Текст книги "Cyteen 1 - La Traicion "
Автор книги: C. J. Cherryh
Жанр:
Научная фантастика
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–¿Arriba o abajo? —preguntó Catlin.
–Me da lo mismo —respondió. Nunca había pensado en una habitación que fuera sólo suya. O al menos la mitad. Había una mesa y dos sillas. Había una puerta.
–¿Adónde da eso?
–Al baño —respondió Catlin—. Lo compartimos con los de la otra habitación. Son mayores. Hay que llamar antes de entrar. Es la Regla de ellos. Si hay mayores, hay que aceptar sus Reglas.
–Estoy confundido —suspiró Florian.
–No importa —dijo Catlin, vaciando los bolsillos sobre la mesa—. Hace cinco días que estoy aquí. Conozco casi todas las Reglas. Los mayores son muy pacientes. Te dicen lo que debes hacer. Pero mejor será que las recuerdes o se lo contarán al instructor y tendrás problemas.
–Me acordaré. —Él la miró mientras Catlin vaciaba los bolsillos y pensó que ya tenía las cosas donde quería—. ¿Tenemos que cambiarnos de ropa para la Habitación?
–Siempre, por la mañana.
El se vació los bolsillos pero lo colocó todo como lo tenía en el bolsillo. Catlin observó cómo lo hacía.
–Es inteligente —comentó—. Siempre sabes donde están las cosas.
Él la miró. Hablaba en serio.
–Claro.
–Eres bueno —dijo ella.
–Supongo que tú también debes de ser buena.
–No me Atrapan mucho —reconoció Catlin. Y apartó la silla y se sentó con los brazos sobre la mesa mientras él vaciaba los bolsillos—. ¿Te Atrapan a ti?
–No.
Ella parecía contenta a su manera tranquila y poco expresiva. Y levantó el revólver, lo accionó y lo cerró de nuevo.
–El revólver es auténtico —dijo. Pero las municiones no. Hay que revisarlo. Acuérdate siempre. El Enemigo puede haber metido la mano. Y romperte en pedazos. Las balas de fogueo tienen una banda negra y grande. Las de verdad no. Pero incluso las de práctica pueden matarte si te dan a quemarropa. Debes ir con cuidado cuando estás trabajando con compañeros. Las balas de fogueo matan a más gente que cualquier otra cosa en el entrenamiento.
Catlin sabía más formas de matar de las que Florian había oído en su vida. Se le revolvió el estómago.
Pero Catlin quería saberlo todo sobre las trampas, todo sobre lo que él había visto. Lo acosaba a preguntas y en cada respuesta veía cómo los extraños ojos de ella se concentraban, como cuando la gente es inteligente y quiere recordar lo que oye. Así que él le preguntó sobre las Emboscadas y ella le contó muchas cosas que había visto.
Era inteligente, pensó Florian. Se diría que podía realizar las cosas que afirmaba haber hecho. Él nunca había pensado que lo destinarían a Seguridad. Nunca había pensado que tendría una chica como compañera y nunca había imaginado a nadie como Catlin. A veces casi llegaba a sonreír. Eso le iluminaba los ojos, pero la boca casi no se le movía. Lo ponía tan nervioso que estaba más contento cuando ella hacía eso que cuando la mayor parte de la gente sonreía de oreja a oreja. Era muy difícil obtener una sonrisa de Catlin. Había que decirle algo que realmente la impresionara. Y cuando se conseguía una de esas sonrisas, se deseaba otra porque entre dos sonrisas no había nada.
Fueron a comer, al refectorio, como llamaban allí al comedor. Todos tenían que estar de pie y esperar hasta que les permitían sentarse, y ellos eran muchísimo más jóvenes que los demás. La mayoría eran chicos, muy altos, algunos eran chicas, todos adolescentes y todos seguían normas muy estrictas. Florian habría estado terriblemente nervioso si Catlin no hubiera sabido cuándo permanecer de pie y cuándo sentarse y le hubiera tirado de la manga para hacerle señales. Pero le dieron muy buena comida, tanta como quiso; y cuando los muchachos casi mayores que los rodeaban hablaban, se mostraban amables y no actuaban como si les molestara que ellos estuvieran allí. ¿Quién es tu compañero?, le preguntó uno a Catlin y ella dijo:
–Florian AF, ser. —Como si le hablara a un supervisor.
