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Cyteen 1 - La Traicion
  • Текст добавлен: 26 октября 2016, 21:27

Текст книги "Cyteen 1 - La Traicion "


Автор книги: C. J. Cherryh



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A veces tenía miedo. No sabía por qué.

Estaba triste por Amy, y trataba de portarse bien con Sam y Tommy cuando venían, pero pensaba que si le devolvían a Amy, le pegaría de nuevo.

Hubiese pegado a Tommy y a Sam también, pero si lo hacía ya no tendría a nadie. Fedra le había dicho que tenía que ser buena, que se estaba quedando sin amiguitos.

III

—Ésta es la habitación —dijo el instructor.

–Sí, ser —dijo Catlin. Estaba nerviosa e impaciente al mismo tiempo. Había oído hablar de la habitación. Los mayores hablaban de eso. Sabía las cosas que hacían allí, como apagar y encender las luces y a veces tiraban agua en el suelo. Pero su instructor siempre tenía la verdad. Su instructor le dijo que tenía que atravesar un túnel y que debía hacerlo rápido.

–¿Estás lista?

–Sí, ser.

Él abrió la puerta. Era una pequeña habitacioncilla con otra puerta. La que estaba tras ella se cerró y las luces se apagaron.

Ella se movió; ni siquiera estaba segura de dónde estaba el túnel y de si ya se encontraba en él o no.

–¡Alto! —aulló una voz. Y una lucecita roja iluminó la pared y estalló.

Era un disparo. Ella lo sabía. Su cuerpo sabía qué hacer; tropezaba y quería rodar y cubrirse, pero el suelo se derrumbó y ella siguió rodando como por un tubo y, zas, al agua fría. Catlin se sacudió y se puso en pie con el agua hasta las rodillas. No había que confiar nunca en Seguridad. Alguien había disparado. Debía correr y ponerse a cubierto.

Pero: Atraviesa el túnel,había dicho el instructor. Tan rápido como puedas.

Así que se puso en pie, tan rápido como pudo, hasta que tropezó con una pared y la siguió, hacia arriba, hacia el suelo seco de nuevo. En un lugar que resonaba bajo sus pies. El ruido era malo. Estaba oscuro y ella era fácilmente visible en la oscuridad por su cabello claro y su piel pálida. No sabía si debía deslizarse sigilosamente o correr, pero «rápido» era «rápido», y eso era lo que había dicho el instructor.

Corría rápida y fácilmente, una mano apoyada sobre la pared para orientarse en la oscuridad y la otra hacia delante para no tropezar con nada.

El túnel giró. Ella empezó a subir una cuesta y luego de nuevo abajo sobre hormigón, y todavía estaba muy oscuro.

¡Algo...!pensó ella, justo antes de entrar y de que la emboscada la atrapara.

Ella le dio un codazo y se retorció y, cuando sintió que la aferraba supo que era un Enemigo, pero sólo consiguió aferraría por la ropa y se retorció hasta lograr zafarse, rápido, rápido, tan rápido como pudiera correr, con el corazón palpitándole en el pecho.

Golpeó la pared en el ángulo, ¡bang!, y casi se quedó fría, pero se levantó y siguió adelante, adelante...

La puerta se abrió, blanca, cegadora.

Algo la hizo agacharse y atravesarla y aterrizó en el suelo de la pequeña habitación, con el gusto de la sangre en la boca, el labio partido y la nariz sangrando.

Una puerta se cerró y se abrió la otra, y el hombre que estaba allí no era el instructor. Tenía las cejas de un Enemigo y llevaba un arma.

Ella trató de darle una patada, pero él la atrapó, ella oyó el ruido.

La puerta se cerró de nuevo y se abrió mientras ella se ponía en pie, furiosa y avergonzada.

Pero esta vez era el instructor.

–El Enemigo nunca juega limpio —dijo—. Vamos a ver qué hiciste bien y qué hiciste mal.

Catlin se frotó la nariz. Le dolía bastante. Todavía estaba furiosa y avergonzada. Había pasado. Deseaba haber atrapado al hombre al final. Pero era un mayor. Eso tampoco era justo. Y la nariz no había dejado de sangrarle.

