Текст книги "Cyteen 3 - La Vindicacion "
Автор книги: C. J. Cherryh
Жанр:
Научная фантастика
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–Quiero que estés en mi ala. Quiero que trabajes conmigo, pero estar del lado de mi Seguridad implica que si hay la menor posibilidad de que algo ande mal, tendré que hacer las preguntas. Así está la cosa.
–No me dejas mucha elección, ¿verdad? —Mordió un pedacito de tostada, lo tragó y descubrió que su estómago aceptaba la miel mejor de lo que había supuesto—. ¿Esperas que ordene a Grant que acepte un psicotest de una niña de diecisiete años?
–No quiero que Grant se asuste. Me gustaría que al menos se lo explicaras.
–Mierda, yo...
–Está a salvo, ¿no? Cuando lo veas salir de ese avión, sabrás que he cumplido mi promesa; y puedes explicarle por qué lo hago. Entonces, los dos estaréis a salvo de cualquier otra persona. No tendréis que preocuparos de si la gente comete errores con vosotros u os culpa de algo. Y no soy una niña, Justin. No lo soy. Sé lo que estoy haciendo. Lo que ocurre es que todavía no tengo mucho poder. Por eso no puedo extenderme más allá de mi ala para proteger a mis amigos, por eso hago algo tan estúpido como traerte dentro de las paredes de mi Seguridad, a ti y a algunos de mis amigos.
–A nosotros. A Grant y a mí. Claro, Ari. Claro que sí. Digamos la verdad al menos una vez. ¿Estás trabajando en alguna maniobra para rodear a tus tíos, o fue Giraud quien sugirió esto?
–No. Yo confío en ti.
–Entonces demuestras ser muy estúpida. Y no creo que lo seas tanto.
–Piénsalo. Tú y Grant sois la única ayuda adulta que puedo conseguir. En primer lugar te necesito a ti; y en segundo lugar, sois la única ayuda adulta que puedo controlar en todo momento, porque entre toda la gente de Reseune sólo tú necesitas algo que yo puedo y estoy dispuesta a hacer. Claro que puedo comprar ayuda. Igual que mis enemigos.
–Y tus enemigos también pueden amenazar a mi padre.
–No, no más allá de mi red. Tú formas parte de esa red. Tú me dirás cuándo crees que Jordan está amenazado. Y además, piénsalo: ¿estás más seguro solo? ¿O Grant? En absoluto. Y si tu seguridad está ligada a la mía, no es muy probable que tu padre haga un movimiento contra Reseune, ¿no te parece?
Él la miró fijo, impresionado; y finalmente se encogió de hombros y mordió otro pedacito de tostada. Después bebió un poco para engullir el bocado.
–Intenté hacer lo mismo con tu predecesora cuando tenía diecisiete años —dijo—. Chantaje. Y ya sabes a donde me condujo.
–No es chantaje. Te lo estoy explicando. Te estoy diciendo que si sales por esa puerta y te saco de mi ala...
–Giraud me pillará antes de que yo pueda llegar a casa. Y a Grant, cada vez que encuentre una excusa. Queda muy claro. Gracias.
–Justin, Giraud tal vez invente algo. Me molesta decirlo. Giraud tiene mucho de bueno. Pero es capazde cosas como ésa. Y se está muriendo. No lo divulgues. Se supone que no estoy enterada. Pero esa circunstancia cambió muchos de sus motivos. El y Jordan nunca se llevaron bien, ni personal ni profesionalmente, en nada; tuvieron una discusión terrible cuando Jordan estaba trabajando con Ari, realmente terrible. No aprueba lo que él llama actitud Warrick, una forma de proceder que según mi tío contagió todo el Departamento de Educación y entró en las cintas a través de lo que llama «influencia Warrick». Y no es cierto. Ari sabía lo que hacía. Sabía a la perfección lo que hacía y lo que Giraud odia tanto en realidad era obra de Ari, pero él nunca lo va a aceptar. A su entender, Jordan fue la fuente de todo ese movimiento. En realidad creo que Jordan también opina lo mismo, y eso no es cierto. Pero Giraud no quiere creerlo. Quiere acabar con los centristas antes de morir porque Denys también se está haciendo viejo, y Giraud prevé una época en que su generación habrá desaparecido y yo todavía seré vulnerable. Considera que tu padre es un arma que los centristas podrían utilizar contra mí. Que tú representas un resto de la influencia Warrick dentro de Reseune y que yo soy una niña que actúa impulsivamente; y desea con todas sus fuerzas apartarte de mí. Así que no sólo tengo que convencerme de que estás limpio, sino convencer al tío Denys y a Giraud de que estoy absolutamente segura de lo que hago. Puedo manejarlos aunque te suene insensato, porque voy a decirles que tengo las notas de Ari sobre tu caso. Justin tragó saliva.
