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Un día más largo que un siglo
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Автор книги: Чингиз Айтматов



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Burani Yediguéi se enjugó con la manga una lágrima que le asaltaba, carraspeó para que no le quedara en la garganta aquella mísera ronquera y se dirigió a la choza de Kazangap, donde velaban Aizada, Ukubala y algunas otras mujeres. Las mujeres de Boranly habían ido allí una después de otra, dejando el trabajo, para estar juntas y ayudar en lo que se necesitara.

Al pasar junto al cercado, Yediguéi se detuvo un instante ante la estaca clavada en el suelo junto a la que permanecía Karanar,preparado, ensillado y revestido con la manta de las borlas. A la luz de la luna, el animal parecía enorme, poderoso e imperturbable como un elefante. Yediguéi no pudo contenerse y le dio unas palmaditas en los flancos.

–¡Pero qué fuerte eres!

Ya en el umbral de la puerta, Yediguéi recordó sin saber por qué, incluso sin comprender el motivo, la noche anterior.

Cómo se había acercado al ferrocarril la zorra de la estepa, cómo él no se había atrevido y había abandonado la idea de arrojarle una piedra, y cómo después, cuando iba para su casa, despegó del cosmódromo, a lo lejos, una flamígera nave que partía hacia el negro abismo...





CAPÍTULO III




En aquella hora, en el océano Pacífico, en sus amplios espacios del norte, eran ya las ocho de la mañana. Un tiempo cegadora-mente soleado se difundía en infinita luz sobre una inabarcable calma, centelleante y majestuosa. Fuera de agua y cielo, no existía nada más en aquellos parajes. Sin embargo, precisamente allí, a bordo del portaviones Conventsia,se estaba desarrollando un drama mundial que nadie conocía fuera de los límites de la nave, un drama relacionado con un caso inaudito en la historia de la conquista del cosmos, algo sucedido en la estación orbital soviético-norteamericana Paritet.

El portaviones Conventsia—sede del estado mayor estratégico-científico del Centrun para el programa espacial conjunto «Demiurg»—, que por la causa mencionada había interrumpido inmediatamente toda relación con el mundo circundante, no había cambiado el lugar de su continua ubicación al sur de las islas Aleutianas, en el océano Pacífico. Por el contrario, aún había ajustado más sus coordenadas en esa zona para conseguir una distancia rigurosamente igual, por aire, con respecto a San Francisco y a Vladivostok.

También se habían producido algunos cambios en el propio barco científico. Por indicación de los copresidentes generales del programa, un estadounidense y un soviético, los dos operadores de turno en el bloque de enlace cósmico, un estadounidense y un soviético, que habían recibido la información sobre el extraordinario suceso ocurrido en la Paritet,habían sido incomunicados provisionalmente de manera rigurosa, para evitar que se filtraran noticias sobre lo sucedido...

El personal del Conventsiafue sometido al régimen de estado de alarma, aunque el barco no tenía un destino militar y ni mucho menos un armamento, y gozaba del estatus de inmunidad internacional por decisión especial de la ONU. Era el único portaviones no militar en todo el mundo.

A las once se esperaba la llegada al Conventsia,con un intervalo de cinco minutos, de sendas comisiones responsables de ambos bandos revestidas de indiscutibles poderes para tomar las decisiones extremas y las medidas prácticas que creyeran indispensables para la seguridad de sus países y de todo el mundo.

Así, pues, el portaviones Conventsiase encontraba en aquel momento en mar abierto al sur de las Aleutianas, a una distancia rigurosamente igual de Vladivostok y de San Francisco. La elección de aquel lugar no había sido casual. Esta vez se manifestaba con especial evidencia, como nunca se hiciera antes, la original perspicacia y previsión de los creadores del programa «Demiurg», pues incluso la ubicación del barco donde se ponía en práctica el plan de investigación planetológica, elaborado conjuntamente, reflejaba el principio de plena igualdad, de absoluta paridad en los principios que regían esta colaboración internacional técnico-científica única.

