Текст книги "Cyteen 1 - La Traicion "
Автор книги: C. J. Cherryh
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Научная фантастика
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Así que él no dijo: No pueden dejarme triunfar. No quieren que ponga en entredicho su proyecto con un éxito.Cerró la boca y no dijo nada.
Jordan pareció intuir el peligro. Siguió hablando con calma, con precisión:
–Y mentiría, naturalmente. Tengo muchos motivos. Pero mis colegas de Reseune no mienten. Saben que hay algo de cierto en esto. Yanni lo dice, los ordenadores de Sociología también, y desde luego no tienen motivaciones sospechosas.
Podrían encerrarme como a ti, ¿ no? Lo que no está a la luz, no viola Seguridad. No importa lo que se contradiga con eso.
Excepto... excepto que yo le dije a Denys: si desaparezco de Reseune, habrá preguntas.
–No sé si hay alguna esperanza de conseguirte un pase aquí —dijo Jordan—. Pero lo más importante es saber si tú quieres el pase.
Justin se quedó helado, recordó el paisaje del exterior, la desolación que lo amenazaba con un pánico que le llegaba al estómago.
Lo odiaba. A pesar de las ventajas de libertad y alivio de la presión de Reseune, Planys lo afectaba con un terror profundo.
Vio el desencanto en la cara de Jordan.
–Ya me has contestado —dijo Jordan.
–No, no es cierto. Mira, tengo un problema con este lugar. Pero es algo que podría superar. Tú lo hiciste.
–Digamos que yo tenía una elección muy restringida. Tu elección es real. Eso es algo que no puedes evitar. No. Lo comprendo. Tus sentimientos tal vez cambien con el tiempo. Pero no mezclemos todo esto con el problema general. Naturalmente, vamos a tener a Yanni en este asunto. Es imposible que nos dejen enviar nada a ninguna parte sin que alguien controle el contenido. Vamos a trabajar, como podamos, cuando podamos. Ahora tienen curiosidad, estoy seguro. No están tan enloquecidos con su proyecto como para no poder ver el potencial de una idea que no esté relacionada con él. Y eso, hijo, representa una ventaja y un inconveniente. Ya ves lo preocupados que están por mi bienestar.
–Ser —dijo el guardia.
–Lo lamento —dijo Jordan y suspiró, dirigió a Justin una larga mirada mientras las emociones sombrías jugaban libremente en su rostro.
No están libres aquí, no están libres como aparentan.
Tener éxito y ganar protección con eso; y estar absolutamente protegido y convertirse en un completo prisionero.
Justin sintió un nudo en la garganta, dolor mezclado con pánico. Por un terrible instante tuvo deseos de irse, ahora, rápido, antes de la madrugada. Pero eso era una estupidez.
Él y Jordan tenían poquísimo tiempo. Por eso se habían quedado despiertos y se habían pedido más de lo que podían darse, se habían brindado demasiada honestidad.
Mierda, dejó un niño en Reseune y ahora no estoy seguro de cómo me considera. ¿Como un hombre?¿O como alguien que ya es adulto? Tal vez como una persona a quien ni siquiera conoce.Yo si sé quién es, pero él sabe poquísimo de mí ahora.
Los odio por eso.
No hay forma de recuperar eso. Ni siquiera podemos decirnos las cosas que nos permitirían conocernos. No podemos dejar que estos carceleros sospechen nuestras emociones.
Él desvió la mirada, contempló a Paul, sentado en silencio ante la mesa, y pensó que su vida debía de ser como la suya con Grant, una frustración llena de presión por las cosas que no podían decir.
No es tan distinto a Reseune, pensó. No para Jordan. En realidad no importa lo que estén haciendo. No puede hablar. No se atreve.
Para nosotros nada es diferente de Reseune.
II
—¿Trabajando esta tarde? —preguntó el guardia de Seguridad, de pie en la puerta, y a Grant el corazón le dio un vuelco y empezó a latir enloquecido cuando levantó la vista de su escritorio:
–Sí —respondió.
–¿Ser Warrick no está hoy?
–No.
–¿Está enfermo?
–No.
