Текст книги "Cyteen 3 - La Vindicacion "
Автор книги: C. J. Cherryh
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Научная фантастика
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–Ari está segura de que sí —contestó Justin, con una mano en la espalda de Grant, para que no se detuviera. Florian puso el equipaje en el suelo del autobús y subió. Dio una orden severa al conductor para que arrancara mientras Grant subía los escalones y Justin lo seguía.
–Tenemos diez pasajeros más —objetó el conductor.
–Tengo prioridad – zanjóFlorian—. Arriba, ser.
Justin subió el último escalón y Grant avanzó hacia el interior mientras Florian cerraba la puerta.
El conductor arrancó y el autobús empezó a moverse.
–Después puede volver a buscar a los demás —dijo Florian, de pie detrás del conductor mientras Grant se sentaba en el primer asiento y Justin lo hacía a su lado.
–¿Qué estamos haciendo? —preguntó Grant, con calma, muy tranquilo.
–No te preocupes —dijo Justin y tomó la muñeca de Grant y la apretó dos veces, con los dedos, en el punto donde se toma el pulso. Confirmación. Sintió que Grant se relajaba un poco.
Florian volvió y se sentó frente a ellos.
–Catlin tendrá el ascensor listo para nosotros —explicó—. Seguridad de la Casa quedará un poco confundida cuando vea que el autobús llega sin los demás pasajeros. En realidad no hay motivo de preocupación. Probablemente entrarán para preguntar al conductor qué sucede y después pasaremos entre ellos. No estamos haciendo nada malo, ser, pero no queremos una discusión por jurisdicción o antigüedad en el mando. Si nos detienen, no habrá problema, no se preocupen, no se pongan nerviosos, podemos salir sin trabas si me dejan hablar a mí y están preparados para entender mis señas. En principio nos limitaremos a pasar por las puertas, directo al ascensor. Catlin y yo hemos vencido a Seguridad más de una vez.
–Eso nos lleva a las residencias de Ala Uno —observó Grant con calma.
–Ahí nos dirigimos —dijo Justin—. Hay una pequeña lucha por el poder en este sitio. Ari está coordinando esto a través de los sistemas de la Casa para que no terminemos con Giraud.
–Cosa que deseo fervientemente —dijo Grant con un suspirito tembloroso y Justin le palmeó la rodilla.
–Una bienvenida terrible. Lo lamento.
–Está bien —murmuró Grant, afectado como Justin no lo había visto desde hacía años. Justin le cogió la mano y se la apretó, y Grant se dejó caer contra el respaldo del asiento con un suspiro mientras el autobús empezaba a subir por la colina.
Florian estaba prestando atención a algo que le llegaba por el micrófono del oído izquierdo. Frunció el ceño un tanto, después levantó la mirada.
–Ah. —Un brillo en los ojos, bruscamente, una sonrisa—. Seguridad se ha quejado de que el autobús saliera sin esperar a los demás. Seguridad de la Casa informó que era una solicitud de sera; ser Denys comunicó al sistema que sera tiene suficiente autoridad para llevarse a Grant bajo su custodia. Vamos a pasar muy fácilmente.
–Estamos en problemas —dijo Grant—. ¿Verdad?
–En cierto modo —admitió Justin—. ¿Tuviste problemas en Planys?
–Ninguno. Ni el más mínimo.
–Bien —dijo él y como el conductor azi podía oírlos, no trató de contestar la mirada de Grant.
Las puertas del ascensor los dejaron en la enorme y vacía extensión del rellano exterior de Ari, con maletas y todo, el equipaje del que se habían apropiado Catlin y Florian, y este último habló en voz baja al aire, para avisar a Ari que habían llegado.
La puerta del apartamento se abrió a lo lejos, al otro lado del rellano.
Y Justin tomó a Grant del brazo mientras caminaban.
–Tenemos un problema —dijo ya en la seguridad del vestíbulo privado de Ari—. Giraud va a atacarnos. Iban a hacerte algo, es casi seguro. Tenemos un trato con Ari.
–¿Qué trato?
Él apretó los dedos, una vez, dos veces.