–Bienvenido —dijo ese chico. Y todos le hicieron ponerse de pie para que la gente lo viera. Él estaba nervioso. Pero el muchacho se puso a su lado y lo presentó como Florian AF, compañero de Catlin, técnico. El no estaba seguro de ser técnico, pero era algo así; y todos lo miraron durante un momento, luego le ofrecieron una especie de bienvenida y se pudo sentar de nuevo. No era muy diferente de un dormitorio, excepto que allí nadie se levantaba de la mesa porque el comedor era para muchos dormitorios. Los Barracones Verdes tenían su propia cocina y había segundo y tercer plato si se quería, no había que pedir una orden del médico.
El instructor dijo que tenían dos horas para Rec y luego tendrían que apagar las luces, a las 2300.
Pero Catlin pensó que sería mejor volver a sus cuarteles —así llamaban a los Barracones Verdes– y pensar en la Habitación, porque el instructor había dicho que podían hacerlo; y se hicieron preguntas sobre la Habitación justo hasta el momento en que había que apagar las luces.
Florian se puso nervioso a la hora de desnudarse. Nunca se había desnudado cerca de una chica, sólo ante los médicos y los técnicos, y siempre habían procurado darle algo que ponerse y volver la espalda o salir de la habitación hasta que se lo ponía. Catlin dijo que estaba bien porque eran compañeros, todos lo hacían; así que ella se quitó la falda y los pantalones, él se desnudó y ella fue a darse una ducha primero. Volvió en ropa interior limpia y arrojó la ropa sucia al canasto.
Debajo de la ropa ella era como Florian había supuesto, toda huesos y músculos. Habría pensado que en Seguridad no daban de comer bien a la gente a no ser porque acababa de tomar una de esas comidas suculentas. Ella era distinta, agradable, más delgada en el pecho, se le marcaban las costillas, y chata donde las muchachas tenían curvas. Florian nunca había visto a una chica en ropa interior. Era una ropa fina y no escondía mucho, y él trató de no mirar ni pensar acerca de la forma en que ella lo estaba observando. No estaba seguro de por qué era incorrecto pero sentía que lo era. Pero no había más remedio que seguir adelante, porque hubiera sido un desastre dormir con la ropa puesta.
Así que tenían que mostrarse agradables el uno con el otro y sufrir la situación.
El se duchó rápido, como había dicho Catlin, porque los mayores querrían el baño muy pronto; se puso la ropa interior limpia, entró en la habitación y se metió en la litera inferior porque Catlin había ocupado la superior. Se metió rápido, porque ella ya estaba bajo las sábanas y él estaba allí fuera solo, en ropa interior.
–El último tiene que apagar la luz —dijo Catlin desde arriba—. Es mi Regla. ¿De acuerdo?
Él miró el interruptor desde la cama. Nunca había estado en un lugar donde no se apagaran las luces automáticamente en el momento adecuado. Nunca había dormido en ningún lugar que no fuera un cuartel con cincuenta muchachos en la misma habitación. Salió de debajo de las sábanas, se arrojó contra la pared, pulsó el interruptor y se volvió a arrojar a la cama recordando el camino en línea recta hacia la litera. Cayó con tanta fuerza que la cama tembló.
Comprendió que también había sacudido a Catlin.
–Perdona —murmuró y trató de tranquilizarse entre las sábanas.
Era muy consciente de que estaba con una desconocida que tal vez tenía sólo siete años, pero que era muy diferente a él. Catlin pertenecía aSeguridad y Seguridad era siempre fría y dura. No quería equivocarse ni hacer que se enfadara. Se quedó allí, en la oscuridad, en un lugar donde sólo había otra persona; peor que estar en un nuevo dormitorio, mucho peor. Tenía frío y eso era sólo en parte porque las sábanas estaban húmedas. No había ningún sonido, excepto el de uno de los mayores que empezaba a ducharse.
Florian se preguntó dónde habría vivido Catlin antes. No parecía estar nerviosa. Alguien la había informado de todo lo que iba a pasar. O tal vez era capaz de superar cualquier situación. A ella no le molestaba tener un compañero varón. Estaba contenta porque él era bueno con las trampas. Florian deseaba ser tan bueno como ella esperaba. Sabía que se sentiría terriblemente avergonzado si los volaban en el primer umbral.
