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Cyteen 1 - La Traicion
  • Текст добавлен: 26 октября 2016, 21:27

Текст книги "Cyteen 1 - La Traicion "


Автор книги: C. J. Cherryh



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Pero entonces, Florian le preguntó si las reglas permitían que se uniera a Catlin.

Nadie había pensado en eso. Ari consideró que era una idea inteligente. Fue a buscar el libro de instrucciones y leyó.

–No dice que esté prohibido —dijo. Y sintió los hombros cansados de tanto estar sentada—. Traslademos el tablero a mi habitación para que Seely no lo vuelque y vayamos a almorzar, ¿de acuerdo?

–Sí, sera —dijeron ellos.

Cada vez que ella trataba de tranquilizarlos, ellos sabían cómo recordarle que no eran sólo niños.

Pero Florian llevó el tablero y no lo volcó. Y ella pensó que le apetecía almorzar en el Ala Norte; el tío Denys la dejaba ir a comer a un restaurante de allí, donde los azi y el gerente la conocían.

Así que los llevó allá, a Cambios, cerca de las tiendas, en la esquina, donde comía sobre todo el Personal. Los presentó, se sentó y les dijo que se sentaran y que ella iba a pedir la comida para ellos.

–Sera —murmuró Florian, muy avergonzado después de echar una ojeada al menú—. ¿Qué debemos hacer con esto?

–Elegir lo que queréis comer.

–No conozco esas palabras. Y no creo que Catlin las sepa.

Catlin meneó la cabeza ,muy seria y muy preocupada.

Así que ella les preguntó qué les gustaba y ellos dijeron que habitualmente comían bocadillos en el almuerzo. Así que ella pidió bocadillos para los tres.

Y pensó que estaban muy nerviosos y miraban todo y a todos los que se movían. Alguien hizo ruido con una bandeja y las miradas de los dos se dirigieron hacia ese lado como si algo hubiera explotado.

–No os preocupéis —dijo ella. La estaban poniendo nerviosa. Como si fuera a pasar algo—. Calmaos. Son los camareros, eso es todo.

Ellos la miraron, muy serios. Pero no dejaron de observarlo todo.

Tan serios y tensos como en el juego.

El camarero trajo las bebidas y ellos lo miraron, de arriba abajo, tan rápido, tan rápido que era difícil ver cómo lo hacían, pero Ari sabía que lo estaban haciendo porque ella vigilaba a sus nuevos compañeros.

No eran como Nelly.

El tío Denys decía que estaban a salvo en los pasillos. Y ella tenía dos azi que pensaban que el camarero iba a saltarles encima.

–Escuchad —dijo y las dos caras serias se volvieron hacia ella y la escucharon, como azi—. A veces podemos divertirnos y nada más, ¿de acuerdo? Nadie nos va a atrapar aquí. Conozco a esta gente.

Entonces se calmaron. Inmediatamente. Como por arte de magia. Como si ella les hubiera dicho las palabras exactas desde el punto de vista psicológico. Ella dejó escapar un suspirito y se sintió orgullosa de sí misma. Los azi bebieron un poco y cuando llegaron los bocadillos con toda la guarnición, se impresionaron mucho.

Les gustó. Ella se dio cuenta. Pero Florian dijo, preocupado:

–No puedo comer tanto. Lo siento.

–No importa. Deja de preocuparte por todo, ¿me oyes?

–Sí, sera.

Ella miró a Florian y a Catlin y a toda su seriedad; y pensó en formas de hacerlos menos serios; y luego recordó que eran azi y que su psicogrupo era así, lo cual significaba que no se podía hacer mucho con ellos.

Pero no eran tontos. En absoluto. Los Alfas eran como Ollie. Y eso significaba que podían entender muchas cosas que Nelly nunca entendería. Como en el juego: ella los empujaba con todo lo que tenía y no se enfadaban ni se sentían mal.

Eran un gran trabajo. Pero no excesivo para la capacidad de Ari.

