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El retorno del rey
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Текст книги "El retorno del rey"


Автор книги: John Ronald Reuel Tolkien



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»Y aconteció que cuando Aragorn tenía cuarenta y nueve años de edad, retornó de los peligros en los oscuros confines de Mordor, donde ahora Sauron moraba otra vez consagrado al mal. Estaba muy fatigado y anhelaba volver a Rivendel y descansar algún tiempo antes de emprender nuevos viajes a los países lejanos; y en camino llegó a las fronteras de Lórien, y fue admitido por la Dama Galadriel en la tierra escondida.

»Él lo ignoraba, pero también Arwen Undómiel se encontraba allí, pasando otra vez una temporada con los parientes de su madre. Había cambiado muy poco, porque los años mortales no la habían tocado; pero tenía el semblante más grave, y rara vez se la oía reír. Pero Aragorn había alcanzado la plena madurez de cuerpo y de mente, y Galadriel le rogó que se despojara de las raídas ropas de caminante, y lo vistió de plata y de blanco, con un manto gris élfico, y una gema brillante en la frente. Entonces, superior a los Hombres de todas las especies, parecía más semejante a un Señor de los Elfos de las Islas del Oeste. Y así fue como lo volvió a ver por primera vez Arwen después de la larga separación; y mientras avanzaba hacia ella bajo los árboles de Caras Galadhon cargados de flores de oro, Arwen hizo su elección, y su destino quedó sellado.

»Entonces, durante toda una estación, pasearon juntos por los claros de Lothlórien, hasta que llegó para él la hora de volver a partir. Y en la Noche del Solsticio de Verano, Aragorn, hijo de Arathorn, y Arwen, hija de Elrond, fueron a la hermosa colina de Cerin Amroth, en el corazón del país, y caminaron descalzos sobre la hierba inmortal entre las elanor y las niphredil que florecían en torno. Y desde allí, desde lo alto de la colina, miraron al este hacia la Sombra y al oeste hacia el Crepúsculo; y se juraron eterna fidelidad y fueron felices.

»Y Arwen dijo: “Oscura es la Sombra, y sin embargo mi corazón se regocija; porque tú, Estel, estarás entre los grandes cuyo valor habrá de destruirla”.

»Pero Aragorn respondió: “¡Ay!, no puedo preverlo, y cómo eso podría ocurrir es un misterio para mí. Pero con tu esperanza, esperaré. Y rechazo la Sombra para siempre. Pero tampoco, Dama, es para mí el Crepúsculo; porque soy mortal, y si tú, Estrella de la Tarde, te unes a mí, también tendrás que renunciar al Crepúsculo”.

»Y ella quedó entonces inmóvil y silenciosa como un árbol blanco, con la mirada perdida en el oeste, y dijo al fin: “A ti me uniré, Dúnadan, y me alejaré del Crepúsculo. Aunque aquélla es la tierra de mi gente y la morada secular de todos los de mi raza”. Arwen amaba entrañablemente a su padre.


»Cuando Elrond se enteró de la elección de su hija, guardó silencio, aunque tenía una congoja en el corazón, y el destino largamente temido no era fácil de soportar. Pero cuando Aragorn retornó a Rivendel lo llamó a su lado, y le dijo: “Hijo mío, vendrán años en los que toda esperanza se desvanecerá, y más allá nada es claro para mí. Y ahora una sombra ha asomado entre nosotros. Quizá así está escrito, que merced a mi pérdida pueda ser restaurado el reino de los Hombres. Por lo tanto, aunque te amo, te digo a ti: Arwen Undómiel no desmedrará la gracia de su vida por una causa menor. No será la esposa de ningún Hombre, a menos que éste sea al mismo tiempo el Rey de Gondor y de Arnor. A mí, aun la victoria no podrá traerme más que tristeza y separación... pero para ti será una esperanza de felicidad por algún tiempo. ¡Ay, hijo mío! Temo que a Arwen el Destino de los Hombres pueda parecerle duro, al final”.