El portaviones Conventsia,con todo su instrumental y equipo, con todas sus reservas energéticas, pertenecía por partes iguales a ambos bandos y venía a ser, de esta manera, el barco cooperativa de los Estados socios. Estaba en enlace directo y simultáneo por radio, teléfono y televisión con los cosmódromos de Nevada y de Sary-Ozeki. En el portaviones tenían su base ocho aviones a reacción, cuatro de cada bando, que realizaban continuamente todos los transportes y traslados que necesitaba el Centrun en sus diarias relaciones con los continentes. El Conventsiatenía dos paritet-capitán, uno soviético y otro estadounidense: el paritet-capitán I-2, y el paritet-capitán 2-I; cada uno de ellos asumía la jefatura al entrar de guardia. De igual modo, toda la tripulación de la nave estaba duplicada: los ayudantes del paritet-capitán, los pilotos, los mecánicos, los electricistas, los marineros, los camareros...

La estructura del personal técnico-científico del Centrun en el Conventsiase había organizado siguiendo el mismo sistema. Empezando por los directores generales del programa por ambos bandos –los jefes paritet-planetólogos I-2 y 2-I– todos los subsiguientes científicos de todas las especialidades habían sido correspondientemente duplicados, representando en igual grado a ambos bandos. Por ello, también la estación cósmica, que se encontraba en la órbita «Tramplin», la más alejada del globo terráqueo que jamás se hubiera utilizado, se llamaba Paritet,reflejando la esencia de las relaciones mutuas en la tierra.

Como es natural, todo esto fue precedido por grandes y variados trabajos de preparación: científicos, diplomáticos y administrativos por parte de ambos Estados. Se necesitaron no pocos años para que, después de innumerables encuentros y reuniones, ambas partes llegaran a un acuerdo sobre todas las cuestiones generales y particulares del programa «Demiurg».

Este programa se planteaba la más colosal de las tareas en el campo de los problemas cosmológicos del siglo: estudiar el planeta Iks con el objeto de aprovechar sus recursos minerales, que encerraban inauditas –a escala terrestre– reservas de energía interna. Un centenar de toneladas de mineral de Iks, que se encontraba casi libremente sobre la superficie de este cuerpo estelar, podía, tras la pertinente elaboración, liberar una energía interna igual a la que necesitaría toda Europa, en forma de electricidad y calor, en todo un año. Tal era la naturaleza energética de la materia en Iks, surgida en condiciones especiales de la galaxia, bajo la acción de una prolongada evolución planetaria en el curso de muchos miles de millones de años. Lo atestiguaban las muestras de mineral traídas más de una vez por aparatos cósmicos de la superficie de Iks, y lo mismo decían los resultados de las expediciones que habían realizado varias incursiones breves a este rojo planeta de nuestro sistema solar.

El factor decisivo a favor del proyecto de conquista de Iks fue algo que no existía en ningún otro planeta conocido de la ciencia, incluidos la Luna y Venus: la presencia de agua libre en las entrañas de un planeta aparentemente desierto como Iks. La indiscutible existencia de agua se había comprobado con muestras de perforación. Según los cálculos de los científicos, bajo la superficie de Iks podía encontrarse una capa de agua de un espesor de varios kilómetros retenida en estado inalterable por unas capas inferiores de fría materia pétrea.

La existencia de esta enorme cantidad de agua en la estrella Iks aseguraba el carácter real del programa «Demiurg». En ese caso, el agua no era sólo una fuente de humedad sino también la materia prima para sintetizar otros elementos indispensables para la conservación de la vida y para el normal funcionamiento del organismo humano en las condiciones de otro planeta, y ante todo el aire para la respiración. Además, desde el punto de vista de la producción, el agua jugaba un papel fundamental en la teoría de la flotación primaria del mineral de Iks antes de ser cargado en los contenedores transcósmicos.

Estaba en estudio la cuestión de cómo transformar la energía de Iks: si en estaciones orbitales cósmicas para luego transmitirla a la Tierra a través de órbitas geosincrónicas, o bien directamente en la misma Tierra. El tiempo aún no apremiaba.

Se estaba preparando ya una gran expedición para el desembarco, por largo tiempo, de grupos de perforadores e hidrólogos a los que correspondería montar un conducto continuo, automáticamente controlado, que llevara un chorro de agua desde las entrañas de Iks a un sistema de cañerías. La estación orbital Paritetera, utilizando la terminología de los alpinistas, el principal campamento base en el camino hacia Iks. En la Paritetse habían instalado ya las necesarias construcciones para el amarre, carga y descarga de las «lanzaderas» de transporte que recorrerían el trayecto entre Iks y la Paritet.Con el tiempo, la construcción adicional de unos bloques, podrían instalarse en la Paritetmás de cien personas en condiciones muy confortables, incluyendo la continua recepción de las transmisiones televisivas de la Tierra.

