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Cyteen 3 - La Vindicacion
  • Текст добавлен: 6 октября 2016, 23:13

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Автор книги: C. J. Cherryh



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–Así que vi una oportunidad —continuó Justin—. En realidad no fue un plan premeditado. Vi lo que hacías con la chica de los Carnath, Amy, y pensé que si estallabas, tal vez podría arreglarlo. Si me cubrías, Giraud lo sabría. Tal vez parecería más de lo que era y entonces él se preocuparía mucho. Lamento que te haya enredado a ti, pero no creo que la sangre haya llegado al río; tal vez te estropeó los planes que tenías de mantenerme puro a los ojos de Seguridad; estoy seguro de que preocupó a Denys, pero dudo mucho que te haya causado un daño personal.

–Nada comparado con el daño que te causaste a ti mismo.

–Perfecto. Las dos cosas me parecen bien.

–¡Eres un estúpido! Podrías habérmelo dicho, ¿sabes?, podrías haber confiado en mí para vigilar a Jordan.

–No, no puedo confiar en nadie para eso. No puedo confiar cuando tú no estás en contacto con los militares, cuando no te encuentras en la posición de Giraud y no te sientas en la silla de Denys. No puedo confiar en que sepas lo que están tramando. Lo lamento.

Justin no conocía la extensión de Base Uno. No tenía ni idea. Y ella no podía revelárselo. De ninguna manera. Tomó un sorbo de vodka y naranja, apoyó el vaso y agitó la cabeza.

–Al menos podrías haberme consultado.

–¿Y ponerte en guardia? No. Lo hecho, hecho está. Ya ves que soy sincero, puesto que me lo has pedido. Te ruego solamente una cosa más: haz un psicotest si lo consideras necesario, pero no le pases la cinta a Denys.

–¿Quién te ha dicho que yo le muestro las cintas?

–No lo sé. Pero sé lo que puede tranquilizar a Denys. No le muestres ésta. Eso solamente puede perjudicar más a mi padre. Estoy seguro de que no mejorará mi posición ante cualquiera de los dos Nye.

–Pero si no se la entrego, estarán convencidos de que yo estoy de acuerdo con lo que hiciste.

–De manera que les entregas las cintas.

–Las que admito haber hecho. Nunca les he dejado ver las notas de Ari sobre ti. Nunca les he enseñado lo que hice para solventar parte del mal que había dejado Ari. El asunto que no estaba resuelto. Nunca les he enseñado la pequeña intervención que te permite permanecer aquí, tan cerca de mí, sin echarte a temblar.

–Sin cosas mucho peores. Sin cosas mucho peores. Todavía tengo destellos de cinta de vez en cuando. Pero la mayor parte de la carga ha desaparecido. Solamente recuerdo, a mucha mayor distancia que antes, o nunca habría podido llevar a cabo lo que hice en la fiesta, nunca habría podido venir aquí, nunca habría podido ni pensar en... en mi plan para irritar a Giraud.

–¿Y cuál es el plan?

–Acostarme contigo.

Eso le dolió y mucho. Lo había dicho de forma tan inexpresiva que Ari solamente se sintió avergonzada a medias, apenas ofendida al principio.

–No pensaba hacer nada que no me hubieras pedido directamente —dijo él—, una o dos veces, y no hace mucho. Tú estarías contenta y haría a Giraud muy, muy desdichado. Y no era nada que pudiera herirte, nunca quise eso. Para ser sincero, no estaba seguro de poder hacerlo. Así que decidí otra cosa cuando tuve la oportunidad.

»Esto es todo. Espero no estar ofendiéndote. Y no lo mencionaría, pero prefiero explicarlo ahora que estoy consciente, gracias a ti, ya que al menos puedo presentar algunas aclaraciones en mi defensa. Así que ahí tienes. Esa es la razón .

Era un movimiento deliberado que le hacía todavía más difícil insistir en un psicotest, calmar las cosas: olvidar la situación. Y decir suficiente parte de la verdad para que pareciera razonable.

Acudir a ella sin la compañía de Grant, además. Eso, sabiendo que estaba metido en problemas.