Luego pensó, y no por primera vez esa mañana, que eran una responsabilidad. Y no se podía tomar un azi y luego rechazarlo, nunca. El tío Denys tenía razón. No se podía recibir a una persona como regalo de cumpleaños. Había que recibir a las personas para amarlas y nunca había que irse y dejarlas solas.

(Mamá lo había hecho, pensó y le dolió como le dolía siempre que le asaltaba este pensamiento. Mamá lo hizo. Pero mamá no quería hacerlo. Mamá había estado preocupada y se había sentido mal mucho tiempo antes de irse.)

Tendría que escribir a mamá acerca de los azi, muy pronto para que mamá supiera que debía decirle al tío Denys que ellos tenían que ir con ella. Porque no podía dejarlos. Sabía lo dura que era una experiencia como ésa.

Deseó haber podido elegirlos, porque su mundo se estaba complicando; hubiera preferido tener a un Ollie para ella, sólo uno, no dos. Podría haberse negado. Tal vez debería haber dicho que no y no permitir que el tío Denys se los diera. Había pensado que podría salir adelante con eso. Como con todo lo demás.

Hasta que ellos la miraron de aquella forma en el hospital y la trabajaron psicológicamente, no porque quisieran, claro, pero deseaban mucho irse con ella y ella había querido mucho tener a alguien con ella.

Así que ahora estaban obligados mutuamente. Y no podría dejarlos solos.

Nunca.


Texto literal de:

UNA CUESTIÓN DE UNIÓN

SERIE DE CIVISMO DE LA UNIÓN: # 3

Publicaciones pedagógicas de Reseune: 9799-8734-3,

aprobadas para 80 +

La Unión, tal como se la concebía en la Constitución de 2301, tal como se desarrolló a través de la suma y amalgama de estaciones y gobiernos de mundos a partir de aquel momento, se estructuró desde el comienzo como un sistema federal que permitiera un máximo de independencia en el ámbito local. Para comprender la Unión, por lo tanto, hay que empezar con el establecimiento de un gobierno local típico, que puede ser un sistema aprobado por la mayoría de los habitantes calificados nacidos naturalmente. Es importante: habitantes, no ciudadanos. Los únicos segmentos de la población sin derecho a voto en esas elecciones son los menores y los azi, que no se consideran residentes en el Voto Inicial de Elección, aunque más tarde los azi tal vez puedan recibir derecho al voto, por decisión del gobierno local.

Un Voto Inicial de Elección es el procedimiento civil normal por el cual cualquier sistema político se convierte en candidato a la representación en la Unión. El voto establece el Congreso Constitucional local representativo, que puede revalidar una estructura gubernamental ya existente como representante de la voluntad del electorado o crear una estructura enteramente nueva, que a su vez puede ser ratificada por el Electorado Inicial general. La segunda obligación del Congreso Constitucional después de la elección es asignar números a los ciudadanos y registrar a los votantes legales, es decir, a los votantes calificados por la edad y por el número de ciudadanos para votar en la elección del Concejo de los Nueve y del Concejo General de la Unión. La tercera y última obligación del Congreso es informar sobre el censo y los padrones de votantes al Departamento de Ciudadanos de la Unión.

Se pueden llevar a cabo otros Votos de Elección y otros Congresos si hay un voto mayoritario del electorado local o por orden de la Corte Suprema de la Unión después del conocido proceso legal. En tales reempadronamientos del electorado local, todos los residentes nacidos en el lugar y emigrados o residentes inmigrantes pueden salir elegidos incluyendo a los azi que tienen un estatus modificado de ciudadanos.