Administración tenía que saber dónde estaba Justin. Esta era una de las condiciones. Había cosas que él no podía mencionar, y el silencio resultaba irritante para un ser humano. El hombre lo observó de frente un momento, gruñó, frunció el ceño y siguió con sus rondas.
Grant dejó escapar un suspiro, pero la tensión seguía allí, lo que quedaba de un aumento brusco de la adrenalina, el miedo que lo había dominado desde que Justin le había dicho que iría a Planys.
Justin, solo, porque ésa era la segunda condición que había impuesto Administración. Grant había tranquilizado a Justin en su preocupación por él y se había negado a discutir el tema, porque Justin tenía que ir bajo cualquier condición, Justin tenía que ir: Grant no lo dudaba.
Pero tenía miedo, continuamente, un miedo que se intensificó cuando vio que el avión despegaba y volvió solo a Reseune.
En parte, se trataba de una ansiedad normal, se dijo: él confiaba en Justin; no se habían separado desde los incidentes que rodearon la muerte de Ari, y la separación traía malos recuerdos, claro.
Pero legalmente no estaba bajo el control de Justin. Pertenecía a Reseune; y mientras Justin no estuviera allí para interceptar a Administración y usar sus armas para protegerlo, no tenía ni protección ni derechos. Justin estaba en peligro, viajaba en manos de Seguridad de Reseune, lo cual podía ser una excusa para arreglar un incidente; pero era mucho más probable que se llevaran a un azi a un laboratorio donde podían someterlo a psicotest o pasarle cinta, y eso era lo que más le asustaba.
No servía de nada estar aterrorizado, se dijo, porque no había nada que pudiera hacer al respecto, ningún lugar donde ocultarse y nada que los detuviera si eso era lo que pensaban hacerle.
Pero la primera noche, que había pasado solo con todos los pequeños ruidos de un apartamento muy grande y sin ninguna idea de lo que estaba sucediendo al otro lado del mundo, se había inyectado una dosis de adrenalina que Justin y él habían guardado con las dosis de trank en la habitación de entrevistas, y además de todo esto había tomado kat.
Luego, se había sentado con las piernas cruzadas junto a su cama y se había hundido en las divisiones internas que había hecho en sí mismo, alterando las cosas paso por paso en una concentración que le había empapado la piel de sudor y lo había dejado mareado y débil.
No había estado seguro de poder hacerlo; cuando expulsó el mareo de la droga y el esfuerzo, no estaba seguro de que la combinación de adrenalina y catafórico sirviera, pero su corazón latía como un martillo y después de eso, lo único que pudo hacer fue permanecer tendido boca abajo en la cama, contar los latidos del corazón, y esperar que no se hubiera suicidado.
Había que llamar tonto a un diseñador que se metiera en sus propios grupos y empezara a revolverlos.
No era muy distinto, pensó Grant, de lo que hacían los azi de prueba cuando organizaban sus propias divisiones por categorías y controlaban la forma de integrar la nueva cinta. Era cuestión de conocer a fondo el propio mapa mental, conocerlo muy, muy bien.
Desconectó el ordenador, apagó la luz y cerró la puerta de la oficina al salir; avanzó por el pasillo desierto para volver al apartamento vacío y esperar otra noche.
Respuestas azi, confusas, primarias, le decían que fuera a ver a un supervisor. Que buscara ayuda. Que tomara una pastilla. Que no aceptara tensión en niveles profundos. Claro que la primera opción era extremadamente estúpida: no lo tentaba en absoluto. Pero tomar una pastilla y dormir toda la noche bajo sedantes resultaba muy tentador. Si se sedaba profundamente tal vez podría pasar la noche e ir a buscar a Justin por la mañana: parecía razonable, tal vez hasta aconsejable, porque el trank presentaría un problema para cualquiera que viniera a buscarlo, y si pretendían hacerle algo en el último momento...
No, era cuestión de retrasar un avión, una cosa muy simple. Siempre podían conseguir más tiempo, si decidían que lo necesitaban.