Mierda, las posibilidades se multiplicaban hasta el infinito cuando estaban relacionadas con motivos y con un Especial no reconocido sometido a presiones de todos los lados, más el hecho evidente de que ella misma lo había Trabajado con el kat, había tomado cosas que eran profundamente importantes para él y había tratado, al menos, de atar los cabos sueltos, lo máximo posible en una mente que había cambiado en gran medida desde las notas de Ari; y teniendo en cuenta las diferencias psicológicas de sus edades invertidas.

Muy complicado. Sumamente complicado.

Has echado a perder mi trabajo —saltó ella—. Me has causado problemas. Tengo razones para estar furiosa. Y te apoyé ante todos, mierda.

–Sí —admitió él—. Esperaba que lo hicieras.

–Es un desastre. —Ari se tragó las promesas que podía hacerle acerca de la seguridad de Jordan. O cómo sabía algo de eso. Resultaba frustrante parecer una estúpida, pero era preferible a serlo—. Mierda, me pusiste frente a Giraud. No sé por qué tengo que solucionar problemas que me has provocado tú porque podías traicionar mis intereses y confiar en que te perdonaría. Es asqueroso.

–No tenía otra alternativa.

–¡Claro que sí! Podrías habérmelo explicado. Él meneó la cabeza, lentamente.

–Me estás empujando, Justin. Me estás empujando, mierda.

–No tenía otra salida.

–Y ahora tengo que cooperar y mantenerte a salvo de Giraud, o él hará estallar tu pequeño plan en pedazos, ¿verdad?

–Algo así. ¿Qué más puedo decirte? Espero que lo hagas. Espero que lo hagas; y eres de lo poco en que puedo confiar.

–Gracias.

Él asintió una vez, con firmeza.

–Así que has obtenido una ganga —comentó Ari—. Consigues todo lo que quieres y ni siquiera tienes que acostarte conmigo.

–Ari, no quise decir eso.

–Lo sé. No es justo.

Había un vínculo profundo hacia Ari en los grupos de Justin.

Ella lo sabía. Sabía que estaba activo, en este lugar, a esta hora.

Que tenía dos filos. Él esperaba que ella entrara en el juego para irritar a Giraud. Todavía estaba maniobrando: ella sabía a donde se dirigían las cosas.

Pero los lazos eran más profundos de lo que él sospechaba.

–¿Quieres que lo haga? —preguntó él.

–No lo sé —respondió Ari. Después añadió—: No. No quiero que sea la paga por algo. Hay una pared de seguridad en el vestíbulo. Hay una habitación de invitados al otro lado. Vete allá. Florian te guiará. Yo le pediré a Grant que venga. Florian y Catlin supervisarán a Mantenimiento, cerrarán tu apartamento y empaquetarán cuanto necesites. Si se olvidan de algo, puedes volver con ellos a buscarlo.

Él parecía impresionado y sorprendido.

–Quieres mi ayuda —espetó ella– y eso tiene un precio. Te costará tu apartamento, tu independencia y otros inconvenientes, como a mí. Pero no vas a ir a Seguridad y te aseguro que no le contarás a Giraud lo que sabes de mí. Y éste es el otro filo de tu amenaza, ¿verdad?

–¿Qué quieres decir?

–Estoy segura de que puedes pensar acerca de ello y averiguarlo. Entra por esa puerta de seguridad, tu tarjeta te permitirá el acceso. Te mudarás al Ala Uno, y no sé a quién voy a tener que echar para que lo hagas, pero vas a estar dentro de la seguridad del Ala Uno, y dentro de mi seguridad; sin discusiones.

–Ni una palabra —aceptó él, con calma.

X

– Grant está aquí—anunció el Cuidador y Justin saltó del jergón y estuvo en la puerta antes de que Grant pudiera abrirla; el azi entró solo en el apartamento.

–¿Estás bien? —preguntó Grant al instante.

–Muy bien —respondió Justin y lo abrazó—. Gracias a Dios. ¿Problemas?

Grant negó con un gesto y respiró.

–Recibí la llamada, le pedí a Em que cerrara la oficina, fui al vestíbulo y Catlin me recogió. Me llevó hasta el ascensor. Dijo que iría al apartamento a buscar las cosas más necesarias y todo lo que le pidiéramos.

No había preguntas, nada. La costumbre de media vida.