–¿Las tienes?
–Es lo que voy a decirles.
–¡Ya he oído que eso es lo que vas a decirles! Y sé que acabas de evadir mi pregunta. Las tienes, ¿verdad?
–También sabes que a veces miento, a pesar de que siempre afirmo que me gustaría decir la verdad. Yanni dice que hay mentiras profesionales, y que éstas son necesarias. Son mentiras justificadas.
–Mierda...
–Estoy mintiendo para protegerte.
–¿A quién mientes? Tienes una forma de hablar tan retorcida como la de Ari, joven sera. Espero que el parecido no pase de ahí.
–Soy tu amiga. Me gustaría ser más que eso. Pero es imposible. Confía en mí. Si no puedes hacerlo, como tú dices, ¿en quién vas a confiar? Impedí que te llevaran a Detención. Y te daré la sesión en cinta, siempre. En presencia de Grant. No quiero que dudéis el uno del otro, nunca.
–Mierda, Ari.
–Seamos francos. Ése es uno de los puntos principales y estoy tomando una decisión. Vayamos a otro aspecto. Crees que voy a hacerte una intervención, y eso es lo que voy a decirle a Denys. Sabes que estás más seguro conmigo que con Giraud acompañado de todos los guardias de Reseune, quiero decirlo con todas las letras. Estás preocupado porque te estás poniendo en manos de una niña, a ti mismo y a Grant. Pero yo soy alumna de Ari. Directamente. Y de Yanni. No tengo un certificado al respecto, no sólo porque nunca me haya preocupado por conseguir uno. Puedo hacer cosas que no quiero que aparezcan en los informes del Departamento, no todavía. Confieso que he tenido ideas muy inmaduras. Y algunas muy egoístas. Pero no las llevé a cabo. Te has despertado en el salón, ¿verdad?
Él sintió que se sonrojaba. Y esperó un destello, en este lugar, en circunstancias de mucha tensión, pero fue muy débil y sin mucha carga, solamente la cara de la vieja Ari preparándose para el trabajo, relajada, sin tensión, dejándolo allí con todo el daño que le había causado...
Sintió resentimiento, eso fue todo. Resentimiento mucho más que vergüenza.
–Sí hiciste algo —replicó a la muchacha de diecisiete años. A su muchacha de diecisiete años.
–Te aconsejé que te calmaras con respecto a este lugar —le recordó—. Pensé que el lugar te molestaba. No creo que fuera poco ético.
–La ética no tiene nada que ver con esto, sera. No más que con la otra Ari.
Ella lo miró, un poco impresionada, un poco dolida. Y él deseó haberse tragado aquellas palabras.
–Lo siento —murmuró—. No quería decir eso. Pero, mierda, Ari. Si vas a hacer lo que dices, no te andes por las ramas conmigo.
–Te da vergüenza —dijo ella– porque soy muy joven, ¿verdad?
Él lo pensó. Trató de calmarse. Era su temperamento. No el miedo. Y lo que ella había dicho.
–Sí, me da vergüenza.
–A mí también. Porque eres mucho mayor. Siento que vas a criticarlo todo constantemente. Me pone nerviosa, ¿no te parece gracioso?
–No es la palabra que elegiría.
–Yo pienso escucharte, en serio.
–Vamos, Ari, no juguemos. No juegues a hacerte la niñita conmigo. Es evidente que ya no escuchas a nadie.
–Todavía escucho a mis amigos. No soy mi predecesora. Recordarás que te lo he dicho, ¿verdad? Otro tirón en los nervios.