En realidad, decidió, no se inyectaba trank porque comprendía que sacaría alguna ventaja si pasaba por aquel trance sin ayuda; y en ese pensamiento, tal vez, no procedía del lado lógico e inferior de su mente, excepto que comprendía la ventaja del aprendizaje endocrino, ventaja que el siéntete-bien-y-toma-cinta no permitía. Si ese hubiera sido un mundo azi, todo sería blanco o negro, y muy claro. Eran los grises del pensamiento contradictorio los que hacían a los seres humanos. Respuestas matizadas en valores matizados, adquiridas bajo inestabilidad endocrinológica.
No le gustaba el dolor. Pero comprendía el beneficio que podía obtener de ese dolor.
También veía el beneficio de tener el trank en el bolsillo, una dosis doble cargada en una jeringa de aerosol, porque si trataban de llevarlo a algún sitio, podía darles una emergencia médica por la cual preocuparse verdaderamente.
III
Nelly, pensaba Ari, todavía tenía problemas.
–Debemos tener cuidado con ella —dijo Ari a Florian y a Catlin, en una reunión en la habitación de Catlin y Florian, mientras Nelly estaba en el comedor ayudando a Seely a limpiar.
–Sí, sera —dijo Florian con voluntad; Catlin no dijo nada, lo cual era normal: cuando estaba de acuerdo con algo, siempre dejaba que hablara Florian. Lo cual no significaba que fuera tímida. Era así, eso era todo.
Y Nelly se había puesto muy nerviosa cuando Catlin empezó a enseñar a Ari cómo se hacía una presa de judo sobre el hombro en la sala.
–¡Te vas a hacer daño! —gritó Nelly—. Catlin, Florian, tened un poco más de cuidado.
En realidad, el que habría tenido que protestar era Florian porque él era quien estaba en el suelo. Le tocaba hacer de Enemigo. Florian estaba bien: podía aterrizar y levantarse de nuevo enseguida, pero Catlin no estaba enseñando qué hacer después de caer, y Florian permanecía en el suelo, quieto, paciente, mientras Catlin mostraba a Ari cómo asegurarse de que no se levantara de nuevo.
Nelly había oído el ruido de la caída, eso era todo, y había acudido rápidamente cuando Florian estaba en medio de la alfombra. Catlin estaba haciendo la demostración de cómo romperle el cuello a alguien, pero lo hacía muy despacio. Si lo hubiera hecho de veras, habría sido tan rápida que Ari ni siquiera la hubiera visto. Catlin y Florian le habían enseñado cómo caer, rodar y levantarse. Era maravilloso ver cuántas cosas podían hacer.
A veces jugaban a las emboscadas, cuando tenían todo el apartamento para ellos. Apagaban las luces y tenían que encontrar el camino a oscuras.
Ella siempre quedaba Atrapada. Estaba bien. A medida que transcurría el tiempo resultaba más difícil Atraparla y aprendía cosas nuevas constantemente. Era mucho más divertido que con Amy Carnath.
Florian le enseñó una serie de trucos acerca de los ordenadores y cómo preparar Trampas y hacer cosas muy feas con el Cuidador, como volar a alguien en pedazos si uno tenía una bomba, pero ésas estaban guardadas en la sección Militar. Ari sabía de las huellas de voces y cómo el Cuidador lograba reconocer a las personas, cómo las cerraduras de las huellas de manos estaban conectadas al ordenador de la Casa, junto con los cuadros de retina y todo tipo de cosas; y cómo hacer que se abrieran las cerraduras eléctricas sin una tarjeta llave.
Florian descubría las cosas muy rápido. Dijo que las cerraduras de la residencia de la Casa eran de un tipo especial muy difícil de engañar. Dijo que el apartamento de tío Denys tenía una serie de cosas muy interesantes, como cerraduras especiales, muy especiales, unidas a algo que él no podía averiguar, pero que pensaba que era Seguridad: dijo que trataría de descubrirlo pero que podía meterse en problemas, que ellos eran mayores pero que lo haría sólo si Ari se lo pedía.
Y no quería decir estas cosas hasta que estaban fuera, porque él y Catlin habían descubierto otras cosas.
Como que el Cuidador oía lo que decían.
