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Narrativa breve
  • Текст добавлен: 6 октября 2016, 04:54

Текст книги "Narrativa breve"


Автор книги: Марк Твен



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Diez días después. ¡Ella me acusa a mide ser la causa de nuestro desastre! Dice, al parecer con sinceridad y verdad, que la Serpiente le aseguró que el fruto prohibido no era la manzana, sino las castañas. Le dije que yo era inocente, entonces, porque no había comido ninguna castaña. Ella dijo que la Serpiente le informó que a castaña" era un término figurativo que significaba una broma añeja y polvorienta. Ante eso palidecí, porque he hecho muchas bromas para pasar el fatigoso tiempo y algunas podían ser así de viejas, aunque había supuesto honestamente que eran nuevas cuando las hice. Ella me preguntó si había hecho una justo en el momento de la catástrofe. Me sentí obligado a reconocer que había hecho una para mí mismo, aunque no en voz alta. Era ésta. Estaba pensando en las Cataratas y me dije para mis adentros: a¡Qué maravilloso es ver cómo ese enorme cuerpo de agua cae allí!" Entonces, por un instante, un pensamiento relampagueó en mi mente y lo dejé volar, diciendo: a¡Seria mucho más maravilloso que subiera allí!" y estaba por matarme de risa ante la idea cuando toda la naturaleza se desencadenó en guerra y muerte, y tuve que huir por mi vida. "Ahí tienes", dijo ella, triunfante. "Es justo eso; la Serpiente mencionó esa misma broma y la llamó la Primera Castaña y dijo que era contemporánea con la creación." Ay, soy realmente culpable. ¡Ojalá no fuera ingenioso; oh, ojalá nunca hubiese tenido ese pensamiento radiante!

Al año siguiente. Lonombramos Caín. Ella lo atrapó mientras yo estaba arriba, poniendo trampas en la Costa Norte del Erie; lo atrapó en el monte a unos tres kilómetros de nuestra guarida… o podrían ser cuatro, ella no está segura. Se parece a nosotros en algunos aspectos y puede ser un pariente. Es lo que ella cree, pero es un error a mi juicio. La diferencia de tamaño permite concluir que es un tipo de animal distinto y de nueva clase: un pez, quizás, aunque cuando lo puse en el agua para ver, se hundió y ella se zambulló y lo lanzó afuera antes de que hubiese oportunidad de experimentar para decidir el asunto. Sigo creyendo que es un pez, pero a ella le es indiferente lo que es y no me dejará tenerlo para probar. No comprendo esto. La llegada de la criatura parece haber cambiado por completo la naturaleza de ella y hacerla poco razonable acerca de los experimentos. Ella piensa más en él que en cualquiera de los demás animales, pero no puede explicar por qué. Tiene la mente desordenada: todo lo demuestra. A veces lleva al pez en los brazos la mitad de la noche cuando el pez se queja y quiere irse al agua. En momentos así, el agua sale de los sitios del rostro de ella por donde mira y le da golpecitos al pez en la espalda y hace sonidos suaves con la boca para serenarlo y deja ver pena y solicitud de cien maneras. Nunca la he visto hacer así con ningún otro pez y eso me perturba mucho. Solía pasear así a los tigres y jugar con ellos, antes de que perdiéramos nuestra propiedad, pero era sólo juego; nunca se prendó de ellos así cuando la comida de los tigres no estaba de acuerdo con ellos.

Domingo. Ella no trabaja los domingos, sino que se tiende muy cansada y le gusta hacer que el pez retoce sobre ella; y hace ruidos raros para divertirlo y finge masticarle las patitas y eso lo hace reír. No he visto antes un pez que pudiera reír. Eso me hace dudar… Me ha llegado a gustar el domingo. Controlar toda la semana también cansa a un cuerpo. Tendría que haber más domingos. En los viejos tiempos eran duros, pero ahora vienen bien.

