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Cyteen 3 - La Vindicacion
  • Текст добавлен: 6 октября 2016, 23:13

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Автор книги: C. J. Cherryh



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Después el Cuidador dijo:

—Mensaje, Abban AA a Base Dos, comunicaciones especiales.

Denys no contestó enseguida. Después dijo:

–Informa.

Ser Denys —dijo la voz de Abban, fría con la distancia y la reproducción del Cuidador—. Giraud acaba de morir. Me encargaré de que lo transporten a casa como él dejó establecido. Pidió que usted fusione su Base con la de él

Denys bajó la cabeza hasta apoyarla en una mano.

–Abban —dijo Seely—. Soy Seely SA. Ser te da las gracias. El resto de los detalles son cosa mía.

Ari se quedó allí sentada mucho tiempo, esperando, hasta que Denys se secó las lágrimas y respiró una vez, una respiración grave y difícil.

–Lynch —dijo—. Alguien tiene que avisar a Lynch. Dile a Abban que se ocupe. Tiene que ser el sustituto. Tiene que presentarse para la elección. Inmediatamente.

III

La Familia llegaba ya al Jardín del Este, en parejas y pequeños grupos, con chaquetas y abrigos bajo el aire frío del mediodía otoñal.

Con ausencias notorias, ausencias que hicieron dudar a Ari de su posición al frente de la Familia, a los dieciocho años, inmaculada en su vestido de luto y correcta como ella sabía serlo, con el broche de topacio en el cuello del vestido, el broche que le había regalado Giraud. Algo que sea solamente tuyo.

El funeral era otra de esas obligaciones que ella habría deseado evitar.

Porque Denys lo había complicado todo. Denys se había derrumbado. Había rehusado a que lo nombraran canciller de Ciencias y se había negado a asistir al funeral. Denys estaba en el Ala Uno, supervisando la recuperación e implantación deun grupo genético CIUD 684-044-5567, precisamente en este momento, y aunque Ari sentía compasión por sus razones, tembló levemente de asco al pensarlo.

Así que quedaba ella, sobrina adoptiva, como familiar más próximo, ni siquiera relacionada directamente con Giraud, pero en el rango de familiar directo, por encima de Emily y Julia Carnath-Nye y de Amy. Se sentía incómoda en ese papel, a pesar de que sabía que Julia se había acercado a Giraud más por ambición que por los lazos de sangre. A la mierda con Julia; aquel papel significaba prestigio y ella odiaba sacar a Amy de su sitio, eso era lo más incómodo. Los Carnath-Nye estaban de pie, un grupo pequeño y muy heterogéneo de lazos sanguíneos que no mantenía buenas relaciones en esos días; Amy había traído a Quentin como ella a Florian y a Catlin por un problema de seguridad personal en un momento muy delicado, no para exponerlo ante la Familia y a la desaprobación de su madre; pero Julia Carnath no lo consideraba bajo el mismo punto de vista.

A Julia y a su padre Emil no les gustaba tener a Abban junto a ellos y lo ignoraban cuidadosamente, a ese hombre que en muchos sentidos había estado más cerca de Giraud que ninguno de sus parientes, ni siquiera Denys, mierda; ese hombre que había sostenido la mano de Giraud mientras agonizaba y se había ocupado de las notificaciones con una eficiencia silenciosa cuando no había nadie de la Familia que se hiciera cargo.

Esa actitud desaparecería, desde luego: ella había tomado nota y había escandalizado a los viejos en otros momentos. Hacerles saber lo que haría cuando tuviera el poder en la Casa, a la mierda con sus sentimientos ofendidos.

Amy estaba allí; Maddy Strassen en la primera fila, con la tía Victoria, la hermana de mamá, que a sus ciento cincuenta y cuatro años era una de las personas vivas más ancianas, aparte de los que vivían en el espacio. La rejuv no parecía fallarle a Victoria Strassen: en lugar de eso se estaba desvaneciendo como el hielo bajo la luz del sol, más delgada y frágil a medida que transcurrían los años hasta que ahora parecía ser pura energía en lugar de un ser de carne y hueso. Ahora llevaba un bastón: la imagen afectó a Ari hasta la médula. Mamá sería así de vieja ahora. Mamá sería así de frágil.Evitó mirar a Victoria, y no solamente porque aquella mujer la odiara y la considerara culpable del exilio de Julia Strassen en Fargone.