»Así quedaron las cosas entre Elrond y Aragorn, y no volvieron a hablar del tema; pero Aragorn partió una vez más a afrontar el peligro y la fatiga. Y mientras el mundo se ensombrecía, y el miedo se cernía sobre la Tierra Media, a medida que el poder de Sauron se acrecentaba, y que Barad-dûr se erguía, más alta cada día y más poderosa, Arwen permaneció en Rivendel, y en ausencia de Aragorn velaba por él de lejos con el pensamiento; y en la larga pero esperanzada espera hizo para él un estandarte, un estandarte real, que nadie podría desplegar sino aquel que reivindicase el señorío de los Númenóreanos y la corona de Elendil.

»Al cabo de unos pocos años, Gilraen se despidió de Elrond y regresó a Eriador, con su propia gente, y allí vivía sola; y a su hijo, que pasaba largos años en países lejanos, lo veía en muy raras ocasiones. Pero una vez, cuando Aragorn regresó al Norte, y fue a verla, ella le dijo antes de que él volviera a irse: “Ésta es nuestra última separación, Estel, hijo mío. Como a cualquiera de los Hombres comunes, también a mí me han envejecido las preocupaciones; y ahora que la veo acercarse, sé que no podré soportar la oscuridad de nuestro tiempo que se agolpa en la Tierra Media. Pronto habré de partir”.

»Aragorn trató de confortarla, diciendo: “Todavía puede haber una luz más allá de las tinieblas; y si la hay, quisiera que la vieras y fueras feliz”.

»Pero ella le respondió con este linnod:


Onen i-Estel Edain, ú-chebin estel anim 34,


y Aragorn partió con el corazón oprimido. Gilraen murió antes de la primavera siguiente.

»Así fueron llegando los años de la Guerra del Anillo, cuyos hechos se narran en otra parte: de cómo fueron revelados los medios imprevisibles para derrotar a Sauron, y de cómo se cumplió una esperanza más allá de toda esperanza. Y aconteció que en la hora de la derrota Aragorn llegó desde el mar y desplegó el estandarte de Arwen en la batalla de los Campos del Pelennor, y ese día fue por primera vez aclamado como rey. Y por fin, cuando todo hubo terminado, entró en posesión de la herencia de los antepasados y recibió la corona de Gondor y el cetro de Arnor; y en el Día del Solsticio de Verano del año de la Caída de Sauron tomó la mano de Arwen Undómiel, y fueron desposados en la ciudad de los Reyes.

»La Tercera Edad terminó así con victoria y esperanza; pero uno de los momentos más tristes en medio de todos los dolores de aquella Edad fue la separación de Elrond y Arwen, porque era el Mar el que los separaba, y un destino más allá del fin del mundo. Cuando el Gran Anillo fue destruido, y los Tres quedaron despojados de todo poder, Elrond, cansado al fin, abandonó la Tierra Media para nunca más regresar. Pero Arwen había elegido ser una mujer mortal, y su destino no quiso sin embargo que muriese antes de haber perdido todo lo que había ganado.

»Como Reina de los Elfos y de los Hombres, vivió con Aragorn durante ciento veinte años de gloria y de ventura; pero al fin Aragorn sintió que se acercaba a la vejez, y supo que los días de aquella larga vida estaban terminando. Entonces le dijo a Arwen: “Al fin, Dama Estrella de la Tarde, la más hermosa de este mundo, y la más amada, mi mundo empieza a desvanecerse. Y bien: hemos recogido y hemos gastado, y ahora se aproxima el momento de pagar”.

»Arwen sabía muy bien lo que él pensaba hacer, pues lo había presentido hacía largo tiempo; y a pesar de todo, el dolor la abrumó: “¿Querrías, entonces, mi señor, abandonar antes de tiempo a los tuyos que viven de tu palabra?”, dijo.

»“No antes de mi tiempo —respondió él—. Si no parto ahora, pronto tendré que hacerlo por la fuerza. Y Eldarion, nuestro hijo, es un hombre ya maduro.”

»Entonces, fue a la Casa de los Reyes en la Calle del Silencio, y se tendió en el largo lecho que le habían preparado. Allí le dijo adiós a Eldarion, y le puso en las manos la corona alada de Gondor y el cetro de Arnor; y entonces todos se retiraron excepto Arwen, y allí se quedó junto al lecho de Aragorn. Y no obstante su gran sabiduría y su mismo linaje, no pudo dejar de suplicarle que se quedara todavía por algún tiempo. Aún no estaba cansada de los días, y ahora sentía el sabor amargo de la mortalidad que ella misma había elegido.