MiércolesNo es un pez. No puedo distinguir bien qué es. Hace curiosos ruidos demoníacos cuando no está satisfecho y dice "gú—gú" cuando lo está. No es uno de nosotros, porque no camina; no es un pájaro, porque no vuela; no es una rana, porque no salta; no es una serpiente, porque no repta, me siento seguro de que no es un pez, aunque no puedo llegar a averiguar si puede nadar o no. Simplemente está tendido por ahí, sobre todo de espaldas, con los pies alzados. No he visto ningún otro animal que hiciera eso, antes. Dije que creía que era un enigma, pero ella sólo se admiro de la palabra sin comprenderla. A mi juicio es o un enigma o algún tipo de insecto. Si muere, lo desarmaré y veré cómo tiene las cosas. Nunca algo me había dejado tan perplejo.

Tres meses después. La perplejidad aumenta en vez de disminuir. Duermo, pero poco. Ha dejado de estar tendido y ahora va por ahí en cuatro patas. Sin embargo se diferencia de los otros animales de cuatro patas, en que las patas delanteras son inusualmente cortas, en consecuencia eso hace que la parte principal de su persona se proyecte incómoda en el aire y eso no es atractivo. Está construido como nosotros, pero su método de viajar muestra que no es de nuestra raza. Las patas cortas delanteras y las largas traseras indican que es de la familia de los canguros, pero es una variación notable de la especie, dado que los canguros auténticos saltan, mientras que éste nunca lo hace. Aun así es una variedad curiosa e interesante y no ha sido catalogada antes. Como yo lo descubrí, me he sentido justificado en asegurarme el crédito del descubrimiento añadiéndole mi nombre y por lo tanto, lo he llamado Kangarrorum Adamiensis… Debe de haber sido joven cuando llegó, porque ha crecido en exceso desde entonces. Debe de ser unas cinco veces más grande ahora que entonces y cuando está descontento es capaz de hacer entre veintidós y veintiocho veces el ruido que hacía al principio. La coacción no modifica esto, sino que tiene el efecto contrario. Por este motivo discontinué el sistema. Ella lo reconcilia mediante la persuasión y dándole cosas que previamente me había dicho que no le daría. Como ya observé, no estaba en casa cuando llegó y ella me dijo que lo había encontrado en los bosques. Parece extra—ño que fuera el único, sin embargo debe de ser así, porque me he cansado durante muchas semanas tratando de encontrar otro para agregar a la colección y para que juegue con éste; porque con seguridad entonces estaria más tranquilo y podríamos domarlo con mayor facilidad. Pero no encuentro ninguno, ni tampoco rastros de alguno: y lo que es más extraño, tampoco huellas. Tiene que vivir en el suelo, no puede evitarlo; en consecuencia ¿cómo se arregla para no dejar huellas? He puesto una docena de trampas, pero sin resultado. Atrapo todos los animales pequeños menos éste; animales que simplemente entran en la trampa por curiosidad, creo, para ver para qué pusieron la leche allí. Nunca la beben.

Tres meses después. El canguro sigue creciendo, lo cual es muy extraño y desoríentante. Nunca conocí uno que se tomara tanto tiempo para crecer. Ahora tiene piel en la cabeza; no como piel de canguro, sino exactamente como nuestro pelo, salvo que es mucho más fino y suave y en vez de negro es rojo. Voy a terminar perdiendo la cabeza ante los desarrollos caprichosos y atormentantes de este fenómeno zoológico inclasificable. Si pudiera atrapar otro: pero no hay esperanzas; es una variedad nueva y el único ejemplar; eso es evidente. Pero atrapé un canguro auténtico y lo traje, creyendo que éste, al estar solo, preferiría tenerlo por compañía antes que no tener a ningún tipo, o de algún animal con el que pu diera sentir cierta cercanía o simpatía en su condición solitaria aquí entre extraños que no conocen sus modos y costumbres, o qué hacer para hacerlo sentir entre amigos; pero fue un error: le dieron tales ataques al ver al canguro que me convencí de que nunca había visto uno antes. Siento pena por el pobre animalito ruidoso, pero no hay nada que pueda hacer para hacerlo feliz. Si pudiera domarlo: pero esto está fuera de mi alcance; cuanto más lo intento peor parezco hacerlo. Me duele el corazón al verlo en sus pequeñas tormentas de pena y pasión.