–Creo que es cuestión de semántica, nada más. Ella reaccionó con un pequeño parpadeo y una risita.
–Un punto a tu favor. Estás bastante rápido esta mañana. ¿No te parece?
Era verdad. Y el autoanálisis le impedía sentir un pánico total.
–Tienes un toque más suave que el de Giraud. Lo admito, joven sera.
El «joven sera» la molestaba. Él lo sabía. Vio la reacción. Un hombre no se acostaba con «joven sera». Y ella se estaba mostrando sincera con él. Vio las cejas fruncidas, como esperaba, y según sus conocimientos sobre flujo, eso significaba que Ari estaba hablándole muy directamente esa mañana, o que algunas de las reacciones salían a la superficie.
–Pero quiero la cinta de lo que hiciste. Y quiero hablar con Grant.
V
Esa tarde fue a dar un paseo a caballo con Amy, ella sobre la potranca y Amy sobre Bayard; Amy había encontrado el nombre en un cuento, así que la tercera potranca tenía un nombre, a diferencia de los cerdos y las cabras, que en general tenían solamente números, excepto unos pocos casos excepcionales.
La potranca era solamente Potranca. Y la hija de la yegua se llamaba la Hija o Potranca Dos, y era de Florian aunque él no pudiera tenerla legalmente: ningún CIUD podía montarla. Nunca. Pero la tercera se llamaba Bayard y era el caballo de Amy Carnath; el cuarto, el quinto y el sexto pertenecían a Maddy, Sam y Stasi, cuando los animales no trabajaban en los campos, llevando paquetes a sitios que los camiones echarían a perder con las ruedas y que quedaban demasiado lejos para que un ser humano pudiera llegar andando.
Algún día habría un establo sólo para los caballos y una pista. Ari lo había decidido. El espacio en las zonas seguras era siempre escaso, pero el tío Denys consideraba que aquel proyecto era una extravagancia y se negaba a autorizarlo.
Pero Ari pensaba que podría exportar a Novgorod animales cuya función durante los primeros años sería simplemente que los vieran los seres humanos, y más tarde servirían para algo mucho más práctico; las cintas de habilidad sobre cómo montar y manejar los animales se vendían como agua, a gente que quería saber lo que era un cerdo o una cabra, cómo se movían y qué se sentía al montar un caballo. Los habitantes del espacio las compraban como cintas de entretenimiento. Los de las estaciones también. De un extremo a otro del espacio la gente sabía cómo montar, aunque nadie hubiera puesto una mano sobre un caballo.
Y eso financiaba de sobras el establo y la pista, había dicho ella; y pagaba el tratamiento de la tierra y ampliaba el espacio disponible de Reseune: los caballos no necesitaban el tipo de suelo profundo que se requería para la agricultura y abonaban la tierra al pasear.
Pero comen su peso en oro, había objetado Denys y no, no, no.
El grano es un recurso renovable, había replicado ella, con rabia. Y le gusta la bosta de los caballos.
No, dijo Denys. No estamos en situación de emprender expansiones; no podemos aparecer en los titulares con esta atmósfera política; no es prudente, Ari.
Algún día, entonces, había dicho ella, vencida.
Mientras tanto, ellos tenían los caballos, los únicos, y los animales llevaban a cabo su trabajo.
Y, aparte de su apartamento, el corral donde montaban era el mejor lugar de Reseune para hablar sin preocuparse por la seguridad, y tenía sus ventajas si se trataba de hacer que todo pareciera casual para que Amy Carnath se relajara y hablara de temas muy conflictivos.
Porque Amy no estaba contenta últimamente. Sam había empezado a salir con María Cortez-Campbell, que era una buena chica; Stef había vuelto con Yvgenia; y Amy... Amy cabalgaba mucho y pasaba mucho tiempo estudiando y atendiendo el negocio de la exportación. Aquel trabajo la había llevado a un puesto que era una especie de subgerencia de toda la división de Exportaciones de Reseune y un rango de supervisora de proyectos provisionales en la división de Investigación Genética.