Dentro de la Unión, el Concejo de los Nueve representa los nueve electorados ocupacionales de la Unión, en todos los censos de ciudadanos de esta entidad. Dentro de estos electorados ocupacionales, los votos valen de acuerdo con el nivel registrado de experiencia, es decir, la mayoría de los votantes de, digamos, el electorado de Ciencias valen uno, pero un técnico de laboratorio con un determinado número de años de experiencia puede llegar a merecer un dos, mientras que un científico de elevado rango profesional puede llegar a valer hasta diez, según las credenciales profesionales que haya logrado, ello constituye una diferencia considerable, ya que los factores se aplican en una fórmula y cada incremento es importante. Un individuo siempre puede apelar a la revisión de sus pares en cuanto a su rango, pero la mayoría de los avances se establecen con el puesto y la experiencia.

Cuando un sillón del Concejo de los Nueve queda vacante, el secretario del Departamento regulado por este puesto asume el cargo como sustituto hasta que el electorado selecciona un representante; o el canciller que se va puede designar otro sustituto. Los miembros de los Nueve pueden verse sometidos a una elección en cualquier momento si un candidato de la oposición reúne las firmas suficientes del Departamento en una petición al respecto.

Recientemente, el surgimiento de partidos políticos rivales ha conllevado que la vacante de un sillón sea un momento de gran contienda política y que un desafío por un puesto en el Concejo sea casi inevitablemente político y partidista. Esto ha provocado que el puesto de secretario sea potencialmente más vulnerable, al mismo tiempo que ha aumentado la importancia de la estructura de apoyo interna del Departamento y los profesionales administrativos necesarios para un funcionamiento continuo a través de los cambios en la administración superior.

El canciller establece la política de un Departamento. El secretario designado fija las líneas y emite las órdenes administrativas. Los jefes de los distintos Departamentos ejecutan las órdenes e informan al secretario; y éste al canciller, que comunicará las novedades al Concejo de los Nueve.

El Concejo de los Nueve puede presentar y votar leyes, particularmente en cuanto al presupuesto de los Departamentos y la política nacional hacia los extranjeros, pero un voto unánime de una delegación de cualquier unidad local puede vetar una ley que se aplique sólo a esa unidad, lo cual requerirá entonces una mayoría de dos tercios en el Concejo General y en el Concejo de los Nueve para volver a someterse a votación, De esta manera, el principio de la regla local tiene precedente sobre cualquier situación menos sobre el voto unánime de la Unión.

Una mayoría simple de los Nueve es suficiente para aprobar un proyecto de ley, a menos que sea derrotado por un voto simple del Concejo General de la Unión, que está formado por un embajador y un número de representantes de cada mundo y cada estación de la Unión, de acuerdo a su población.

El Concejo de los Nueve preside el Concejo General: el Concejo de los Mundos (es decir, el Concejo General sin los Nueve) puede iniciar o aprobar un proyecto de ley con una mayoría simple a menos que sea derrotado por un voto de los Nueve.

El Concejo de los Mundos cuenta en este momento con setenta y seis miembros, incluyendo a los representantes de Cyteen. En presencia de los Nueve, es decir, en caso de un Concejo General los representantes de Cyteen podían observar, pero no votar ni hablar hasta el año 2377, por una concesión que se hizo a Cyteen como sede del gobierno, hasta que la población de la Unión doblara a la de Cyteen, cifra que se alcanzó en el censo de ese año.

Algunas entidades dentro de la Unión constituyen unidades no representativas: son los Territorios Administrativos de la Unión, que no votan en las elecciones locales y que están sujetos a sus propias regulaciones internas y tienen la misma soberanía que cualquier planeta o estación dentro de la Unión.

Un Territorio Administrativo es inmune a las leyes locales, sólo se les pueden aplicar impuestos en el ámbito de la Unión y mantiene su propia fuerza policial, su sistema legal y sus reglas administrativas, que tienen fuerza de ley sobre sus ciudadanos. Un Territorio Administrativo está bajo la vigilancia del Departamento que corresponde a su actividad principal; y está sujeto a intervención del Departamento bajo ciertas reglas muy concretas que caen dentro de la jurisdicción del Territorio y varían de un Territorio a otro.