El clan Whitely estaba allí: Sam y su madre, los Ivanov, los Edward, Yanni Schwartz y Suli, los Dietrich.

Justin y Grant no estaban. Justin había enviado una excusa muy elegante, considerando las circunstancias, y le había ahorrado una situación muy comprometida. Era la única actitud piadosa que había recibido de la Familia o de los extraños. Los periodistas se habían reunido en el área de prensa del aeropuerto durante media hora aquella misma mañana, una cita para una entrevista esa tarde, ciento veinte solicitudes frustradas de entrevistas con Denys.

Lo siento, había dicho ella en privado y frente a las cámaras. Incluso los que trabajamos toda la vida con la psicología sentimos dolor personal.Con frialdad, con precisión, dejando entrever su preocupación lo suficiente como para mostrar lo que Giraud llamaba el aspecto humano de Reseune. Mi tío Denys estaba muy unido a su hermano, y él tampoco es joven. Ha dejado el puesto de sustituto en manos de Lynch por razones de salud. No, claro que no. Reseune nunca se ha considerado la dueña exclusiva del sillón de Ciencias. Como institución científica y la más antigua de Cyteen hacemos nuestra aportación, claro, y estoy segura de que habrá otros candidatos de Reseune, pero, por el momento, nadie piensa presentarse. Después de todo, el doctor Nye no estaba obligado a nombrar al secretario Lynch, podría haber nombrado a cualquiera en Ciencias. El secretario Lynch es un líder muy respetado, muy calificado en el Departamento por sus propios méritos.

Y ante una serie de preguntas insistentes: Ser, el doctor Yanni Schwartz, jefe de! Ala Uno en Reseune, responderá cualquier pregunta al respecto.

No, sera, eso en el futuro. Por supuesto, mi predecesora ocupó el sillón. En este momento, soy supervisora en Reseune, tengo personal y varios proyectos bajo mi administración.

Todos los periodistas de la habitación habían hablado de eso, ante todo, oliendo una historia que iba más allá de su misión del momento: Ari les había arrojado el cebo, deliberadamente, y ellos se morían por morder el anzuelo a pesar del echo de que estaban grabando en directo y por una razón solemne y específica, con música fúnebre de fondo. Ella les dio la pista de una historia que no podían ir a buscar, no sin indecencia; y mantuvo el rostro inexpresivo cuando lo hizo.

Pero fueron a buscarla en cuanto cesó la grabación en directo: ¿hasta qué punto formaba ella parte de Administración?, ¿cuáles eran los proyectos?, ¿cómo se tomaban las decisiones en Reseune? y ¿estaba realmente involucrada en ese nivel?

Preguntas peligrosas. Sumamente peligrosas. Ella había hablado entonces de cadáveres sangrantes, de las bombas en los subtes, de las imágenes de las noticias: un juguete en medio de la destrucción.

Todos los administradores de ala están en el proceso,les había dicho, sin titubear, con la mirada directa de Ari senior y la pausa deliberada antes de contestar.

Miradme, no soy una tonta. No voy a presentar mi candidatura delante de las cenizas de mi tío.

Pero no me descartéis en el futuro.

He venido,les había recordado en ese contexto, como portavoz delegada de la familia. Ésa es mi primera preocupación. Tengo que irme, sen. Tengo que estar en la colina para el funeral dentro de media hora. Por favor, discúlpenme.

Era el primer funeral con un entierro real al que hubiera asistido, una pequeña urna de cenizas que depositar en el suelo y dos jardineros fuertes para levantar la tapa de basalto del suelo y volverla a colocar con un ruido definitivo sobre a tumba.

Ella tembló por dentro al oír el sonido. Una urna tan pequeña para el tío Giraud, siempre tan alto.