–Aceptar un psicotest. Sólo algunas preguntas. Está bien. Te lo juro.
–¿Lo mismo para ti? —preguntó Grant. Preocupado. Muy preocupado. No era: «¿Estás seguro de que está bien?», sino: «¿Estás bien?»
Justin hizo que Grant se volviera y lo abrazó, un abrazo breve, muy fuerte.
–Está bien, Grant. Ella es nuestra niña, ¿no? No hay juegos ni problemas; nos está protegiendo, nada más. Grant lo miró y después asintió.
–No tengo secretos —dijo. La voz fina, un poco afónica—. ¿Te quedas aquí?
–No —suspiró él—. Ari dice.... dice que la pongo nerviosa. Pero te esperaré fuera. No me iré.
Justin pasaba las hojas de la revista que Florian había pensado en llevarle, la última de Informes del Departamento de Ciencias,en la que conseguía abstraerse de tanto en tanto, pero la física era difícil y la parte de genética era de Franz Kennart, de Reseune, que informaba sobre el diseño del zooplancton; y Justin ya había leído artículos de Franz sobre ese tema. Y un biólogo de Svetlansk publicaba un artículo sobre la continua pérdida de los ecosistemas nativos de Cyteen y la creación de zonas muertas en las cuales ciertas bacterias anaeróbicas estaban produciendo grandes bolsones de metano en valles cercanos a Svetlansk.
No bastaba para captar su atención, desde luego. Hasta las fotos fallaban y él se limitó a leer los títulos, los pies de las fotos y algunos párrafos aislados, en medio de una ansiedad completa. Se limitaba a leer datos y sentir cómo se le retorcía el estómago, una vieja y conocida situación a lo largo de toda su vida: leer informes mientras esperaba un arresto, hacer trabajo de tiempo real o diseño de vida o muerte mientras esperaba la última de las locuras de la Administración sobre si podía, en un mes dado, recibir noticias acerca de la salud de su padre.
Pasó las hojas, adelante y atrás, quedó absorto un momento en un diagrama sobre la geología de Svetlansk y observó las fotos de los escamados muertos. Había algo triste en aquello, aunque significara lugar para plantas verdes, cerdos, cabras y seres humanos. La foto de un ser humano para dar la escala, apenas un enanito, oculto casi junto al bulto medio podrido de un gigante que debía de haber vivido durante siglos, parecía tan cruel como las fotos de la vieja Tierra, los cazadores sonrientes posando junto a pilas de cadáveres, de cráneos de tigres o grandes colmillos de marfil.
Por alguna razón, le rodaron las lágrimas por las mejillas y eso lo asustó. Le dolía la garganta. Por un estúpido escamado muerto. Porque estaba tan nervioso que no podía llorar por Grant. Él lo miraría con curiosidad y le diría: «La contradicción provoca reacciones ¿verdad?»
Se secó los ojos, volvió varias hojas hasta que consiguió calmarse y finalmente, cuando no encontró nada a qué prestar atención, pensó: Dios, ¿cuánto pueden llevar unas pocas preguntas?
La primera Ari hizo los diseños de Grant. Ella tiene acceso a su interior. Tiene todo el manual, como Giraud.
Giraud lo dejó casi muerto.
¿ Tal vez Grant se le ha escapado de las manos?
Me llamaría. Me llamaría, estoy seguro.
Dejó la revista sobre la mesa frente a él y apoyó los codos en las rodillas, se frotó los ojos y cerró las manos detrás, sobre la nuca, para detener un creciente dolor de cabeza.
Supongamos que Jordan le colocó algo profundo. Grant podría recibirlo, podría tomar parte en eso, partirlo...
Jordan no lo haría. Dios, seguramente no.
En el vestíbulo se abrió una puerta; él levantó la vista y oyó la voz de Ari, sus pasos suaves.
Ella salió a la habitación delantera y no parecía nerviosa. Sólo cansada.