Era de un tipo especial, le había dicho Florian: podía ver y oír cualquier cosa, y era especialmente silencioso, así que nunca se sabía; y estaba especialmente escondido y protegido, con las funciones de cintas fuera del apartamento. Las cámaras y los micrófonos podían ser tan pequeños como cabezas de alfiler, las cámaras podían ser del tipo de ojo de pescado y los micrófonos, de cualquier tipo, de los que detectaban movimiento y sonido.
–Pueden ponerlos en las paredes —explicó Florian—, y es tan pequeñito y tan transparente que no se ve a menos que se revisen las paredes con una luz brillante y como de lado, o si uno tiene equipo, que es lo mejor, pero a veces tienen un foco realmente bueno. Y entonces pueden digitalizar lo que quieran y se puede ser mucho más exacto que eso. Lo mismo con el audio. Incluso pueden hacer un análisis de voz. Si quieren algo, lo consiguen. Si lo desean. Representa mucho trabajo. La mayoría de los Cuidadores son muy sencillos y se puede entrar en ellos. Los de la Casa son complicados, todo seguridad, todo compacto, y resulta difícil descubrir los micrófonos si los ponen en el cemento entre las piedras y todo eso.
Eso la había puesto muy incómoda.
–¿Incluso en el baño? —había preguntado. Florian asintió.
–Especialmente allí, porque si uno está vigilando, siempre van a tratar de hacer cosas en los sitios donde no creen que hay un micrófono.
Entonces ella había ido a ver al tío Denys y le había preguntado, toda preocupada:
–Tío Denys, ¿hay un espía en mi baño? Y el tío Denys había dicho:
–¿Quién te ha dicho eso?
–¿Hay uno?
–Es para Seguridad —explicó el tío Denys—. No te preocupes. No lo conectan a menos que sea necesario.
–No quiero que haya uno en mi baño.
–Bueno, no eres una ladrona, ¿no, querida? Y si lo fueras, sonaría una alarma en Seguridad y el Cuidador miraría y escucharía. No te preocupes.
–Sí, ser —había dicho ella y había hecho que Florian registrara el baño hasta que encontró los lentes y los micrófonos y puso un poco de arcilla encima. Excepto en el que había en el altavoz de la pared. Así que ella colgó una toalla allí, pero Nelly la retiraba siempre, aunque ella siempre la colocaba de nuevo en su sitio.
Florian descubrió los del dormitorio también, pero el tío Denys la llamó y dijo que en una prueba regular que hacían siempre Seguridad había descubierto que los espías del baño estaban tapados, y que iba a dejarla tapar los del baño, pero el resto eran Seguridad del apartamento y no podía tocarlos.
Así que Ari no los tocó.
Ésa no era la única Seguridad. Catlin le dijo que Seely era miembro de Seguridad. Y Abban, el azi de Giraud. Ella se daba cuenta de eso. Florian dijo que a él también se lo había parecido.
Catlin también le enseñó cosas: cómo quedarse quieta para que nadie pudiera oírla y dónde había que pegar si la atacaban.
Así que el tío Denys no tenía que estar tan preocupado por la seguridad cuando ella paseaba por los pasillos.
Y cuando llegara la carta de mamá... tenía que llegar pronto, había contado los meses, entonces ella misma se cuidaría en el viaje a Fargone.
Tenía mucho más miedo de verse con extraños ahora, porque había empezado a entender que había mucha gente fuera de Reseune que quería entrar en determinados lugares y robar, y muchos que podían matarte o Atraparte y robarte a ti, no a tus cosas; pero al menos era un miedo que le permitía darse cuenta de si alguien quería hacer algo malo; y estaba aprendiendo a manejar a la gente mala por otros sistemas, no sólo Atrapándolos con las palabras y Trabajándolos.
Realmente le gustaría hacerle algo de eso a Amy Carnath.
Pero ahí era donde se dejaba de hablar de deseos y se empezaba a saber lo lejos que se podía ir, por todos lados, y Amy estaría muerta de verdad, lo cual significaba que no se podía traerla de vuelta y no podría Trabajarla ni Atraparla.
