Текст книги "Cyteen 1 - La Traicion "
Автор книги: C. J. Cherryh
Жанр:
Научная фантастика
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Justin se lo había contado todo la noche anterior, se lo había largado cuando todavía estaba mareado y exhausto, porque:
–... así es como me lo dijeron a mí, y creo que duele menos cuando estás aturdido.
Grant y Justin habían llorado juntos. Y Justin estaba tan cansado y tenía tan pocas ganas de dejarlo que se había estirado en la cama de Grant, sobre la colcha, todavía vestido, y se había dormido.
Grant había luchado para ponerle encima las mantas, pero al no encontrar las fuerzas lo había dejado donde estaba y se había acercado de nuevo.
Y se había quedado allí, con la sábana sola y con mucho frío hasta que Justin se despertó en la mitad de la noche y le consiguió una manta y lo abrazó y lloró sobre su hombro mucho, mucho rato.
–Te necesito tanto —había dicho Justin.
Tal vez porque era azi, tal vez porque era humano, no lo sabía, pero ésas eran las palabras más importantes que le había dicho a él en su vida. Había llorado también. No sabía por qué, excepto que Justin era su vida. Justin lo representaba todo para él.
–Yo también te necesito —le había dicho a su vez Grant—. Te quiero.
En la oscuridad. En las horas anteriores al amanecer. Cuando la gente decía cosas que eran demasiado verdaderas para afirmarlas a la luz del día.
Justin se había quedado dormido a su lado otra vez. Grant se despertó primero y se quedó quieto mucho rato, contento de saber que Justin estaba allí. Hasta que Justin se despertó, se levantó y le pidió disculpas por haber dormido allí.
Como si Grant no hubiera querido que durmiera allí toda la noche. Como si Justin no fuera lo más importante del mundo para él, lo único que le daba seguridad. Lo único por lo que hubiera hecho cualquier cosa.
El único al que amaba así; y sabía que nunca podría amar de esa forma a ninguna mujer, a nada que jamás hubiera deseado.
XIII
—El grupo de Ari es positivo —informó a Giraud Nye la voz del laboratorio, y él exhaló un hondo suspiro de alivio.
–Fantástico. En serio, fantástico. ¿Cómo están los otros dos?
–Los dos positivos. Tenemos a los tres en los tanques.
–Maravilloso.
Schwartz cerró el contacto. Giraud Nye se retrepó con un suspiro.
Había nueve tanques-útero activos en el proyecto Rubin. Triple redundancia de todos los sujetos, a pesar de las ruidosas quejas de Strassen. No era habitual que Reseune siguiera aquel procedimiento en las réplicas CIUD; si un grupo no se implantaba o tenía algún problema, sólo llevaba unas semanas empezar todo el proceso de nuevo, eso era todo, y quien fuera a recibir la réplica podía esperar, a menos que esa persona estuviera dispuesta a pagar el doble de un precio ya astronómico para tener una redundancia, un apoyo. En el caso de la creación por contrato de grupos azi o de un proyecto privado, la norma habitual era uno extra por cada par, y el extra se vaciaba a las seis semanas.
Esta vez iban a tener nueve tanques en funcionamiento durante tres semanas, y seis durante otras seis, antes de hacer la selección final y vaciar los demás apoyos. Reseune no quería correr riesgos.
Texto literal de:
PATRONES DE CRECIMIENTO
UNA CINTA DE ESTUDIO SOBRE GENÉTICA: # 1
Publicaciones pedagógicas de Reseune: 8970-8768-1,
aprobadas para 80 +
Cualquiera que haya utilizado una cinta con drogas conoce la almohadilla sensora. Las máquinas más sencillas de uso doméstico tienen un sensor cardíaco unidireccional, una almohadilla simple que los monitores usan para controlar el pulso. Todas las cintas, sean informativas o de entrenamiento, si se toman con un catafórico, pueden producir tensión emocional severa en los puntos donde el contenido dispara el recuerdo o la empatía. Al experimentar la obra clásicaOtelo, por ejemplo, un individuo, que ve una actuación cualquiera y la relaciona con su propia experiencia vital, puede sentir empatía hacia determinado personaje hasta un punto que ninguna cinta de producción masiva puede anticipar.