Amy siempre había sido la más brillante. Amy finalmente iba a conseguir algo parecido a un hombre, con sólo diecisiete años. Estaba adquiriendo un atractivo especial, de figura alargada, no porque fuera bonita sino porque resultaba interesante y tal vez lo sería más con el tiempo.
Y Amy era demasiado inteligente para ser feliz, porque parecía haber una escasez de chicos tan brillantes como ella en su generación. Tommy era el único que se le podía comparar, pero era el primo de Amy y no tenían las mismas inquietudes. De todos modos, el principal interés de Tommy se centraba en Maddy Strassen. Y ese par sí que se estaba poniendo serio, por ambas partes.
–¿Cómo están las cosas? —le preguntó ella cuando estuvieron lejos de todo bajo un cielo tranquilo. Y se preparó para oír una historia muy larga.
–Bien —dijo Amy con un suspiro. Y eso fue todo. No era normal en Amy. Por lo general soltaba un «maldito Stef Dietrich» y una larga retahila de quejas.
Ari no conocía a esta Amy. La miró a través del espacio movedizo entre los dos caballos y dijo:
–No parece tan «bien».
–Siempre lo mismo —dijo Amy—. Stef. Mamá. Y ése es el resumen del informe.
–Tendrás la mayoría de edad este mes. Podrás hacer lo que quieras. Y tienes un lugar en mi ala. Lo sabes de sobras.
–No podré hacer nada —masculló ella—. Justin... él sí que sirve. Yo controlo Exportaciones. Yo me dedico al comercio, y en ello empleo mi inteligencia. No es tu campo de trabajo. No sé para qué podrías quererme.
–Tienes un acceso limpio en Seguridad, el más limpio de todos mis amigos. Eres hábil con los negocios. Serías una buena supervisora, serías competente en cualquier trabajo al que te dedicaras, ése es el problema. Te reduces a trabajar en lugar de aprender; y yo quiero que aprendas durante un tiempo. ¿Te acuerdas de cuando te llevé a los túneles y fundamos el grupo? Por eso te hablé a ti antes que a cualquier otro. Siempre has ido por delante.
–¿De qué estás hablando? —preguntó Amy, asustada de pronto—. ¿Por delante en qué?
–Esta vez va en serio. De que esta vez no estoy hablando de juegos de niños. Hablo de conseguir una posición en la Casa. Las cosas están cambiando a marchas forzadas. Así que he decidido empezar contigo, como aquella vez. ¿Trabajarás para mí, Amy?
–¿En qué?
–Genética. Utilizaremos el proyecto que quieras como tapadera. Una tapadera efectiva y verdadera mientras esperamos a que te decidas. No me importa. Tienes un salario y el porcentaje de tu producción, todo eso.
Amy tenía los ojos muy abiertos.
–Quiero que tú y Maddy estéis en divisiones diferentes —continuó Ari—, para no enfrentaros. Nunca funcionaría. Pero entre tú y yo, tú eres más inteligente y más estable que ella, y yo confiaría en ti para los asuntos difíciles. Y puede haberlos. Giraud está al final de la rejuv. Esto es un secreto. Muy poca gente lo sabe, pero probablemente cada vez se den más cuenta. Cuando muera, habrá una elección en Ciencias. Y para entonces, los pacifistas y su camarilla me van a querer bien muerta, te lo aseguro. Lo digo en serio, Amy.
–Ya sé que va en serio.
–Sabes por qué me hicieron, cómo me enseñaron y lo que soy. Y sabes que mi predecesora tenía enemigos que deseaban su muerte hasta el punto de que uno la mató. Cuanto más me acerco a lo que ella fue, más se asusta la gente, porque soy como un fantasma, Amy, como un fantasma para mucha gente que no temía tanto a mi predecesora como a mí. ¿Tú me tienes miedo? Dime la verdad, Amy.