El instructor consiguió una tela fría y se la puso en el cuello. Dijo que el médico le examinaría la nariz y la boca. Mientras tanto, abrió el Anotador le pidió que le contara lo que había hecho y le dijo que la mayoría de los de seis no lograba atravesar el túnel.

–Eres excepcionalmente buena —la felicitó.

Y con eso, ella se sintió mucho, mucho mejor. Pero no iba a olvidarse de ese Enemigo al final. Aquí te Atrapaban hasta cuando ya había terminado la lección. Ésa era la Regla. Y Catlin odiaba que la Atraparan. Lo odiaba. Sabía que cuando creciera, el hecho de que la Atraparan significaría la muerte. Sabía lo que era la muerte. Llevaron a los de seis al matadero para que vieran cómo mataban a un cerdo. Fue rápido, y muy pronto el cerdo ya no era un cerdo. Lo levantaron y lo cortaron, y todos entendieron lo que significaba morir: uno se detenía ahí mismo y después de eso, sólo se era carne. No había una segunda oportunidad cuando uno estaba muerto, y había que Atrapar al Enemigo primero y convertirlo en muerto lo más rápido posible.

Ella era buena. Pero el Enemigo no jugaba limpio. Eso era algo que daba miedo aprender. Ella empezó a temblar. Trató de controlarse, pero el instructor se dio cuenta de todos modos y dijo que era mejor que la viera el doctor.

–Sí, ser —dijo ella. La nariz todavía le sangraba y tenía la tela empapada en sangre. Se secó con ella y sintió que le temblaban las rodillas cuando caminaba, pero se fue andando, sola.

El doctor explicó que no tenía la nariz rota. Tenía un diente flojo pero estaba bien, se arreglaría todo.

El instructor dijo que iba a empezar a aprender a disparar. Afirmó que sería buena en eso porque su genotipo lo decía. Se esperaba que le fuera muy bien en la habitación. Todos los que tenían su genotipo eran así. Dijo que los genotipos a veces mejoraban. Comentó que ésa era la meta; que ésa era la meta de todos los azi. Incluso si ella nunca había visto a otro AC-7892.

Consiguió un buena nota ese día. No podía decírselo a nadie. Se suponía que no debía hablar con nadie de eso nunca. No podía hablar del túnel. El instructor se lo dijo. Era la Regla.

Lo único que la preocupaba era el último Enemigo. El instructor le explicó que un arma la habría ayudado y el tamaño también habría ayudado, pero sin eso, no era mucho lo que podía hacer. No había estado mal rodar al final, aunque la había lanzado al suelo cuando se abrió la puerta.

–Podría haber corrido, sorprenderlo y escaparme —aventuró ella.

–Te habría disparado en la espalda —afirmó el instructor—. Incluso en el pasillo.

Ella reflexionó sobre ello durante mucho rato.

IV

—Fuera vídeo —dijo Justin y el Cuidador lo cortó. El se sentó en su bata sobre el sillón. Grant se acercó lentamente, en bata también, con el cabello envuelto en una toalla.

–¿Qué novedades hay esta noche? —preguntó Grant.

–Hay algún tipo de conmoción en Novgorod. Algo sobre una estrella llamada Gehenna —respondió Justin, con cierto malestar en el estómago.

–¿Dónde queda? —No había ninguna estrella llamada Gehenna. Nadie la conocía. O no había existido hasta esa noche. De repente Grant se había puesto serio y se sentó del otro lado del vídeo.

–Cerca de la Alianza. Más allá del Viking. —El informe no había sido preciso—. Por lo visto hay un planeta allí. Con seres humanos. Parece que la Unión lo colonizó sin decírselo a nadie. Hace sesenta años.

–Dios mío —murmuró Grant.

–El embajador de la Alianza llegó a la estación con una protesta oficial. Tienen una sesión de emergencia en el Concejo. Parece que hemos violado el tratado. Una docena de artículos, como mínimo.

–¿Una colonia de qué tamaño? —preguntó Grant, acertando justo en el blanco.