–Podemos hablar —dijo Justin, dándose cuenta de que en realidad, ahora, no podría mantener nada en secreto si Ari quería averiguarlo, nada que nadie pudiera oír excepto Ari, en ese lugar. Fue un momento de vértigo, las viejas precauciones que se derrumbaban por todos los lados. La idea lo sacudió, lo dejó solo por razones que no podía comprender—. Dios, no es como estar en casa, ¿verdad?

Grant lo abrazó. Justin se sorprendió temblando; de pronto, sin razón, no sabía lo que lo asustaba en concreto, era sólo que nada parecía seguro ahora, ni siquiera las costumbres que habían adquirido para protegerse.

No era su casa. No era el lugar donde siempre había vivido, ni la oscuridad que había tratado de mantener. Estaban cada vez más cerca del centro de Reseune.

–No habrá psicotest —anunció—. Ari me preguntó por qué lo hice, una pregunta razonable. Le expliqué mis motivos. Esta es su idea de una mayor seguridad. Tengo que enseñarte el lugar. No te lo creerás.

Controló los nervios, paseó a Grant por las habitaciones y le dio la perspectiva completa de la sala y el comedor.

Era un apartamento enorme en cualquier escala: un vestíbulo casi totalmente de piedra, con techo de madera nativa plastificada; una sala con mesas de cristal negro; y más allá un comedor con azulejos blancos, paredes blancas, muebles blancos y negros. Dios mío,había sido el primer pensamiento de Justin, un impacto emocional de frialdad brillante, irracional: un almohadón rojo, cualquier cosa para conservar la cordura en este lugar.

–Es bastante... bastante grande —comentó Grant. Lo dijo diplomáticamente, o eso creía—. ¿No te parece?

–Vamos —señaló Justin y continuó el recorrido.

Era mejor en los pasillos, azul pastel y verdes que conducían a una cocina verde hielo y a un vestíbulo blanco ante una suitede habitaciones grises y azules, mucha piedra gris, a veces marrón. Un baño sibarítico en negro y plata, con espejos. Otro, de cristal blanco y verde hielo.

–Dios mío —silbó Grant cuando abrió la puerta que daba al dormitorio principal, negro con una cama blanca, inmensa—. Ahí podrían dormir cinco.

–Probablemente ya lo han hecho —comentó Justin. Y tuvo un momento de destello, pernicioso—. Nos han prometido sábanas y otros pertrechos. Hay un tipo de sistema de registro por donde pasan los objetos, incluso la ropa. Les pone como una marca. Si pasamos la puerta con algo que no está marcado...

–Sonará la alarma. Catlin ya me lo ha explicado. Hasta los calcetines y la ropa interior. —Grant meneó la cabeza y lo miró—. ¿Estaba enfadada?

No hablaba de Catlin. Justin asintió.

–Sí, un poco. Dios sabe que está en su derecho, teniendo en cuenta lo que hice. Pero al menos está dispuesta a escuchar. Al menos eso.

Grant no dijo nada. Pero el silencio ya era bastante elocuente y no era necesario el pequeño músculo que se movió en su cara hacia arriba. ¿Debemos preocuparnos por la vigilancia?

Porque Grant sabía... Grant sabía todo lo que él le había confesado a Ari, y todavía más en lo referente a la intención de distraer a Giraud. Pero había cosas entre él y Ari que no podía mencionar ante un posible monitor, cosas que ella podía buscar en un psicotest pero que Justin no podía sacar a la luz a sangre fría, ni dejar que ella averiguara que Grant las sabía: la sensación que había tenido en la habitación en el apartamento de Ari, el cambio entre el pasado y el presente...

La sensación en las entrañas, ahí, en cada parpadeo que lo llevaba del pasado al presente; mirar cómo los ojos de Ari eran alternativamente los de la antigua y los de la actual, sabiendo, por primera vez desde que él era más joven que la Ari actual, que los sentimientos sexuales que matizaban cada uno de sus roces con otros seres humanos, cada trato que él tenía con la humanidad, tenían un foco, un foco específico, marcado por las drogas.