Y entierro en la tierra en lugar de un disparo hacia el sol. Ella sabía lo que eligiría cuando le tocara la hora, lo mismo que su predecesora, lo mismo que mamá. Pero tal vez aquello era apropiado para Giraud.

Emil Carnath pidió que los colegas y compañeros hablaran de Giraud.

–Tengo algo que decir —dijo Victoria Strassen, inmediatamente.

Ay, Dios, pensó Ari. Y se preparó.

–Giraud me echó del funeral de mi hermana —empezó Victoria con una voz más fuerte y aguda de lo que cabía esperar de aquel cuerpo frágil—. Nunca se lo perdoné.

Maddy dirigió una mirada a Ari, una miradaangustiada a través de la reunión. Lo lamento.

No es culpa tuya, pensó Ari.

–¿Y tú, Ariane Emory R? ¿Vas a echarme por decir la verdad?

–Hablaré después de ti, tía Victoria. Mamá me enseñó a ser educada.

Eso sí le dolió. Los labios de Victoria se transformaron en una línea estrecha y se apoyó con las dos manos en su bastón negro.

–Mi hermana no fue tu madre —espetó Victoria—. Ése es el problema de la Casa. La muerte es muerte, y eso es todo. Así es como funcionan las cosas y como han funcionado a lo largo de la historia. Los viejos dejan el lugar para los nuevos. No se alimenta de cadáveres. No te guardo rencor, joven sera, no tengo nada contra ti. Tú no pediste nacer. ¿Dónde está Denys? ¿Eh? —Miró a su alrededor mientras hacia un círculo amplio con el bastón—. ¿Dónde está Denys? —Hubo un movimiento de incomodidad en la multitud.

–Sera —murmuró Florian en el hombro de Ari, para que ella le diera instrucciones.

–Os voy a decir dónde está Denys —espetó Victoria, como un ladrido—. Está en el laboratorio haciéndose otro hermano, como hizo otra Ariane. Denys acaba de tomar el mayor poder científico y económico de la historia de la humanidad después de conducirlo casi a la ruina durante su administración, y no hablemos del pobre Giraud, que solamente obedecía órdenes, eso lo sabemos todos, y Denys casi nos lleva a la ruina por sus extrañas ideas acerca de la inmortalidad personal. Dime, joven sera, ¿recuerdas lo que recordaba Ariane? ¿Recuerdas su vida?

Dios. Prefería que no se lo hubiesen preguntado, allí, en aquel momento, en un desafío de inteligencias y en un contexto metafísico.

–Hablaremos de eso otro día —dijo, con la voz lo bastante elevada para que la oyera—. Ante una copa, tía Victoria. Supongo que simplemente es una pregunta científica y que no me estás preguntando sobre la reencarnación.

–Quisiera saber cómo la llama Denys —masculló Victoria—. Llama a tu seguridad si quieres. Ya he pasado por suficientes locuras en mi vida, gente que hacía estallar estaciones durante la Guerra, gente que asesina niños en los subtes, gente a quien no le basta que la naturaleza tire los dados, gente que no quiere hijos, quieren copias pequeñas que puedan llevar a cabo sus sueños, y no importa lo que quiera el pobre niño. Ahora vamos a dejar de lado los funerales, ¿verdad? Para siempre. ¿Es eso lo que están pensando todos en la Casa?, ¿no tengo que morir, puedo ponerle mis propias ideas a una pobre réplica que no tiene nada que decir al respecto, y así mis ideas seguirán avanzando en el mundo después de mi muerte?

–Estas aquí para hablar de Giraud —aulló Yanni Schwartz—. Hazlo o cállate, Vickie.

–Ya lo he hecho. Adiós a un ser humano. Bienvenido a casa, Gerry R. Dios ayude a la raza humana.

Los demás discursos, gracias a Dios, fueron decorosos, unas cuantas frases: «No estábamos de acuerdo en todo, pero él tenía sus principios»,dijo Petros Ivanov; «Mantuvo en marcha a Reseune»,declaró Wendell Peterson.

Y después quedó la familia directa, siempre la última en hablar. Refutar al resto, pensó Ari, para bien o para mal.