Este espectador sufre la tensión que conlleva el drama. El ritmo cardíaco aumenta. El sensor lo registra y lo transmite a los circuitos del monitor de la máquina. Si se eleva más allá del nivel establecido por el técnico de la cinta, ésta pasará automáticamente a otro programa, una pequeña cinta sin fin que ofrece sólo música y sonidos relajantes.
Este chico ha llegado a una clínica de aprendizaje para adquirir una habilidad en particular, en este caso, una mejora en su habilidad de escritura. A medida que tensa los músculos de la mano y los del brazo, los expertos dedos de su técnico clínico localizan los músculos y colocan con precisión las almohadillas numeradas sobre la piel. Se aplican más en los músculos alrededor del ojo. Otras se sitúan debajo del brazo, sobre el corazón y sobre la arteria carótida.
Las pequeñas cintas grises tienen dos contactos ya que esta máquina, mucho más avanzada, cuenta con un lazo de biorrealimentación. Los números de las almohadillas corresponden a los que el técnico lee en el manual de la cinta. Para este tipo de cinta de motricidad fina no es necesario que el técnico sea un psicoterapeuta con titulación. Cuando el técnico fija las cintas a la piel sobre los músculos indicados en el manual, la máquina puede registrar la actividad de un músculo individual o un grupo muscular y enviar inmediatamente un impulso o no enviarlo.
Una mujer que ya ha adquirido habilidad de escritura tiene sensores idénticos y realiza su ejercicio. Las acciones de sus músculos se graban y ésa es la información final que llevará la cinta.
El joven estudiante está un poco nervioso mientras espera que el catafórico surta efecto. Es su primera experiencia con una cinta acompañada de drogas. El técnico lo tranquiliza y le dice que el efecto es muy parecido al de las cintas de entretenimiento. Las almohadillas resultan incómodas, pero sólo al principio. La droga hace efecto y el técnico se asegura de que el muchacho está preparado. El técnico lo tranquiliza. En un momento determinado, a través de la función entrada-salida de las almohadillas, el muchacho siente la acción del músculo de la persona que ya tiene la habilidad cuando ella levanta el lápiz y empieza a escribir. Experimenta el éxito de esa acción, ve la forma de las letras, siente los movimientos pequeños y precisos de la mano y los dedos, y la relajación de la mujer que escribe.
Puede llevar muchas sesiones, pero la mejora es evidente desde el comienzo, cuando el muchacho escribe el ejercicio que realiza apenas se despierta. Levanta el lápiz con facilidad y comodidad, ya no aprieta los dedos con fuerza y su postura general ha mejorado al encontrar el punto exacto sobre el que apoyar la mano. Está sorprendido y feliz con el resultado. Practicará el ejercicio varias veces durante el día, para reforzar el aprendizaje. Lo repetirá después del desayuno y muchas veces al día siguiente. Su práctica entusiasta fundará la costumbre. Tal vez repita la cinta hasta que él y sus padres estén satisfechos con el resultado.
Este azi de clase Beta está asignado a las fuerzas especiales. Permanece de pie, paciente, tensando los músculos de la espalda cuando el técnico se lo pide. Cierra los ojos, evidentemente aburrido por el procedimiento que causó tanta ansiedad al joven estudiante. Desea que llegue el momento de la cinta, pero la habilidad que está adquiriendo requiere todo el cuerpo. Ha pasado por esto dos veces al mes durante la mayor parte de su vida y considera que las almohadillas de biorrealimentación son más importantes que el catafórico. Ha adquirido la habilidad mediante la enseñanza por cinta: su concentración es mucho más apta que la del estudiante. Conoce los nombres de los músculos, sabe cómo colocarse él mismo las almohadillas y realiza mucho estudio voluntario en los cuarteles, bajo una dosis de catafórico apenas superior a la que usted usa en su casa para una cinta de entretenimiento, porque ha aprendido a ponerse en situación de aprendizaje sin el uso de la droga.
Al final del mes, recibe otro tipo de cinta, que nunca se administra a los ciudadanos: es una experiencia muy privada que no puede describir en palabras porque consta de una gran parte no verbal. La llama «cinta buena». El término que por lo general se oye en Reseune es «cinta de recompensa».
La mujer que le administra la cinta no es técnica. Es una supervisora Beta calificada y usa una máquina mucho más compleja. Ésta tiene una conexión que le permite analizar la sangre recibida e inyectar elevadores naturales anímicos, procedimiento que sólo se utiliza en la población general cuando hay que realizar un ajuste psíquico profundo.