Tal vez habría podido acostarse con ella. Habría podido acostarse con ella en parte de su propia imaginación. Más, había deseado hacerlo, al menos por unos instantes, hasta que le había sobrevenido el destello, un destello desagradable mientras esperaba que ella le respondiera, y fue consciente de que enloquecería de terror si Ari aceptaba; y estaba atrapado allí, en algún lugar entre una esperanza ferviente y un terror desatado puestos en ella. Como si Ari fuera la llave que le permitiría escapar.

O la destrucción.

Dios, ¿qué me hizo?

¿Qué claves tiene?

–¿ Justin? —dijo Grant y lo tomó del brazo—. ¿ Justin...?

El se aferró al hombro de Grant y tembló.

–Dios, Grant...

–¿Qué pasa? —Los dedos de Grant le apretaron la nuca, haciendo presión—. ¿Justin?

La cabeza le latía. Perdió el mundo de vista durante un momento mientras sudaba frío, sintiéndose perdido excepto por la presión de Grant.

Eso es lo que quería Ari, en todos estos años, hace tanto tiempo. Me quería a mí, obsesionado con ella.

Lo he perdido todo. He arrastrado a Grant y a Jordan conmigo...

Esto es todo lo que hay, dulzura.

Gusano. Maestra en psiquiatría. Ella fue la mejor de todos los tiempos.

Placer y dolor.Lazos profundos.

El corazón de Justin latió una vez, con dolor. Pero podía adaptarse a eso como se adaptaba a todo, siempre. La vida seguía, nada más. Había que vivir.

Incluso sabiendo que lo peor que le habían hecho en el pasado no era sexual. El sexo había sido solamente un instrumento.

Aprendizaje endocrino y contradicción, aplicado con toda la fuerza, el tipo de movimiento que podía captar a un chico asustado, vulnerable, y desviarlo hacia otra investigación, darle otro camino a su existencia.

Ella se encargó de que yo naciera.

Podía seguir viviendo. Incluso mientras el suelo desaparecía bajo sus pies. Incluso con el espacio vacío alrededor.

–¿Qué te hizo? —le preguntó Grant, una voz cuerda, preocupada a través de la oscuridad mental, una presión a su alrededor, detrás de su cuello—. ¿Justin?

–Me dio las claves hace mucho tiempo —murmuró él—. Yo sabía, mierda, sabía... debería haberme dado cuenta...

Entonces las cosas empezaron a centrarse. Volvió la visión, el borde del hombro de Grant, la habitación desnuda, negra y blanca, que no era su hogar; la idea de que, seguramente, no volverían al apartamento amistoso, familiar, de piedra marrón, ni al pequeño lugar para tomar el desayuno que siempre les había parecido seguro a pesar de lo que sabían sobre la vigilancia de Seguridad.

–Ella sabía que se estaba muriendo, Grant. Era la mejor analista, podía captar a un sujeto como nadie que yo haya conocido. ¿Crees que no conocía a Giraud?

–¿Ari senior? —preguntó Grant.

–Ari. Sabía que Giraud no era un genio. Sabía quién la sucedería. ¿Crees que no lo conocía mejor que nosotros? Ari dijo que yo era el único que podía enseñarle. El único. Que necesitaba mi trabajo. Y está trabajando con las notas de Ari, haciendo lo que Ari le dijo que hiciera, desde el principio.

Grant lo empujó para separarse. Él miró la cara preocupada de Grant como la hubiera mirado un extraño, de una forma objetiva, y nunca había observado a Grant así. Grant, la perfección improbable... también obra de Ari, desde los grupos genéticos al psicogrupo.

Todo encajaba, todo. Ya no tenía sentido luchar contra ese diseño. Incluso Grant formaba parte de la estrategia.

Estaba atrapado, siempre lo había estado.

Quería a Jordan. Jordan le falló. Entonces se ocupó de que me crearan. Diseñó a Grant.

Me implantó una obsesión con ella. En un golpe terrible.

Todo está relacionado.

Campo demasiado amplio, campo demasiado amplio...

–¿Justin?

Dios, ¿es Ari tan hábil en realidad? ¿Sabe lo que me está haciendo?

¿Qué mano controla la situación ahora?¿La mano de qué Ari?

¿Importa en realidad, que una hubiera fijado el camino con tanta segundad, que la otra pudiera continuar, seguirlo donde lo había dejado la primera y... ?