–No lo saben. O no quieren decirlo.

–Y nadie estaba al corriente de esto. ¿Es alguna base de Defensa?

–Tal vez. Tal vez, sí. Pero no ahora. Por lo visto han vuelto a la vida primitiva.

Grant emitió un sonido suave con la garganta, como una serpiente.

–Un mundo habitable.

–A la fuerza. No estamos hablando de una bola de piedra. El servicio informativo ha planteado la posibilidad de que haya algo en los documentos secretos de los años de la Guerra.

Grant se quedó en silencio un momento, con los codos sobre las rodillas.

La Guerra era un hecho de la generación anterior. Nadie deseaba repetirlo, pero la amenaza siempre estaba allí. Los comerciantes de la Alianza iban y venían. Sol había explorado el otro sector del espacio y se había quemado los dedos con algo muy peligroso. Ahora Sol jugaba desesperadamente con la política entre la Alianza y la Unión, tratando de no caer bajo el régimen de la Alianza y de caminar sobre la cuerda floja para seguir siendo independiente de las naves de la Alianza sin empujar a ésta a defender las prerrogativas conseguidas por el tratado o hacer que sus intereses se enfrentaran a los de la Unión. Las cosas estaban muy delicadas. Y la situación había mejorado gradualmente.

Toda una generación había crecido pensando que estaba resolviendo el problema.

Pero los viejos misiles que las naves de guerra habían disparado hacía ya cien años todavía representaban un peligro para la navegación. A veces, el pasado volvía a las noticias del día como una venganza.

Y aparecían viejas enemistades, como fantasmas, agitando un presente en el que los seres humanos sabían que no estaban solos.

–No parece ser cosa de dos o tres supervivientes —continuó Justin—. Dicen «colonia ilegal» y admiten que es nuestra.

–¿Todavía funciona? ¿Organizada?

–No se sabe nada a ciencia cierta. Otro momento de silencio. Grant se sentó y recordó secarse el cabello para que no le quedara despeinado.

–Maldito lío. ¿Han dicho si los van a sacar, o si ya los han evacuado? ¿Han dicho lo que van a hacer?

–No sé nada todavía.

–Bueno, podemos adivinar dónde estará Giraud durante esta semana, ¿no?

V

Ari estaba aburrida en las oficinas. Veía entrar y salir a las personas. Se sentó en un escritorio al fondo y cortó papel doblado en formas que después desplegó. Tomó un papel y dibujó un pez con una cola larga.

Finalmente, se puso en pie y se escapó cuando Kyle no la vigilaba, mientras mamá hacía algo largo y aburrido en la oficina interior; y parecía que mamá estaría hablando durante muchísimo rato.

Eso significaba que no le importaría si paseaba por el pasillo. Sólo eran oficinas. Es decir, ningún negocio ni juguetes, nada que mirar y ningún vídeo. A ella le gustaba estar sentada y dibujar. Pero las oficinas de mamá eran mejores porque había una ventana para poder mirar hacia el exterior.

Allí no había nada, sólo puertas en todos lados. El suelo tenía rayas de metal y ella caminó por una mientras miraba las oficinas que estaban abiertas. En realidad, la mayoría lo estaba.

Así fue como vio a Justin.

Estaba en un escritorio, trabajando en un teclado, muy serio.

Ella se quedó en el umbral y lo miró. Y esperó, mirándolo, a que él la descubriera.

Siempre era diferente del resto de la gente. Ella lo recordaba de un lugar brillante, con Grant. Lo veía sólo a veces, y cuando le preguntaba a mamá por qué la gente se disgustaba con Justin, ella decía que estaba imaginando cosas.

Sabía que no era así. Era una sensación de peligro y de preocupación. Ella sabía que no debía molestarlo. Pero se estaba bien en aquel pasillo, donde había gente que pasaba constantemente. Y ella sólo quería mirarlo, pero no entrar.

Cambió el peso de un pie a otro y entonces él la vio.

–Hola —saludó Ari.