Estaba asustado por tener que hacer Trampas en la oscuridad, que era lo más difícil, y eso significaría que necesitaría la linterna. Catlin le había dicho que la escondiera en la chaqueta (generalmente se podía llevar una), porque si trabajaba con luz sería un excelente blanco.
No hagas ruido, había dicho ella. Yo te cubriré la espalda; tú trabaja; pero el ruido ayudaría al Enemigo. Podemos tratar de Atrapar a uno mediante este sistema, pero todo depende del tiempo que tengamos. O de si es una carrera de correr o una carrera de matar. Nos van a decir eso.
¿Qué es una carrera de matar?, había preguntado él.
Cuando te dan la mayor parte de los puntos por Atrapar al Enemigo.
Como cuando tienes que poner las Trampas, había dicho él, aliviado porque había entendido el concepto. A veces lo hacemos de las dos formas..., tienes que desmontar una y dejar otra para el Enemigo que te sigue. Te dan puntos extra si él no se da cuenta. A veces, te hacen volver ahí mismo y no sabes si es tu Trampa o la de él, o si el enemigo quedó Atrapado. Los estallidos te lo dicen, pero no puedes fiarte de ellos porque el Enemigo podría haberla tocado y poner otra.
Eso es taimado, había dicho ella, con los ojos brillando a su manera. Está muy bien.
Él quería olvidarse de todo para poder dormir: tenía que pasar una Habitación a la mañana siguiente y sabía que debía descansar, pero le resultaba difícil, tenía la mente tan llena de preguntas sin respuesta...
La Habitación no lo ponía tan nervioso como el lugar donde estaba ahora.
¿Por qué hacen esto?,se preguntó. Y al pensar en el revólver sobre la mesa y en el gran salón comedor demasiado silencioso y en todas las historias de Catlin sobre la gente que disparaba de verdad en el Juego, se preguntó: ¿están seguros de que yo pertenezco a este lugar?
No es un Juego, había dicho Catlin con dureza cuando él lo había llamado así. Un juego es lo que se hace con los ordenadores en Rec. Esto es real, y hacen trampa.
Él quería regresar a AG, deseaba volver allí. Le hubiese gustado ver al caballo. Quería alimentar al bebé por la mañana.
Pero había que sobrevivir en la Habitación para tener un permiso de cuatro horas.
A partir de ahora siempre sería así.
Trató de poner la mente en blanco. Con fuerza. Lo intentó al máximo.
¿Por qué no me dan cinta? ¿Por qué no hacen que sepa qué debo hacer?
¿Por qué no hacen que me sienta mejor con esto?
¿O es que el ordenador se ha olvidado de mí?
X
Ari pensaba cada noche en la carta que estaba en camino y se imaginaba dónde estaría si tardaba tantos meses. Mamá y Ollie estarían en Fargone ahora. Se sentía mucho más tranquila porque sabía dónde estaban. Miraba fotos de Fargone y se los imaginaba allí. El tío Denys le compró un folleto de publicidad de lineas espaciales reseune donde había el nombre de mamá impreso. Y fotos de los sitios donde trabajaba mamá. Se lo guardó en el cajón del escritorio y le gustaba mirarlo e imaginarse que estaba de viaje hacia allí. Escribía cartas con mucha frecuencia y le decía a mamá lo que estaba haciendo. El tío Denys le dijo que iba a tener que hacer un paquete con las cartas y mandarlas así porque era muy caro, y a mamá no le importaría recibirlas todas juntas, en un sólo sobre. Ella quería dirigir el sobre a mamá y a Ollie, pero el tío Denys dijo que eso confundiría a los empleados de correos y que si quería escribir a Ollie, mamá se lo daría: la ley decía que los azi no podían recibir cartas excepto a través de sus supervisores, y eso era tonto para Ollie, porque nada lo trastornaba; pero era la ley.