Quisiera dejarlo ir, pero ella no quiere saber nada. Parecía algo cruel y no gustarle a ella; y puede que tenga razón. Podría sentirse más solo que nunca; porque si yo no encontré otro, ¿cómo podría encontrarlo eso?

Cinco meses después. No es un canguro. No, porque se sostiene tomado del dedo de ella y así da unos pocos pasos sobre las patas traseras y después se cae. Probablemente sea algún tipo de oso; y sin embargo no tiene cola —todavía– ni piel, salvo en la cabeza. Sigue creciendo

—esa es una circunstancia curiosa, porque los osos terminan de crecer antes que eso. Los osos son peligrossos – desde nuestra catástrofe– y no dejaré que éste ande paseando por el lugar, mucho más sin un bozal puesto. Le ofrecí a ella conseguirle un canguro si deja que éste se vaya, pero fue inútil: está decidida a hacemos correr todo tipo de riesgos tontos, creo. Ella no era así antes de perder la cabeza.

Una quincena después. Le examiné la boca. Aún no hay peligro: tiene un solo diente. Aún no tiene cola. Ahora hace más ruido que nunca antes… y sobre todo de noche. Me mudé. Pero regresaré, por la mañana, a desayunar y ver si tiene más dientes. Si tiene muchos dientes será el momento de dejarlo it; con o sin cola, porque un oso no necesita cola para ser peligroso.

Cuatro meses después. Salí a cazar y pescar por un mes, arriba, en la región que ella llama Búfalo; no sé por qué, a menos que sea porque no hay ningún búfalo allí. Entretanto el oso ha aprendido a dar pasos solo, sobre las patas traseras y dice "papi" y "mami". Por cierto es una especie nueva. Esta semejanza de palabras puede ser del todo accidental desde luego y puede no tener propósito o sentido; pero incluso en ese caso sigue siendo extraordinaria y es algo que ningún otro oso puede hacer. Esta imitación del habla, junto con la ausencia general de piel y la ausencia absoluta de cola, bastan para indicar que es una especie nueva de oso. El estudio posterior será interesante en extremo. Entretanto saldré a hacer una expedición prolongada entre los bosques del norte y realizaré una búsqueda exhaustiva. Por cierto tiene que haber otro en algún lugar y éste será menos peligroso cuando tenga compañía (le su propia especie. Me iré de inmediato; pero antes le pondré bozal a éste.

Tres meses después. Ha sido una búsqueda agotadora, agotadora, pero no tuve éxito. ¡Entretanto, sinapartarse del bogar, ella atrapó otro! Nunca vi semejante suerte. Yo podría haber buscado por estos hosques cien años, sin haberme cruzado con semejante cosa.

Al día siguiente. He estado comparando al nuevo con el viejo y es evidente por completo que son de la misma raza. Iba a embalsamar uno para mi colección, pero ella tiene un prejuicio en contra, por uno u otro motivo; así que dejé de lado la idea, aunque creo que es un error. Seria una pérdida irreparable para la ciencia si desaparecieran. El viejo es más manso de lo que era y puede reír y hablar como el loro, cosa que aprendió, sin duda, de estar tanto con el loro y por tener la facultad imitativa en un grado altamente desarrollado. Me asombraría que resulte un nuevo tipo de loro; y sin embargo no debiera asombrarme, porque ya ha sido todo lo que pude pensar desde aquellos primeros días, cuando era pez. El nuevo es tan feo ahora como era el viejo al principio; tiene la misma tez de sulfuro y carne cruda y la misma cabeza especial sin piel encima. Ella lo llama Abel.