En esta gran empresa cósmica, la obtención y el análisis del agua de Iks iba a ser el primer acto de actividad productiva realizado por el hombre fuera de los límites de su planeta...

Y se acercaba el día. Todo llevaba a ello...

En los cosmódromos de Nevada y de Sary-Ozeki se llevaban a cabo los últimos preparativos para la operación hidrotécnica en Iks. La Paritet,que se encontraba en la órbita «Tramplin», estaba preparada para recibir y reexpedir a Iks al primer grupo operativo de colonos cósmicos.

En esencia, la Humanidad contemporánea se hallaba en el umbral de su civilización extraterrena...

Y precisamente en ese momento, en la víspera del envío del primer grupo de hidrólogos a Iks, los dos paritet-cosmonautas que se encontraban en la órbita «Tramplin», en guardia cósmica de larga duración sobre la Paritet,desaparecieron sin dejar rastro...

Dejaron súbitamente de responder a cualquier señal, ni a la hora de las sesiones de enlace establecidas, ni en cualquier otro momento. La impresión era deprimente: excepto los transmisores, que señalaban continuamente la ubicación de la estación y el canal para corregir su movimiento, todos los demás sistemas de enlace radiotelevisivo estaban inactivos.

Pasaba el tiempo. La Paritetno respondía a ninguna interpelación. La inquietud en el Conventsiaiba en aumento. Se formularon toda clase de pronósticos y suposiciones. ¿Qué había pasado con los paritet-cosmonautas? ¿Cuál era el motivo de su silencio? ¿Habrían caído enfermos, se habrían envenenado con algún alimento impropio? Por lo menos, ¿estaban vivos?

Finalmente, se utilizó el último medio: se conectó la señal del sistema de alarma general contra incendios en la estación orbital. No hubo señal alguna en respuesta a esta aterrorizadora acción.

Un grave peligro pendía sobre el programa «Demiurg». Y entonces, el Centrun del Conventsiarecurrió a su última posibilidad para esclarecer la situación. Se enviaron a la Paritet,como emergencia para ensamblarse con ella, dos naves cósmicas con dos cosmonautas: uno desde el cosmódromo de Nevada y otro desde el de Sary-Ozeki.

Cuando se realizó el ensamblaje sincronizado, lo que resultó una empresa sumamente difícil, la primera noticia de los cosmonautas que habían penetrado en la Paritetfue pasmosa: después de recorrer todas las cabinas, los laboratorios, los pisos, todo, hasta el último rincón, declararon que no habían encontrado a los paritet-cosmonautas en la estación orbital. No estaban, ni vivos ni muertos...

A nadie se le había ocurrido algo semejante. Ninguna imaginación era capaz de suponer qué había sucedido, dónde se habían metido de pronto los dos hombres que se encontraban desde hacía más de tres meses en la estación orbital y que hastaentonces habían ejecutado con precisión todas las funciones que se les había encomendado. ¡No se habrían evaporado! ¡No habrían salido al cosmos!

La inspección de la Paritetse efectuó con enlace radiotelevisivo directo con el Conventsiay con la participación directa de ambos copresidentes generales, jefes de los paritet-planetólogos. Se veía muy bien en las muchas pantallas del Centrun cómo los cosmonautas charlaban y pasaban flotando en la ingravidez por todos los bloques y estancias de la estación orbital. Examinaban la estación paso a paso informando al mismo tiempo de sus observaciones. Esta conversación se registró en cinta magnetofónica:

PARITET. ¿Lo observáis? En la estación no hay nadie. No encontramos a nadie.

CONVENTSIA. ¿Hay rastro de objetos destrozados, de alteraciones o roturas en la estación?

PARITET. No. Todo parece estar como es debido, en orden. Todo está en su sitio.

CONVENTSIA. ¿Habéis visto algún rastro de sangre? PARITET. Absolutamente no.

CONVENTSIA. ¿Dónde se encuentran, y en qué estado, los objetos personales de los paritet-cosmonautas?

PARITET. Pues parece que todo está en su sitio. CONVENTSIA. ¿Y qué más?

PARITET. Da la impresión de que han estado aquí hace muy poco. Los libros, el reloj, el tocadiscos y todas las demás cosas están en su sitio.