Y volvió a sentir aquella sensación de miedo. La de él, cuando la vio. Y la de ella, cuando pensó que tal vez mamá se enojaría.

–Hola —respondió él, nervioso.

Siempre era así cuando estaba cerca de Justin. La sensación de tensión lo acompañaba siempre y aumentaba cuando estaba cerca de él. Todos transmitían el mismo sentimiento. Era un acertijo que no podía resolver, y por la forma en que mamá se callaba cuando ella le preguntaba sobre Justin presentía que él era un acertijo que mamá no aprobaba. Ollie tampoco. Justin asistía a fiestas y ella lo veía desde el otro lado de la sala, pero mamá siempre aparecía y se la llevaba si quería ir a saludarlo. Así que Ari pensaba que Justin se había metido en graves problemas por algo, y tal vez había algo malo con él, como que no estuvieran seguros de que fuera a portarse bien. A veces los azi eran así. A veces los CIUD también. Mamá lo decía. Y resultaba más difícil arreglar a los CIUD y más fácil desequilibrar a un azi. Así que ella no debía burlarse de los azi. Excepto de Ollie, que se lo tomaba muy bien.

Justin tenía todas las trazas de un «azi», pero ella sabía que no lo era. Era sólo Justin. Y era un acertijo que iba y venía, y nadie quería que los chicos se le acercaran.

–Mamá está allí con Peterson —informó ella, en tono de conversación y también porque quería que él supiera que no estaba metiéndose donde no debía.

Así que ésa era la oficina de Justin. Era diminuta. Había papeles por todas partes. Ella se inclinó demasiado y tuvo que agarrarse de la puerta para no caerse. Tonta, diría mamá. Estate quieta. Ponte recta. No estés dando vueltas. Pero Justin nunca lo decía. Dejaba que todo lo dijera ella.

–¿Dónde está Grant?

–En la biblioteca.

–Ahora ya tengo seis años.

–Lo sé.

–¿Cómo lo sabes? Justin pareció incómodo.

–¿No te estará buscando tu mamá?

–Mamá tiene una reunión. Estoy cansada de estar allí. —Iba a ignorarla, iba a volver a su trabajo. No iba a permitir que le diera la espalda de esta manera. Entró y se dirigió a la silla cerca del escritorio. Se inclinó sobre el brazo de la silla y lo miró, allá arriba—. Ollie siempre está trabajando.

–Y yo también. Estoy ocupado, Ari. Vete ya.

–¿Qué estás haciendo?

–Trabajo.

Ella sabía cuándo la estaban echando. Pero no estaba obligada a obedecer a Justin. Así que se apoyó sobre los brazos, frunció el ceño e intentó un nuevo acercamiento.

–Voy a estudio con cinta. Ya puedo leer esto. Dice: Matriz sub... —Se retorció porque en la pantalla aparecía una palabra muy larga—. Matriz sub-li-mi-nal.

Él apagó la pantalla, se dio la vuelta y frunció el ceño.

Ella pensó que tal vez había ido demasiado lejos, que no debía estar allí inclinada sobre los codos y tan cerca de él. Pero retroceder no le gustaba nada. Hizo una mueca con el labio inferior.

–Vete con mamá, Ari. Seguro que te está buscando.

–No quiero. ¿Qué es una matriz subliminal?

–Un grupo de cosas. Una disposición especial de un grupo de cosas. —Justin empujó la silla hacia atrás y se puso en pie, así que ella lo imitó y se enderezó—. Tengo una cita. Tengo que cerrar la oficina. Vete con tu madre.

–No quiero. —Él era muy alto. Como Ollie. Y no era tan seguro como Ollie. La estaba empujando, la estaba echando. Ella se quedó firme en su sitio.

–Fuera —exclamó él en la puerta, señalando el pasillo.

Ella salió. Justin salió también y cerró la puerta. Ari lo esperó. Ya lo había pensado. Cuando él salió al pasillo, Ari salió con él.

–Vete —replicó él, de pie en el mismo sitio, señalando hacia la oficina de mamá.

Ari le sonrió, pero era una expresión traviesa.

–No tengo por qué hacerlo.