Si había tiempo suficiente, se conseguía mucho más Trabajando a la gente.
Eso era algo que Ari enseñó a Florian y a Catlin. Pero no mucho. Primero, porque eran azi y no se les podía empujar y resultaba difícil enseñarles cómo empujar a otros; y, segundo, porque ella no quería que aprendieran cómo hacérselo a ella.
En primer lugar, tenía que ser la mejor. Era su supervisora.
En segundo lugar, a veces le daban miedo; a veces, los quería de verdad y a veces hubiese deseado no tenerlos porque la enfurecían y la hacían reír y la hacían pensar, en mitad de la noche, que no debería quererlos tanto porque tal vez mamá no le dejaría llevárselos.
No sabía por qué pensaba eso, pero le dolía mucho y la incomodaba que la gente la asustara y le hiciera daño.
–No deberíamos meternos en líos —dijo a Florian y a Catlin cuando entraron en la habitación después de que Nelly los regañara; y finalmente, porque estaba en su mente, enredada con lo que quería decirles hacía ya mucho tiempo, pero resultaba difícil ponerlo en palabras y le hacía doler el estómago—: Sé de mucha gente que no está más aquí. Cuando alguien se mete en líos, ellos lo Desaparecen.
–¿Qué es eso? —preguntó Florian.
–No estar aquí, eso es todo.
–¿Muertos? —preguntó Catlin.
El corazón de Ari le dio un brinco en el pecho. Meneó la cabeza, con fuerza.
–No, Desaparecen, eso es todo. A Fargone o a alguna otra parte. —Lo que seguía era difícil de poner en palabras. Les advirtió con un gesto que se quedaran bien callados o ella se enojaría, porque no iba a hablar de Nelly—. Mi mamá y su azi Desaparecieron. Ella no quería. El tío Denys dice que tenía cosas importantes que hacer en Fargone. Tal vez sea cierto. Tal vez no. A lo mejor es lo que me dicen porque soy pequeña. Muchos niños Desaparecieron también. Por eso tengo mucho cuidado. Vosotros también debéis tener cuidado.
–Si alguien nos Desapareciera —dijo Catlin—, volveríamos.
Típico de Catlin. Catlin volvería, claro, pensó Ari, o al menos ella y Florian harían mucho daño.
–Mi mamá es muy inteligente —continuó Ari—, y Ollie es muy fuerte, y no estoy segura de que se limiten a agarrarte por el brazo. Tal vez te Trabajan, ya sabéis, o te engañan con psicología.
–¿Quién es nuestro Enemigo? —preguntó Florian.
Era su forma de pensar. El corazón de Ari latió con fuerza. Nunca había hablado así con nadie. Nunca había pensado como lo haría un azi, sin estar en medio de todo. Las cosas cobraban sentido de pronto cuando uno pensaba como ellos, eran claras, simples, sin problemas. Y cuando uno pensaba: ¿ysi realmente hay un Enemigo? Se sentó y trató de pensar en quién podría hacer cosas como raptar gente y convencer a otros y hacer desaparecer gente mayor y fuerte sin que ellos pudieran evitarlo.
Aferró a Florian y lo acercó bien a ella y le murmuró directamente en el oído entre las dos manos, como se hace cuando uno quiere que algo sea realmente secreto, por el Cuidador, y si hablaban de un Enemigo, uno no podía saber dónde estaba a salvo.
–Creo que puede ser Giraud. Pero él no es un Enemigo corriente. Puede darnos órdenes. Da las órdenes de Seguridad.
Florian la miró realmente preocupado. Catlin le dio un codazo y él se inclinó hacia ella y le murmuró en el oído.
Entonces Catlin pareció asustada, y eso no era frecuente en Catlin.
Ari aferró a Catlin y murmuró:
–Es el único que puede haber Atrapado a mi mamá. Catlin le murmuró también:
–Entonces, tienes que Atraparlo a él primero.
–Tal vez no sea él —murmuró Ari. Y se sentó y pensó mientras Catlin se lo repetía a Florian. Florian dijo algo y luego se inclinó y le dijo a Ari:
–No deberíamos estar hablando de esto ahora. Ella miró a Florian, asustada.