Así que la dirección tenía que ser:
Dra. Jane Strassen
Directora
LÍNEAS ESPACIALES RESEUNE
Estación Fargone
Y el remitente era:
Dr. Denys Nye
Administrador
Territorio Administrativo Reseune
Distrito Postal 3
Estación Cyteen
Ari quería poner su propio nombre en la carta, pero el tío Denys dijo que iba a tener que esperar a ser mayor y tener domicilio propio. Además, dijo, si era del administrador de Reseune a la directora de líneas espaciales reseune parecería una carta de negocios y llegaría directamente al escritorio de mamá sin que nadie la hiciera esperar.
Y a ella le parecía bien aquel truco.
Preguntó por qué el domicilio de ellos era estación Cyteen cuando en realidad vivían en Cyteen, y él le explicó que el correo no llegaba a los planetas sin pasar por las estaciones; y que si uno quería escribir a alguien en la Tierra, la dirección era siempre estación Sol, pero como también estaban Marte y la Luna, había que poner Tierra y luego el nombre del país.
El tío Denys trató de explicarle lo que era un país y por qué habían empezado a existir. Por eso le dio la cinta Historia de la Tierra.Ella quería pasarla de nuevo. Tenía muchas fotos extrañas. Algunas daban miedo. Pero sabía que era sólo cinta.
Iba a estudiar con cinta. Estudiaba biología, botánica, escritura, historia y civismo esa semana. Sacaba sobresaliente en los exámenes y el tío Denys le dio una hermosa holografía que representaba un pájaro terrestre. Cuando se hacía girar, el pájaro agitaba las alas y volaba. Venía de Tierra. El tío Giraud la había comprado en Novgorod.
Pero en la escuela de juegos sólo estaba Nelly. Y era aburrido jugar en los columpios y las estructuras metálicas con Nelly. Así que ya no iba todos los días. Se cansaba de todo con Nelly, porque ella se preocupaba por todo y siempre se preocupaba por Ari. Así que le dijo al tío Denys que iría a estudiar en cinta sola y que iría a la biblioteca sola porque la gente la conocía y estaría bien.
Tardaba mucho rato en volver del estudio con cinta. A veces se detenía y daba de comer a los peces, porque había un guardia de Seguridad en la puerta y el tío Denys había dicho que podía hacerlo. Una vez fue hasta el túnel porque había habido una tormenta la noche anterior y todos debían quedarse en el interior durante unos días.
Así que se puso a pensar en el día en que ella y mamá habían pasado por allí una vez, cuando fueron a ver a ser Peterson. Había que tomar el ascensor. El doctor Peterson era tan aburrido como Seely; pero en aquel pasillo estaba la oficina de Justin.
Justin sería interesante, pensó. Tal vez al menos la saludaría. Y había desaparecido tanta gente que le gustaba comprobar de vez en cuando si la gente seguía en el mismo lugar. Siempre la hacía sentir más segura ver que no se habían ido. Así que si tenía la oportunidad de pasar por un lugar conocido, no la desaprovechaba.
Tomó el ascensor hasta el pasillo de la planta superior y avanzó por las líneas metálicas que recordaba. Eso también era agradable, como hacía mucho tiempo, cuando había estado en una oficina al fondo de ese mismo pasillo; pero también la ponía triste yse detuvo y miró el centro del pasillo.
La puerta de la oficina de Justin estaba abierta. Estaba tan desordenada como la vez anterior. Y ella se sintió feliz de pronto, porque Justin y Grant estaban allí, los dos.
–Hola —dijo.
Los dos la miraron. Era bueno ver a alguien conocido. Esperaba que ellos se alegraran de verla. Casi nadie hablaba con ella, excepto el tío Denys, claro.
Pero ellos no la saludaron. Justin se levantó y la miró con ojos no muy amistosos.
Ari se sintió sola de pronto. Se sintió muy sola.
–¿Cómo estáis? —preguntó, porque eso era lo que siempre había que decir.
–¿Dónde está tu niñera?
–Nelly está en casa. —Ahora podía llamar así al apartamento del tío Denys sin que le doliera—. ¿Puedo entrar?
–Estamos trabajando, Ari. Grant y yo estamos muy ocupados.
–Todos están ocupados —protestó ella—. Hola, Grant.
–Hola, Ari —dijo Grant.
–Mamá se ha ido a Fargone —explicó ella. Por si no lo sabían.
–Lo siento —dijo Justin.