Grant le cogió la cabeza entre las manos y le propinó una bofetada.

–¡Justin!

Lo estoy aterrorizando. Pero yo no estoy asustado. Solamente...

Frío como el hielo. Tranquilo. Es útil averiguar la verdad, ¿no?

Estoy bien. Es sólo que... me he mareado un poco.

–Palmeó el hombro de Grant, se alejó unos pasos y contempló el vestíbulo, el vestíbulo que no era el de su casa, un vestíbulo extraño—. Como si me hubiera despertado. Como sí por un momento pudiera sacarme todos los problemas de encima. Pensar más allá de todo eso. —Sintió la mano de Grant sobre el hombro y le devolvió el gesto con algo de presión, asustado de nuevo, porque estaba solo allí, y Grant quería seguir con él pero no estaba seguro de que eso fuera posible, de que nadie pudiera alcanzarlo, nunca. Y Ari estaba muy lejos, adelante, en un territorio que le pertenecía a ella y a su predecesora, en un lugar adonde él no llegaría.

Un sitio al que Jordan nunca había llegado.

La última soledad.

–Nuestra pobre chica —murmuró– es Ari. Mierda, es Ari. Nadie la ha alcanzado nunca. Está marchando hacia ese lugar adonde nadie puede llegar ni hablarle. Eso es lo que le espera. Ya me pasa a mí... a veces.

–Parpadeó y trató de volver. De ver las luces de nuevo. El maldito y gélido decorado. El comedor blanco y negro en el otro extremo del vestíbulo—. Señor, Mantenimiento debe de tener un florero rojo o algo parecido, ¿no? Almohadones. Pinturas. Algo.

–¿De qué estás hablando? —preguntó Grant.

El entrenamiento de supervisor trato de tomar el control. Tranquilo. Lo estás asustando.

–Contradicción. No hay nada humano en este apartamento. Hasta que pongamos algunas cosas del nuestro. Cosas con color. Cosas que nos identifiquen. Dios, este lugar es como una ducha de agua helada.

–¿Es eso lo que te molesta?

–Más o menos. —Parpadeó con rapidez, tratando de aclararse los ojos y enfocarlos en algo cercano—. Tal vez pensaba que éste es el lugar donde habríamos terminado si... si Ari hubiera vivido un poco más. Esto nos habría pertenecido.

–Justin, ¿de qué mierda estás hablando?

–Sentido común. Ari no quería destruir a Jordan. Necesitaba sus habilidades. Se estaba muriendo. Sabía que los Nye eran unos pragmáticos hijos de perra. Conservadores como el demonio. Ella no. Y ellos iban a educar a su sucesora. ¿No crees que este hecho la preocupaba? Y si hubiera vivido dos años más, tal vez incluso seis meses, creo... estoy seguro, de que yo no habría sido el mismo que llegó a su apartamento. Tal vez habría sido capaz de luchar contra Giraud. Tal vez habría tenido mucho más que decir en la educación de Ari. Tal vez estaría en Administración, o más arriba, en el Departamento, quizás ahora ocuparía el sillón de Peterson, ¿quién sabe?

Ahora... no soy esa persona.

Pero Ari está siguiendo el programa de su predecesora. Sigue sus notas.

Es un camino peligroso para ella. Si Ari no tiene la perspectiva suficiente para darse cuenta de eso, para entenderme a mí, es muy peligroso.

No porque yo quiera hacerle daño.

Porque no puedo evitarlo. Tengo lazos que... que no puedo dejar de lado.

No quiero hacerle daño, Grant.

–¿Crees que podrías hacérselo?

No podía responder a eso. Era demasiado. Ari habíajurado que no había monitores, pero eso era solamente la verdad que ella deseaba, su capacidad para impedirlo era otra cosa. Ari mentiría diciendo lo que deseaba en lugar de lo que hacía, se lo había confesado una vez y esa confesión era otra forma de manipular, tan retorcida como todo lo que hacía. Nunca me tomes por tonta... en nada.

No —le contestó a Grant—. No de forma intencionada.

¿Estás escuchando, Ari?

¿Oyes lo que te digo?

XI

—Mensaje—anunció el Cuidador, despertando a Ari y a Florian—. Código privado, Base Tres.