–No... no me das miedo. En realidad no. Fantasmaes una definición muy acertada. Porque nosotros no... no tenemos tu edad; y tú sí tienes la nuestra. Maddy y yo hablamos de eso a veces. Como a veces queremos hacer tonterías para aliviar la tensión. Y a veces... —Amy cabalgó en silencio y palmeó el cuello de Bayard—. Mi madre se enfada mucho conmigo porque hago cosas raras, ella cree que soy una niña, se preocupa por mí y me trata como a una criatura. Una vez me gritó: Amy, no me importa lo que haga o lo que diga Ari Emory, tú eres mi hija; no me mires así y no me digas cómo debo educarte. Y me dio una bofetada. Y yo me quedé quieta. No... no sabía qué hacer. No podía pegarle. No podía salir corriendo dando gritos o tirar cosas por el suelo. Me... me quedé quieta. Y ella lloró. Y después lloré yo, pero no porque me hubiera pegado, sino porque sabía que yo no era como ella hubiera deseado. —Amy miró al cielo. Hubo un brillo de lágrimas bajo la luz del sol—. Así que, bueno, mamá se da cuenta de que yo voy a irme en cuanto pueda y lo lamenta. Hablamos de eso, finalmente. Ella sí que te tiene miedo. No me entiende y dice que tú eres la culpable de que yo no haya tenido infancia. No sé, yo pensaba que sí la había tenido. Lo hemos pasado muy bien, momentos que mamá ignora. Pero ya no me gusta. Estoy cansada de esos jueguecitos, Ari, tú ya sabes lo que quiero decir. Estoy cansada de Stef Dietrich, de discutir con mamá, de ir a clases y de jugar a las adivinanzas con Windy Peterson y sus malditas preguntas tramposas y reglas raras. Creo que Maddy siente lo mismo.
–¿Puedes trabajar con Sam?
–Mierda, tiene la cabeza llena de pájaros, no es agradable de decir, ¿no? No sé qué ha visto en ella.
–No lo confundas, Amy.
–No. Ya he olvidado todo eso. ¿Sabes lo que quiero? Exactamente lo que tú tienes con Florian. Nada de líos. Nada de celos. Nada de tonterías. En cuanto pueda...
–Si quieres agregarme al asunto, yo creo que trabajarías mucho mejor con un ayudante. Y en mi opinión te sentirías totalmente frustrada si no fuera un Alfa, y hay solamente unos pocos sin contrato. Te voy a dar una lista de todos los números. La fuente más probable es los Barracones Verdes. Y eso significa alguien como Catlin, pero, podrías arreglarlo, supongo.
Amy la miró a los ojos. Y se ruborizó un poquito.
–Algún día —continuó Ari—, tú serás supervisora de ala. Eso es lo que quiero. Algún día yo voy a estar al frente de Reseune y ya no estamos jugando a «supongamos», hablamos a largo plazo. Quiero que tengas el tipo de apoyo que necesitarás; quiero que tengas alguien que pueda protegerte y solucionar los problemas que tú no tienes tiempo de resolver. En tu caso, hombre e inteligente son dos necesidades reales. A otra mujer la matarías. ¿Te conozco bien?
Amy se echó a reír y volvió a sonrojarse.
–No lo sé. Necesito tiempo para pensarlo.
–Claro, llenes cinco minutos.
–No es justo, Ari.
–Igual que debajo de las escaleras. Igual. Necesito a mis amigos ahora, te necesito a ti primero. Y hay peligro real; si yo soy un blanco, tú también podrías serlo.
Amy se mordió el labio.
–No me importa. De verdad, no me importa. Me preocupa el lío que se va a armar con mamá. ¿Sabes qué pienso? Creo que quiere seguir teniéndome cerca. Considera que tú ejerces una influencia superior a la suya sobre mí y siempre ha albergado esperanzas de que yo entrara en psiquiatría de Edu, sin tener en cuenta que soy mejor en otras cosas.
–Eh, mírame. ¿Crees que una R no aprende a descubrir quién es quién?
–Ya lo sé. Pero tu... tu predecesora no está mirándote fijamente al otro lado de la mesa cuando desayunas.
–¿Qué vida vas a vivir? ¿La tuya o la de ella? Amy asintió finalmente.
–¿O la mía o la tuya? Yo soy mía, Ari. No quiero que me mantengas. Si es un trabajo real, si es mi dinero, de acuerdo.
–Trato hecho.
–Trato hecho —aceptó Amy.
–Bien, ahora vayamos por Maddy y después por Sam. Y Tommy.