Entonces él pareció entristecerse, tenía una expresión preocupada. Y se quedó muy callado, mirándola.

–Ari, esto no está bien, ¿no te parece?

–No tengo por qué ser buena.

–Me gustarías más si lo fueras.

Eso le dolió. Lo miró para ver si la estaba tratando mal, pero no lo parecía. Más bien era él quien parecía herido.

Ella no lo entendía. Comprendía a todo el mundo, pero no a él. Así que lo miró con los ojos muy abiertos.

–¿Puedo ir contigo? —preguntó.

–A tu mamá no le gustaría. —Él tenía una expresión amable cuando hablaba así—. Vuelve con ella.

–No quiero. Hablan sin parar. Estoy cansada de oírlos hablar.

–Bueno, pero yo tengo que encontrarme con una persona, Ari. Lo siento.

–No es cierto —espetó ella, acusándolo de mentir, porque no había estado preparado para irse a ninguna parte hasta que ella lo molestó.

–Bueno, pero tengo que irme. Vuelve con tu mamá.

Ella no lo obedeció. Pero él se alejó por el pasillo como si realmente fuera a alguna parte.

Ari deseaba poder acompañarlo. Deseaba que él se portara bien con ella. Estaba aburrida y triste, y cuando lo veía recordaba la gente brillante y la felicidad de todo el mundo, pero no alcanzaba a recordar cuándo había sucedido todo eso.

Sólo sabía que aquel día Ollie había estado con ella todo el rato y mamá había estado tan hermosa, y ella había jugado con Valery y había ganado la estrella que colgaba en su dormitorio.

Se dirigió a la oficina de ser Peterson muy despacio. Kyle ni siquiera se había dado cuenta. Se sentó y dibujó una estrella. Y pensó en Valery. Y en el hombre de cabello rojo, Grant, que pertenecía a Justin.

Ella deseaba que Ollie y mamá le dedicaran más tiempo. Ansiaba que mamá saliera de aquella reunión. Y que fueran a comer. Tal vez Ollie podría ir con ellas. Pero mamá no apareció pronto, así que ella dibujó líneas sobre la estrella y la hizo bien fea.

Fea como todo.

VI

Los documentos demuestran,decía el informe que llegó al escritorio de Mikhail Corain, que la operación involucró una maniobra militar clandestina y el desembarco de 40.000 personas de la Unión, la mayoría de las cuales eran azi. Las misión se lanzó en el año 2355, como operación de Defensa.

No hubo más apoyo a la colonia. La operación no se continuó.

Los informes del servicio de inteligencia de la Alianza dicen que hay miles de supervivientes que han desarrollado un estilo de vida primitivo. No cabe duda de que descienden de azi y de ciudadanos. La idea es que no tuvieron rejuv y que después de sesenta años los supervivientes deben de ser al menos de la segunda y tercera generación. Hay ruinas de construcciones de burbujas y de una instalación de energía solar. El planeta es extremadamente adecuado para la vida humana y los supervivientes estén en excelentes condiciones de salud, teniendo en cuenta las condiciones; practican una agricultura básica y la caza. Los informes de la Alianza no aseguran que los supervivientes puedan evacuarse de ese planeta. El daño ecológico todavía no se ha evaluado, pero al parecer hay una profunda penetración de la colonia en el ecosistema, y algunos habitantes se han retirado a zonas que no son del todo accesibles. La Alianza cree que los habitantes no aceptarían fácilmente una evacuación y el gobierno no piensa hacerlo por razones hasta el momento desconocidas.

Dentro del Departamento de Defensa se estima que la Alianza está interesada en interrogar a los supervivientes. Sin embargo, Defensa se opondrá a cualquier propuesta para recuperar a estos ciudadanos de la Unión como una operación que la Alianza rechazará inmediatamente y que de todos modos sería contraproducente.

Los azi eran sobre todo de contratos militares de Reseune, pero no exclusivamente.

Véanse los informes adjuntos.

La mayoría de los ciudadanos eran personal militar.

Nye presentará un proyecto de ley que exprese disculpas oficiales y una oferta de cooperación a la Alianza en cuanto al trato con los colonos.