Diez años después. Son muchachos; lo descubrimos hace tiempo. Lo que nos despistó fue que llegaran con aquella forma pequeña, inmadura; no estábamos acostumbrados. Ahora hay algunas muchachas. Abel es un buen muchacho, pero si Caín hubiese resultado ser un oso eso lo habría mejorado. Después de todos estos años, veo que estaba equivocado con Eva al principio; es mejor vivir fuera del Jardín con ella que dentro de él sin ella. Al principio pensé que hablaba demasiado; pero ahora sentiría pena de que esa voz callara y desapareciera de mi vida. ¡Bendita la castaña que nos acercó y me enseñó a conocer la bondad de su corazón y la dulzura de su espíritu!


II. El diario de Eva (Traducido del original)


Sábado. Ahora tengo casi un día entero de edad. Llegué ayer. Eso es lo que me parece. Y tiene que ser así, porque si hubiera un día antes de ayer no estaba allí cuando ocurrió, o debiera recordarlo. Podría ser, desde luego, que hubiese ocurrido y que yo no lo notara. Muy bien; ahora seré muy vigilante y si ocurre cualquier día antes<1e—ayer tomaré nota. Será mejor empezar bien y no dejar que el registro se confunda, porque cierto instinto me dice que estos detalles van a ser importantes para el historiador algún día. Porque me siento como un experimento, me siento exactamente como un experimento; sería imposible para una persona sentirse más un experimento que yo y por eso estoy llegando a sentirme convencida de que eso es lo que ~un experimento; sólo un experimento y nada más.

Entonces si soyun experimento, ¿soy todo de él? No, creo que no; creo que el resto de él es parte de él. Yo soy la parte principal, pero creo que el resto de él tiene su parte en el asunto. ¿Esta asegurada mi posición, o tengo que contemplarla y cuidarla? Tal vez esto último. Cierto instinto me dice que la vigilancia eterna es el precio de la supremacía. (Esa es una buena frase, creo, para alguien tan joven.)

Todo parece mejor hoy que ayer. En el apuro de terminar ayer; las montañas quedaron en mala condición y algunas de las planicies estaban tan saturadas de basura y restos que el aspecto era bastante desalentador. Las obras de arte nobles y hermosas no debieran ser sometidas al apuro; y este nuevo mundo majestuoso es por cierto una obra de lo más noble y hermosa. Y con seguridad maravillosamente cerca de ser perfecta, a pesar de la brevedad del tiempo. Hay demasiadas estrellas en algunos lugares y no suficientes en otros, pero eso puede remediarse ahora, sin duda. La luna se soltó anoche y se deslizó hacia abajo y cayó fuera del esquema: una enorme pérdida; me rompe el corazón pensar en eso. No existe Otra cosa entre los Ornamentos y las decoraciones que se le compare en belleza y terminación. Tendría que haber sido asegurada mejor. Si sólo pudiéramos volver a tenerla de nuevo…

Pero por supuesto no hay forma de saber dónde fue. Y además, quien la tenga la ocultará; lo sé porque yo misma lo haría. Creo que puedo ser honesta en todos los demás asuntos, pero ya empiezo a advertir que el núcleo y el centro de mi naturaleza es el amor por lo hermoso, una pasión por lo hermoso y que no sería seguro confiarme una luna que perteneciera a otra persona y que esa persona no supiera que yo la tenía. Podría entregar una luna que hubiese encontrado durante el día, porque tendría miedo de que alguien estuviera mirando; pero si la encontrara en la oscuridad, estoy segura de que encontraría alguna excusa para no decir nada sobre ella. Porque realmente amo las lunas, son tan bonitas y tan románticas. Me gustaría tener cinco O seis; nunca me iría a dormir; nunca me cansaría de yacer en la ribera cubierta de musgo y alzar la mirada hacia ellas.