–Voy a ir allí a vivir con ella.
Justin la miró de una forma extraña. Una mirada rarísima. Grant la observó. Y Ari se asustó porque ellos estaban inquietos, y ella no sabía por qué. Se sentó allí y deseó saber qué andaba mal en todo aquello. De pronto se sintió realmente asustada.
–Ari —dijo Justin—, sabes que no debes estar aquí.
–Puedo quedarme si quiero. Al tío Denys no le importa.
–¿Te lo ha dicho él?
–Justin —le interrumpió Grant. Y luego, con amabilidad—: Ari, ¿quién te ha traído aquí?
–Nadie. He venido yo sola. —Se señaló—. Volvía de estudiar con cinta. Decidí tomar un atajo.
–Eso está muy bien —dijo Justin—. Mira, Ari. Supongo que tienes que ir a casa directamente y no detenerte en cualquier lado.
Ella negó con la cabeza.
–No. No. El tío Denys siempre llega tarde y Nelly no le cuenta nada. —Seguía recibiendo esa sensación de inquietud, de incomodidad, no importaba lo alegre que intentara mostrarse. No era que fueran malos con ella. Tampoco era rabia. Trató de comprender lo que era, pero Grant estaba preocupado por Justin y Justin estaba preocupado porque ella estaba ahí.
A la mierda con Ellos, hubiese dicho mamá. Ellos eran los que enredaban las cosas, no Justin y Grant.
–Me voy —dijo Ari.
Pero volvió al día siguiente, se deslizó, entró a hurtadillas y salió de pronto por el marco de la puerta y dijo:
–Hola.
Eso les dio un buen susto. Ella se rió. Y salió y se portó bien con ellos.
–Hola.
–Ari, por Dios, vete.
Eso le gustaba más. Justin estaba enfadado como mamá. Le gustaba mucho más. No era malo. Ni Grant. Los había Atrapado y ahora iban a gritarle.
–Hoy he estudiado ordenadores —les explicó—. Ya sé hacer un programa.
–Eso está muy bien, Ari. Vuelve a casa. Ari se echó a reír. Se llevó las manos a la espalda y se balanceó hasta que recordó que eso no estaba bien.
–El tío Denys me llevó al estanque de los peces. Yo tengo varios gupys. Hay uno que va a tener pececitos.
–Fantástico, Ari. Ahora vuelve a casa.
–Podría traeros algunos de los pequeñines.
–Ari, ve a casa.
–Tengo una holografía. Es un pájaro. Vuela. —Se lo sacó del bolsillo y les enseñó cómo se hacía girar y entró para mostrárselo—. ¿Veis?
–Muy bonito. Por favor. Vuelve a casa.
–Apuesto a que tú no tienes uno.
–Claro que no. Por favor, Ari...
–¿Por qué no queréis que esté aquí?
–Porque tu tío va a enfadarse.
–No. Ni siquiera lo sabe.
–Ari —dijo Grant. Ella lo miró.
–No querrás que llamemos a tu tío, ¿verdad? Ella no quería eso. No le parecía bien. Frunció el ceño mientras miraba a Grant.
–Por favor —dijo Justin—. Ari.
Era bueno con ella, bueno a medias. Y ella ya no tenía trucos. Así que salió, se dio la vuelta y le sonrió.
Era una especie de amigo. Era su amigo secreto. No quería que se enfadara con ella. Y Grant tampoco. Iría a verlos un momento cada día.
Pero al día siguiente no estaban: la puerta estaba cerrada con llave.
Eso la preocupó. Creyó que se habían dado cuenta de que ella iba a verlos siempre a la misma hora o que habían Desaparecido.
Así que se escapó de nuevo cuando se dirigía al estudio con cinta al día siguiente y los pescó.
–¡Hola! —dijo, Y los asustó.
Vio que estaban enfadados, así que no se rió mucho de ellos. Y les hizo un gesto de despedida con la mano y se fue.
De vez en cuando los encontraba. Cuando su gupy tuvo bebés, les llevó algunos en una jarra que tenía. Justin parecía mostrarse más amable con ella. Dijo que los cuidaría.
Pero cuando ella levantó la tapa, estaban muertos. Ari se puso muy triste.
–Supongo que han estado demasiado tiempo ahí dentro —sollozó.