La coalición expansionista dará apoyo unánime a este proyecto.

Corain hojeó los informes. Páginas y más páginas. Había datos desconocidos acerca del mundo que los colonos llamaban Gehenna. Había muchas cosas que decían Departamento de Defensa e Información Secreta.

No había forma humana de que la Alianza o la Unión pudieran recuperar a los supervivientes, en primer lugar porque estaban dispersos entre los montes y sobre todo porque (según la Alianza) eran seres primitivos y prehistóricos, y la Alianza iba a impedir cualquier intento de evacuarlos, eso quedaba claro en la posición que estaba tomando el embajador.

La Alianza estaba muy irritada con el asunto porque se las veían con un problema muy caro y muy importante: un planeta tipo Tierra en su propia esfera de influencia con un desastre ecológico y una colonia afianzada y potencialmente hostil.

Y Corain también estaba enfadado, por razones éticas y políticas: Defensa había rebasado el límite, Defensa había mantenido en secreto este lío durante la guerra, cuando (al igual que ahora) se había aliado con Reseune y tenía de regalo un cheque completamente en blanco.

Y si Corain podía hacer algo, iba a haber una luz que iluminaría los tratados de toda la locura expansionista.

VII

Gorodin no estaba para nadie. Esto no era precisamente un problema, desde el punto de vista de Giraud Nye. El secretario de Defensa, Lu, lo había sustituido tantas veces en los últimos treinta años que tenía mucho más respeto en el Concejo y mucha más libertad en cuanto a votar a favor de su propia opinión de la que se suponía en un suplente, al igual que el subsecretario de Defensa, que virtualmente unía su personal con el de Lu y el de la oficina en terreno de Gorodin: en realidad, la cúpula de Defensa era una troika y lo había sido, de facto,desde los años de la guerra.

Y según la opinión no expresada de Giraud, era mejor que Gorodin permaneciera en algún lugar secreto e inaccesible al otro lado del espacio de la Unión. Lu, con el rostro convertido en un mapa de secretos sabios a medida que la rejuv declinaba, los ojos difíciles de descifrar hasta para un veterano de Reseune, estaba desarrollando su juego de siempre, el juego de no hay autoridad que pueda contestar esoy sin comentariosmientras los periodistas pedían información a gritos y Corain exigía una revelación total del secreto.

El secreto debía revelarse, al menos entre aliados políticos.

Y Giraud ya había oído lo suficiente para que se le revolviera el estómago durante todo el camino desde Reseune a su oficina asegurada contra filtraciones de sonido, mientras la pantalla de sonido le maltrataba los nervios y le hacía rechinar los dientes.

–Es la pura verdad —dijo Lu, sin hacer referencia a la hoja que tenía entre las manos—. La misión se lanzó en 2355; llegó a la estrella en cuestión y depositó a los colonos y al equipo. Nunca se pensó en volver. En ese momento, sabíamos que ese planeta estaba allí. Éramos conscientes de que la Alianza también lo sabía, que estaba dentro de su territorio, o del de la Tierra, y que por el factor de su posición y su potencial tendría una gran importancia en el futuro. —Lu se aclaró la garganta—. Sabíamos que no podíamos mantenerlo por razones prácticas, ni defenderlo, ni enviar suministros. Lo hicimos para que no pudieran colonizarlo ellos.

Para que no pudieran colonizarlo.La Alianza había enviado una expedición muy bien preparada y experta al hallazgo más precioso en el espacio cercano, lo había encontrado, para su consternación, habitado, habitado por humanos hostiles que seguramente no procedían de la Tierra, lo cual dejaba como única posibilidad una conclusión innegable, incluso sin las ruinas de los edificios y el hecho de que los supervivientes descendieran de azi.

La Unión había saboteado un planeta viable.

–Cuarenta mil personas —murmuró Giraud, con un vacío en la boca del estómago—. Abandonados en un planeta que no había sido explorado ni probado. Sin más.

Lu parpadeó. Sin este movimiento, podría haber sido una estatua.