No puede haber una descripción completa de las unidades del gobierno de la Unión sin una mención a la naturaleza única de Cyteen, que tiene la mayor concentración de población, constituye la mayor sección de cualquier electorado y es la sede del gobierno de la Unión, sobre el cual, por supuesto, Cyteen no tiene jurisdicción alguna y que es la sede de tres Territorios Administrativos muy poderosos.

Hay quien opina que el gobierno de la Unión interviene demasiado en Cyteen y que eso mutila los derechos locales. Otros consideran que Cyteen tiene demasiada influencia en la Unión y señalan que siempre ocupa más de un sillón en el Concejo. Otros, sobre todo habitantes de Cyteen, dicen que todo el planeta terminará siendo una reserva gubernamental y que la influencia de Cyteen en la Unión es justa, considerando que el planeta se ha convertido en el apoyo de todo el gobierno, lo cual significa que la Unión es tan poderosa y la influencia de los Nueve tan grande en el planeta que todos en la Unión tienen algo que decir sobre la forma de gobernar Cyteen.

Otro punto de disputa es el uso de las reservas de Cyteen por la Unión en general y por los Territorios Administrativos, que no pagan impuestos locales y que no están bajo la autoridad de Cyteen. Los Territorios señalan que lo que devuelven a la economía de Cyteen supera a las reservas que absorben y que en realidad, la viabilidad de Cyteen como planeta obedece en gran parte a la fuerza económica de los diversos Territorios que se encuentran sobre Cyteen.






I

El pequeño avión aterrizó en la pista de Planys y se deslizó hasta el frente de la pequeña terminal. Justin se desabrochó el cinturón de seguridad. Se movía con la misma sensación de irrealidad con la que había vivido desde que el avión despegara de Reseune.

Hasta aquel mismo instante, había esperado que alguna agencia lo detuviera, pensaba que el juego consistía en concederte permiso para viajar y después maniobrar para que él o Jordan se colocaran en una posición que obligara a cancelarlo todo.

Todavía estaba asustado. Aún imaginaba otras posibilidades peores, más que una prueba psíquica para cualquiera de los dos, como por ejemplo que Reseune estuviera creando una situación que pudieran usar para perjudicar a Jordan o empeorar sus condiciones. Trató de sumir este tipo de pensamientos en el fondo de su mente, donde sólo le servirían para recordarle ser precavido; como los pensamientos que lo defendían contra una vuelta súbita, una brusca retirada del permiso de viaje, incluso a esta altura del asunto.

Había que vivir así. O volverse loco.

Levantó el portafolios y la bolsa del compartimento mientras la escolta de Seguridad iba a su encuentro. Era el avión que viajaba ida y vuelta entre Reseune y Planys cuando era necesario, un avión de la corporación con el símbolo del Hombre Infinito en la cola, no el emblema rojo y blanco de LÍNEAS AÉREAS RESEUNE, que transportaba pasajeros y carga a distintos lugares del continente y unos pocos puntos en otras tierras. Los laboratorios Reseune eran dueños de ese avión, aunque fuera personal de LÍNEAS AÉREAS RESEUNE quien lo manejaba; y el hecho de que el avión fuera privado, como RESEUNE UNO, hacía que las listas de cargas y pasajeros no tuvieran que pasar el escrutinio del Departamento de Transportes.

Un vuelo largo desde Reseune, sobre un océano desolado. Un avión con una esclusa de aire y un filtro de succión en la esclusa, por lo cual eran imprescindibles trajes-D y máscaras antes de salir. Justin extrajo la suya del compartimento, plástico blanco, blando, muy caliente al usarlo, porque el tipo genérico no contaba con un sistema de circulación, sólo un par de bandas que se colocaban sobre el pecho y los hombros para que la cosa no se inflara como un globo y succionara el aire del casco.