Para el azi, que ha usado este tipo de cinta toda su vida, constituye una experiencia placentera que valora más que cualquier otra recompensa otorgada por el servicio. Es una experiencia interior y profunda.
A diferencia de lo que ocurre en una intervención con un paciente ciudadano, que depende mucho de la habilidad investigadora del psicólogo para adaptar una cinta, ésta tiene un objetivo concreto, preparado por los mismos diseñadores que fabricaron el grupo psíquico del azi. Tiene una exactitud virtualmente imposible de aplicar a un paciente no azi, cuya vida ha sido formada por experiencias no registradas ocurridas en un mundo azaroso. Este azi, protegido desde el nacimiento, cuyo psicogrupo fue provisto por cinta, es un ente mucho más conocido, incluso después de haber servido en las fuerzas armadas y vivido con ciudadanos que nacieron normalmente.
Todos los que tuvieron autoridad sobre él estaban especialmente entrenados para tratar a los azi. Ningún supervisor de azi puede levantar la voz cuando da las órdenes. La regla de la disciplina es otorgar una recompensa o negarla; y la confianza entre este hombre y cualquier supervisor psíquico es más profunda que la que hay entre un padre o una madre y su hijo. Que ésta sea una supervisora diferente de la que le trató el mes anterior carece de importancia para el azi. Después de comprobar que posee el título que la capacita para su trabajo, confía absolutamente en ella.
Los que trabajan por primera vez con azi no socializados generalmente afirman sentir una tendencia a hablar en susurros y que se sienten cohibidos por el lazo emocional que los azi están dispuestos a darles.
Confían demasiado en mí, es la queja casi universal.
Pero este hombre es un soldado y trabaja regularmente con ciudadanos que no tienen licencia. Ha desarrollado defensas emocionales y puede interactuar libremente con sus compañeros ciudadanos. Su oficial superior ha seguido un curso de entrenamiento y ha superado un examen que lo califica para manejar azi, pero no tiene licencia y trata a este hombre exactamente igual que a los demás subordinados. Simplemente, sabe que si este hombre solicita la consulta con un asesor, debe permitírselo inmediatamente, y que si el azi requiere la intervención de un supervisor Beta, debe sedarlo y enviarlo al hospital sin demora, porque a pesar que los azi raramente presentan problemas y sus defensas emocionales por lo general son tan fuertes como las de un ciudadano, el psicogrupo de estos hombres no se ha construido a través de la experiencia, sino por instrucción, y las defensas no son una red de seguridades sociales como en el caso de una mente humana normal. Cuando un azi siente que ese escudo se ha debilitado, es vulnerable frente a todos los que lo rodean. Ha entrado en algo muy parecido a la situación de aprendizaje inducida por el catafórico, un estado en el cual disminuye progresivamente su capacidad de rechazar los estímulos que recibe. El resultado es muy semejante al que se produce al tomar un catafórico en una habitación atestada de gente: una sensación intensamente incómoda y potencialmente peligrosa para el azi.
La cinta que este hombre está disfrutando resulta más que placentera para él. Reafirma sus valores y refuerza su autoestima. En este momento confía plenamente en sí mismo. Experimenta lo que ningún ciudadano puede disfrutar en el mundo de los sucesos fortuitos: esta en contacto con la verdad absoluta y se acepta plenamente a sí mismo.
Esto es Reseune, donde nació nuestro soldado. Este azi de tres años, mucho más joven que el estudiante que vimos antes, se está preparando para lo que habitualmente se llama cinta profunda. Está nervioso, no por el procedimiento, que ya conoce, sino por la máquina, que ha empezado a percibir como el objeto más significativo de la habitación. El cirujano psíquico lo abraza y lo tranquiliza, y finalmente le hace una mueca y consigue que se ría. El niño mismo ayuda al cirujano a colocar las almohadillas.
La dosis de catafórico que recibe es muy alta. Los umbrales se han reducido de forma drástica y se controla constantemente la química de su sangre.
La cinta le refuerza su grupo de valores en palabras pertenecientes a su vocabulario.
Le dice cómo ganarse la aprobación de los demás. Le informa de cuáles son sus talentos y sus puntos fuertes.
Tal vez le recuerde que debe evitar determinadas tendencias, de la misma forma en que un padre o una madre podría decirle a su hijo que recuerde no chuparse el dedo. Pero la cinta siempre le habla de aspectos positivos, lo alaba, y siempre acaba con un refuerzo.