»“Dama Undómiel —dijo Aragorn—, dura es la hora sin duda, pero ya estaba señalada el día en que nos encontramos bajo los abedules blancos en el jardín de Elrond, donde ya nadie pasea. Y en la colina de Cerin Amroth cuando tú y yo rechazamos la Sombra y renunciamos al Crepúsculo, aceptamos este destino. Reflexiona un momento, mi bienamada, y pregúntate si en verdad preferirías que esperara a la muerte, y verme caer del trono, achacoso y decrépito. Oh Dama, soy el último de los Númenóreanos y el último Rey de los Días Antiguos; y a mí me ha sido concedida no sólo una vida tres veces más larga que la de los Hombres de la Tierra Media, sino también la gracia de abandonarla voluntariamente, y de restituir el don. Ahora, por lo tanto, me voy a dormir.”

»“No te diré palabras de consuelo, porque para semejante dolor no hay consuelo dentro de los confines de este mundo; a ti te toca una última elección: arrepentirte y partir hacia los Puertos llevándote contigo hacia el Oeste el recuerdo de los días que hemos vivido juntos, un recuerdo que allí será siempre verde, pero sólo un recuerdo; o de lo contrario esperar el Destino de los Hombres.”

»“No, amado señor —dijo ella—, esa elección ya no existe desde hace largo tiempo. No hay más navíos que puedan conducirme hasta allí, y tendré en verdad que esperar el Destino de los Hombres, lo quiera o no lo quiera. Pero una cosa he de decirte, Rey de los Númenóreanos: hasta ahora no había comprendido la historia de tu pueblo y la de su caída. Me burlaba de ellos, considerándolos tontos y malvados, mas ahora los compadezco al fin. Porque si en verdad éste es, como dicen los Eldar, el don que el Único concede a los Hombres, es en verdad un don amargo.”

»“Así parece —dijo él—. Pero no nos dejemos abatir en la prueba final, nosotros que otrora renunciamos a la Sombra y al Anillo. Con tristeza hemos de separarnos, mas no con desesperación. ¡Mira! No estamos sujetos para siempre a los círculos del mundo, y del otro lado hay algo más que recuerdos. ¡Adiós!”

»“¡Estel, Estel!”, exclamó Arwen, y mientras le tomaba la mano y se la besaba, Aragorn se quedó dormido. Y de pronto, se reveló en él una gran belleza, una belleza que todos los que más tarde fueron a verlo contemplaron maravillados, porque en él veían unidas la gracia de la juventud y el valor de la madurez, y la sabiduría y la majestad de la vejez. Y allí yació largo tiempo, una imagen del esplendor de los Reyes de los Hombres en la gloria radiante anterior al desgarramiento del mundo.

»Pero Arwen salió de la Casa, y la luz se le había extinguido en los ojos, y a los suyos les pareció que se había vuelto fría y gris como un anochecer de invierno que llega sin una estrella. Entonces dijo adiós a Eldarion, y a sus hijas, y a todos aquellos a quienes había amado; y abandonó la ciudad de Minas Tirith y se encaminó al país de Lórien, y allí vivió sola bajo los árboles que amarilleaban hasta que llegó el invierno. Galadriel había desaparecido y también Celeborn había partido, y el país estaba silencioso.

»Y allí por fin, cuando caían las hojas de mallorn pero no había llegado aún la primavera 35, se acostó a descansar en lo alto de Cerin Amroth; y allí estará la tumba verde, hasta que el mundo cambie, y los días de la vida de Arwen se hayan borrado para siempre de la memoria de los hombres que vendrán luego, y la elanor y la niphredil no florezcan más al este del mar.

»Aquí termina esta historia, tal como ha llegado a nosotros desde el Sur; y después de la desaparición de Estrella de la Tarde nada más se dice en este libro acerca de los días antiguos.»