–Os voy a decir —intervino en lo que era obviamente su turno, él último, como pariente más próxima, ya que Denys se encontraba exactamente donde Victoria había dicho que estaba y hacía lo que Victoria le había acusado de hacer– que hubo un tiempo en que odié a mi tío. Creo que él lo sabía. Pero en los últimos años aprendí mucho acerca de él. Coleccionaba hologramas y miniaturas, amaba los microcosmos y las cosas quietas, dóciles, creo que se debía a que en su mundo nunca disfrutó la sensación de haber terminado algo, sólo vivió en un flujo continuo y permanente, y tuvo que tomar decisiones de las que nadie quería responsabilizarse. No es cierto que solamente obedeciera órdenes. Consultaba con Denys sobre su política, llevaba a cabo las decisiones del Departamento, pero sabía la diferencia entre una idea buena y una mala, y nunca dudaba en apoyar sus propios razonamientos. Pero era callado. Buscaba el núcleo de los problemas y luego rastreaba las soluciones que podían funcionar bien.

»Sirvió a la Unión en tiempos de guerra. Hizo un trabajo importante sobre la personalidad y la memoria humanas que todavía representa un punto de referencia en ese campo. Aceptó el sillón del Concejo en medio de una crisis nacional y representó los intereses del Departamento durante dos décadas muy críticas, hasta mi generación, la primera generación de la Unión que no estuvo en contacto directo con la Fundación ni con la Guerra.

»Me habló mucho en este último año. Abban hizo toda una serie de viajes de ida y vuelta... —Contempló a Abban pero él estaba observando el vacío, de esa forma ausente que adoptan los azi que sienten dolor—. Viajes en que llevaba mensajes entre nosotros. Sabía que se estaba muriendo, naturalmente, y no le importaba mucho lo de tener una réplica. Hablamos de eso como hablamos de muchas otras cosas, algunas personales, algunas públicas. Estaba muy tranquilo cuando hablaba de la muerte. Le preocupaba su hermano. Lo que me impresionó más fue la forma en que lo dispuso todo, la forma en que hizo planes claros para todo.

Y eso era así a pesar del lío que había hecho Denys después con esos planes, pensó.

–Durante los últimos seis meses, funcionó con una agenda muy ordenada para que aquellos de nosotros a quienes estaba instruyendo pudiéramos entrar en su oficina, coger esa agenda y saber exactamente dónde estaban los ficheros y cuáles eran las prioridades. Confesó que le daba miedo la muerte. Que hubiera querido seguir viviendo otros cincuenta años. Nunca expresó remordimiento por nada de lo que había hecho, no me pidió disculpas, solamente me dio las claves de los ficheros y pareció conmovido al ver que yo lo perdonaba. Ése era el Giraud que yo conocí.

Y lo dejó ahí.

Tengo los ficheros.Eso también era deliberado. Como había hecho con la prensa.

No para destruir a Lynch, claro. Denys se negaba a ocupar el puesto y alguien tenía que hacerlo; Reseune estaba paralizada. Algunos estaban pidiendo a Yanni que recusara a Lynch y ocupara el sillón.

No, había dicho Denys, lo bastante cuerdo para prever esa posibilidad. Que nadie recuse a Lynch. Nadie. Es inofensivo. Dejadlo.

Resultaba difícil adivinar qué pensaba Yanni de todo ello. Ari no creía que Yanni quisiera ese honor.

Pero la negativa de Denys había arrebatado a Yanni la posibilidad de acceder a la Administración de Reseune. Y eso, pensaba ella, a pesar de que todo el mundo en Reseune había pensado en la posibilidad de que Denys se negara a aceptar el sillón, eso tenía que haber sido una desilusión.

Decidió buscar a Yanni después del funeral, tomarlo del brazo, agradecerle su apoyo y asegurarse de que toda la Familia lo viera.

Asegurarse de que toda la Familia supiera que Yanni no estaba fuera de la carrera en el futuro, a su tiempo.

–Sé lo que estás haciendo —le dijo fervientemente, sin preocuparse por los que pudieran oírla, sabiendo que alguien la escucharía—. No lo olvidaré, Yanni. ¿Me oyes?