–Un mayor es muy peligroso —continuó Florian. Y en un murmullo aún más débil—: Por favor, sera. Mañana. Fuera.
La entendían, entonces. La creían, no sólo porque fuera azi. Lo que ella decía tenía sentido para ellos. Ella se abrazó las piernas y se sintió temblorosa y estúpida y enfadada consigo misma; y al mismo tiempo pensó que no había entendido muchas cosas porque no les había encontrado el sentido. Había pensado que las cosas pasaban porque sí, porque siempre habían pasado y porque el mundo era así. Pero eso era una estupidez. Las cosas no pasaban sin más, la gente hacía que pasaran, y Florian y Catlin lo sabían como lo habría sabido ella si no hubiera estado ahí, frente a sus ojos, siempre.
¿Qué es raro?era un juego que acostumbraban a jugar. Florian o Catlin decían: ¿qué es raro en la sala? Y medían el tiempo para ver cuánto tardaba en encontrarlo. Una o dos veces ella ganó a Catlin y una vez ganó a Florian; una o dos veces puso las cosas tan bien que ellos tuvieron que darse por vencidos. No era estúpida con esas cosas. Pero se sentía tonta con respecto al Enemigo.
Lo tonto era pensar que las cosas tenían que ser como eran.
Lo tonto era que cuando mamá se fue, ella había pensado que alguien debía de haberla obligado, pero luego lo había organizado todo para que eso careciera de importancia; si mamá no había podido llevarla, era porque Ari era una niña y el viaje entrañaba peligros. Y esoera lo que había estado mirando todo el tiempo mientras la Cosa Rara estaba ahí, directamente frente a sus ojos.
Lo tonto era que ahora tampoco quería pensarlo hasta las últimas consecuencias, no quería pensar que si había un Enemigo y había Atrapado a mamá, en realidad era posible que mamá no estuviera bien; y tenía miedo de pensar eso.
Recordaba haber discutido con el tío Denys sobre la fiesta el año anterior. Ella no quería que Giraud asistiera, y el tío Denys había dicho: Eso no está bien, Ari. Es mi hermano.
Aquello también la asustaba.
La asustaba porque el tío Giraud tal vez Atraparía al tío Denys y lo Trabajaría para obligarlo a hacer cosas. El tío Giraud tenía a Seguridad; y ellos tal vez podían quedarse con sus cartas. Tal vez no dejarían que las cartas llegaran a mamá.
Y eso deshacía todo el plan.
Tonta. Tonta.
De pronto se sintió mareada, enferma. Y no podía preguntar la verdad al tío Denys. Denys sólo le diría: Es mi hermano.
IV
Giraud se sirvió más agua y bebió, mientras hojeaba los informes, aburrido, y los tutores discutían los méritos relativos de dos ensayos, uno sacado de los archivos y el otro, actual.
Denys, Peterson, Edwards, Ivanov y Morley: todos alrededor de la mesa, discutiendo la importancia de la elección de vocabulario en los niños de ocho años. No era el campo de Giraud. Era el de Peterson, y que Dios ayudara a los demás.
–El desarrollo verbal —dijo Peterson con aquel murmullo idiotizante que era su personalidad en todo su apoyo– es el punto siete, la anomalía significativa en los Desarrollos de Gonner...
–No veo ningún motivo de preocupación —le interrumpió Denys—. La diferencia radica en Jane y Olga, no en Ari y Ari.
–Claro que se puede argumentar que la batería Gonner no tiene valor frente al concepto. Hermann Poling señalaba en su artículo que...
Seguía y seguía. Giraud dibujó cuadraditos en la agenda. Peterson hacía un buen trabajo. Cuando se le hacía una pregunta, se obtenía una conferencia previamente grabada. La deformación profesional de los maestros. Los colegas y los desconocidos obtenían de ellos lo mismo que los jóvenes a quienes enseñaban.
–En suma —concluyó Giraud finalmente, cuando el agua de su vaso se redujo a la mitad y tuvo el papel lleno de cuadrados—, en pocas palabras, usted opina que la diferencia radica en Olga.