–Sí —dijo Justin. Olía bien cuando ella se inclinó sobre el escritorio a su lado. Muy parecido a Ollie—. Lo siento, Ari.
Al menos eso la consolaba. Era la primera vez que era simplemente Justin con ella. Grant se acercó y miró; también él estaba triste.
Grant se llevó la jarra. Y Justin dijo que a veces las cosas morían, que era normal.
–Te traeré otros —dijo Ari. Le gustaba ir a esa oficina. Pensaba mucho en eso. Ahora se estaba inclinando sobre el escritorio de Justin y él había dejado de tener esa mala sensación. Era Justin, simplemente. Y le palmeó el hombro y le pidió por favor que se fuera.
No había sido tan bueno con ella en mucho, mucho tiempo. Así que ella estaba ganando. Pensó que debía de ser muy agradable hablar con él, pero no iba a darse prisa ahora y echarlo todo a perder. Ni con él ni con Grant. Él era su amigo. Y cuando mamá la enviara a buscar, le preguntaría a él y a Grant si querrían ir con ella y con Nelly.
Entonces tendría a todos los amigos especiales a su alrededor y estaría bien en la nave, porque Justin era un CIUD y era mayor y sabría todo lo que había que hacer para ir a Fargone.
Faltaba poco para su cumpleaños. No había querido ni siquiera una fiesta.
Sólo regalos, gracias.
Y ni siquiera eso la alegraba. Hasta ahora.
Se fue por el pasillo, jugando a caminar por la línea metálica. Y sacó la tarjeta de Nelly del bolsillo y la usó en el ascensor.
Porque sabía cómo trabajaba Seguridad.
XI
—Estúpido —aulló Yanni y le arrojó los papeles. Y Justin se quedó allá, paralizado mientras las páginas de su último proyecto personal aterrizaban lentamente sobre la alfombra a su alrededor—. ¡Estúpido de mierda! ¿Qué estás tratando de hacer? Te damos una oportunidad, hacemos todo lo que podemos hacer para darte una oportunidad, yo me quemo las cejas y pierdo el tiempo haciendo críticas a esta caca tuya y probarle a un estúpido maniático joven que su proyecto de estudio juvenil es sólo eso, un proyecto de estudio juvenil que Ari Emory hubiera rechazado con un gracias, muchacho, pero nosotros ya lo intentamossi no hubiera estado interesada en poner las manos encima de ese cuerpo tuyo y reventar a tu padre, hijo, cosa que hiciste tú mismo, maldito tonto. ¡Quítame esta mierda de la vista! Vuelve a tu oficina y no dejes entrar a esa niña, ¿me oyes?
Lo golpeó en el estómago y lo paralizó. Sentía que iba a matar a Yanni o iba a creer en un momento terrible que todo había terminado, que la travesura de esa niña lo había arruinado, a él, a Jordan y a Grant. Pero entonces oyó todo hasta el final y se dio cuenta de que en realidad no era eso, de que no era el día del juicio.
Podía serlo perfectamente.
–¿Qué ha dicho ella? —preguntó—. ¿Qué ha dicho? Solamente me trajo una jarra de peces, Yanni, ¿qué podía hacer?, ¿echarla de la oficina? ¡Lo intenté, mierda!
–¡Fuera!
–¿Qué dijo?
–Le pidió a su tío Denys que te invitara a su maldita fiesta de cumpleaños .Eso es todo .Eso es todo. Estás metido en un auténtico problema, hijo. En un enorme problema. Parece que vino a tu oficina muchas veces, parece que usa la tarjeta de su azi para subir y bajar por el ascensor, parece que se siente realmente atraída hacia ti, hijo. ¿Qué mierda crees que estás haciendo?
–¿Me estás haciendo una prueba? ¿Es eso? ¿Denys te pidió que me hagas una prueba y veas si caigo?
–¿Por qué no nos informaste?