Le apretó la mano. Yanni la miró, como si por un segundo hubiera creído que era sólo un reconocimiento a su orgullo y luego se hubiera dado cuenta de que era mucho más que eso, en la forma sutil en que se daban esas señales en la Familia.

No se dijo ni una palabra directa. Pero había suficientes testigos. Y Yanni quedó profundamente afectado.

Cuando llegara el momento, Yanni se pondría de su parte, pensó Ari, como lo harían Amy, Maddy y la nueva generación.

Y otros en la Casa captarían las señales con facilidad, que ella había presentado su candidatura en varios frentes y había empezado a hacer adquisiciones, no en un sistema sólo para los jóvenes, sino con vistas a una administración adulta de alguien que disfrutaba de más respeto en la Casa de lo que él mismo había sospechado.

Señal clara de que Yanni estaría de su parte. Ahora dejaría que él captara a sus propios seguidores: Yanni no hacía tonterías y no dejaba que nadie lo engañara. Yanni había arrebatado el poder de su propia hija y le había arrebatado la autoridad cuando ella había abusado del puesto. Había favorecido a todos los que se lo merecían y había juzgado sólo por los méritos: ésa era su reputación, y mientras tanto, Yanni creía que lo consideraban un hombre duro, gritón y severo.

Yanni tenía que volver a plantearse la situación. Interesante.

Yanni no iba a dejarse engañar por los lameculos y los Stef Dietrich, ni en la Casa ni en ningún otro sitio.

Había sido uno de los amigos de mamá. Ella pensó con algo de satisfacción que mamá la hubiera aprobado.

IV

Anduvo por el camino exterior a la Casa, alrededor de la pared del jardín hacia las lejanas puertas: gracias a Dios, era un lugar tranquilo después de la presión de las entrevistas. Mierda, Victoria, pensó y comprendió que Maddy había querido desaparecer, que se la tragara la tierra.

–¿Os preguntáis por qué hace esas cosas? —murmuró a Florian y a Catlin—. Yo también.

Los dos la miraron. Catlin dijo, en el silencio de Florian:

–Resulta raro que alguien muera. Uno piensa que tiene que seguir estando ahí. En los Barracones Verdes pasaba lo mismo.

Ari puso la mano sobre el hombro de Catlin mientras caminaban. Recuerdos. Catlin había visto morir a varias personas.

–No estarás sintiéndote mal, ¿verdad?

–No, sera —respondió Catlin—. No pienso dejar que circulen rumores sobre mí.

Ella rió suavemente. Confía en Catlin.

Florian no dijo nada. Florian debía de haber captado todas las señales en la multitud; y seguramente estaba trabajando con ellas para que cobraran sentido. Florian se estaría preocupando por los vivos.

–Ya no está con nosotros —suspiró Ari finalmente, junto a las puertas—. Mierda, es extraño. —Y miró a Florian, que de pronto había adoptado una expresión muy tensa, los rasgos marcados de aquella forma que indicaba que estaba recibiendo algo en el monitor de Seguridad. Uno de los dos estaba siempre informándose.

–Novgorod —anunció Florian—. Jordan Warrick ha declarado que es inocente. Afirma que lo obligaron. Seguridad de Reseune está enviando órdenes para detenerlo.

–Averigua dónde están Justin y Grant. Catlin y yo vamos a ver a Denys; vuelve a casa, asegura la base y quédate allí; usa la fuerza si es necesario, pero no como actitud inicial.

Eso, antes de que cruzaran las puertas, mientras un guardia de Seguridad cuyo comunicador no debía de estar recibiendo noticias a ese nivel los miraba intrigado por la rapidez con que hablaban y actuaban, como si estuvieran metidos en un asunto importante.

–No dicen gran cosa —dijo Catlin mientras caminaban.

–¿En los servicios informativos?

–Eso, primero —informó Catlin—. El comunicador 14 está cargado de entradas.

Periodistas en el aeropuerto, al borde de un hecho importante y detenidos por una Seguridad ansiosa y poco comunicativa.