II



LA CASA DE EORL



«Eorl el Joven era señor de los Hombres de Éothéod. Esa tierra se encontraba cerca de las fuentes del Anduin, entre las más lejanas estribaciones de las Montañas Nubladas y el extremo norte del Bosque Negro. Los Éothéod se habían trasladado a esas regiones en los días del Rey Eärnil II desde las tierras de los valles del Anduin entre Carroca y los Gladios, y eran por origen parientes cercanos de los Beórnidas y de los hombres de los bordes occidentales del bosque. Los antepasados de Eorl se decían descendientes de los reyes de Rhovanion, cuyo reino se extendía más allá del Bosque Negro, antes de la invasión de los Aurigas, y de este modo se consideraban parientes de los reyes de Gondor que descendían de Eldacar. Amaban sobre todo las llanuras y eran aficionados a los caballos y a todo cuanto se relacionaba con cabalgatas; pero había muchos hombres en los valles centrales del Anduin en aquellos días, y además la sombra de Dol Guldur estaba alargándose, de modo que cuando supieron de la derrota del Rey Brujo, buscaron otras tierras en el Norte, y expulsaron al resto del pueblo de Angmar al lado oriental de las Montañas. Pero en los días de Léod, padre de Eorl, habían llegado a ser un pueblo numeroso y se sentían otra vez algo bastante apretados en la tierra natal.

»En el año dos mil quinientos diez de la Tercera Edad, un nuevo peligro amenazó a Gondor. Una gran hueste de hombres salvajes venidos del nordeste invadió Rhovanion, y descendiendo de las Tierras Pardas, cruzó el Anduin en balsas. Al mismo tiempo, por azar o designio, los Orcos (que en ese tiempo, antes de trabarse en guerra con los Enanos, estaban en la plenitud de sus fuerzas) descendieron de las Montañas. Los invasores penetraron en Calenardhon, y Cirion, Senescal de Gondor, envió mensajeros al norte en busca de ayuda; porque había una vieja amistad entre los Hombres del Valle del Anduin y el pueblo de Gondor. Pero en el valle del Río los hombres eran ahora pocos, y estaban esparcidos, y sólo lentamente podían prestar la ayuda que se les pedía. Por fin le llegó a Eorl la noticia del apuro en que se encontraba Gondor, y aunque parecía ya tarde, partió con un gran ejército de jinetes.

»Así llegó a la batalla del Campo de Celebrant, porque ése era el nombre de la tierra verde que se extendía entre el Cauce de Plata y el Limclaro. Allí se encontraba en peligro el ejército septentrional de Gondor. Derrotado en El Páramo y aislado del sur, había sido expulsado más allá del Limclaro, y fue entonces atacado de súbito por la hueste de Orcos que lo rechazó hacia el Anduin. Se había perdido toda esperanza cuando, inesperadamente, los Jinetes llegaron del Norte y atacaron al enemigo por la retaguardia. Entonces se invirtió la fortuna de la batalla y el enemigo fue rechazado en medio de una gran matanza hacia el Limclaro. Eorl condujo a sus hombres tras ellos, y tan grande fue el miedo que cundió delante de los jinetes del Norte, que los invasores de El Páramo fueron también ganados por el pánico, y los Jinetes les dieron caza por las planicies de Calenardhon.»

El pueblo de esa región se había vuelto escaso desde la Peste, y la mayor parte de los que quedaban habían sido muertos por los Hombres salvajes del Este. Cirion, por tanto, en recompensa por la ayuda recibida, cedió Calenardhon entre el Anduin y el Isen a Eorl y su pueblo; y ellos enviaron mensajeros al norte en busca de sus mujeres y sus hijos y sus bienes y se instalaron en esa tierra. Le dieron nuevo nombre: la Marca de los Jinetes, y se llamaron a sí mismos los Eorlingas; pero en Gondor esta tierra recibió el nombre de Rohan, y a su pueblo llamaron los Rohirrim (esto es, los Señores de los Caballos). De este modo Eorl se convirtió en el primer Rey de la Marca, y eligió como morada una colina verde al pie de las Montañas Blancas, que eran la frontera austral del reino. Allí vivieron los Rohirrim en calidad de hombres libres, regidos por sus propios reyes y leyes, pero en perpetua alianza con Gondor.