–Vaya, maldita sea, tenia unas cuentas razones, ¿no te parece? —Justin recuperó el aliento. Recobró el equilibrio y miró a Yanni con la vista fija en él—. Ella burló a Seguridad. ¿Cómo voy a pensar que la Seguridad de Reseune no puede tener a raya a una niña de siete años? No pensaba hacerle nada malo. No, gracias. No quiero tener nada que ver con eso. No quiero ser el que tenga que llamar a Denys y decirle que ha perdido a su pupila. Si queréis que la niña se obstine aún más, decidle que soy territorio prohibido. No, gracias. Denys me ordenó que me mostrara amable con ella, que no le diera importancia, que la evitara cuando pudiera, mierda, empecé a cerrar mi oficina cuando sabía que volvía de la cinta. ¿Qué más podía hacer?
–¡Podías informarnos!
–¿Y ponerme en medio de todo otra vez? ¿Aguantar otra maldita inquisición? Cumplí órdenes. Pensé que tenían mi oficina vigilada. Pensé que Seguridad sabía donde estaba Ari. Supuse que vosotros sabíais exactamente lo que yo le decía, es decir, nada. Nada, Yanni, excepto Vete a casa, Ari.Vete a casa, Ari. Vete a casa, Ari. Y se iba. Es un comportamiento infantil. Ha encontrado un adulto con quien bromear. Es una niña traviesa, pero normal. Por Dios, si montáis un escándalo con esto, ella se quedará con la obsesión. Yanni, ¿necesitas que un estúpido maniático te diga que te calmes con esa niña y la dejes seguir con su broma? Ella te comprende. Ella capta la tensión que ponéis en esto, claro que sí, porque tengo que luchar como una fiera para que ella no me la capte a mí durante los dos o tres minutos en que viene a verme para saludarme. Tú y Denys debéis de estar haciéndolo muy bien por la forma en que me estás atacando. ¡Dejadla en paz! Dejadlo todo como está, por Dios. ¿Qué tratáis de hacer? ¿Empujarla hacia mí hasta que la cosa prenda? —Una segunda pausa para recuperar el aliento mientras Yanni se quedaba ahí, quieto, contemplándolo de una forma que a Justin le ponía los pelos de punta—. ¿Es eso lo que intentáis hacer? ¿La estáis ayudando en esto?
–Estás paranoico.
–Sí, mierda, sí, Yanni. ¿Qué tratáis de hacerme?
–¡Fuera de aquí! ¡Fuera de aquí, mierda! Te salvé. Te salvé de Administración. Me he pasado toda la mañana contigo, Petros perdió el tiempo cubriéndote el culo y tienes razón, esto es una prueba y acabas de fallar, hijo, acabas de fallar. No confío en ti. No confío en ti si no te tengo delante. Estás caminando por una cuerda floja, muy floja, hijo. Si aparece de nuevo en tu oficina la sacas de ahí y llamas a Denys por teléfono antes de que se enfríen sus pasos.
–¿Y Jordan?
–Ahora quieres favores.
–¿Y Jordan?
–No tengo noticias de que vayan a cortar las llamadas telefónicas. Pero estás jugando con fuego, hijo. De verdad, estás jugando con fuego. No presiones. No presiones.
–¿Qué vas a poner en ese informe?
–Que no eres imparcial con esa niña. Que tienes hostilidad hacia ella.
– ¡Hacia la niña no!Hacia la cosas horribles que le están haciendo, Yanni, hacia todo ese asqueroso programa, el maldito proyecto entero. Van a volverla loca, llenándola de cosas y sacándole todo lo humano, Yanni. ¡Ya no eres un ser humano en este asunto!
–Y tú estás perdiendo la perspectiva, hijo, estás perdiendo totalmente la perspectiva profesional. Estás alimentando tus inseguridades y transfiriéndolas a la situación. Estás interpretando, hijo, no estás observando, no trabajas, has perdido objetividad, y estás fuera del proyecto, hijo, fuera del proyecto hasta que vuelvas con la razón en su lugar. Ahora, fuera. Y no me molestes con esos malditos proyectitos tuyos hasta que resuelvas tu problema. ¡Fuera!
—No sé qué hubiera podido decir.
Justin estaba temblando. Tembló de nuevo cuando Grant se acercó al sillón y le dio un vaso. El hielo hizo ruido contra el cristal. Justin bebió de un golpe y Grant se acomodó junto a él con la pizarra.
Dale unos días. Yanni explota. Después se calma.
Justin negó con un gesto. Hizo un ademán de impotencia con el vaso y apoyó la frente en la mano un momento mientras el whisky llegaba con un golpe a su sangre y el frío le pegaba en el estómago.