–Está durmiendo —anunció—. No hay problema. —Fue hasta el sillón donde él estaba sentado y dijo—: Está totalmente limpio. No pasó nada. Está durmiendo. Estaba preocupado, claro, tiene sus motivos. Estaba preocupado por ti. No voy a pedirte que no lo despiertes, si deseas hacerlo. Pero te dije que está a salvo, que está cómodo. Le voy a dar la cinta a Giraud. Tengo que hacerlo. Giraud está loco a un nivel muy profundo con eso que llama tu influencia. Y ya sabes lo que sospecharía si no se la doy.
–Lo sospechará igualmente. Si esa cinta probara que somos totalmente inocentes, encontraría una razón para no creerlo.
Ella agitó la cabeza.
–¿Recuerdas que le dije a Denys que tengo las notas de trabajo de Ari? Le he asegurado que controlo totalmente la situación, que cuando termine no importará lo que haya o no haya hecho Jordan, que si está preocupado por la influencia Warrick, puede tranquilizarse. Que os estoy trabajando.
Era posible, pensó él; y claro que sonaba lo bastante cierto para formar parte de sus propias preocupaciones y recordarle a Emory totalmente, una capa tras otra de verdad, escondidas en subterfugios y un sentido del humor poco común. Se frotó la nuca y trató de pensar, pero las reflexiones se le escapaban, asustadas, menos la que decía: No hay alternativa posible, esta muchacha es la única fuerza que importa en la Casa; no hay alternativa, no hay alternativa, no hay alternativa.
Además,recordó que había dicho Ari a través de la mesa del desayuno, si tu seguridad está ligada a la mía, no es probable que tu padre haga un movimiento contra Reseune, ¿verdad?
–Quiero decirte una cosa sobre Giraud —continuó ella—. A veces lo odio. A veces casi lo quiero. No alberga ningún sentimiento contra gente que es su enemiga. Lo fascinan los modelos en escala, los microcosmos y los mecanismos científicos. Se considera un mártir. Está resignado a hacer el trabajo sucio y a que lo odien. Tiene muy pocos puntos flacos, excepto su guerra contra tu padre, y hay mucho odio personal en eso; excepto yo misma, yo, porque soy su único trabajo que puede darle un abrazo y devolverle algún sentimiento. Ése es Giraud. Estamos en lados opuestos. No te cuento esto para que le tengas lástima. Quiero que sepas cómo es.
–Sé cómo es, gracias.
–Cuando la gente te hace daño, eso provoca problemas en la red del ego, ¿verdad?, ¿no es eso lo que aprendí en psiquiatría? Existe la crisis de la red del ego que dice que tal vez es culpa tuya o que tal vez todos creen que estás equivocado, ¿no es eso lo que ocurre? Y el ego tiene que reestructurarse y fluctuar con la duda y darle un monovalor al enemigo para estar seguro de que es el otro quien está equivocado y uno mismo quien tiene la razón. ¿No es eso lo que pasa? Ya lo sabes. Si uno piensa en ese monovalor, eso hace que la fluctuación empiece de nuevo, y resulta muy doloroso. Pero ¿qué pasa cuando tienes que conocer toda la imagen de Giraud?, ¿qué pasa cuando es necesario conocerla?
–Tal vez nadie lo consigue —dijo él– cuando está en el asador.
–Giraud te produce fluctuación. Mucha. ¿Vas a dejar que se salga con la suya, o vas a escucharme?
–¿Estás haciendo esto bajo kat, sera?
–No. Sentirías el eco si lo hiciera, ¿no crees? Estás tan lleno de fluctuación conmigo que no puedes pensar. Estás lleno de fluctuación conmigo, con Giraud, con Jordan. Contigo mismo. Con todos menos con Grant. A él es a quien protegerías. Ése es el trato y yo soy la única que puede ofrecértelo a largo plazo. Giraud se está muriendo.
Justin se quedó ahí, la adrenalina le fluía al máximo, y el cuerpo se le puso insensible con la corriente. El cerebro también. Y la fluctuación se enderezó aunque él sabía que ella estaba operando, aunque reconocía paso a paso lo que ella estaba haciendo, aunque se daba cuenta de que había huellas profundas que lo preparaban para esto, aunque sentía asombro por la forma en que ella lo hacía desde un callejón sin salida e improvisando.
El nudo se deshizo. Ahora estaba tan abierto como con una droga, por un instante de mareo y confusión.