El copiloto lo tomó de la mano y controló los sellos, el cuello, las muñecas y los tobillos y la frente, luego le dio una palmada en el hombro, señalando la esclusa de aire. Los trajes genéricos no tenían comunicador y había que gritar o hacer gestos. Así que Justin cogió su equipaje, sellado en una bolsa de plástico, y miró para ver si Seguridad iba a dejarlo bajar.

No. Uno de ellos iba a encerrarse con él. Querían vigilarlo de cerca.

Así que se dirigió hacia la esclusa, esperó el ciclo y bajó por la escalera con el guardia de Seguridad detrás de él, hacia donde esperaban el personal de Seguridad con los trajes-D llenos.

Había muy poca vegetación en Planys. Las torres de precipitados hacían lo posible para mantener vivas las plantas, pero allí todo era árido y nuevo todavía, aún se apreciaba la roca roja, los matorrales azules y las plantas lanudas. Los anquilodermos eran la vida salvaje más habitual en aquel continente, como los escamados en el otro, en el aislamiento que había dado a Cyteen dos ecologías totalmente independientes, excepto, como siempre, matorrales y otras pestes llevadas por el viento y propagadas por cualquier fibra que llegara a un lugar donde hubiera polvo y humedad.

La flora se reforzaba con silicatos y se hacía venenosa con los metales y los alcaloides, y generaba una profusión aérea de fibras que resultaban cancerígenas para el sistema respiratorio terrestre, incluso en dosis de un minuto: las plantas podían matar en minutos o en años, dependiendo de si uno era lo bastante tonto como para comerse una hoja o lo bastante desgraciado como para respirar aire sin filtros. El monóxido de carbono en el aire era suficiente para hacer el trabajo solo. Pero la única forma de hacerse matar por la fauna era quedarse de pie por donde ellos pasaban y la única forma en que la fauna moría, tal como decía la vieja broma, era cuando dos del mismo tamaño se encontraban cara a cara y se morían de hambre en el lugar.

Era fácil olvidar lo que era Cyteen hasta que se pisaba el mundo salvaje.

Y había una sensación de desolación tan profunda en ese lugar... Cuando se miraba desde el aeropuerto y los edificios, lo que se veía era Cyteen, árido y mortífero. Jordan vivía allí.

Había que conservar los trajes puestos hasta llegar al Anexo Planys, y al garaje, y luego a otra esclusa de aire donde había que frotarse unos a otros con violencia mientras unos poderosos ventiladores hacían que los trajes baratos crujieran y volaran. Había que levantar y estirar las bandas elásticas para sacar las fibras que tuvieran adheridas, luego aguantar un lavado con detergente especial, encerrarse, quitarse los trajes y subir a un enrejado sin tocar las superficies externas, mientras el personal de descontaminación se ocupaba del equipaje.

Mierda, pensó Justin, nervioso hasta que se cerró la segunda puerta y él y su escolta llegaron a un vestíbulo que parecía casi como un túnel de tormenta en casa, hormigón gris, totalmente gris.

Era mejor en la planta superior: hormigón pintado de verde, iluminación decente. Nada de ventanas, probablemente no había ni siquiera una ventana en Planys. Una leve concesión a la decoración en unas pocas plantas de plástico que colgaban del techo, y cuadros en marcos baratos colgados de las paredes.

Edificio A, se indicaba de vez en cuando, letras marrones de esténcil de un metro de alto, oscurecidas aquí y allá por las pinturas colgantes. Las puertas eran de metal pintado de marrón. Había una oficina con ventanas y cortinas, como algo anormal. En un pequeño cartel grabado en plástico decía: «Dr. Jordan Warrick. Administrador, División Pedagógica.»

Un guardia le abrió la puerta. Justin entró, vio a Paul en el escritorio, Paul que parecía... Paul, sin más: se teñía el cabello; y Paul se levantó y lo abrazó .

Entonces, supo que era verdad.

–Entra —le dijo Paul al oído, mientras le palmeaba el hombro—. Sabe que estás aquí.