–Tal vez —dijo finalmente—, tal vez Yanni tiene razón. Tal vez soy lo que dijo, un diseñador de rutina que está quedando como un estúpido.
–No es cierto.
–Yanni ha destrozado mis últimos dos diseños. Tenía razón, mierda, todo eso habría estallado en mil pedazos, habría habido suicidios.
Grant tomó la pizarra que había a su lado y escribió: No te rindas.Y después: Denys dijo que en una ocasiónAri no fingía sobre tu capacidad. Crees a pie juntillas que eso era lo que hacia. Siempre pensaste que pertenecías a Educación.Y ahí es donde perteneces. Pero Ari te quería en Diseño. Me pregunto por qué.
El estómago de Justin saltó cuando leyó eso. Grant escribió: Ari te hizo muchas cosas. Pero nunca se negó a estudiar tu trabajo.
—Estoy fuera del proyecto —dijo Justin. Porque eso no era nuevo para Seguridad y sus espías—. Dice que odio a la niña. No es cierto, Grant. No es cierto. No es cierto.
Grant le apretó el hombro.
–Lo sé, lo sé. Ellos también lo saben. Yanni lo sabe. Lo que pasa es que te estaba probando, era una prueba. Te estaba grabando en cinta.
–Dijo que había fallado, ¿no?
–Por Dios, forma parte de la prueba, forma parte de todo, ¿no te das cuenta? Tú sabes lo que te estaba haciendo. La prueba no había terminado. Quería una reacción y se la diste.
–Todavía estoy pensando en lo que dije. —Justin tomó otro trago; todavía temblaba—. Recuerdo lo que quise decir. No sé si conozco lo suficiente a Yanni para saber lo que interpretó.
–Yanni es eficiente. Acuérdate de lo que te digo. Acuérdate.
Justin lo intentó. Escribió: La cuestión es: ¿de qué lado está?
XII
El caballo bajó la cabeza y tomó grano de la mano de Florian.
–¿Ves? —dijo Florian a Catlin—, es bueno. Se pone inquieto cuando hay alguien a quien no conoce. Eso es todo. ¿Quieres tocarlo?
Catlin lo tocó, con mucho cuidado. El caballo retrocedió un paso.
Catlin sonrió y retiró la mano.
–Es inteligente.
Los cerdos y las gallinas no habían impresionado a Catlin. Había observado los pollos con disgusto cuando se apilaban contra la pared y retrocedió frente a los cerditos cuando corrieron hacia ellos a buscar la comida. Luego dijo que eran estúpidos, y cuando él le explicó lo inteligentes que eran en cuanto a lo que comían, dijo que no serían para hacer embutidos si hubieran sido un poco más inteligentes en la forma de conseguir el alimento.
De las vacas dijo que parecían fuertes, pero no le interesaron mucho.
Pero el caballo consiguió la primera sonrisa franca que Florian había visto en el rostro de Catlin, y ella trepó sobre la valla y miró al caballo, que jugaba con ellos, relinchaba y levantaba la cabeza.
–Los bebés del caballo no servirán para comer —explicó Florian, sentado a su lado—. Es un animal de trabajo. Eso quiere decir que no los convertirán en comida.
Catlin tomó esa noticia como tomaba muchas cosas, sin comentarios, pero él vio que asentía y ésa era la forma en que Catlin expresaba que estaba de acuerdo con algo.
Le gustaba Catlin. Había tardado tiempo en decidirlo porque Catlin era muy reservada, pero habían pasado por la Habitación muchas veces y sólo lo habían Atrapado en una ocasión y eso era porque antes habían Atrapado a Catlin y había habido demasiados Enemigos, todos mayores. A Catlin la habían Atrapado dos veces en total, pero la segunda había gritado que se fuera y le había dado tiempo de volar una puerta y salir. Había sido culpa de él: se movió demasiado lento, así que Catlin Atrapó a todos los Enemigos excepto el que le Atrapó a ella, y Florian Atrapó a ése porque él tenía una granada; el Enemigo no esperaba que la tuviera porque él era un técnico con las manos siempre llenas de cosas. Catlin había estado muy orgullosa de él por eso.