–De acuerdo —aceptó—. Pero hay un pequeño error. Grant no estará a salvo si tú puedes manipularlo.
–Grant nunca haría nada contra ti. Eso está controlado al máximo. Sería una tonta si manipulara tu único punto estable, cuando lo que quiero es asegurarme de tu estabilidad. Si quisiera intervenir a alguien, lo haría contigo. Pero si la seguridad de Grant está garantizada, cada vez que pienses en nacer un movimiento contra mi debes recordar que aunque tu padre quiera, no tiene el poder para protegerse a sí mismo y mucho menos a ti; en cambio yo sí. Nunca haría daño a Jordan. Ni a Grant. No puedo prometer lo mismo contigo. Y en este momento sé exactamente por qué: porque tú eres mi arma en un problema que está amenazando a algo mucho más importante que yo misma.
Resultaba extraño no sentir pánico. De nuevo un trabajo de grupos profundos. Sintió eso a través de una especie de niebla en la cual el intelecto volvió a tomar las riendas y le dijo: Y tú eres mi arma. ¿O no?
Pero dijo en voz alta:
–¿Puedo ver a Grant? Ella asintió.
–Ya te he dicho que sí. Pero te quedarás aquí, al menos durante unos días, mientras lo arreglo con mis tíos.
–Probablemente sea una buena idea —dijo él bastante tranquilo, hasta aliviado después del estallido automático de alarma. La fluctuación le devolvió el golpe. Las defensas se levantaron. Pensó en la posibilidad de que Giraud lo arrestara incluso en contra de la opinión de Denys.
U organizara un asesinato. Giraud no se preocupaba por su reputación. Un profesional, en su forma atroz, claro, que servía a una Causa. Ari tenía razón en eso. Giraud sacrificaría incluso sus relaciones con Ari para asegurarse de que ella estaba a salvo según su propia interpretación de la seguridad.
Giraud podía jugar sucio también. Sólo tenía que eliminar el aprecio que Ari les tenía y desacreditar las ideas de Justin.
Habían organizado un complot para incriminarlo a través de Grant. Estaba seguro de eso. Cada visita a Planys era un riesgo. No habría más visitas. Ni otra oportunidad de ver a Jordan. Tenían suerte de haber recuperado a Grant sano y salvo. Y si Giraud podía manipular a Jordan, indirectamente...
Jordan sabía que su hijo y su hijo adoptivo se habían unido a la sucesora de Ari.
Los interrogantes eran interminables, no había forma de separar las mentiras de la verdad. Todos podían estar mintiendo. Todos tenían razones para hacerlo. Cada movimiento de Jordan en Planys era un riesgo. Ya que no podía tocarlos a ellos, Giraud podía moverse contra Jordan para conseguir un arma contra ellos en Reseune, para suscitar dudas en la mente de Ari.
Y Ari dijo: Os estoy trabajando a los dos.
Dios.
Se dirigió hasta el vestíbulo y atravesó la puerta abierta de la biblioteca, entró en la habitación mal iluminada donde Grant yacía sobre el sillón, dormido, con una fuerte dosis de trank. Florian estaba allí, una sombra en el rincón, atendiéndolo. Catlin no. Catlin estaba en otro lugar del apartamento, para el caso de que él violara las instrucciones y se alejara de las habitaciones delanteras, pensaba Justin.
Puso las manos sobre los hombros de Grant y dijo:
–Grant, soy Justin. Estoy aquí, como te prometí. Grant frunció el ceño, respiró hondo y se movió un poquito; abrió los ojos, apenas una rendija.
–Estoy aquí —murmuró Justin—. Todo está bien. Ella afirma que estás bien.
Una respiración profunda. Los ojos mostraron la pupila y el blanco alternativamente mientras Grant luchaba por emerger del trank. Justin le tocó la mano.
–¿Me oyes? —Una doble presión en la muñeca—. Está bien. ¿Quieres que Florian y yo te llevemos? ¿Quieres ir a la cama?
–Aquí estoy bien —murmuró Grant—. Aquí estoy bien. Me siento muy cansado. Muy cansado. Se le cerraron los ojos de nuevo.