Giraud.

Giraud estaba en Novgorod. O había estado allí cuando ella se fue a dormir.

–Mierda —masculló. Salió de la cama y buscó las zapatillas y la bata.

–¿Me levanto, sera?

–No, duerme un poco más —dijo ella—. Es Giraud, que viene en camino. ¿Qué esperaba yo? Probablemente un mensaje de Denys también.

Buscó una zapatilla y la otra mientras metía las manos en las mangas, encontró los botones y los abrochó.

–Un poco de luz, mierda, Cuidador. Ocho segundos. En el vestíbulo.

La luz de la habitación se encendió un poco, lo suficiente para que ella viera dónde estaba la puerta mientras, al mirar hacia atrás, vio cómo Florian se cubría la cabeza con las sábanas y se removía en la oscuridad. Ocho segundos. Abrió la puerta hacia el exterior mientras parpadeaba contra la luz un poco más fuerte y se frotaba los ojos. La luz que había a sus espaldas se apagó.

Ari cerró la puerta y vio a Catlin en el vestíbulo, en bata, el cabello suelto.

–Vete a la cama. Sólo es Giraud.

Catlin se fue.

Ari deseaba una taza de algo caliente. Pero no quería despertarlos. Se habían agotado empaquetando las pertenencias de Justin y subiéndolas antes de que el resto de Seguridad de la Casa pudiera meter mano en las cosas de Justin o en sus notas, y pasando los utensilios esenciales por el control para que los dos pudieran vestirse y tomar el desayuno y después, le habían dado las notas a Justin de nuevo. Ahora, Justin debía de estar mucho más contento, pensaba ella.

Giraud no, desde luego.

Fue a su oficina, se acomodó en la silla y dijo:

–Cuidador, el mensaje. Estoy sola.

Mensaje. Base Tres a Base Uno. Ari, soy Giraud.

Sí, sí, ¿qué más?

Abban vuela con esta cinta y volverá esta misma noche. Probablemente esté de nuevo en el aeropuerto cuando el sistema te pase el comunicado. No puedo permitirme ese tiempo. Él tampoco. Pero supongo que ya sabes cuál es el motivo de mi preocupación.

¿Tres oportunidades, tío Giraud? ¿Es el baile?

¿O ya sabes la última jugada de tu sobrina?

Estoy muy, muy preocupado, Ari. He redactado este mensaje varias veces. La primera no era nada amable. Pero creo que entiendo al menos las razones que se esconden tras tus razones.

No voy a gritarte. ¿No es eso lo que siempre me decías?: «Si vas a gritarme, tío Giraud, no te escucharé.»

Los dos somos demasiado mayores para eso y esto es mucho más importante que un mal humor. Así que, por favor, escúchame hasta el final. Esto desaparecerá del sistema a menos que lo copies, tal vez quieras hacerlo. Si lo haces, dejo a tu discreción la decisión de enviarlo al Archivo, pero te aconsejaría que no lo hicieras por razones que probablemente ya sabes. Este mensaje va a la Base Uno. A menos que esté muy equivocado, un error muy peligroso, eso me asegura que tú eres la única que lo recibe.

Han colocado otra bomba. Tal vez ya lo sabes.

Mierda. No.

En un restaurante importante. Cinco muertos, diecinueve heridos. Multitudes de Año Nuevo. Eso es lo que hay aquí. Lunáticos, Ari. Gente que no se preocupa por quiénes son las víctimas.

Quiero explicarte esto punto por punto, tan lógicamente como pueda, la razón por la que no es prudente la decisión que tomaste acerca del joven Warrick.

En primer lugar te advertí que no vinieras a Novgorod. Podía prever una cobertura de prensa que tal vez provocaría más bombas, y la gente está muy tensa, lo soporta, sobrevive, pero está preparada para encontrar un chivo expiatorio en quien descargar sus problemas, y no quiero que esa sangre caiga sobre tu cabeza, ya me entiendes. No queremos que seas el centro de la controversia.

