arruga en su frente. Escribió: No puedo creer eso de Petros. De Giraud, sí. Pero Petros es independiente.

El: Yo no confío en él Y tengo que pasar por esas entrevistas. Pueden quitarme el trabajo. Declararme inestable, interrumpir mi permiso para tratar con Alfas. Transferirte, Todo de nuevo.

Grant aferró la pizarra y escribió, con el ceño fruncido: Eres la réplica de Jordan. Si demuestras un talento similar al suyo sin un programa psicogenético, justo cuando ellos están llevando a cabo el proyecto Rubin, tal vez pongas en duda sus resultados. Y yo también. Recuerda que Ari me creó con material de un Especial Tú y yo: controles posibles del proyecto. ¿Ésa es la razón por la que Ari nos quería cerca?¿Y ahora Giraud?

La idea le revolvía el estómago: No sé,escribió.

Grant: Giraud y Denys están en el proyecto sin controles, excepto Rubin mismo y no se sabe lo fiables que puedan serlos resultados. Somos un inconveniente. Ari nunca confiaría en este sistema. Ari se basaba en controles, tanto como era posible con la psique humana. Creo que nos quería por eso.

Él: Denys jura que el proyecto es válido. Pero ha comprometido cada uno de los pasos.

Grant: Es válido si funciona. Como siempre has dicho: no piensan soltar los datos si no funciona. Reseune nunca suelta los datos. Reseune gana dinero con sus descubrimientos. Si Reseune consigue recuperar a Ari, una Ari que dirija otra vez las investigaciones, ¿crees que van a publicar las notas? No. Reseune conseguirá grandes contratos de Defensa. Mucho poder, poder secreto, mucho dinero, pero Reseune será el aspecto principal del trato y conseguirá cada vez más poder. Reseune nunca dirá nada sobre los descubrimientos en sí. Reseune trabajará bajo contrato para Defensa y conseguirá lo que quiera mientras Defensa consigue promesas de recuperar a individuos, cosa que ni siquiera Reseune puede hacer sin el tipo de documentación que se lleva aquí dentro. Y eso lleva años. Lleva vidas enteras. Y mientras tanto, Reseune colabora con Defensa y consigue grandes logros para sí misma. ¿Comprendo bien las intenciones humanas?

Justin leyó y asintió, con una sensación cada vez peor en el estómago.

Grant: Sois bien extraños, vosotros los CIUD. Tal vez concuerde con eso de que formáis vuestros propios psicogrupos y situáis la lógica por encima. Nosotros sabemos que nuestras capas más profundas son sólidas. ¿ Cómo puedo juzgar a mis creadores?

XI

Jane estaba sentada en el borde de la cama y se apartaba el cabello de la cara mientras Ollie se sentaba junto a ella y le acariciaba la nuca con los labios.

Por suerte la niña estaba dormida, y Nelly había ganado la batalla de voluntades por esa noche.

Ari estaba hiper, había estado hiper todo el día; quería volver a la casa de Valery a jugar.

Ya era hora de que todo eso cambiara. Valery se había convertido en un problema, tal como Jane había predicho. Había llegado el momento de que Ari tuviera otro amiguito. La antigua Ari nunca había tenido un amigo exclusivo.

Mierda. Una cosa horrible para hacerle a una niña.

Los brazos de Ollie la rodearon, la abrazaron.

–¿Sucede algo? —preguntó Ollie.

–Haz algo que me distraiga, querido Ollie. No quiero pensar esta noche.

Mierda, estoy empezando a hablar como Olga.

Vamos, Ollie, mierda, ponte duro conmigo. Quiero matar a alguien.

Ollie captó lo que deseaba. La empujó sobre la cama y se convirtió en toda una distracción. Le aferraba las manos porque no quería terminar todo arañado.

Ollie era muy bueno. Como la mayoría de los azi que se entrenaban, era muy eficiente, y tratar de mantenerlo a raya era un juego que ganaba lentamente y con deliberación, un juego pensado para servirle a ella.

Y servía. Jane suspiró y se dio por vencida ante las tácticas amables de Ollie. Eso era lo bueno de tener un amante azi: siempre estaba dispuesto. Siempre estaba más preocupado por ella que por sí mismo. Había tenido una docena de amantes CIUD. Pero resultaba extraño, quería más a Ollie. Y él no lo imaginaba.

–Te amo —le susurró Jane al oído cuando él estaba ya casi dormido, con la cabeza sobre el hombro de ella. Ella le pasó los dedos por el cabello bañado en sudor y Ollie la miró con una expresión extrañada, dulce, satisfecha—. En serio, Ollie.