Justin se dirigió a la puerta, la abrió y entró. Jordan fue a su encuentro con los brazos abiertos. Durante un largo rato se abrazaron sin pronunciar una sola palabra. Justin lloró. Jordan también.

–¡Qué alegría me da verte! —exclamó Jordan, finalmente—. ¡Diablos, cómo has crecido!

–Tienes buen aspecto —dijo Justin, separado por un brazo, tratando de no ver las líneas alrededor de los ojos y la boca de su padre. Jordan parecía más delgado, pero todavía estaba bien y era duro; tal vez, pensó Justin, había hecho lo mismo que él desde el día en que Denys lo había llamado a su oficina y le había dicho que tenía un permiso de viaje, quizá se había pasado horas en el gimnasio, decidido a que el otro lo encontrara en forma.

–Ojalá hubiera podido venir Grant.

–Sí, él también lo deseaba. —Resultaba difícil guardar la compostura. Lo hizo. Y no añadió que había razones para preocuparse, que Grant estaba más asustado de lo que le había dicho por quedarse solo en Reseune; azi y bajo el control legal de Reseune—. Tal vez en otra ocasión.

Este viaje tenía que funcionar. Debían manejar la situación con suavidad, hacerla más fácil como fuera posible para conseguir otros permisos en el futuro. Justin pensaba que Seguridad examinaría una y otra vez todos los documentos de su portafolios y que cuando él volviera a Reseune lo harían de nuevo y lo registrarían en persona con mucho cuidado, como habían hecho antes de dejarlo subir al avión. Pero estaba allí. Tenía hasta el día siguiente al mediodía. Cada instante que pasara con Jordan habría dos agentes de Seguridad sentados en la misma habitación; pero estaba bien, las cámaras estaban bien y también los artefactos espías que invadían cada momento de su vida y no le dejaban ni un poco de intimidad.

Así que fue hasta la mesa de reuniones con Jordan, se sentó y luego Paul seunió a ellos.

–He traído mi trabajo —dijo Justin—. Van a devolverme el portafolios dentro de un momento. Estoy ansioso por enseñarte una cosa.

Es una pérdida de tiempo, había dicho Yanni, en esa forma suya, inimitable, cuando él le rogó que le consiguiera permiso para llevar los últimos diseños en el viaje. Y luego le había conseguido el permiso aquella tarde. Esto te va a costar caro, decía la nota que le envió Yanni. Me pagarás con horas extras.

–¿Cómo estás? —le preguntó Jordan, aunque preguntaba más que eso con la ansiedad de sus ojos; algo que un hijo o un estudiante de psicología podían captar pero que tal vez pasaría desapercibido para Seguridad y para los analizadores de voz.

¿Hay alguna condición que no me han comunicado para permitir este viaje?

–Mierda —dijo Justin y rió, para aflojar la tensión—, muy bien, de verdad. Demasiado bien, todo el año. El año pasado fue un infierno. Me imagino que ya te diste cuenta. No daba pie con bola, todo lo que tocaba se hacía pedazos...

Problemas que no puedo mencionar.

–... pero es como si de pronto algo se hubiera arreglado. En primer lugar, dejaron de asignarme trabajo de tiempo real. Me sentía culpable por eso, lo cual probablemente sea un buen indicador de lo mal que estaba; me llevaba mucho tiempo, estaba muy cansado para pensar, no hacía nada bien, eso era todo y estaba demasiado liado para solucionar el conflicto. Yanni pensó que con eso podría arreglar algunos de los problemas, yo sé lo que quería hacer; luego me destinó a producción de nuevo. Hasta que por alguna razón cambió de idea y me volvió a poner en Investigación con mucho más tiempo. Y ahí me va bien, por suerte.

Habían hablado tantos años con largos intervalos entre pregunta y respuesta que ahora Justin se descubrió siguiendo las mismas estrategias, condensando la información en paquetes y preocupándose un poco por si Seguridad objetaba algo. Pero aquí tenía más libertad. Le habían prometido eso. No habría espías externos y podrían hablar de cualquier tema que no supusiera planes de evasión o mensajes ocultos sobre información interna de Reseune.