–Eran militares. Eran personal prescindible. No era mi administración, ya me entiende. Y en aquella época no había, sensibilidad hacia los problemas ecológicos. El sentimiento general de la época era que estábamos en una posición militar difícil, teníamos que pensar en la posibilidad de un ataque Mazianni a Cyteen. Había dos alternativas para un movimiento como ése: primero, la colonia sobrevivía y mantenía los principios de la Unión si nosotros sufríamos un desastre, si la Tierra había enviado una misión suicida a Cyteen, por ejemplo. Mantener la colonia en secreto era una necesidad en ese sentido.

–La misión se envió en 2355 —espetó Giraud—. Un año después del fin de la guerra.

Lu cruzó las manos.

–Se planificó en los años finales de la guerra, cuando las cosas no eran muy seguras todavía. Se ejecutó cuando nos vimos enfrentados a una calamidad general y a ese tratado desastroso. Era jugarse el todo por el todo, digamos. Dejar que la Tierra o la Alianza tuvieran un planeta potencialmente más productivo que Cyteen, habría sido desastroso. Esa era la segunda parte del plan: si la colonia desaparecía, todavía contribuiría con sus microorganismos a la ecología. Y en menos de un siglo, la Alianza o cualquier otro colonizador tendría un problema difícil al que nuestra ciencia podría hacer frente, pero no la suya. Se podría decir incluso que determinados microorganismos fueron pensados para aceptar nuestras contribuciones. En sus instalaciones, ser Nye. Como estoy seguro que dicen sus propios archivos. Sin mencionar a los azi y las órdenes por cinta.

–Tiene mucha razón: está en los archivos. —A Giraud le costaba respirar—. ¡Dios mío, nunca llegamos a saber que la operación se había llevado a cabo realmente! ¿Sabe el tipo de problema de seguridad al que nos enfrentamos? No estamos en la década del 2350. No estamos en guerra. Esta maldita bomba de tiempo que colocaron viene a estallar en un siglo en el que hemos encontrado extraterrestres al otro lado del Sol, en que tenemos tratados ecológicos..., en que tenemos nuestra propia posición adoptada, por Dios, sobre las responsabilidades ecológicas, los bancos genéticos, las arcas, los...

–Por supuesto, fue la arquitecta de los bancos genéticos y el tratado y las arcas la que administraba Reseune durante el desarrollo de la colonia Gehenna. La canciller Emory firmó todos los contratos con Defensa...

–Los abolicionistas, ¡Dios mío!, acabamos de darles el mejor argumento con el que puedan haber soñado. Era un proyecto en estudio. Dios, el padre de Jordan Warrick trabajó en esas cintas de Gehenna.

–Confiamos en que los procedimientos de seguridad de Reseune no permitieran que los miembros del proyecto supieran en qué estaban trabajando.

–¡A la mierda con eso! Aparece en las noticias, general. Las noticias llegan a Planys, tarde o temprano. ¿Quiere apostar a que Jordan Warrick no sabrá quién en qué departamento puede haber estado trabajando en esas cintas, y qué nombres y qué datos va a contar a los investigadores que lo encuentren?

–¿Y destruir la reputación de su propio padre?

–Proteger la reputación de su padre, maldita sea; y acabar con la de Reseune. Ustedes usaron cuarenta mil azi para sabotear un planeta, por Dios; unieron la investigación al Departamento de Ciencias, y el asunto no podría haber salido a la superficie en peor momento.