–Stasi está bien —dijo Amy—. No me importa. Pero Stef Dietrich no, por lo menos de mi parte.
–Stef no está en mi lista —comentó Ari—. No le guardo rencor, pero siempre está provocando problemas. No lo necesitamos. —Se estiró sobre los estribos y volvió a acomodarse—. Tenemos a Maddy. Sam y Tommy. Stasi, está bien. Pero todos en el mismo orden de siempre. Por antigüedad. Algo así. Mira: tengo un gran problema, un punto muy vulnerable, y una ayuda inestimable, todo eso representa Justin Warrick para mí. Él nos va a ayudar. Pero lleva mucho peso sobre sus hombros y tendrá que llevar mucho más. Él y Grant son los únicos que están con nosotros y no forman parte de nuestro grupo, ¿entiendes?
–Es lo bastante inteligente para ser un problema.
–Eso ya lo he calculado. Mis tíos no lo quieren cerca de mí. La influencia Warrick, lo llaman. Dicen que es venenoso. Pero hay cosas que yo sé y ellos no. Te puedo contar algo, Amy, si estás conmigo.
–Estoy contigo.
–Denys está interesado en las notas de Ari y en el proyecto de psicogénesis, pero yo no se los doy. He dividido las cosas en tres bloques: uno de ellos se mantendrá en secreto. Aparte hay las notas generales, lo que se publica y lo que se va a publicar. El asunto de Rubin constituye un secreto en su mayor parte, pero todo el muro de seguridad es una farsa, yo soy popular y cualquiera que sepa algo de teoría de endocrinología puede averiguar gran parte de lo que me pasó. ¿Sabes cuál es una de las cosas que realmente quieren mantener en secreto? Justin Warrick. Porque no es Jordan y tampoco es como la clon de Bok, y podría convertirse en una voz dentro de Reseune, si alguna vez le dejan adquirir fama; porque es inteligente, entiende lo que soy y es un Especial en todo menos por el título, uno de los alumnos de Ari. Eso es algo que tampoco les interesa dar a conocer, otro Especial, R de un Especial, mucho más importante que Rubin, no importa lo que hayan dicho al Departamento de Defensa. Ari lo trabajó mucho, pero no lo dan a conocer a Defensa porque tienen un miedo terrible de él y de su influencia. Creo que Denys está seguro de que Ari trabajó con él. Denys no quiso que le dieran tratamiento, para arreglar cosas que realmente le molestan, cosas que Ari hizo con él. Y la muerte de ella le afectó mucho, terriblemente, no solamente porque lo hizo su padre, sino porque él la necesitaba mucho, muchísimo.
–¿Que le hizo?
–Una intervención importante. Justo antes de que la mataran. Algo que nunca terminó, algo que modificó la vida de Justin. No puedo decir más porque para él es un asunto privado. Pero fue muy duro.
–¿Como lo que te hicieron a ti? Ella lo pensó un momento.
–Sí, sí. Aunque hay algunas diferencias, se parece mucho. Jordan quería que su hijo fuera como él. Y Justin no lo habría sido. Ari sabía lo que quería de ese grupo genético y lo consiguió. Ésa es la verdad. Manipuló los grupos profundos de un CIUD, con mucha precisión.
Amy la miró fijamente. Un segundo.