«Muchos señores y guerreros, y muchas bellas y valientes mujeres, se nombran en los cantos de Rohan que el Norte todavía recuerda. Frumgar, dicen, era el nombre del capitán que llevó a su pueblo a Éothéod. De su hijo, Fram, cuentan que dio muerte a Scatha, el gran dragón de Ered Mithrin, y la tierra desde entonces se vio libre de grandes gusanos y tuvo paz. De este modo ganó Fram gran riqueza, pero estaba enemistado con los Enanos, que reclamaban el tesoro de Scatha. Fram no quiso cederles ni un centavo, y les envió en cambio los dientes de Scatha, con los que había hecho un collar, diciendo: “Joyas como éstas no tendréis de seguro en vuestros tesoros, pues no es fácil conseguirlas”. Dicen algunos que los Enanos dieron muerte a Fram por este insulto. No hubo gran amor entre Éothéod y los Enanos.

»El padre de Eorl se llamaba Léod. Era domador de caballos salvajes; porque abundaban en aquel tiempo en esa tierra. Atrapó a un potro blanco que pronto se convirtió en un caballo fuerte, y hermoso, orgulloso e indomable. Cuando Léod se atrevió a montarlo, el caballo se lo llevó lejos y terminó por dar en tierra con Léod, que golpeó de cabeza contra una roca y murió. Tenía entonces sólo cuarenta y dos años, y su hijo era un joven de dieciséis.

»Eorl juró que vengaría a su padre. Persiguió largo tiempo al caballo, y por último lo vio; y sus compañeros creyeron que intentaría acercársele hasta que lo tuviera a tiro de arco, y que entonces lo mataría. Pero cuando se le aproximaron, Eorl se irguió y dijo en alta voz: “¡Ven aquí, Aflicción del Hombre, y recibe un nombre nuevo!”. Para gran asombro de todos, el caballo miró a Eorl, se le acercó y se quedó allí junto a él, y Eorl le dijo: “Felaróf te llamo. Amabas tu libertad y no te culpo. Pero tienes ahora una grave deuda conmigo, y me someterás tu libertad hasta el fin de tus días”.

»Entonces Eorl lo montó y Felaróf se sometió; y Eorl cabalgó en él de vuelta a su casa sin embocadura ni riendas; y siempre en adelante cabalgó en él de ese modo. El caballo comprendía todo cuanto los hombres decían, pero no permitía que nadie lo montara, salvo Eorl. En Felaróf cabalgó Eorl al Campo de Celebrant; porque la vida de ese caballo fue tan larga como la de los Hombres, y lo mismo la de sus descendientes. Eran éstos los mearas, que no soportaban a nadie salvo al Rey de la Marca o a sus hijos, hasta el tiempo de Sombragrís. Dijeron los hombres de ellos que Béma (a quien los Eldar llaman Oromë) tuvo que haber traído a su antepasado desde el Occidente por sobre el Mar.»


«De los Reyes de la Marca que hubo entre Eorl y Théoden, de ninguno se ha hablado más que de Helm Mano de Hierro. Era un hombre ceñudo de gran fuerza. Había en aquel tiempo un hombre llamado Freca, que se pretendía descendiente del Rey Fréawine, aunque tenía, según dicen, abundante sangre Dunlendina y cabellos oscuros. Se volvió rico y poderoso y poseía extensas tierras a ambas márgenes del Adorn 36. Cerca de las fuentes del Adorn se hizo construir una fortaleza y hacía muy poco caso del rey. Helm no le tenía confianza, pero le pedía que asistiera a los consejos de palacio, y él iba cuando le parecía bien.

»A uno de esos consejos Freca fue con una gran compañía de hombres y pidió la mano de la hija de Helm para su hijo Wulf. Pero Helm dijo: “Te has vuelto grande desde la última vez que estuviste aquí; pero es casi todo grasa, me parece”. Y los hombres rieron al oírlo, porque Freca era ancho de cintura.