Las estrellas también son buenas. Me gustaría tener algunas para ponérmelas en el pelo. Pero supongo que nunca podré. Les sorprendería saber lo lejos que están, porque no lo parecen. Cuando aparecieron por primera vez, anoche, traté de bajar algunas con una pértiga, pero no llegué, lo que me asombró; después probé con terrones hasta que me cansé, pero no llegué a conseguir ni una. Era porque soy zurda y no puedo apuntar bien. Incluso cuando apuntaba a la que no quería, no podía pegarle a la otra, aunque a veces casi lo logré, porque vi la mancha negra de mi terrón pasar justo en medio de los racimos dorados cuarenta o cincuenta veces, apenas errándoles y si hubiera podido extenderme un poco más tal vez podría haber conseguido una.

Así que lloré un poco, lo cual es natural, supongo, para alguien de mi edad y después de descansar tomé una cesta y partí hacia un sitio en el borde extremo del círculo, donde las estrellas estaban cerca del suelo y podía recogerlas con las manos, lo que sería mejor, en todo caso, porque podría recogerlas entonces con ternura y no romperlas. Pero era más lejos de lo que pensaba y al fin tuve que abandonar; estaba tan cansada que no podía arrastrar los pies un paso más; y además los tenía lastimados y me dolían mucho.

No podía regresar a casa; era demasiado lejos y empezaba a hacer frío; pero encontré algunos tigres y me anidé entre ellos y fue adorablemente cómodo y su aliento era dulce y agradable, porque viven de frutillas. Nunca había visto un tigre antes, pero los reconocí en un minuto por las rayas. Si pudiera tener una de esas pieles, me haría una tánica preciosa.

Hoy me estoy manejando mejor con las ideas sobre las distancias. Estaba tan ansiosa por aferrar cada cosa bonita que trataba de alcanzarla atolondrada, a veces cuando estaba demasiado lejos y a veces cuando no estaba a más de quince centímetros pero parecía un pie: ¡ay, con espinas entremedio! Aprendí una lección; también elaboré un axioma, con mi propia cabeza. Era el primero de todos para mi: El experimento arañado evita la espina. Creo que es muy bueno para venir de alguien tan joven.

Ayer por la tarde seguí al otro Experimento, a cierta distancia, para ver para qué podía servir, si podía. Pero no pude distinguirlo. Creo que es un hombre. Nunca había visto un hombre, pero parecía uno y me sentí segura de que es lo que es. Advierto que siento más curiosidad por él que por cualquiera de los demás reptiles. Si es un reptil y supongo que lo es; porque tiene cabello desaliñado y ojos azules y parece un reptil. No tiene caderas; está rematado en punta como una zanahoria cuando se para, aparta los pies como una grúa; así que creo que es un reptil, aunque puede ser arquitectura.

Al principio le tuve miedo y empezaba a correr cada vez que se daba vuelta, porque creí que iba a perseguirme; pero pronto descubrí que sólo estaba tratando de apartarse, así que después de eso ya no era tímida y en cambio le seguí los pasos, varias horas, a unos veinte metros, lo que lo ponía nervioso y desdichado. Al fin estaba muy preocupado y trepó a un árbol. Esperé un buen rato, después abandoné y me fui a casa.

Hoy pasó lo mismo. Lo hice subir de nuevo al árbol.

Domingo. Todavía sigue ahí arriba. Descansando, al parecer. Pero eso es un subterfugio: el domingo no es el día de descanso; el sábado está señalado para eso. Me parece una criatura que está más interesada en descansar que en cualquier otra cosa. Me cansaría descansar tanto. Me cansa sólo estar sentada y vigilar el árbol. Me pregunto para qué es; nunca lo veo hacer algo.

Devolvieron la luna anoche, ¡y me sentí tanfeliz! Creo que es muy honesto por parte de ellos. Se deslizó hacia abajo y cayó otra vez, pero no me sentí inquieta; no era necesario preocuparse cuando uno tiene ese tipo de vecinos; la volverán a colocar. Me gustaría poder hacer algo para mostrar mi aprecio. Me gustaría enviarles algunas estrellas, porque tenemos más de las que podemos usar. Quiero decir yo, no nosotros, porque puedo ver que al reptil no le importan nada esas cosas.