CONVENTSIA. Muy bien. ¿No hay ninguna nota en alguna parte, en la pared o en un papel?

PARITET. No hemos visto nada de eso. Aunque, ¡esperad! El diario de a bordo está abierto con una larga anotación. Para que no flote en la ingravidez, el diario está sujeto con unas pinzas, con las páginas abiertas de cara a quien vaya a entrar...

CONVENTSIA. ¡Leed lo que haya escrito!

PARITET. En seguida lo intentamos. Son dos textos en dos columnas paralelas, uno en idioma ruso y otro en inglés...

CONVENTSIA. ¡Leed! ¡A qué esperáis!

PARITET. Título: «Mensaje a los terrícolas». Y entre paréntesis, una nota explicativa.

CONVENTSIA. Stop. No lo leáis. Se interrumpe la sesión de enlace. Esperad. Dentro de cierto tiempo os llamaremos de nuevo. Estad preparados.

PARITET. ¡Okey!

En este punto, la conversación entre la estación orbital y el Centrun quedó interrumpida. Después de consultarse mutuamente, los copresidentes generales del programa «Demiurg» rogaron que todo el mundo, excepto los dos paritet-operadores de turno, abandonaran el bloque del enlace cósmico. Sólo después de ello se restableció la sesión de enlace a dos bandas. He aquí el texto que dejaron los paritet-cosmonautas de la órbita «Tramplin»:

«Distinguidos colegas: Como sea que abandonamos la estación orbital Pariteten circunstancias sumamente extraordinarias, por un tiempo indeterminado que será posiblemente infinitamente largo, pues todo dependerá de una serie de factores relacionados con una iniciativa nuestra sin precedentes, consideramos nuestro deber explicar los motivos de este acto.

»Somos perfectamente conscientes de que nuestra acción parecerá indudablemente no sólo inesperada sino, como es natural, inaceptable desde el punto de vista de una disciplina elemental. Sin embargo, el hecho excepcional con que hemos tropezado a bordo de la estación orbital y en el cosmos, un hecho al que sería difícil imaginar nada parecido en toda la historia de la cultura de la Humanidad, nos permite contar por lo menos con la comprensión...

»Hace cierto tiempo empezamos a captar –entre la infinita multitud de radioimpulsos que proceden del cosmos circundante, y en considerable grado también de la ionosfera terrestre, saturada de interminables ruidos e interferencias– una señal de radio, dirigida, en la franja de onda corta. Esta señal, que era también de muy poca amplitud y por lo tanto fácilmente destacable, se dejaba sentir regularmente, siempre a la misma hora y con los mismos intervalos. Al principio no le prestamos una atención especial. Pero el radioimpulso continuó dando razón de su existencia insistentemente partiendo de forma sistemática de un mismo punto del universo, orientándose rigurosamente, a juzgar por lo visto, hacia nuestra estación orbital. Ahora lo sabemos de fijo: estas radioondas, artificialmente dirigidas, llegaban al éter ya antes, mucho antes, de nuestro turno en el cosmos, pues la Paritetse encuentra en la órbita "Tramplin", en el lejano cosmos, hace ya más de año y medio. Sería difícil explicar por qué razón, seguramente por pura casualidad, hemos sido los primeros en interesarnos por la emisión de esta señal desde el universo. Sea como sea, empezamos a observar, a registrar, a estudiar la naturaleza del fenómeno, y gradualmente, cada vez más convencidos, llegamos a la conclusión de que su origen era artificial.

»Pero no nos acostumbramos tan pronto a esa idea. Durante todo este tiempo, las dudas no nos abandonaban. ¿Cómo podíamos afirmar la existencia de una civilización extraterrestre apoyándonos sólo en el hecho artificial –así lo suponíamos nosotros– de unas señales de radio que partían de las profundidades ignotas del universo? Nos contenía la circunstancia de que todos los anteriores intentos de la ciencia, que se emprendieron repetidas veces a partir de tareas mínimas –descubrir por lo menos alguna señal de vida, en su forma más simple, aunque fuera en los planetas inmediatos– fueron, como es sabido, desalentadoramente infructuosos. La búsqueda de inteligencias extraterrestres se consideraba algo poco serio, y más tarde simplemente irreal, un trabajo utópico, ya que a cada paso que se daba en la investigación de los espacios cósmicos, las probabilidades eran cada vez menores, incluso en el plano teórico, por no decir que se reducían prácticamente a cero. No nos atrevimos a comunicar nuestras suposiciones. No nos disponíamos a refutar la idea, afirmada en todas partes, del carácter único y sin precedentes del fenómeno de la vida atribuido sólo al planeta Tierra. No consideramos necesario compartir nuestras dudas a este respecto por cuanto el programa de nuestras obligaciones laborales en la estación orbital no contemplaba este género de observaciones. Hablando sinceramente, además de todo lo expuesto, no queríamos encontrarnos en la situación de aquel cosmonauta que sufrió una alucinación y creyó oír un mugido y ver un prado junto a un río con un rebaño de vacas pastando en él, y a quien desde entonces llamaron "el cosmonauta vacuno".