»Entonces Freca tuvo un ataque de rabia e insultó al rey, y terminó por decir: “Los reyes viejos que rechazan el bastón que se les ofrece, suelen caer de rodillas”. Helm respondió: “¡Vamos! El matrimonio de tu hijo no es más que una bagatela. Que Helm y Freca hablen de él más tarde. Entretanto el rey y el consejo tienen asuntos urgentes que considerar”.

»Cuando la reunión del consejo hubo terminado, Helm se puso de pie y apoyó su gran mano sobre el hombro de Freca diciendo: “El rey no permite bravatas en esta casa, pero los hombres están más libres fuera”. Y obligó a Freca a andar por delante de él fuera de Edoras al campo. A los hombres de Freca que se acercaban, les decía: “¡Alejaos! No nos hacen falta testigos. Hablaremos solos de un asunto privado. ¡Id y hablad con mis hombres!” Y miraron a su alrededor y vieron que los hombres del rey y sus amigos los excedían con mucho en número, y retrocedieron.

»“Pues bien, Dunlendino —dijo el rey—, sólo tienes que vértelas con Helm, sin compañía y desarmado. Pero ya has dicho mucho, y ahora me toca hablar a mí. Freca, tu locura ha crecido junto con tu vientre. ¡Hablas de bastones! Si a Helm le disgusta un bastón retorcido que arrojan contra él, lo rompe. ¡Así!” Y le asestó a Freca un golpe tal con el puño, que éste cayó de espaldas sin sentido, y al poco tiempo murió.

»Helm proclamó entonces al hijo de Freca y sus parientes, enemigos del rey; y ellos huyeron, porque Helm envió sin demora a muchos jinetes a las fronteras occidentales.»


Cuatro años más tarde (2758) sobrevinieron grandes dificultades en Rohan, y desde Gondor no era posible enviar ayuda alguna porque tres flotas de Corsarios la estaba atacando y había guerra en todas las costas. Al mismo tiempo Rohan era invadida otra vez desde el Este, y los Dunlendinos aprovecharon la oportunidad y cruzaron el Isen y bajaron desde Isengard. Pronto se supo que Wulf era quien los conducía. Eran una fuerza poderosa, pues se les habían sumado enemigos de Gondor que habían desembarcado en las desembocaduras del Lefnui y el Isen.

Los Rohirrim fueron derrotados y sus tierras invadidas; y los que no fueron muertos o esclavizados huyeron a los valles de las montañas. Helm fue expulsado con grandes bajas desde los Cruces del Isen y se refugió en Cuernavilla y el desfiladero que había detrás (que se conoció luego como el Abismo de Helm). Allí fue sitiado. Wulf tomó Edoras y se instaló en Meduseld llamándose rey. Allí cayó Haleth, hijo de Helm, último de todos, en defensa de las puertas.

«Poco después empezó el Largo Invierno, y Rohan quedó bajo la nieve casi durante cinco meses (desde noviembre de 2758 hasta marzo de 2759). Tanto los Rohirrim como sus enemigos sufrieron grandemente a causa del frío, y también de la escasez, que duró todavía más. En el Abismo de Helm hubo una gran hambruna después de Yule; y desesperado, en contra del consejo del rey, Háma, el hijo menor, condujo un grupo de hombres en una incursión en busca de alimentos, pero se perdieron en la nieve. Helm se volvió feroz y macilento por causa del hambre y la pena; pero el temor que despertaba valía tanto como la fuerza de muchos defensores. Salía solo, vestido de blanco, y entraba como un troll de las nieves en los campamentos del enemigo y mataba a muchos hombres con las manos desnudas. Se creía que no llevaba armas y que ninguna era capaz de dañarlo. Los Dunlendinos decían que si no encontraba alimentos, devoraba hombres. Esta historia se contó mucho tiempo en las Tierras Brunas. Helm tenía un gran cuerno, y no pasó mucho tiempo sin que se advirtiera que antes de una salida, soplaba en él, y que el eco del cuerno resonaba en el Abismo; y entonces las fuerzas enemigas sentían tanto miedo que en lugar de unirse para atraparlo o matarlo, huían descendiendo por Valle.