–La psicogénesis puede funcionar en dos direcciones —explicó Ari—, como cualquier otro tipo de clonación. O es un idéntico, o es trabajo de un diseñador. Conmigo han conseguido el máximo de parecido que se puede obtener actualmente. Le dije a Justin que yo no era mi predecesora y él respondió que eso era una cuestión de semántica, nada más. Y me parece. que tiene razón. Hay diferencias reales: mi madre, Ollie, Denys... que no era Geoffrey Carnath; ni la mitad, por suerte. Muchas cosas que pasaron de otro modo. Pero tuve a Florian y a Catlin; no dudo de que las teorías que me aplicaron funcionaran. Siento que funcionan en este momento. Sé lo que me hace ir por delante de Ari. He tenido que trabajar. He tenido miedo. No he podido hundirme y dejar que otros se ocuparan de mí. He aprendido a analizar las situaciones, a trabajar en tiempo real y a confiar en los demás. Esta es la verdadera lección. La clon de Bok nunca salió de la oscuridad, nunca fue dueña de nada, nunca fue nada. ¿Sabes lo que yo hubiera contestado al tipo de preguntas que esa mujer tuvo que afrontar? ¡Iros a la mierda! Y si lo que quería era tocar el piano, mierda, lo hubiera hecho. Y tal vez hubiera escupido a la cara de los profesores de matemáticas que no me enseñaban las cosas que necesitaba saber, ¡cómo aprender a estar en el espacio, maldita sea! ¡Cómo vivir como un ser del espacio! ¡Cómo saber que la matemática es cuestión de vida o muerte! Esa clon recibió teoría en seco. Era creativa y le dieron materia árida. La cuidaron y la protegieron de todo. Y no entendían su música. Era muy mala pianista. No podía transcribir nada. Pero me pregunto qué clase de música oía en su interior, por qué le dedicaba cada vez más tiempo. No estoy segura de que haya fracasado. Tal vez esos malditos genios no sabían cómo hablarle. Tal vez la forma en que ellos anotaban las cosas no era aplicable en su caso. Me pregunto cuál era la sinfonía total y si ella estaba tocando el acompañamiento. Mmm. —Se sacudió de arriba abajo—. Eso también es como hablar de fantasmas, ¿verdad?
–Pasaron sus resultados por un análisis de ordenador. Y salió negativo.
–Con las teorías de Bok. Sí. Pero ella no conoció a su madre genética.
–¿Con las teorías de sus maestros?
–Tal vez. O con algo totalmente distinto, del espacio.
–Me gustaría revisar esos archivos. Para ver qué saco.
–Hazlo. Haz lo que quieras. Somos investigadoras, ¿verdad? Saca todos tus demás proyectos de las otras alas y ponlos en nuestro presupuesto. Nuestro crédito podrá soportar este gasto. Los guppies y los betas pueden comprar mucho tiempo de ordenador.
VI
La sala del aeropuerto estaba casi desierta; ya habían partido todos los vuelos regulares de LÍNEAS AÉREAS RESEUNE y los pasajeros que iban y venían por la pequeña área destinada al público ya estaban en camino hacia Novgorod, Svetlansk o Gagaringrad. Había la habitual presencia delos hombres y mujeres de Seguridad del aeropuerto, un grupo de hombres uniformados de negro pertenecientes a Seguridad de Reseune, esperando para recibir a sus compañeros que llegaban de Planys. Como él estaba allí esperando a Grant, pensó Justin; nada más.
Pero Florian había entrado en un área donde Justin no podía entrar y le había asegurado:
–Sera Amy Carnath está al otro lado de la habitación, ser, y también ser Sam Whitely, los dos amigos de sera. Les pedí que no se acercaran para que si surgen problemas aquí, puedan avisarme con un intercomunicador de bolsillo, pero yo estoy en la banda regular de Seguridad... —Eso con un toque al pequeño botón que Florian llevaba junto a la tarjeta—. Voy a controlar a Seguridad. Si sucede algo, usted obedézcalos y confíe en mí. Nosotros lo solucionaremos.
Los dos vigilantes se quedaron en un rincón del vestíbulo, un joven de cara cuadrada y huesos grandes que era enorme y musculoso; tenía una forma de sentarse que proclamaba que no era ningún contable. Whitely era un nombre de Reseune, pero de la ciudad, no de la Casa; Justin recordaba haberlo visto en el grupo de Ari. Y la muchacha de Julia Carnath, Amy, la sombra de Ari, flaca y sedentaria, siempre leyendo y muy lista, sumamente lista, según se decía entre el personal. La sobrina de Denys Nye y un chico que parecía capaz de doblar una tubería con las manos, una combinación que daría que pensar a Seguridad. Al menos en general, Seguridad tendía a evitar los incidentes ruidosos.
Justin se sentía más seguro con los chicos por ahí.