Tu sugerencia de prestar agentes de vigilancia y represión entrenados por Reseune es muy acertada. Me avergüenza no haber pensado en los medios: el gobierno de la ciudad de Novgorod está muy sensibilizado y sospecha de cualquier cosa masiva que lleve la firma de Reseune, pero están desesperados y eso les ofrece una alternativa frente a otros caminos que no quieren seguir, no desean sentar el precedente de recurrir a los militares regulares ni tienen fondos suficientes para buscar más contratos de personal. Seguridad de Reseune en los subtes obviamente se convertirá en un buen blanco, pero no va a ser un blanco fácil de atrapar y podemos reunir lo suficiente para llevarlo a cabo. Pedir prestado el transporte y las armas a los militares, en un nivel en el que Novgorod no tiene por qué darse cuenta de la relación. Y así calmaríamos a Jacques también: las fuerzas armadas están protestando por lo que llaman una política permisiva en el departamento. Si triunfamos en algo, en cualquier cosa, eso hará que la Unión recupere su buena imagen.

Y eso me lleva a otro punto, Ari. Un punto del que no me gusta hablar, pero tú y yo sabemos que ya estoy acabado.

¿Lástima, tío Giraud?

Qué vergüenza.

Quitemos carga emocional al asunto y escúchame. Quiero que empieces a pensar qué mierda vas a hacer cuando yo muera, porque te puedo asegurar que tus enemigos ya lo están pensando.

Khalid ya ha rebasado el período de dos arios. Podría volver a recusar a Jacques pero no lo ha hecho. Los centristas apoyan nominalmente a Jacques. Temen a Khalid: no es un hombre fácil de poder controlar y Corain, sobre todo, lo considera peligroso para sí mismo, un sujeto a quien le gustaría mucho tomar el relevo y reemplazarlo, y Corain tampoco es joven. Khalid lo llama viejo abuelo, a puertas cerradas, pero esas cosas pasan de boca en boca en los circuios restringidos.

A mí me llama hombre muerto. No resulta muy agradable, pero ya me estoy acostumbrando a la idea. Él no tiene ni idea de lo cerca que está de la verdad.

Dios, tío Giraud. ¡Qué manera de ver las cosas!

Piensa en el Concejo, Ari. Catherine Lao tiene casi mi edad. Es tu aliada más valiosa aparte de mí y de Harad. Yo ya me voy. Jacques es una figura muy débil y Gorodin está adiestrando a un sustituto en el directorio de almirantes, un senior, se llama Spurlin, capaz pero muy imparcial, muy estrictamente dentro de los intereses de su propio sector. Los demás que se mueran. ¿Me sigues?

Demasiado bien. Ya he pasado esta etapa y voy por delante de ti, tío Giraud.

Cometí un terrible error, Ari, cuando ataqué a Warrick sin consultarte. Nos enfrentamos y ha sido para mal, sobre todo para ti. Cometí un segundo error cuando no lo aclaré contigo. Tengo razones para sospechar que al menos pasaste mi Base...

Ay, Dios...

...y posiblemente la de Denys también o eso, o tienes un sentido del tiempo muy especial y misterioso.

Te confieso que eso me asombró. Entonces no supe qué hacer. Estoy viejo y enfermo, y tengo miedo, Ari. Pero no voy a quejarme. Es sólo que en esa mente tan brillante, Ari, deberías darte cuenta de que tus tíos tienen debilidades, son seres humanos. Debería haber tomado medidas inmediatas que no tomé. Cuando era más joven tal vez lo habría hecho, pero tampoco estoy seguro. Dudas como ésa, ya me entiendes, son el problema de toda mente que razona. ¿No actúo porque veo demasiado y las posibilidades son demasiado amplias, o porque no sé cómo tomar una decisión?

Ahora estoy tomando una decisión. Una decisión desesperada. Te voy a contar la verdad. Jordan Warríck mantiene contactos con un hombre llamado McCabe en el mantenimiento de aire, quien está directamente vinculado con Corain. Envío todo el informe ala Base Uno...

Se supone que debes enviar todos los informes de seguridad al sistema de la Casa, tío Giraud. Esto es totalmente nuevo. ¿Cuánto más te has guardado?