Jordan conocía el proyecto. Los dos proyectos. Ari y Rubin.

–Me alegro —dijo—. Me alegro. ¿Cómo va el trabajo de Grant?

–No ha tenido problemas. Ya conoces a Grant. —Y luego se dio cuenta de cuánto tenía que retroceder en el tiempo para contestar esa pregunta.

Todos aquellos años. Grant en el hospital. El mismo en manos de Seguridad. Jordan arrancado de Reseune para testificar en Novgorod antes de que lo enviaran a Planys.

Le tembló la mano, en la mesa, frente a él, tembló cuando se la llevó a la boca para tratar de serenarse.

–Grant... salió bien de todo. Estable como siempre. Está bien. En serio. No sé lo que hubiera hecho sin él. ¿Y tú? ¿Cómo has estado?

–Mal al principio. Pero aquí hay poco personal, estamos muy unidos. Los hombres van y vienen, claro, y saben cuál es mi condición aquí, pero es muy diferente... sí, muy diferente...

Ah, ten cuidado, por Dios. Cualquier cosa que digas, cualquier necesidad que admitas pueden usarla contra ti. Cuidado con lo que dices.

—...nos cuidamos unos a otros. Llevamos el peso entre todos, a veces. Creo que es el desierto que hay allí fuera. O te vuelve loco y te sacan, o te seduce esta tranquilidad. Hasta Seguridad es razonable. ¿No es cierto, Jim?

Uno de los guardias se había sentado en una silla en un rincón. Rió ahora y se reclinó con los tobillos cruzados.

No era un azi. Un CIUD.

–Casi siempre —dijo Jim, el guarda.

–Es mi hogar —continuó Jordan—. Ya es mi hogar. Tienes que comprender la mentalidad que hay aquí. Tenemos noticias y mucha música que nos llegan desde la estación. Estamos muy al día en cuanto a novedades. La ropa, los libros, las cintas de entretenimiento, todo eso; llegan cuando ellos quieren, y los libros y las cintas no entran a la biblioteca hasta que Seguridad los examina. Así que el personal hace muchas tonterías, hay que divertirse de alguna forma; y la cinta E nueva, el gran éxito es Ecos.Eso te dará una idea de la situación. Hacía tres años que había salido esa cinta.

–Mierda, pude haberte traído unas cuantas.

–Escucha, cualquier cosa que puedas hacer por nuestra biblioteca será muy bien recibida. Ya he presentado quejas. Todo el personal se ha quejado. El cuartel se queda con todo. Prioridad militar. Y ellos registran el equipaje. No pude prevenirte. Espero que no tengas nada en tu equipo que sea necesario aquí, porque tienen un número censurado de soldados en la base que están realmente desesperados por censurado, censurado y censurado. Por no hablar del papel higiénico. Así que no somos los únicos.

Justin rió porque Jordan se estaba riendo y Paul se reía y Jim-el-guardia se reía, porque era gracioso, desesperadamente gracioso, desoladoramente gracioso pensar en eso, cuando había tanto que no era gracioso en aquella soledad; porque era un alivio inmenso conocer Planys finalmente, y ver que no era un exilio totalmente desnudo, sino un lugar donde la humanidad y el humor tenían valor.

Hablaron y discutieron acerca de teoría hasta que se quedaron afónicos. Fueron al laboratorio y Jordan lo presentó al personal que nunca había conocido, siempre con Jim y su compañero azi Enny flanqueándolos. Tomaron una copa con Leí Schwartz y Milos Carnath-Morley, a quienes Justin no había visto desde que tenía diecisiete años y cenaron con Jordan y Paul, y Jim y Enny, claro.

Justin no pensaba dormir. Tampoco Jordan ni Paul. Les habían dado una determinada cantidad de horas para verse y Justin siempre podía dormir en el avión de vuelta.