»Y cuando otro suceso fue la última prueba de la existencia de vida inteligente en el universo, aparte de la terrena, para nosotros ya era tarde. Sufrimos un salto en el conocimiento, un cambio radical, una transformación en nuestras ideas sobre la estructura del mundo y de pronto descubrimos que estábamos pensando en base a unas categorías completamente diferentes de las de antes. Desde el punto de vista cualitativo, el nuevo enfoque de la estructura del universo, el descubrimiento de un nuevo espacio habitado, la existencia de otro poderoso foco de energía mental, nos llevaron a la conclusión de que de momento era indispensable abstenerse de comunicar nuestro descubrimiento a partir de nuevos conceptos de preocupación por la Tierra. Llegamos a esta decisión en interés de la propia sociedad contemporánea.

»Vamos ahora a la esencia del asunto. Cómo sucedió.

»Por curiosidad, un día decidimos enviar una radioseñal de respuesta, aproximadamente en el mismo espectro de frecuencias, orientándola hacia aquel punto del universo de donde fluían continuamente los enigmáticos y regulares radioimpulsos. ¡Se produjo un milagro! ¡Nuestra señal fue captada inmediatamente! ¡Fue captada y comprendida!Como respuesta, en nuestra banda de frecuencia empezó a funcionar otra armónica junto con la primera señal, y luego otra más; era un trío de bienvenida, tres radioseñales sincronizadas procedentes del universo durante varias horas seguidas que, como una marcha triunfal, traían el entusiasta mensaje de unos seres inteligentes situados fuera de nuestra galaxia, poseedores de una alta capacidad de contacto con sus semejantes a ultralejanas distancias. Era la revolución de nuestras ideas sobre la biología cósmica, de nuestros conocimientos sobre la estructura del tiempo, del espacio, de la distancia... ¿Sería posible que ya no estuviéramos solos en el mundo, que no fuéramos los únicos de nuestra especie en la inimaginable infinitud desierta del universo, que la experiencia del hombre en la Tierra no fuera la única conquista del espíritu en el universo?

»Para comprobar la certeza del descubrimiento de una civilización extraterrestre, enviamos una radioseñal dirigida con la fórmula de la masa del globo terráqueo, de donde surgió inicialmente nuestra vida y donde todavía ésta habita. Como respuesta recibimos un texto en clave: a su vez nos enviaban una fórmula más o menos igual de la masa de su planeta. Por ella sacamos la conclusión de que ese planeta habitado tenía unas proporciones suficientemente grandes y una fuerza de gravedad completamente aceptable.

»De esta manera, intercambiamos los primeros conocimientos de las leyes físicas, así, pues, entramos por primera vez en contacto con extraterrestres inteligentes.

»Ellos resultaron ser unos activos colaboradores en el sentido de profundizar y acercar nuestros enlaces. Gracias a sus esfuerzos, nuestros contactos se saturaron rápidamente de nuevo contenido. Pronto supimos que disponían de aparatos voladores cuya velocidad de movimiento era igual a la velocidad de la luz. Estas y otras cosas las supimos gracias a encontrarnos en estado de intercambiar pensamientos; primero lo hicimos por medio de fórmulas matemáticas y químicas, pero luego nos dieron a entender que también podían hablar. Se puso en claro que durante muchos años, desde que los terrícolas salieron al cosmos venciendo la fuerza de gravedad de la Tierra y empezaron a habitarlo de forma estable, ellos estudiaban nuestros idiomas por medio de un poderoso sistema de aparatos audioastronómicos que escuchaban profundamente toda la galaxia. Al captar un enlace sistemático por radio entre el cosmos y la Tierra, se las ingeniaron, a base de superposiciones y análisis, para descifrar el sentido de nuestras palabras y frases. Y nos convencimos de ello cuando intentaron entenderse con nosotros en inglés y en ruso. Para nosotros fue otro descubrimiento increíble y apabullante...