–Mierda, ¿dónde está Denys? ¿Qué está haciendo? Catlin se golpeó la unidad en la oreja.

–Denys todavía está en el laboratorio: Base Uno, ¿qué hay con la transmisión de la Base Dos? Afirmativo, sera. Ha enviado un mensaje para que pospongan las preguntas. Dice que las acusaciones son una maniobra política, cito: «Hecha en mal momento y con una falta evidente de sentimientos humanitarios. La Familia vuelve de un funeral y la gente está en las oficinas. Reseune ofrecerá una declaración dentro de media hora.»

–Gracias a Dios —suspiró ella, con fervor. Denys estaba despierto. Denys devolvía el golpe. Ya era hora, mierda.

V

Era un buen día para no salir, pensó Justin, dada la situación en la Casa, dado el estado general de inquietud en Seguridad ahora que su jefe había muerto: No quiero ser alarmista,le había dicho Ari por el Cuidador, pero me sentiría mucho más tranquila si tú y Grant no salís durante unos días si podéis evitarlo. Trabaja en casa, si puedes. Voy a estar muy ocupada, no puedo controlarlo todo, y Seguridad está muy confundida, están luchando por el poder. ¿ Te importa? Si quieres ir al funeral, ve. Pero quédate donde haya gente.

Voy a seguir tu consejo,había dicho él en respuesta. Gracias. Sé que tienes muchas cosas de qué preocuparte ahora. No creo que nuestra presencia en el funeral fuera adecuada o apreciada por sus amigos; pero si hay algo que Grant o yo podamos hacer en el ala para ocuparnos de los detalles estamos dispuestos a ayudar.

Ella no les había pedido nada, en cierto modo se había olvidado de ellos, pensó Justin, lo cual no era de extrañar dada la presión que debía de estar soportando. Las noticias estaban llenas de especulaciones acerca de la salud de Denys, de las consecuencias políticas de que Reseune hubiera cedido el sillón que había ocupado en el Concejo desde la fundación, sobre si los centristas podían forjar un candidato viable dentro de Ciencias, o si el secretario y ahora canciller en funciones, Lynch, tenía las calificaciones personales necesarias para mantener el liderazgo en el partido que había sostenido a Giraud.

–Denys no tiene problemas de salud —objetó Grant, mientras los dos veían las noticias en la sala.

–No sé qué está haciendo —dijo Justin. Y confiando en la libertad que Ari juraba que gozaban con respecto a la vigilancia, añadió—: Pero perder a Giraud representa un golpe muy duro para él. Creo que es la primera vez en la vida que siento lástima por Denys.

–Están haciendo el R —observó Grant—. Denys tuvo que conseguir el apoyo de Ari, ¿no te parece irónico?

–Tiene... ¿cuánto?, ¿ciento veintitantos?, y el peso que soporta no le sirve de ayuda. Supongo que puede considerarse afortunado si vive diez o quince años más. Así que tiene que haber conseguido la aprobación de Ari, ¿no te parece?

–No funcionará —suspiró Grant.

Justin lo miró, su compañero estaba sentado en un nido en el rincón del sillón (habían encontrado unos almohadones rojos y azules finalmente), el cabello rojo totalmente despeinado.

–Denys tiene que marcar el esquema —añadió Grant—, tiene que darle esa base, o no hay esperanza para Giraud. De verdad que lo creo. Yanni tal vez conoció al padre cuando éste era viejo, pero Yanni es demasiado joven para hacer por Giraud lo mismo que Jane Strassen, sin mencionar la forma en que ellos lo trataron.

–Les debe bien poco, eso es cierto.

–Y siempre está el problema de qué hay en las notas que recibió Ari de su predecesora —continuó Grant—. Creo que Ari sabe mucho más de lo que refleja en esas notas. Creo que nuestra Ari se muestra muy cuidadosa con respecto a lo que deja saber a sus tutores.

–Ari dice que a veces... que no todo era necesario.

–Pero hay cosas que sí lo eran —objetó Grant—. Y Denys no sabe, no puede saberlo dada su posición; y ella lo deja así.

–El chico Rubin ha empezado a estudiar química, ¿verdad?