Cuando termina, el supervisor le dice una palabra para codificar todo esto; y él la recordará. A la siguiente sesión, el supervisor dará acceso a ese grupo de instrucciones mediante la palabra clave, que se anota en el archivo del azi, con sus cintas. A medida que crezca, su cinta profunda se volverá más abstracta. Las claves verbales estarán integradas en complejos cada vez más grandes a medida que sus estructuras psíquicas se basen en grupos completos y acepte los valores que le dan con la confianza total de un azi hacia un supervisor con licencia.
Como este niño ha demostrado angustia ante la imagen de la máquina, el supervisor recuerda tranquilizarlo sobre el equipo cuando todavía está receptivo a las instrucciones. Todas las inquietudes del azi con respecto a cualquiera de estos procedimientos, aunque sean mínimas, se anotan con todo cuidado para luego buscar la causa y tratarla con profundidad. Ningún supervisor desea que sus azi sientan miedo ante estos procedimientos.
Todas las cintas de azi se diseñan aquí, en estas oficinas de aspecto corriente. Se encargan de ello personas especializadas, algunas de ellas, azi. Gran parte del trabajo se realiza con ayuda de ordenadores, que analizan las pruebas fisiológicas extremadamente meticulosas realizadas sobre los tipos azi: aspectos como la coordinación del ojo con la mano en un grupo genético azi particular, el tiempo de reacción, el equilibrio, la vista, el oído, la fuerza física, la actividad hormonal, el nivel de Rezner, la reacción ante la tensión emocional. El diseñador debe considerar todos estos factores al planificar una cinta específica para un grupo genético, adaptada con precisión para su fuerza y debilidad y relacionada con psicogrupo en particular.
El diseñador consulta la biblioteca de Reseune y selecciona un grupo genético adecuado para enseñarle la habilidad necesaria en el manejo de una nueva tecnología.
El diseñador atiende a los azi que los supervisores devuelven al laboratorio por lo que el informe llama «problemas severos». El diseñador ordenará los exámenes y entrevistará al azi para descubrir si el problema tiene que ver con el supervisor o con el azi mismo. El diseñador preparará una cinta para solucionar el problema o una orden terminante para el manejo de todos los azi de ese grupo genético concreto, que puede hacer que se los restrinja para determinadas actividades.
Un diseñador destinó a este niño para tareas de segundad civil, un cambio dentro de los entrenamientos militares que eran habituales para su genotipo. Los diseñadores suelen mostrarse reacios a cambiar la aplicación de un genotipo, porque, al igual que sus sujetos, quieren tener éxito. En Reseune, donde se utilizan sujetos de prueba azi, un procedimiento de palabra clave crea un indicador en el grupo de prueba que permite al cirujano psíquico mantenerlo separado durante mucho tiempo antes de integrarlo al grupo. Los pocos azi que realizan lo que se llama pruebas de corto plazo están especialmente entrenados para aislar y manejar las intervenciones, y ellos mismos juzgan si deben aceptar una prueba o no. En Reseune, la regla es experimentar lentamente y practicar los cambios de uno en uno.
De vez en cuando, un azi, como cualquier miembro de la comunidad en general, desarrolla severos problemas psicológicos.
Muchos se envían a Reseune, donde los diseñadores y los cirujanos psíquicos trabajan con ellos y tratan de buscar soluciones para las dificultades psicológicas, soluciones que también benefician a la ciencia y engrasan las arcas de la psicoterapia general.
En algunos casos la única solución es el reentrenamiento, lo cual implica un lavado de cerebro y un largo período de recuperación. En un azi de genotipo y psicogrupo probado, un problema de esa magnitud obedece siempre a un trauma extremo, y Reseune toma medidas legales a favor del azi en caso de que hubiera habido maltrato o negligencia.
En otros casos, la solución consiste sólo en medidas genéticas; Reseune prohíbe la reproducción de un genotipo que ha tenido dificultades hasta que los diseñadores que trabajan con el azi afectado encuentren una forma de solucionar el problema.