»Una noche los hombres oyeron que sonaba el cuerno, pero Helm no regresó. A la mañana brilló el sol, el primero en largos días, y vieron una figura blanca todavía erguida en la Empalizada, sola, porque ninguno de los Dunlendinos osaba acercársele. Allí estaba Helm, muerto como una piedra; pero no había doblado las rodillas. No obstante, los hombres dijeron que el cuerno se escuchaba aún de vez en cuando en el Abismo, y que el espectro de Helm andaba entre los enemigos de Rohan y los mataba de miedo.

»Poco después el invierno cedió. Entonces Fréaláf, hijo de Hild, hermana de Helm, descendió del sagrario, al que muchos habían huido; y con una pequeña compañía de hombres sorprendió a Wulf en Meduseld y le dio muerte, y reconquistó Edoras. Hubo grandes inundaciones después de las nieves, y el valle de Entaguas se convirtió en un pantano gigantesco. Los invasores del Este perecieron o se retiraron; y al fin vino ayuda de Gondor, por los caminos del este y del oeste de las montañas. Antes de que terminase el año (2759), los Dunlendinos fueron expulsados, aun de Isengard, y entonces Fréaláf fue rey.

»Helm fue transportado de Cuernavilla y sepultado en el noveno montículo. Desde entonces el blanco simbelmynëcreció allí muy denso, de modo que el montículo parecía estar siempre cubierto de nieve. Cuando Fréaláf murió, se levantó el primero de una nueva hilera de montículos.»


Los Rohirrim quedaron muy disminuidos a causa de la guerra y la escasez y la pérdida de ganado y de caballos; y fue una gran fortuna que ningún peligro de consideración los amenazara después por muchos años, pues sólo en los tiempos del Rey Folcwine recobraron sus viejas fuerzas.

Fue en ocasión de la coronación de Freáláf cuando apareció Saruman portando regalos y hablando con grandes halagos del valor de los Rohirrim. Todos lo consideraron un huésped merecedor de la mejor de las bienvenidas. Poco después fue a Isengard, autorizado por Beren, Senescal de Gondor. Pues Gondor consideraba aún que Isengard era una fortaleza del reino, y no una parte de Rohan. También dio a Saruman en custodia las llaves de Orthanc. Ningún enemigo había logrado nunca dañar esa torre, ni tampoco entrar en ella.

De este modo Saruman empezó a comportarse como señor de los Hombres; porque al principio habitó en Isengard como teniente del Senescal y guardián de la torre. Pero a Fréaláf esto lo complacía tanto como a Beren, y le alegraba que Isengard estuviera en manos de un amigo capaz. Durante largo tiempo pareció que era un amigo, y quizá en un principio lo fuera en verdad. Aunque después casi todos estuvieron seguros de que Saruman había ido a Isengard en la esperanza de encontrar la Piedra que estaba todavía allí, y con el propósito de acrecentar su propio poder. Por cierto, después del último Concilio Blanco (2953) trabajó en secreto contra Rohan. Luego se instaló en Isengard como si le perteneciera e hizo de él un lugar poderoso y temible, como si quisiera rivalizar con Barad-dûr. Escogía a sus amigos y sirvientes entre quienes odiaban a Gondor y a Rohan, fueran Hombres u otras criaturas aún más malvadas.


LOS REYES DE LA MARCA


Primer Linaje


Año 37

2845-2545 1. Eorl el Joven. Así llamado porque sucedió a su padre en plena juventud y conservó los cabellos rubios y la tez rosada hasta el fin de sus días. Éstos fueron reducidos por un renovado ataque de los Hombres del Este. Cayó en la batalla de El Páramo, y así se levantó el primer montículo. También se sepultó allí a Felaróf.

2512-2570 2. Brego. Expulsó al enemigo de El Páramo, y Rohan no volvió a ser atacada durante mucho tiempo. En 2569, completó el gran palacio de Meduseld. En la fiesta su hijo Baldor prometió que andaría por «el Sendero de los Muertos», y nunca volvió 38. Brego murió de pena al año siguiente.