VII
—Me va bien —dijo Ari, que comía un poco de ensalada; almuerzo en Cambios, el 18 de diciembre—. Han vuelto a su casa. Todo el mundo está bien. No hay problemas con Jordan, no hay locuras posteriores. No quería dejarlos ir a los lugares donde Giraud pudiera atraparlos, eso era todo. No deberías preocuparte. Puedo cuidar de mí misma. ¿Te parece bastante?
–Ya sabes lo que opino —dijo Denys.
–Aprecio tu preocupación —agradeció ella con un leve movimiento de cejas, una sonrisa deliberada—. Pero probablemente también te preocupaba así por Ari senior.
–Ari murió asesinada —espetó Denys.
Un punto a su favor.
¿Y los sentimientos? Denysestaba preocupado. Giraud estaba preocupado. Giraud detestaba el desorden, y su propia muerte estaba creando un desorden terrible: habían empezado a circular rumores en la Casa, no era una filtración: el aspecto de Giraud, cada vez más frágil a pesar de su corpulencia, era indicador de un hombre al que le está fallando la rejuv.
–Creemos que fue asesinada —dio Ari—. ¿Quién sabe? Tal vez la tubería reventó sola. Ya probé esa puerta. Una corriente de aire podría haberla movido, en ciertos puntos al menos. Y una línea de criogenia es así también. ¿No? La línea estalla, ella queda atrapada bajo la lluvia, cae, se golpea la cabeza. La puerta se cierra muy naturalmente. Tal vez el asesinato sea una historia muy útil. Puede hacer necesarias medidas muy severas.
–¿Eso es lo que dice Justin?
–No. El doctor Edwards.
–¿Cuándo dijo John una estupidez como ésa?
–No lo dijo específicamente. Me enseñó a utilizar el método científico. Nunca descarto nada. Pienso que algunas hipótesis son más probables que otras, eso es todo.
–La confesión lo hace más probable, ¿no te parece?
–Supongo que debería ser así. Todas las cosas juntas. —Ari cortó un pedazo de pepino—. Me parece que los cocineros se están volviendo un poco perezosos aquí. Mira esto. —Señaló un pedazo grande de lechuga—. ¿Te parece una forma correcta de servirlo?
–No nos vayamos por las ramas, querida, estábamos hablando de por qué te portas como una estúpida con ese hombre. Y está mucho más relacionado con los instintos de lo que te imaginas. Si no te das cuenta de tu vulnerabilidad, te aseguro que a él sí se le va a ocurrir, en cuanto la situación se calme un poco.
–Excepto por un detalle, tío Denys: Justin no es Jordan. Y no puede matar. En absoluto. Por la misma razón por la que no puede trabajar en tiempo real. Se quedaría paralizado. Ni siquiera puede odiar a Giraud. Siente el dolor de los demás. Ari le exacerbó esta tendencia. Se apoyó mucho en eso. Ya ves que tengo las notas. Y sé algo más: Jordan era de ella. Como no pudo usar su forma de trabajar, diseñó una réplica y se la apropió por completo. Si no hubiera muerto, Justin se le habría acercado cada vez más a medida que hubieran transcurrido los años, y habría tendido un puente sobre la brecha que la separaba de Jordan o habría roto con él porque hay algo muy triste en su relación con Jordan y él finalmente lo habría percibido.
–¿Qué, a ver?
–Que Jordan lo habría anulado. Ari nunca temió la competencia. Jordan sí; y esa relación, la de Justin con su padre, se habría vuelto cada vez más tensa bajo la influencia de Ari. Eso es exactamente lo que yo pienso hacer. Jordan es un hombre orgulloso con opiniones muy fuertes, un hombre que tenía sus propios planes para el futuro de su réplica, pero no iban a funcionar porque su hijo, con una buena influencia en favor de la independencia por parte de Ari, lo habría desafiado y le habría hecho la vida miserable; y no creo que el ego de Jordan le hubiera permitido soportarlo.
–Ni siquiera conoces a Jordan Warrick.