»Y ahora vayamos a lo principal. Nos hemos atrevido a visitar este planeta de civilización extraterrestre. El Pecho Forestal, así nos descifraron aproximadamente el nombre de su planeta. Los pechianos nos invitaron, fue idea suya. Y nosotros, después de maduras reflexiones, decidimos ir. Nos explicaron que su aparato volador, que logra alcanzar la velocidad de la luz, llegaría a nuestra estación orbital en veintiséis o veintisiete horas. Los pechianos se comprometieron a devolvernos al punto de partida en ese mismo tiempo así que nosotros lo deseáramos. A nuestra pregunta referente al ensamblaje respondieron que no era problema pues el aparato volador pechiano tiene la propiedad de ensamblarse herméticamente con cualquier objeto de cualquier configuración y construcción. Ésta debe de ser, seguramente, alguna propiedad del ensamblaje electromagnético. Decidimos que lo mejor para nosotros, si su aparato volador se ensamblaba con nuestra cabina, sería salir al cosmos y trasladarnos por allí hasta ellos desde la estación orbital. Tenemos intención de regresar por el mismo procedimiento, eso, claro está, si el viaje a Pecho Forestal termina felizmente...

»Así, pues, dejamos a bordo de la estación Paritetnuestro mensaje, o si se quiere nuestra nota explicativa, nuestra carta abierta, nuestra llamada... No es eso lo importante... Sabemos a lo que vamos y el peso de responsabilidad que hemos cargado sobre nuestras espaldas. Somos conscientes de que el destino ha creído conveniente ofrecernos precisamente a nosotros la posibilidad de oro de prestar semejante servicio a la Humanidad, por encima de la cual nada reconocemos...

»Y sin embargo, lo más doloroso para nosotros fue superar el sentimiento del deber, de la obligación, en una palabra, de la disciplina... Todo aquello que nos han inculcado las antiguas tradiciones, las leyes y las normas sociales de moral. Si abandonamos la Paritetsin poneros en antecedentes a vosotros, los jefes del Centrun, ni, a ningún otro terrícola, si no compaginamos nuestros objetivos y tareas con nadie de ninguna forma, no es porque rechacemos las normas de la vida social en la Tierra. Éste ha sido para nosotros un tema objeto de duras reflexiones. Nos vemos obligados a actuar así porque no es difícil imaginar qué estados de ánimo, qué contradicciones y qué pasiones van a encenderse apenas se pongan en movimiento las fuerzas que incluso en cada gol del hockey ven una victoria política y una superioridad de su sistema de Estado. Desgraciadamente, conocemos muy bien nuestra realidad terrestre. ¿Quién podría garantizar que la posibilidad de contactos con una civilización extraterrestre no va a convertirse en un motivo más de discordia en la Tierra?

»En la Tierra es difícil, o casi imposible, quedar al margen de la lucha política. Pero al encontrarnos por tiempo prolongado –muchos días y semanas– en el lejano cosmos, pensamos con dolor e impotente disgusto que la actual crisis energética, que ha llevado a la sociedad al frenesí, a la desesperación, y ha acercado a determinados países al deseo de echar mano de la bomba atómica, no sería más que un grave problema técnico si todos estos países estuvieran en condiciones de llegar a un acuerdo sobre qué es lo más importante...

»Ante el temor de inquietar, de complicar la situación de los terrícolas, ya bastante preñada de peligros, nos hemos atrevido a cargar con una responsabilidad inaudita, la que supone presentarnos ante los portadores de inteligencia extraterrestre actuando en nombre de todo el género humano, de acuerdo con nuestras convicciones y nuestra conciencia. Esperamos, estamos seguros que llevaremos a cabo nuestra voluntaria misión con dignidad.