2544-2645 3. Aldor el Viejo. Era el segundo hijo de Brego. Fue conocido como el Viejo porque alcanzó una edad muy avanzada, y fue rey durante setenta y cinco años. En sus tiempos el número de los Rohirrim aumentó y expulsaron o sometieron a los últimos Dunlendinos que habían quedado al este del Isen, se extendieron hasta poblar el Valle Sagrado y otros valles de las montañas. De los tres reyes siguientes poco se ha hablado, porque en ese entonces Rohan tuvo paz y prosperó.

2570-2659 4. Fréa. Hijo mayor, pero cuarto vástago de Aldor; era ya viejo cuando ocupó el trono.

2594-2680 5. Frëawine.

2619-2699 6. Goldwine.

2644-2718 7. Déor. En este tiempo los Dunlendinos atacaban con frecuencia, cruzando el Isen. En 2710 ocuparon el círculo desierto de Isengard y no pudieron ser desalojados.

2668-2741 8. Gram.

2691-2759 9. Helm Mano de Hierro. Al finalizar este reinado, Rohan sufrió grandes pérdidas por causa de la invasión y el Largo Invierno. Helm y sus hijos Haleth y Háma perecieron entonces. Fréaláf, hijo de la hermana de Helm, ocupó el trono.


Segundo Linaje


2726-2798 10. Fréaláf Hildeson. En los días de Fréaláf, Saruman llegó a Isengard, de donde habían sido expulsados los Dunlendinos. En un principio, en los días de escasez y debilidad que siguieron, la amistad de Saruman benefició a los Rohirrim.

2752-2842 11. Brytta. El pueblo lo llamó Léofa, pues todos lo amaban; era generoso y ayudaba a los necesitados. En ese tiempo hubo guerra con los Orcos expulsados del Norte que buscaban refugio en las Montañas Blancas 39. Cuando murió, se creyó que ya no había más Orcos, pero no era así.

2780-2851 12. Walda. Reinó sólo nueve años. Fue muerto en compañía de todos sus compañeros en una emboscada que les tendieron los Orcos, una vez que cabalgaban por los senderos del Sagrario.

2804-2864 13. Folca. Fue un gran cazador, pero juró no volver a perseguir bestias salvajes en tanto quedara un solo Orco en Rohan. Cuando se encontró el último reducto de Orcos y se los destruyó, fue a cazar el gran jabalí de Everholt al Bosque de Firien. Llegó a matarlo, pero el jabalí lo había lastimado con los colmillos y murió poco después a consecuencia de las heridas.

2830-2903 14. Folcwine. Cuando llegó al trono, ya los Rohirrim se habían recuperado. Reconquistó la frontera occidental (entre el Adorn y el Isen) que habían ocupado los Dunlendinos. Rohan había recibido una gran ayuda de Gondor en los días de desgracia. Por tanto, cuando oyó que los Haradrim atacaban a Gondor con grandes fuerzas, envió a muchos hombres en auxilio del Senescal. Deseaba conducirlos él mismo, pero lo disuadieron, y en vez de él fueron sus hijos gemelos Folcred y Fastred (nacidos en 2858). Cayeron uno al lado del otro en la batalla de Ithilien (2885). Túrin II de Gondor envió a Folcwine una rica indemnización en oro.

2870-2953 15. Fengel. Era el tercer hijo y el cuarto vástago de Folcwine. No se lo recuerda con elogios. Nunca tenía bastante de provisiones y riquezas, y disputaba con los mariscales y sus hijos. Thengel, su tercer vástago y único varón, abandonó Rohan cuando llegó a la edad adulta, y vivió largo tiempo en Gondor, donde ganó honores al servicio de Turgon.

2905-2980 16. Thengel. Se casó tarde, en 2943, con Morwen de Lossarnach en Gondor, aunque ella tenía diecisiete años menos que él. Le dio tres hijos en Gondor, de los cuales Théoden, el segundo, fue el único varón. Cuando Fengel murió, los Rohirrim lo llamaron, y él volvió de mala gana. Pero fue un rey de mérito y sabiduría, aunque en palacio se empleaba el lenguaje de Gondor y no a todos les parecía bien. Morwen le dio otras dos hijas en Rohan; y la última, Théodwyn, fue la más hermosa aunque tardía (2963) hija de la vejez de Thengel. Théoden quiso mucho a su hermana.


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