–El artículo de Poling...
–Sí. Claro. Y no considera necesario aplicar cinta correctiva.
–Las otras notas implican una correspondencia sustancial...
–Lo que quiere decir John —intervino Edwards– es que ella tiene una buena comprensión, conoce las palabras, pero como gran parte de su desarrollo fue precoz, desarrolló un vocabulario interno que ahora funciona como una especie de lenguaje telegráfico.
–Tal vez haya un efecto secundario si insistimos en que modifique vocabulario —dijo Denys—. Posiblemente su vocabulario no describe el mundo que la rodea. Simplemente prefiere la jerga social y su propia jerga interna, y yo no he tratado de impedírselo. Comprende las palabras, las pruebas son concluyentes al respecto. Además, no estoy seguro de que estemos analizando el asunto desde todos los ángulos. Prefiero decir que se está resistiendo a alguna de las pruebas.
–¿Por qué?
–Jane —respondió Denys—. La niña no la ha olvidado. Esperaba que las cartas nos dieran un margen de tiempo. Esperaba que los azi le proporcionaran algo en qué pensar.
–No cree —dijo Edwards– que la forma en que se manejó el asunto la hizo aferrarse a esa etapa; quiero decir, un énfasis inconsciente en ese estadio de su vida, un aferrarse a esos recuerdos, un negarse a abandonar esa etapa, una especie de espera.
–Una teoría interesante —comentó Giraud, inclinado hacia delante sobre los brazos—. ¿Hay una razón en particular?
–La cantidad de veces que dice: «Mi mamá decía...» El tono de voz.
–Quiero un examen de voz acerca de este aspecto —declaró Denys.
–Ningún problema —dijo Giraud—. Desde luego, hay que estudiarlo. ¿Hace referencia a otra gente?
–No —dijo Edwards.
–Ningún miembro de la familia. Amigos. Azi.
–Nelly. «Nelly dice». Cuando está relacionado con algo de la casa. A veces es «a mi tío Denys no le importa» eso o aquello. No respeta lo que dice Nelly ni sus opiniones, pero expresa el deseo de no hacerle daño. «Tío Denys» tiene una referencia mucho más respetuosa, pero se sirve del nombre como de una moneda. Siempre recuerda a los demás que «mi tío Denys se interesa en esto o aquello». —Edwards se aclaró la garganta—. Y va directo al grano, dice que su ascendente con el «tío Denys» puede conseguirme a mí una oficina mejor.
Denys jadeó, sorprendido, y después serió, para alivio de Edwards.
–¿Como la invitación a la fiesta?
–Más o menos, algo parecido.
–¿Y Ollie? —preguntó Giraud.
–Muy pocas veces. Casi nunca. Y ahora soy preciso. Diría que mencionaba mucho a Ollie después de la partida de Jane. Ahora, creo que no he oído el nombre desde hace mucho. Tal vez más de un año.
–Interesante. ¿Justin Warrick?
–Nunca lo menciona. Yo lo saqué a colación, ¿recuerdan? Y ella quería abandonar el tema. Este nombre no aparece nunca.
–Vale la pena hacer que el ordenador busque los nombres —dijo Denys.
En todas las cintas. Años de cintas. Giraud dejó escapar el aire y asintió. Más personal. Más tiempo de ordenadores. Mierda, y había presión externa. Mucha presión. Finalmente estaban preparados para hacerlo público, para dar a conocer la historia; y tenían una anomalía, tenían una niña mucho menos seria que la primera Ari, mucho más caprichosa y con un temperamento más moderado. Los azi no habían ayudado. Últimamente parecía un poco más seria, el vocabulario se había desarrollado un poco: Florian y Catlin eran mejores que ella en las redacciones, pero el problema no consistía en eso, Ari no había olvidado a su madre; y el asunto Warrick, cuando Yanni reveló de pronto que el joven Justin les había dado un trabajo que estaba volviendo locos a los ordenadores de Sociología.
Dáselo a Jordan, había sugerido Denys. Envía a Justin con Jordan. Los Warrick causarán menos problemas con el proyecto si están ocupados, y tú sabes que Jordan trabajaría en cualquier tema si le diera la oportunidad de ver a su hijo.