–Buen estudiante, sin embargo las notas no son espectaculares.

–Todavía no.

Grant hizo un gesto, despectivo.

–No hay una Stella Rubin. No hay nadie que le diga cuándo debe respirar. Los CIUD necesitan su infierno, ¿estamos de acuerdo en eso? Tú les advertiste que no dejaran de presionarlo, pero el proyecto todavía lo usa como control. Ejercen toda la presión sobre Ari mientras dejan tranquilo a Ben Rubin; averiguar qué es necesario... Te apuesto lo que quieras a que Denys Nye tuvo mucho más que ver con esa decisión que Yanni Schwartz. Yanni nunca ha dejado de presionar a nadie.

–Excepto que Yanni se enfrenta además a problemas familiares. El suicidio de Rubin lo afectó mucho. Y Jenna Schwartz, ¿recuerdas?, tuvo algo que ver con eso. Tal vez fue Yanni quien acabó cediendo. Claro que sí.

–Pero Rubin sigue siendo un control —objetó Grant—. Y está probando...

–Está probando que: A) no se puede llevar a cabo con todos los grupos genéticos; B) algunos grupos genéticos responden bien a la tensión y algunos no.

–De acuerdo, de acuerdo, pero en los dos casos tenemos...

–C) hay uniones nocivas entre el sujeto y el sustituto. No dejes de considerar el daño que le hizo Jenna Schwartz y el contraste entre Jenna y Ollie Strassen.

–Por no mencionar —dijo Grant, levantando un dedo—, el hecho de que Oliver AOX es varón y Alfa; y Stella Rubin es mujer y no tan brillante. Me gustaría hacer un estudio sobre el joven Rubin. No hay límite para él, no hay cambios de flujo. La inestabilidad está ligada con el suicidio, con la inteligencia. Entre nosotros, lo consideran un grupo fallido.

–Y así determinan que lo sea.

–Y pierden el límite también. Lo cual nos devuelve a la joven Ari, que tal vez le dio al comité todo lo que sabe, cosa que yo no creo, si es tan Ari como parece, y nuestra Ari no corre riesgos con su seguridad. Creo que el acceso a esos programas es un arma poderosa y, ¿sabes?, me parece que Denys debe de haber empezado a darse cuenta.

–Posiblemente más que eso. Tal vez esa Base, después de que ha sido activada, no puede ser dominada desde el exterior en otros sentidos. Posiblemente puede disimular su potencial.

–¿Mintiendo sobre el tamaño de los ficheros?

–E invadiendo finalmente otras Bases. Pruebas interiores, parámetros... He estado pensando cómo diseñaría un programa como ése, si ella fuera azi. La primera Ariane me diseñó. Tal vez... —Grant hizo un gesto breve con la boca—. Tal vez tengo, digamos, una resonancia innata, pero no, eso es un error, una resonancia prefijada con los programas de Ari. Recuerdo mis primeras integraciones. Recuerdo que incluso cuando niño podía advertir un placer sensual en la forma en que encajaban las cosas, en la forma en que los fragmentos de mi comprensión se unían unos a otros con tanta precisión. Ella era muy hábil. ¿Crees que no los preparó para replicarla? ¿O que sería menos cuidadosa con una niña de sus propios grupos que con un azi?

Justin lo reflexionó. Pensó en la mirada de Grant, el tono de su voz, un hombre hablando de su padre, o de su madre.

–Pensamiento contradictorio —dijo—. A veces me pregunto si la amas, Grant.

Grant se echó a reír, una sorpresa fugaz.

–¿Amarla?

–No creo que sea imposible.

–Reseune es mi contrato y nunca puedo separarme de él.

–Reseune es mi contrato: ¿querrías...? Hablo de la contradicción al estilo CIUD. El tipo de contradicción que se presta a las ambivalencias. ¿La amas?

El ceño fruncido.