Jim y Enny se fueron, y vinieron otros a las 2000. Por entonces, Jordan y Paul estaban discutiendo ideas con Justin, criticando sus estructuras, diciéndole dónde había errores y enseñándole más sobre integraciones psíquico-sociales de lo que había aprendido en todos los libros de Yanni.

–Señor —dijo Justin cerca de las 0400 de la madrugada, en un descanso, los tres afónicos y charlando todavía—. Si pudiéramos comentar los asuntos siempre, si tú estuvieras allá o yo aquí...

–Estás volviendo a un territorio conocido —dijo Jordan—, pero yo no lo llamaría un callejón sin salida. No sé, ¿comprendes? No digo esas palabras con mucha frecuencia, aunque tenga que pedir perdón por mi arrogancia. Pienso que vale la pena seguir en esta dirección, no creo que llegues a donde te has propuesto, pero siento curiosidad.

–Eres mi padre. Yanni dice que estoy loco.

–Entonces, Ari también lo estaba.

Justin miró a Jordan con los ojos muy abiertos. Y se le hizo un nudo en el estómago al oír cómo Jordan nombraba a la muerta sin rencor.

–Cuando la acusé de haber falsificado las Aptitudes, con tacto, claro —dijo Jordan—, ella me dijo que fue tu pregunta de ensayo la que lo hizo. Yo imaginé que se trataba de ese tipo de respuestas insinuantes que ella tenía. Ahora no estoy tan seguro, ahora que veo a donde te condujo. ¿Te ayudó con esto?

–Con éste no. Los primeros... —Casi dijo «los primeros que hice». Hasta que murió. Hasta que la mataron. La asesinaron. Tembló con el recuerdo—. Entonces no me tomaste en serio.

–Hijo, era bastante brillante para un jovencito. Evidentemente, Ari vio algo que a mí me pasó desapercibido. Yanni lo está viendo ahora.

–¿Yanni?

–Me escribió una carta. Una carta bastante larga. Me contaba en qué estabas trabajando. Comentaba que estabas loco, pero que estabas avanzando en algún aspecto. Que estabas consiguiendo integraciones en grupos profundos, integraciones que él veía claramente, y que las había pasado por los ordenadores de Sociología y no había conseguido nada, indeterminación, datos insuficientes, campo demasiado amplio. Ese tipo de cosas. A Sociología le molesta que sus ordenadores den estas respuestas; ya te imaginarás lo nerviosos que se ponen.

Jordan se acercó a la mesa con el té y se sentó, Justin se dejó caer en la silla, temblando por la falta de sueño, por la hora intempestiva. Y se inclinó sobre los brazos cruzados y escuchó, nada más.

–Ariane Emory ayudó a diseñar esos programas de Sociología —continuó Jordan—. Y yo también. Y Olga Emory y James Carnath y otros, unos diez o doce más. Tú al menos les has dado algo que excede su nivel de capacidad algo que el ordenador no puede manejar. Eso es lo que yo digo. No sé si es una proyección de gran poder perturbador cuando procede de máquinas que pueden contener todo el paradigma social. Sociología está menos interesada en tus logros que en el hecho de que tus diseños no admiten una proyección, eso creo: los ordenadores de Sociología son muy sensibles a las negativas. Están programados para eso.

Justin lo sabía.

–Y no hay una negativa en la ejecución del programa o cuando el ordenador no la encuentra. Llevó elasunto a través de treinta generaciones y siguió recibiendo un «No sé» como respuesta. Tal vez por eso Administración te envió aquí. Tal vez Reseune empieza a estar interesada ahora. Yo lo estoy. Se preguntan si mentiría o si me mentiría a mí mismo, porque soy tu padre.

Justin abrió la boca y luego se detuvo. Y Jordan también, porque lo esperaba; y estaban los guardias y seguramente esperaban grabando la conversación en cinta para que Seguridad la estudiara después. Y tal vez también Administración.


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