Y eso significaba problemas con Defensa: estaban celosos por el tiempo de Warrick. Tal vez Defensa se interesaría en Justin Warrick: no había forma de que pasara desapercibido, y a su manera Defensa quería cualquier cosa que pareciera importante, o útil, o anómala.
Mierda y más mierda.
Ari lo quería,había dicho Yanni. Y debo decir que hay algo ahí, mierda.
Estaba la paradoja del proyecto: ¿hasta dónde debía alcanzar la réplica? ¿Cuántos individuos, esenciales unos para otros? Gracias a Dios las relaciones de la primera Ari habían sido muy limitadas en lo referente a contactos personales, pero habían sido mucho más numerosas en cuanto a las agencias de noticias y al contacto con el público desde una edad muy temprana.
–Tenemos que seguir adelante —declaró Giraud—. Tenemos que ponerla frente al público, por muchísimas razones. Lu ya ha perdido la paciencia y apenas nos queda tiempo. No podemos equivocarnos, nos resultará imposible sobrevivir a un error.
Nadie dijo nada. El peligro y los problemas eran obvios.
–Los resortes de los problemas están todos ahí
–dijo Petros—. No hemos usado todos los recursos. Creo que un poco más de presión académica puede ser de ayuda. Presionémosla. Hay que frustrarla. Darle tareas en las que no tenga posibilidad de éxito. Acelerar el programa.
Petros siempre había aconsejado la misma estrategia.
–No ha experimentado la frustración intelectual
–dijo Denys—, todavía.
–Tampoco queremos que la escuela llegue a aburrirla por completo —ladró Giraud—. Tal vez debamos pensar en esto seriamente. ¿Qué dicen los ordenadores últimamente, cuando no están trabajando con los proyectos escolares de Justin Warrick?
–¿Lo volvemos a pasar por ordenador? —intervino Peterson—. No creo que haya cambios significativos. No creo que podamos olvidar los resultados que tenemos. Acelerar el programa cuando hay una anomalía...
Petros se inclinó hacia delante, con la mandíbula tensa.
–¿Permitir que el programa se estanque mientras la anomalía se extiende? ¿Eso es lo que usted sugiere?
–Doctor Ivanov, permítame terminar con la idea.
–Ya sé cual es su idea, todos la conocemos, mierda. Giraud se sirvió otro vaso de agua.
–Ya basta —dijo—. Ya basta. Vamos a hacer las pruebas. Usaremos tiempo de ordenador. Conseguiremos las respuestas. Tengamos la entrevista mañana, ¿de acuerdo?
Sobre todo el examen de voz, ésa era la mejor pista, pensó. Todas esas sesiones y lecciones para estudiar.
El proyecto devoraba tiempo de ordenador a una velocidad increíble. Y las variantes seguían proliferando.
Y las solicitudes del Comité de Investigación del Concejo, que quería ver los documentos de la forma en que el Departamento de Ciencias, había involucrado en el proyecto Gehenna, porque la Alianza estaba formulando preguntas muy duras y pedía cada vez más información sobre los colonos de Gehenna y lo estaba relacionando muy estrechamente con una mejora en las relaciones entre la Unión y la Alianza.
Los centristas y los abolicionistas querían que se hicieran públicos todos los archivos. El servicio de inteligencia de Giraud informaba que Mikhail Corain estaba consiguiendo pruebas para pedir un proyecto de ley de Publicación de Documentos en el Concejo a fin de que todos los archivos Emory se hicieran públicos. Decían que había otros proyectos secretos, otras bombas de relojería que esperaban su momento, y que la seguridad nacional tenía precedente sobre la soberanía de Reseune, que Reseune no tenía derechos sobre las notas y documentos que había reunido Ariane Emory como canciller de Ciencias, que todo eso se había convertido en propiedad de la Unión tras su muerte y que era necesario aprobar un proyecto de ley de Publicación para descubrir qué pertenecía a Reseune y qué documentos de Emory pertenecían a los archivos de la Unión.