–Ari lo conocía. La que habla es mi predecesora. Ella preparó la vida de ese hombre. Le dio a Grant como influencia para Justin, un compañero de potencial semejante. El predecesor de Grant era un Especial, ¿recuerdas?, pero lo preparó en los grupos profundos para que fuera muy consciente de su contrato, que es exactamente el tipo de persona en quien confiaría un chico presionado por su padre cuando necesitara apoyo, ¿no te parece? Grant siempre fue el arma de Ari para sacar a Justin de la influencia de Jordan cuando llegara el momento; y ahora lo tengo yo. Voy a seguir las instrucciones de Ari en esto. Ella valora las habilidades de Jordan, las quería para apoyar su propio trabajo, y ése, según me dicen, es el punto en que ella y Jordan chocaron: él la acusó de apropiarse de sus ideas. Justin dice lo mismo, claro. Y confiesa albergar resentimientos. Pero eso lo tengo cubierto.
–¿Y cómo, si puedes decírmelo?
–Soy un poco más inteligente que mi predecesora. Lo he mantenido alejado de mi cama y solamente me he ocupado de su preparación profesional.
–Eso me alivia.
–Sabía que te sentirías mejor. Supongo que Giraud estará encantado. Sé lo que cree que pasó cuando Justin estuvo en mi apartamento. Puedes decirle que no, que tal vez asusté a Justin lo suficiente para que perdiera el sentido común, pero nunca lo he asustado demasiado. Me porté bien, hice algunas cosas sobre la intervención de Ari mientras él estaba dormido y él está contento de que lo haya dejado tranquilo. Pronto, estará incluso agradecido.
–¿Sabe, joven sera, que se está volviendo demasiado confiada para su edad?
–Soy demasiado para mi edad en muchos aspectos, tío Denys. La mayoría de la gente se siente incómoda con eso. Resulta estimulante poder ser yo misma contigo. Y con Giraud. En serio. Y aprecio que seas sensato conmigo. No estás tratando con la pequeña Ari. Ya no. Soy mucho, mucho más que mi predecesora. Más de lo que muestro en público, que es exactamente lo que ella haría en mi posición. Mis enemigos creen que disponen de más tiempo del que realmente tienen, y ésa es una forma de enfrentarme al problema. Debo hacerme una posición. Y por eso tengo que hablar contigo urgentemente sobre Giraud, tío Denys.
–¿Qué pasa con Giraud?
–Tú le quieres mucho, ¿verdad? Es tu mano derecha. ¿Qué vas a hacer cuando se muera?
Denys respiró hondo y apoyó la mano junto al plato. Primer punto.Por lo visto había tomado a Denys totalmente por sorpresa y parecía más conmovido de lo que ella le hubiera visto nunca.
Hizo un gesto de enfado con el ceño fruncido y después una expresión más clara.
–¿Qué supones tú que voy a hacer?
–No lo sé. Me preguntaba si te lo habías planteado.
–Lo estoy pensando. Los dos lo estamos pensando. —Todavía enojado—. Tus actos no son de gran ayuda. Ya sabes lo inestable que es la situación en el Concejo.
–Sé que Giraud está muy preocupado por mí. «La influencia Warrick», por Dios, ya lo he oído tantas veces que me ha dejado sorda. Déjame decirte una cosa: Justin no está tramando nada contra mí. —Vio que Denys miraba al vacío y golpeó la mesa con las uñas—. Ahora escúchame, tío Denys. —Volvió a centrarse en su interlocutora—. Deja de pensar que soy una tonta, por favor. Lo necesito por razones muy concretas, muy profesionales. Está trabajando en un área que necesito, o que voy a necesitar en el futuro.
–Nada que no pudieras hacer tú misma, joven sera.
–Tal vez. Pero ¿por qué perder el tiempo cuando puedo conseguir que otro lo haga por mí?
–Seguramente eso le gusta mucho a Justin.
–Ah, claro que pienso darle crédito por eso. Ya se lo he dicho. Y a diferencia de Jordan, Justin ha crecido siendo siempre el número dos. Tiene muchísima más flexibilidad que Jordan.