–Ah —suspiró Lu con calma—. Puedo imaginarme momentos peores. Éste es un momento tranquilo, un momento en que la humanidad, sobre todo la Alianza, tiene otras preocupaciones. En realidad, Gehenna ha hecho exactamente lo que se esperaba de ella: hay un desastre ecológico. La Alianza está deteniendo la expansión. El curso del desarrollo de la Alianza ha quedado irrevocablemente alterado: si admiten a esa población, absorberán una comunidad étnicamente única con valores de la Unión, si es que ustedes creen realmente en la validez de sus instrucciones de cinta. De todos modos, hemos impedido que la Tierra o la Alianza consigan una fuente de recursos muy valiosa, y un punto de apoyo para viajes a otras estrellas. Ahora la Alianza tendrá que rastrear un grupo perdido y disperso de primitivos para evacuarlos por la fuerza, una pesadilla desde el punto de vista logístico, o tendrá que tomarlos en cuenta cuando quiera establecer sus propias colonias en ese mundo. Si deciden fundar colonias. El cuerpo de espionaje nos informa que lo están pensando muy a fondo. Comprenden que pueden tener algunas dificultades si se mezclan con esta, cultura planetaria. Siempre ha habido una oposición a sus esfuerzos de colonización. Los espaciales, que representan una gran mayoría en la Alianza, dudan sobre cualquier movimiento que ponga poder en manos de gente sedentaria, los del cielo azul, como los llaman los espaciales, con una organización preindustrial, o algún otro protectorado todavía más problemático; es más de lo que quiere el Concejo de Capitanes, sin mencionar el Departamento de Ciencias de ellos, que quiere estudiar la colonia, mientras las compañías de construcción habían puesto fecha a la construcción de una estación para la que pidieron crédito. El embajador de la Alianza pide información de su gente de Ciencias y pide disculpas; todo por el mismo precio. Habrá un enfriamiento de las relaciones, y después volveremos a cooperar. Se lo aseguro, están mucho más asustados que nosotros de lo que encontró Sol, lo cual es muy natural, considerando que ellos están más cerca del problema. En general, es un excelente momento para que todo esto salga a la luz: vimos los preparativos, no nos tomaron por sorpresa, por eso el almirante Gorodin no recibe a nadie. Sabíamos que esto iba a suceder.

–¡Y nos lo ocultaron!

Lu mantuvo un silencio congelado. Luego:

–¿«Nos», a Ciencias; o «nos», a Reseune?

–¡A Reseune, mierda! ¡Reseune es la que tiene interés en esto!

–Un interés pasado —dijo Lu—. Esa niña todavía no es adulta, todavía falta mucho para eso. Puede pasar por encima de esta tormenta. Emory está fuera del alcance de la ley, a menos que usted sea religioso. Que redacten unos cuantos documentos. Warrick está en cuarentena, totalmente desacreditado en cuanto al valor de sus testimonios frente al Concejo. Si su padre trabajaba en el proyecto, el nombre de Warrick quedará todavía en peor posición. ¿Qué puede preocuparle a Reseune?

Giraud cerró la boca. Estaba sudado. Bogdanovitch había muerto hacía cuatro años: Harad, de Fargone, tenía la representación de Estado y hacía causa común con Gorodin, de Defensa; De Franco, de Comercio; y Lao, de Información. Malditos fueran. La coalición expansionista seguía firme, los abolicionistas estaban en retroceso y Corain y los centristas perdían terreno, perdieron a Gorodin que se pasó al campo expansionista, donde siempre debía haber estado. Pero Nasir Harad, maldita fuera, Nasir Harad se acercó a Gorodin, la fuente de esos importantes contratos de Defensa para la estación, y Estado y Defensa e Información eran una coalición dentro de la coalición expansionista, amantes secretos. Reseune ya no ejercía tanta influencia como en el pasado. Esa era una verdad amargacon la que Giraud tenía que vivir. Le revolvía el estómago y lo desvelaba por las noches. Pero Ari había sido, al menos tal como lo veían ellos, única.

–Déjeme decirle —dijo Giraud– que algunos puntos de nuestros archivos son aspectos muy delicados. No queremos que salgan a la luz. Es más, no queremos que haya la más mínima posibilidad de que llamen a Warrick a Planys para testificar. No entiende usted la facilidad con que esta situación podría estallar en mil pedazos. Él recuerda detalles mínimos, conversaciones que pudo haber oído, aspectos que tal vez discutió con su padre por entonces, todo eso será mucho más exacto de lo que queremos usted o yo. Su memoria es extremadamente buena. Si usted no quiere que la Alianzase entere de lo que hicieron punto por punto, consiga que Warrick se quede callado, ¿queda claro?


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