En muy pocos casos, no hay solución, no existe ningún psicogrupo que se pueda instalar como cura, ni siquiera mediante el lavado de cerebro. Si un grupo calificado de miembros del personal no encuentra una solución humana, se decide la eliminación. La calidad de vida del azi es el principal objetivo y Reseune, que ha establecido reglas que prohíben a un Supervisor hablar con rabia a uno de sus azi en el puesto de trabajo, también debe saber tomar la decisión que tomaría cualquier pariente cercano cuando un cuerpo funciona sin mente, cuando ya la vida significativa, la vida con sentido, ha terminado.
I
El tanque-útero se dobló, vació el contenido en el tanque receptor lleno de líquido y Ariane Emory se retorció y luchó, una pequeña nadadora en una penumbra poco familiar y un mar más amplio.
Hasta que Jane Strassen se inclinó en el agua y la tomó, y los ayudantes ataron el cordón y la llevaron a una mesa para examinarla rápidamente mientras Jane los vigilaba como un halcón.
–Es perfecta, ¿verdad? —Había preocupación en la pregunta. Una hora antes habría sido preocupación profesional, preocupación clínica, ansiedad con respecto a un proyecto que podía fallar si se encontraba algún defecto en el bebé. Pero de pronto había algo de angustia personal, y ni ella misma había esperado experimentar este sentimiento.
Tú eres lo más parecido a las pruebas de Olga Emory,le había dicho su primo Giraud; y Jane había armado un escándalo, se había negado, había dicho que la jefatura del Ala Uno no le dejaba tiempo para una maternidad a la edad algo frágil y muy agotadora de ciento treinta y dos años.
Olga lo hizo a los ochenta y tres,había dicho Giraud. Eres una mujer fuerte, estás más ocupada que el demonio, igual que Olga, demuestras el mismo interés que ella en el arte, naciste en el espacio y tienes la habilidad profesional y la inteligencia necesarias. Eres lo más parecido de que disponemos. Y tienes la edad suficiente para recordar a Olga.
Odio a los niños,había replicado ella. Tuve a Julia por el procedimiento de la inmaculada concepción, y me molesta que me compares con esa perra odiosa.
Giraud, maldito sea, había sonreído. Y dijo: Estás en el proyecto.
Y eso la había llevado a esa habitación, a esa hora agonizante mientras los expertos médicos examinaban a la recién nacida que se retorcía y ella pensaba en sus nuevas responsabilidades.
Nunca había estado muy vinculada emocionalmente con su hija genética, que era una concesión personal a la inmortalidad, concebida con la ayuda inconsciente de un matemático de Pan-paris que había hecho su donación a Reseune, porque Jane había preferido el azar y sangre nueva. Demasiada planificación, había pensado, provocaba malos depósitos de genes; y Julia era el resultado de su elección personal, ni mala, ni buena. La había dejado al cuidado de niñeras y se había ido distanciando de ella a medida que Julia demostraba ser un cerebro espacial dulce, sentimental, incluso brillante en un medio menos exigente, pero en aquel momento aturdida por el descubrimiento de su propia biología y tan incompetente en su vida privada como si fuera un azi.
Pero esto, la réplica de Ari, esta hija adoptada del final de su vida, era lo que tanto había esperado. La estudiante ideal. Una mente que podía absorber todo lo que le dieran y devolverlo. Y le habían prohibido hacerlo.
Había grabado una cinta de Olga con la niña. La mano sobre el hombro de Ari. Un tirón del suéter de Ari, para arreglarlo. Ari haciendo una mueca de enojo y desesperación. Ésa era la pareja que recordaba. Y el recuerdo lo traía todo de nuevo.
Durante dieciocho años había oído esa voz. Olga había criticado a todo el personal. Cuando tenía tiempo para eso, criticaba a la niña hasta el punto que parecía un milagro que Ari no hubiera enloquecido. Y cuando no la acompañaba Olga, Ari estaba siempre en manos de los azi. Olga tomó todas aquellas muestras de sangre y había pasado un test psicológico tras otro porque tenía teorías que más tarde condujeron a las teorías en las que trabajó Ari. Olga había tomado las primeras pruebas Rezner de Ari, que casi alcanzaban el máximo de la escala, y desde entonces había sido un caso de sangre en el agua: Olga Emory, con sus amadas teorías sobre el método científico de educar a los hijos, había creído que tenía una Estelle Bok en sus manos, destinada a años de inmortalidad gracias a los laboratorios Reseune. Y todos los demás chicos de las habitaciones de Reseune habían oído que Ari era brillante y especial, porque las madres y los padres del personal sabían muy bien que sus cabezas profesionales rodarían si sus hijos le ponían un ojo morado a la preciosa Ari de Olga, tal como se merecía.