Mierda, había vivido hasta esa edad para que lo protegiera un grupo de chicos. Para que lo secuestrara una niña que tenía la misma edad que él cuando fue víctima de su predecesora; esto era lo que más lo perturbaba. Claro que él no había tenido alternativa, con Ari en lo mejor de su capacidad; lo que lo molestaba era que su sucesora progresara así, con tanta facilidad y lo metiera en esa situación, con Grant al otro lado de las puertas, preguntándose qué estaba haciendo el guardia personal de Ari con su control de equipaje y el palpado de armas. Grant, que empezaría con una mirada de preocupación, se daría cuenta de que algo andaba mal y después se retraería cada vez más, aterrorizado, obedeciendo las órdenes porque en esa situación no se podía hacer otra cosa, y no había nada que ganar, nada que hacer excepto desear ver a su compañero y esperar que no estuviera ya en Detención.
Florian se había negado a decirle nada más que: «Lo lamento, ser; sigo instrucciones. Lo voy a sacar tan pronto como pueda.»
Sin saber hacia dónde iban, sin saber lo que podía haberle pasado a Justin mientras éste esperaba para verlo.
Dios, decirle que se dirigían al apartamento de Ari. Que iba a tener que aceptar un psicotest. Que todo estaba bien, porque su compañero se lo decía, claro, y porque él había pasado por uno hacía poco.
Pensó en lo extraño que resultaba poder pasar esta pesadilla, sentarse y mirar a los guardias y a su grupito, a los dos chicos que hablaban, escuchar los ruidos normales del departamento de equipaje, ruidos que revelaban la actividad que se llevaba a cabo, probablemente estaba colocando el equipaje sobre las mesas para que lo revisara Seguridad de Reseune. Ellos lo controlarían todo, objeto por objeto y no dejarían nada sin tocar, no esta vez, pensaba Justin. Un examen que incluía las costuras y los utensilios de aseo o los contenidos de los frascos opacos.
Estaba acostumbrado a hacer las maletas para los controles de Seguridad. Nada de forros, frascos transparentes, bolsas transparentes, la menor cantidad de ropa posible, todos los documentos en el portafolios y todos con las hojas sueltas, para que pudieran pasarlos por las máquinas de control.
Suéters. Las camisas se arrugan en los controles y Seguridad siempre está preocupada por los cuellos y las costuras dobles.
Estiró los pies, se recostó y trató de relajarse, sintió el viejo pánico de siempre y los minutos se convirtieron en horas.
Claro que todo está bien, Grant. Estoy seguro de que ella no me tocó.
Claro que sí.
Pero ¿qué otra posibilidad tenemos, eh? ¿Adónde podemos ir si no esperamos que la reencarnación de Ari siga un camino diferente del de su predecesora?
Si tiene esas notas, mierda, sabe lo que quería hacer su predecesora conmigo. Puede cambiarlo, o terminarlo como quería la primera Ari, convertirme en lo que había planificado la primera Ari. Sea lo que fuere. Una vez pensé que hubiera sido lo mejor... si Ari hubiera vivido. Si hubiera habido un plan. Ahora es demasiado inminente. Ahora no es lo que Ari podría haberme dado. Soy un adulto. Tengo mi propio trabajo, tengo mis deberes.
Y Grant, por Dios, Grant... ¿adonde lo estoy arrastrando? ¿Qué puedo hacer?
Las puertas se abrieron y apareció Grant con su portafolios; Florian detrás, llevando las maletas.
–Al autobús, ser —indicó Florian, señalando las puertas cuando Justin se puso en pie y caminó hacia Grant.
Por fin los dos se encontraron.
–Estoy muy contento de verte —dijo Grant. Tenía la mirada vagamente perdida por los vuelos transoceánicos y el cambio de horario. Justin le pasó un brazo por el cuello y lo palmeó en la espalda mientras caminaban.
–¿Qué tal el viaje?
–Ah, la parte por tierra fue muy bien. Jordan y Paul... todo está bien allá, disfruté de verdad; hablamos, en realidad no hicimos nada más, sólo hablamos. —Las puertas se abrieron ante ellos y la atención de Grant se desvió inmediatamente, una mirada hacia atrás y perdió el hilo de la conversación—. Yo...
Las puertas volvieron a abrirse, las segundas y luego hacia la entrada donde esperaba el autobús.
–¿Estamos bien? —preguntó Grant.