... junto con todos los ficheros presentes en Seguridad de Planys. Es mucha información. Basta decir, con honestidad, que Warríck está repitiendo un viejo esquema. En los informes encontrarás la transcripción de un encuentro de Jordan Warríck con la secretaría de Defensa Lu, en los tiempos de la administración de Gorodin, una transcripción muy secreta que nunca salió a luz en las audiencias. Antes de la muerte de tu predecesora, Warrick intentaba conseguir un traslado a Fargone y todo lo que supone eso. Descubrieron sus intenciones. Y todo fracasó. Todo se fue al diablo. Ari se enteró de que Jordan estaba en tratos con Corain y me imagino que le contó la verdad de lo que estaba sucediendo con su hijo.

Jordan Warríck vio la cinta. Te lo digo como testigo. No sé lo que entendió de ella, con su capacidad profesional y el conocimiento de su hijo, pero todos los que conocemos el asunto sabemos que fue más que gimnasia sexual y más que un intentó de chantaje. En ese momento comprendió que: A) Denys y yo no le dejaríamos recuperar a su hijo para trabajar con él; B) que Ari había trabajado con Justin durante un número de sesiones que él no podía calcular. Si estuvieras en el lugar de Jordan Warrick, ¿cuáles serían tus conclusiones?

Dios mío, Giraud.

Jordan Warrick sabe el tipo de relación que mantienes con su hijo. Lo controlamos muy de cerca, sabemos lo que sabe él. Y comprende que su hijo está cada vez más cerca de ti y cada vez tiene más que perder en cualquier accidente que tú sufras. Usa parte de lo que hiciste está muy bien, Ari. Traté de impedírtelo al principio porque temía de que fueras una adolescente y te comportaras como tal en el asunto, pero en algún lugar en medio del flujo, tus instintos reaccionaron bien. Y ahora recuerdo, como hacen los viejos, que Ari hacía lo mismo. Así que confío en eso y te advierto que Jordan nunca ha confiado en su hijo, Justin nunca ha entendido a su padre. Justin, es un idealista y un hombre honrado, y como tal, muy útil como instrumento. Pero es vulnerable frente a su padre; y su padre es tu enemigo implacable, tu enemigo por principio, tu enemigo en la oposición a Reseune y a todo lo que la institución significa. No me preocupa tanto que mantengas relaciones sexuales con él como que lo defiendas públicamente, que rompas el aislamiento político en que lo situamos. Lo hemos mantenido en una posición desde donde no puede perjudicarte. Que te acuestes con él carece de importancia en este momento. Si eso puede curar tu deseo sexual, estaría encantado.

Pero que lo pongas en un lugar destacado dentro de Reseune sería mortal.

Quiero seguir adelante un momento. Sé que entiendes los hechos tal como te los presento.

Los informes médicos de Gorodin son peores que los míos. De los de Lu, no sé nada. Me imagino que si las cosas siguen su curso habitual, me queda todavía un año de trabajo normal. Después de eso, Lynch tendrá que ocuparse cada vez más de la ejecución y yo de tomar las decisiones, tarea que pienso compartir con Denys y contigo.

Cuando muera, si puedo convencer a mi hermano de dejar Reseune, lo nombraré mi sustituto y después podrá presentarse para la elección. Sí. Denys no se está tomando bien mi muerte. No te he agradecido lo suficiente tu... tu voto de confianza en mí. francamente, no estoy seguro de cuál es la respuesta correcta a la idea de que me hagas una réplica. Un poco halagado, sí, supongo, pero no involucrado personalmente, excepto si eso sirve de consuelo a Denys. Estoy seguro de que no voy a saberlo, personalmente. Ni siquiera estoy seguro de que sea verdad, no creo que yo sea tan importante, aunque Denys sí lo es y, en el contexto de mi valor para él, comprendo el sentido de todo esto. Pero si es verdad, por Dios, no lo divulgues. El público puede aceptar a un niñito encantador. Pero yo siempre he sido un tonto aburrido, tu predecesora te lo podría haber dicho; y estoy seguro de que comprenderás el tipo de ira que podría suscitar el hecho de que mis enemigos descubrieran que deben enfrentarse a otro asalto con Giraud Nye. Supongo que Justin está al corriente de tus planes. Está demasiado cerca de ti; y espero que no le haya contado nada a Jordan, porque si lo hizo, está en la oficina de Corain en este momento y te juro que sé cómo va a terminar todo esto.


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