En aquellos días de pioneros sobre el planeta Cyteen, cuando los intelectuales que huían de la Compañía Tierra y de sus leyes de visado se reunieron en lo que entonces era la frontera del espacio para fundar la estación Cyteen, había másteóricos políticos renegados, médicos famosos, químicos y exploradores legendarios en las habitaciones que gente capazde arreglar una tubería; la rejuv era un nuevo descubrimiento y se estaba fundando Reseune para trabajar en él, la física Bok estaba reescribiendo los libros de texto y hubo teorías y especulaciones que enloquecieron a gente que sabía demasiado para enloquecer con ellas. Y Olga Emory había sido una intelectual brillante con un instinto para la innovación interdisciplinaria, pero había abrigado propósitos realmente raros para su base mental.
Sin contar con James Carnath, que todavía tenía más ideas de ésas, y el día que descubrió su fatal enfermedad decidió que él y Olga iban a hacer un bebé más inteligente que Bok.
Lo cual los llevó a todos a esta habitación y a este proyecto.
Así que tenía que hacerlo todo según el criterio de Olga. Ponte recta, Ari. Bien derecha, Ari. Haz tus deberes, Ari...Bruja, perra.
Todo esto y después arrojar a Ari en brazos de las niñeras azi. Lo mismo que había hecho ella con Julia. Ahora sentía remordimientos al recordarlo.
Si alteraba ese desinterés maternal cambiaría a Ari. Negligencia por su bien. Era terrible reconocer sus propios errores retrospectivamente. Estudiar a Olga había sido como mirarse en un espejo demasiado revelador. Giraud tenía razón. Resultaba muy doloroso descubrir eso a los ciento treinta y dos años de edad.
Jane no experimentaba más sentimientos maternales hacia Julia que hacia cualquier otro producto de los laboratorios, o hacia los dos azi que los auxiliares estaban ayudando a nacer en el otro extremo de la habitación. En el caso de Ari, todo consistiría en seguir un programa, y su experiencia de cincuenta y dos años con una hija y con los estudiantes carecía de importancia. Había respetado a Ari Emory, y si le fallaba, mierda, ésa sería toda la reputación que le quedaría en Reseune. A los ciento treinta y dos años. Odiaba los líos emocionales. Odiaba la indulgencia personal y el pensamiento confuso.
Todavía era muy duro mirar a Julia y ver la cosita débil en que se había convertido, siempre equivocándose en el trabajo, malcriando horriblemente a su nuevo hijo, totalmente dependiente de una sucesión interminable de amantes, y saber que era en parte por los genes y en parte por culpa suya. El mismo desinterés, la misma crítica constante que ahora debía admitir haber aplicado a Julia era parte de lo que había formado a Ari. Grupos psíquicos y grupos genéticos, claro.
El hijo equivocado para el padre correcto, tal vez. Y viceversa.
La naturaleza era muy hija de puta al repartir las cartas.
II
—Todos están bien —dijo Petros Ivanov.
–Maravilloso. Maravilloso. —Denys mordió un trozo de pescado y luego otro. Almuerzo privado en el comedor ejecutivo con las cortinas ante las ventanas de la plataforma del observatorio. Las máquinas climáticas les estaban dando una lluvia, tal como se había pedido; era una tormenta fuerte y el agua cubría las ventanas. El tiempo continuaría así durante uno o dos días—. Maldito sea Giraud. Asegura que todo saldrá bien, pero mientras se va a la capital. Y ni siquiera sé si lo llamaron...
–Todo está bien en el perfil hasta ahora. Los azi son absolutamente normales. Ya van siguiendo el programa.
–Y Ari también.
–Strassen está loca con la niñera en jefe.
–¿Y qué más?
–Dice que es muy terca y que desbarata al personal.
– Un azi tiene que ser terco.Eso significa que sigue exactamente las instrucciones, y Jane está transtornada porque tiene nuevo personal en su departamento. Sobrevivirá. —Se sirvió más café—. El azi de Olga es una gran preocupación para mí todavía. Ollie es más joven, es mucho más obstinado e inteligente que aquel tonto que tenía Olga. Jane tiene razón: si le pasamos una cinta para suavizarlo, el temperamento de Jane lo desestabilizará. Puede arreglar su actitud con la niña; cambiar a Ollie y la forma en que lo trata es más de lo que puede hacer sin estallar. Si la niña tiene sólo el instinto normal de un bebé, sentirá las tensiones de los adultos ya desde la cuna. Y si partimos de la base de que tiene la sensibilidad de Ari, Dios sabe lo que puede percibir. ¿Qué hacemos?