–Sera —murmuró él. Y se quedó muy quieto, como si ella estuviera un poco loca después de todos esos años. Estaba agotado. Ella todavía tenía insomnio. Pero iba a quedarse despierto aunque se le cerraran los ojos si Jane quería hablar, y ella lo sabía. Tenía su atención.

–Eso es todo —dijo Jane—. Quería decírtelo.

–Gracias —suspiró él sin moverse. La miraba como si pensara que todavía había algo más.

–Nada más. —Ella le frotó el hombro—. ¿Nunca has querido ser CIUD? ¿Usar la última cinta? ¿Salir de aquí?

–No – respondió él. El sueño parecióabandonarlo de golpe. Respiró un poco más rápido—. No me gustaría. No quiero. No podría dejarte.

–Podrías. La cinta lo arreglaría.

–No quiero. De verdad. La cinta no conseguiría que yo deseara estar lejos de aquí. Nada podría lograr eso. No me pidas que lo haga.

–No lo haré. Nadie lo hará. Sólo me lo preguntaba. Ollie. Así que no quieres irte. Pero ¿y si yo tengo que irme?

–Vendré contigo.

–¿Vendrías?

–¿Adónde iremos?

–A Fargone. Todavía no. Pero quiero asegurarme de que estarás bien. Porque te amo. Te amo más que a nadie. Lo suficiente para dejarte aquí si eso es lo que deseas, o llevarte conmigo, o hacer lo que tú prefieras. Lo mereces después de todos estos años. Quiero que seas feliz.

Él empezó a responder, apoyado sobre un codo. Fácil y rápido, la protesta rápida y sincera de un azi que jura fidelidad. Ella lo detuvo con una mano sobre los labios.

–No. Óyeme. Me estoy volviendo vieja, Ollie. No soy inmortal. Y todos temen que no quiera soltar a Ari cuando llegue el momento. Se acerca la hora, Ollie. Dos años más. Dios, ¡qué rápido ha pasado todo! A veces, me gustaría matarla; pero a veces me da mucha pena. Y eso es lo que ellos no quieren. Temen que transgreda las reglas, ése es el núcleo del problema. Ellos, Giraud y Denys, malditos sean, han decidido que está demasiado cerca de ti. Quieren que eso se detenga. Ya no quieren que estés tan cerca de ella. Quieren que te muestres frío y crítico. Éstas son las instrucciones. A veces, creo que en realidad esperan que caiga muerta cuando corresponda, como en el guión. Tuve una charla con Giraud hoy. —Jane respiró hondo y algo le dolió detrás de los ojos y alrededor del corazón—. Me ofrecieron dirigir LÍNEAS ESPACIALES RESEUNE. En Fargone. El proyecto Rubin, con lazos y bien envuelto como un regalo.

–¿Has aceptado? —le preguntó él cuando la falta de aliento le impidió que Jane siguiera adelante. Ella asintió, se mordió el labio y se controló.

–Sí. Dulce Giraud. Ah, cuando ella cumpla siete años, te trasladarán al Ala Uno,me dijo cuando acepté este proyecto. Ahora están nerviosos y quieren que me vaya bien lejos. No es suficiente,dice Giraud. Olga murió cuando Ari tenía siete años. Si estás en el Ala Uno, si simplemente te vas de su vida, comportará demasiado rechazo y estarás demasiado cerca.Maldita sea. Así que me ofrecen la dirección. Morley se va y yo entro, maldita sea.

–Siempre dijiste que querías volver al espacio. Otros suspiros.

–Ollie, claro que quería. Lo deseé durante muchos años. Hasta que... hasta que en algún momento, simplemente me hice vieja. Y me ofrecieron esto y me di cuenta de que yano quería ir. Es una situación horrible para una vieja aventurera del espacio como yo. He envejecido en tierra y todas las cosas que conozco están aquí, todo lo que es familiar para mí, y quiero tener seguridad a mi alrededor, eso es todo. —Otro suspiro—. No es lo que van a darme, claro. Pueden ascenderme. O puedo jubilarme. Y no pienso aceptar la jubilación. Ése es el problema de hacer tu trabajo y no preocuparte por conseguir un poco de poder. Ese desgraciado de Giraud puede despedirme. Todo se reduce a eso. Maldito sea. Así que me voy a Fargone. Y repito todo el proceso con otro cobayito; éste, con problemas médicos. Mierda. Le haces un favor a alguien y te lo agradecen así.


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