–¿Qué vas a hacer con Jordan en tu administración, dime? ¿Soltarlo? Sería un movimiento estúpido. Y eso es exactamente lo que va a pedirte Justin, lo que seguramente ya te ha pedido, ¿por qué no ser sinceros por una vez? Estoy seguro de que te lo ha solicitado, de la misma forma que sé que logró que le tuvieras simpatía.
–Me lo pidió. Y le sugerí que pensara que Jordan mismo no estaría seguro, o que pensara si Jordan podía defenderse contra la gente que querría usarlo. Como los pacifistas.
–Jovencita, sí que te estás entrometiendo.
–No hace falta tener mis habilidades, tío Denys, para comprender el tipo de cosa que Giraud querría haber implantado en Grant y en Jordan para cuando tú anuncies que los centristas estuvieron en contacto con él. Lamento echar a perder los planes de Giraud. Sé que está furioso conmigo. Lo siento. Pero Giraud se está entrometiendo con una operación mucho más importante: la mía. Y no voy a permitirlo. —Se sirvió más vino. Habían despedido al camarero y le habían indicado que se acercara sólo cuando ellos apretaran el botón para llamarlo—. Tú no confías en mí, tío Denys. Recuerda lo que dije sobre enturbiar las aguas. No me gusta eso. No me gusta ni poco ni mucho. Giraud no está razonando bien y quisiera que tú lo hicieras reflexionar; está cansado, está enfermo y en lo que se refiere a eso, no sé cómo hablarle.
–Pensé que lo sabías todo.
–Bueno, digamos que sé lo suficiente para darme cuenta de que no está bien, de que está tratando de ocultarlo a los ojos del mundo, de que no quiere admitido ante mí y de que habrá una explosión en el futuro, sin otra salida, si trato de razonar con él. A menos que sea con trank, y no voy a hacerle eso a mi propio tío. Tú eres el único que puede conseguir que atienda a razones, el único que puede calmarlo porque él sabe que eres objetivo, aunque no quiere creer eso de mí. Y quiero que le digas otra cosa. Quiero que le digas que la influencia Warrick no es la única que anda suelta por Reseune. Debería creer, realmente debería creer, que la influencia Nye es muy importante para mí. Indispensable, para mí y para Reseune.
–Esto es gratificante.
–No he llegado a lo más importante. Esto es muy delicado, tío Denys. No quiero que lo tomes a mal. Es muy difícil discutirlo con Giraud, pero él es muy práctico y cabezota, y ha ejercido una influencia muy grande sobre mí, sobre Reseune. ¿Qué crees que pensaría si... si yo le pidiera que hiciéramos una réplica de él, como yo lo soy de Ari?
Denys no reaccionó durante un momento interminable.
–Creo que se quedaría sorprendido. También señalaría que no está tan documentado como tú.
–Podría funcionar. Es muy probable. Lo único que necesito es lo de la Casa. Mierda, resulta, tan problemático. No sé cómo preguntárselo, no sé cómo sobrelleva la idea de morir. Nunca... nunca ha hablado del tema conmigo. Supongo que no quiere que yo lo sepa. Pero tengo muchos más conocimientos de psicogénesis de los que tenías tú cuando empezaste; sé muchas cosas que no he escrito todavía, lo sé desde dentro, sé lo que es importante y lo que es prescindible y cuándo estuvisteis a punto de cometer un error grave. Y de verdad creo que podría hacerlo con Giraud. Si él me dejara.
–Querida, cuando uno ha muerto, no hay mucho que pueda hacer para detener a los vivos, ¿no te parece?
–Importa lo que sientes, y lo que quiere Giraud. Quiero decir que su opinión es sumamente necesaria porque tiene que ver con sus psicogrupos y con si el sucesor se sentirá cómodo con su personalidad. Es delicado. Y también hay el asunto de quiénes serían los padres. Tú ya no eres joven, no lo bastante como para educar a otro hijo. Pensé en Yanni. Él tiene la habilidad y la tozudez necesarias. Tal vez Gustav Morley. Pero tú serías mejor porque sabes cosas que nadie puede recordar sobre la forma en que te educaron y puedes ser objetivo, al menos lo fuiste conmigo. Pero en mi caso no había vínculo directo. Esa es una diferencia en la que hay que pensar. Podría significar mucha presión, y no estoy segura de que quieras pasar por eso ahora, tío Denys.