–Me asusta el hecho de que Ari haya hecho una prueba. Me asusta porque Ari tiene las notas de su predecesora, que incluyen mi manual, estoy casi seguro. ¿Y si... y si...?, es mi pesadilla. Justin, en mis fantasías más enloquecidas, me pregunto: ¿Y si Ari planificó las cosas para su sucesora?, ¿y si me insertó algo que respondiera con la clave correcta? Pero entonces, la contradicción cambia de nuevo y pienso que eso es una completa estupidez. Te voy a contar otra pesadilla: tengo miedo de mi propia cinta de programa.

Justin tembló por Grant.

–Porque Ari la diseñó. Grant asintió.

–No quiero tener que revisarla bajo trank hoy por hoy. Sé que podría tomar tanto kat como para reducir los umbrales y aceptarla, pero entonces pienso que puedo arreglármelas sin eso. No lo necesito, Dios, los CIUD soportan la contradicción y aprenden de ella. Y yo también, ya he aprendido a hacerlo, quiero decir.

–Ojalá me lo hubieras dicho antes, mierda.

–Te habrías preocupado. Y no hay razón para preocuparse. Estoy bien, menos cuando me preguntas cosas como: «¿Amas a Ari?» Dios, eso sí que es retorcido. Es la primera vez que me hago esta pregunta en términos CIUD. Y tienes razón ,alrededor de ella hay un nivel de contradicción múltiple que no me gusta nada.

–¿Culpabilidad?

–No me hagas esto.

–Lo siento. Solamente me lo estaba preguntando. Grant cambió de posición en el montón de almohadones y se apoyó en el brazo.

–¿Alguna vez has revisado mi cinta para averiguar si había problemas?

–Sí —admitió Justin después de un momento de vacilación, un instante de duda que pareció demasiado largo y significativo—. No quería que lo supieras, no quería preocuparte.

–Lo lamento. No puedo dejar de preocuparme. Es demasiado fundamental para mí.

–Tú... te preocupas.

Grant levantó las cejas, un gesto melancólico, breve, y por un momento, pareció reflexionar mientras se pasaba una mano por el cabello.

–Creo que ella me hizo una pregunta que me sacudió, muy en mi interior. Creo que sé cuál. Me parece que me preguntó acerca de mi cinta, por la que, es cierto, me siento culpable: no la uso como se supone que debo hacerlo; supongo que me preguntó sobre el contacto con los subversivos. Además, últimamente he soñado con Winfield. Toda la escena que sucedió en las montañas. El avión, el autobús con esos hombres, aquella habitación.

–¿Por qué no me lo has dicho?

–¿Los sueños son anormales?

–No te vayas por las ramas. ¿Por qué no me lo has dicho?

–Porque no es importante. Porque sé, cuando no estoy en medio de la contradicción, que no hay problema. Quieres que use la cinta, lo haré. Quieres hacer un psicotest por tu cuenta, hazlo. Te aseguro que no me preocupa lo más mínimo. Tal vez deberías hacerlo. Ha pasado mucho tiempo. Tal vez incluso me sentiría más seguro si lo hicieras. Si... —añadió Grant con un movimiento leve de cabeza, una risita sin humor—, si no, después me preguntaría si el que está tocado eres tú.

¿Ves? Es una trampa mental.

–Porque tuviste la oportunidad de ver a Jordan. ¡Porque este lugar de mierda está completamente loco! —De pronto, Justin sintió una oleada de frustración, una preocupación irracional tan intensa que se levantó y empezó a caminar por la habitación, mirando a Grant con la súbita sensación de que las paredes se le venían encima, de que la vida se le cerraba alrededor y no lo dejaba ni siquiera volverse.

No es verdad, pensó. La situación se estaba solucionando. No importaba que ése fuera otro año de separación de su padre, otro año perdido, sin que nada cambiara con respecto al año anterior, pero las cosas pintaban mejor para el futuro, Ari estaba más cerca que nunca de tomar el poder y su régimen, Justin realmente lo creía, prometía cambios, cuando llegara.

Están enterrando a Giraud hoy.

¿Por qué mierda me asusta eso?

–Ojalá me hubieras escuchado. Ojalá hubieras ido tú a Planys —dijo Grant.

¿Y qué diferencia habría? De todos modos, habríamos estado separados. De todos modos nos hubiéramos preocupado.


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