»Finalmente, en nuestras reflexiones, dudas y vacilaciones, nos preocupaba en no pequeño grado pensar que podíamos causar un perjuicio al programa "Demiurg", a este grandioso comienzo de la historia geocósmica de la Humanidad, por el que han sufrido tanto nuestros países como resultado de largos años de desconfianza mutua, de flujos y reflujos de colaboración. Y sin embargo, en este caso triunfó la razón y nosotros hemos servido honestamente en la empresa común en la medida de nuestras fuerzas y capacidades. Pero al comparar una cosa con otra, y no deseando someter el programa "Demiurg" a pruebas por el estilo de los temores antes mencionados, hemos elegido nuestro plan: abandonaremos temporalmente la Paritetpara, en cuanto regresemos, informar a la Humanidad de los resultados de nuestra visita al planeta Pecho Forestal. Si desaparecemos para siempre, o si nuestros superiores consideran que somos indignos de continuar nuestro turno en la Paritet,tampoco será tan difícil sustituirnos. Siempre se encontrarán los hombres necesarios, y no van a trabajar peor que nosotros.

»Nos vamos a lo desconocido. Nos lleva la sed de saber, y el eterno sueño del hombre de descubrir seres inteligentes semejantes a él en otros mundos para que así la inteligencia pueda unirse a la inteligencia. Sin embargo, nadie sabe qué encierra en sí misma la experiencia de una civilización extraterrestre: ¿un bien o un mal para la Tierra? Procuraremos ser objetivos en nuestras evaluaciones. Si presentimos que nuestro descubrimiento acarrea algo amenazador, algo destructivo para nuestra Tierra, nos comprometemos a actuar de forma que no podamos atraer ninguna desgracia sobre ella.

»Y ahora nos despedimos. Vemos por la ventanilla una parte de la Tierra. Resplandece como una refulgente piedra preciosa sobre el negro mar del espacio. La Tierra es increíblemente hermosa, de un azul nunca visto, y desde aquí parece tan frágil como la cabecita de un recién nacido. Desde esta distancia nos parece que todos cuantos habitan en el mundo son nuestros hermanos y hermanas, y que no nos atreveríamos a pensar en nuestra existencia sin ellos, aunque sabemos que en la propia Tierra esto dista mucho de ser así...

»Nos despedimos del globo terráqueo. Dentro de algunas horas tendremos que abandonar la órbita "Tramplin" y entonces la Tierra desaparecerá de nuestra vista. Los extraterrestres pechianos ya se encuentran en camino cerca de nuestra órbita; pronto llegarán. Queda poquísimo tiempo. Los esperamos.

»Otra cosa. Dejamos una carta para nuestras familias. Rogamos encarecidamente a quien se ocupe de este asunto que las envíe a sus destinatarios...

»P.S. Informe para quienes vengan a la Paritetpara sustituirnos. En el diario de a bordo hemos indicado el canal de emisión-transmisión y la frecuencia de onda para ponerse en contacto con los extraterrestres. En caso de necesidad nos comunicaremos con vosotros por ese canal y transmitiremos nuestros informes. Por lo que hemos podido averiguar, el único medio de enlace por radio con los pechianos es el sistema de a bordo de la estación orbital; las ondas dirigidas directamente a la Tierra no alcanzan su objetivo debido a una insuperable barrera: la potente esfera ionizada de la atmósfera que circunda al planeta.

»Eso es todo. Adiós. Ha llegado ya el momento.

»El texto idéntico de este mensaje se ha redactado en los dos idiomas, el inglés y el ruso.

»Paritet-cosmonauta I-2

»Paritet-cosmonauta 2-I

»A bordo de la estación orbital Paritet.

»Tercer turno. 94 días.»

Exactamente en el momento señalado, a las once, tiempo de Extremo Oriente, aterrizaron en las pistas del portaviones Conventsia,uno tras otro, dos aviones a reacción con las respectivas comisiones plenipotenciarias a bordo, la de los norteamericanos y la de los soviéticos.

Los miembros de las comisiones fueron recibidos siguiendo estrictamente el protocolo. Acto seguido se les comunicó que la comida se serviría a las doce y media. Inmediatamente después de la comida, las comisiones debían reunirse en la sala general para mantener una sesión a puerta cerrada sobre la extraordinaria situación de la estación orbital Paritet.

Pero esta sesión fue súbitamente interrumpida apenas comenzada. Los cosmonautas que se encontraban en la Paritettransmitieron al Centrun del Conventsiael primer informe que acababan de recibir de los paritet-cosmonautas 1-2 y 2-I desde la vecina galaxia, desde el planeta Pecho Forestal.


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