Denys había dejado el tenedor en la mesa.
–Tendría que pensarlo.
–Al menos háblale. Por favor, haz que lo entienda, no quiero pelearme con él. Lo necesito. Lo voy a necesitar en cosas que no puedo prever todavía. Por eso quiero hacer esto. Dile... dile que lo quiero y que ignoro por qué está haciendo todos esos movimientos para detenerme, pero dile que he averiguado algunas cosas y que debería dejarme tranquila para que pudiera operar a mi manera. Dile... dile que entiendo sus enseñanzas. He aprendido lo suficiente de él para cuidarme sola y protegerme. Y dile que si quiere saber lo que es ser un sucesor, yo puedo explicárselo.
–Yo también siento curiosidad por eso —dijo Denys después de un momento—. Qué grado de identidad hay. ¿Hay identidad?
Una sonrisa amable.
–¿Perfiles? Diría que son muy parecidos. Lo que se siente, tío Denys, lo que se siente... es... algo así como yo nunca haría eso. Pero al final, una lo hace. Una casi recuerda... casi recuerda las cosas. Porque forman parte de toda una cadena de hechos que conducen al punto de partida. Porque uno es una continuación y lo que hizo el predecesor es importante y la gente que lo conocía todavía está ahí, los enemigos y los amigos están ahí buscando razones de lo que fue y lo que hizo... y más se entiende lo que sentía sobre las cosas y cómo funcionaba y se entiende desde dentro, visceralmente, instintivamente y se siente una increíble... una increíble identidad con esa persona. Una ve una arruguita; y endereza los hombros, Siéntate recta, Ari, recta.Una ve una preocupación, y se siente personalmente amenazada. Ve enfado y el pulso se le acelera un poco. Algún día, cuando el tema se haya convertido en algo más normal voy a escribir algo al respecto. Pero no creo que sea un tema que me gustara ver en los Informes del Departamento,de momento. Creo que es uno de esos procesos que Reseune es capaz de corromper para otras agencias que quieran hacerlo con los tipos fáciles. Pero siempre nos enviarán los Especiales a nosotros porque van a ser casos problemáticos; los Alfas siempre lo son. Incluso los CIUD. Y eso significa que cada vez hay una parte mayor del talento superior que empieza en Reseune. Denys la miró un largo rato sin hablar.
–Soy en gran parte la mujer que conociste —continuó ella—. No importa que tenga cara de niña. O que mi voz no haya cambiado todavía. Hay una especie de fusión. Solamente que yo ya estoy trabajando con las notas finales de Ari, no con sus hipótesis iniciales. Para mí, la psicogénesis es un don innato. Haré mucho, mucho más de lo que ella consiguió. ¿No es eso lo que queríais?
–Mucho más de lo que esperábamos. Ella rió.
–¿Cómo debo interpretar eso?
–Estamos muy orgullosos de ti. Yo, personalmente, muy orgulloso de ti.
–Me alegro. Me alegro. Yo te estoy muy agradecida, tío Denys. Y también con Giraud. Siempre será así. Ya sabes: Ari era muy fría. Aprendió a serlo, por buenas razones. Pero esa parte no tenía por qué ser exacta. Puedo amar a mis tíos y ser fría cuando lo necesito, solamente para protegerme, porque aunque haya tenido ventajas, soy el blanco, lo sé. Y no quiero que me amenacen. Yo voy a llegar primero. Así soy. Y quiero que lo sepas.
–Me impresionas, joven sera.
–Gracias. Vosotros también. Y los dos sois adorables y os quiero mucho. Quiero que pienses en mi proyecto, sobre Giraud; y quiero que hables con él y me digas lo que él siente.
Denys se aclaró la garganta.
–No creo, no creo que te rechace.
¿Hay identidad?
Ella sabía perfectamente que Denys hablaba para sí mismo.
¿Cómo es?
¿Lo... lo recordaré?
Esa era una pregunta rara, una pregunta que un hombre cuerdo no debía hacerse. Así que ella se la pasó por delante ahora y lo hizo sudar.