Petros sonrió.
–¿Someter a Jane a una cinta?
Denys suspiró dentro de la taza y se bebió el café.
–Ojalá pudiera. No. Jane es una profesional. Sabe lo que vale esto. Hicimos un trato. Nosotros nos mantendremos apartados de Ollie y ella le dirá cómo portarse en esto. Cabe suponer que un azi que contenta a nuestra Jenny es capaz de cualquier cosa.
Risas.
Estaba muy enfadado con Giraud. Él podría haberle evitado gran parte de todos aquellos problemas, pero Giraud mostraba la tendencia a salir volando a la capital en cuanto las cosas se ponían tensas en el proyecto.
Es todo tuyo,había dicho Giraud. Tú eres el administrador. Y a mi no me interesa el puesto.
Había tardado más de un año en revisar las notas de Ari, esa ínfima parte inicial del archivo del ordenador que los técnicos podían descifrar fácilmente. Los ordenadores de archivo de Reseune habían funcionado tres semanas sólo para compilar la masa inicial de datos sobre Ari. Gracias a Dios, Olga lo había recopilado todo con referencias cruzadas y lo había ordenado cronológicamente. Había que localizar las cintas, y todo eso no sólo en lo referente a Ari, sino a dos azi que habían sido grupos modelo y únicos. Había un túnel bajo las colinas y tres más en construcción porque la enorme bóveda estaba llena, totalmente atestada de gente que empezaba a dividir las cintas en activas, más activas y muy activas para poder trasladar parte de ellas a la Casa.
Y cuando el flujo de datos del proyecto entrara en pleno funcionamiento, habría una inundación en los archivos de la Casa. Uno de esos túneles se estaba construyendo especialmente para albergar los informes del proyecto; y eso incluía el diseño softwarede algunos trabajos que Ari había dejado inacabados y que alguien debía terminar antes de que el bebé empezara a hablar.
Reseune no iba a desechar nada relacionado con el proyecto. Estaba eliminando parte de las producciones de los azi para conceder más tiempo al personal. Podría haber desembocado en una crisis económica, pero los militares habían aportado dinero para la extensión de Reseune en Fargone y para la extensión en Planys, dinero que representaba más tanques, más ordenadores, más producción y esos túneles. Mientras tanto, Jordan Warrick estaba haciéndoles un favor a todos: se ocupaba de la instalación física en Planys. Eso lo hacía sentirse satisfecho por primera vez desde la muerte de Ari, porque estaba trabajando de nuevo, circunstancia muy importante, claro, porque los de Defensa también estaban satisfechos. Habían perdido a Robert Carnath para las operaciones de la Casa y lo habían ascendido al laboratorio de Planys: Robert era un viejo amigo de Warrick y un administrador lo bastante agudo para sostener todas las riendas. Habían destinado más personal en la construcción del laboratorio de Fargone y enviarían más cuando entrara en funcionamiento y empezara el proyecto Rubin. En Reseune había sobrado personal cuando empezó todo aquello y ahora estaba comprando azi con contratos a intermediarios como Laboratorios Carne y Armas Vivas, aplicando la rejuv a todos los azi de más de cuarenta y enloqueciendo al personal con cintas de reentrenamiento. Había quince barracas vacías en la ciudad y habían firmado un contrato de compra-venta con Defensa para determinados azi de Reseune que llegaban casi a la edad de retiro: Defensa se ahorraba un reentrenamiento y una pensión muy caras, y hacía que algunos azi se alegraran mucho al saber que iban a seguir trabajando en LÍNEAS AÉREAS RESEUNE, en carga y producción o en cualquier otro puesto. Un azi cuya perspectiva hubiera sido la transferencia a un centro gubernamental de trabajo rutinario estaría contento sólo con poner algo en una ranura y poder mirar hacia delante en lugar de hacia atrás. Con ello Reseune conseguía un gran número de trabajadores disciplinados y conscientes de los problemas de seguridad, de forma instantánea.