Tiene gustos ordinarios y no es bondadoso. Cuando fui allí ayer al anochecer se había escurrido hacia abajo y estaba tratando de atrapar los pequeños peces manchados que juegan en la charca y tuve que arrojarle un terrón para hacerlo subir otra vez al árbol y que los dejara en paz. ¿Será que sirve para eso? ¿No tiene corazón? ¿No tiene ninguna compasión por esas pequeñas criaturas? ¿Puede ser que esté pensado y fabricado para un trabajo tan desagradable? Tiene ese aspecto. Uno de los terrones le dio atrás de la oreja y empleó el lenguaje. Me dio un escalofrío, porque era la primera vez que yo oía el habla, salvo la mía. No entendí las palabras, pero parecían expresivas.

Cuando descubrí que podía hablar sentí un interés nuevo por él, porque me encanta hablar; hablo todo el día y en sueños, también, y soy muy interesante, pero si tuviera otro con quien hablar podría ser dos veces más interesante y nunca me detendría, silo deseara.

Si este reptil es un hombre, ¿no es un eso, verdad? Eso no sería gramatical, verdad? Creo que sería un el. Eso creo. En ese caso uno lo analizaría gramaticalmente así: nominativo, él; dativo, paraél; posesivo, deél. Bueno, lo consideraré un hombre y lo llamaré él hasta que resulte ser alguna otra cosa. Esto será más útil que tener tantas incertidumbres.

El domingo de la semana siguiente. Toda la semana lo seguí pisándole los talones y traté de que nos conociéramos. Tuve que encargarme de las palabras, porque él era tímido, pero no me importó. Parecía complacido de tenerme a su alrededor y empleé el "nosotros" sociable con mucha frecuencia, porque ser incluido parecía halagarlo.

Miércoles. Nos estamos llevando muy bien realmente, ahora y conociéndonos cada vez más, lo cual es un buen signo y muestra que a él le gusta tenerme con él. Eso me agrada y estudio para serle útil en cada modo que pueda, como para aumentar su consideración.

Durante el último día o dos le saqué de las manos todo el trabajo de nombrar las cosas y eso ha sido un gran alivio para él porque en ese sentido no tiene ningún don y es evidente que se siente muy agradecido. No puede pensar en un nombre racional para salvarlo, pero le dejo ver que soy consciente de su defecto. Cada vez que aparece una criatura nueva la nombro antes de que él tenga tiempo de exponerse con un silencio embarazoso. No tengo defecto como el de él. En cuanto pongo los ojos sobre un animal sé qué es. No tengo que reflexionar un instante; el nombre correcto brota de inmediato, como si fuera una inspiración, como sin duda lo es, porque estoy segura de que no estaba en mí un minuto antes. Parezco saber, sólo por la forma de la criatura y el modo en que actúa, de qué animal se trata.

Cuando apareció el dodo, él pensó que era un gato montés: se lo vi en la mirada. Pero lo salvé. Y tuve el cuidado de no hacerlo de un modo que pudiera herirle el orgullo. Sólo me expresé en un modo del todo natural de sorpresa complacida y no como si estuviera soñando en comunicar información y dije: "¡Bueno, caramba, que me digan si ese no es el dodo!" Expliqué, sin parecer que explicaba, cómo lo conocía como un dodo y aunque pensé que tal vez él estaba un poco irritado porque yo conociera a la criatura cuando él no, era del todo evidente que me admiraba. Eso fue muy agradable y pensé en eso más de una vez con gratificación antes de dormirme. ¡Qué cosa pequeña puede hacernos feliz cuando sentimos que nos lo hemos ganado!

Jueves. Mi primera pena. Ayer me evitó y pareció desear que no hablara con él. No podía creerlo y pensé que había algún error, porque me encantaba estar con él, me encantaba oírlo hablar y por lo tanto ¿cómo podía ser que pudiera sentirse poco amable conmigo cuando yo no le había hecho nada? Pero al fin parecía cierto, así que me aparté y me senté a solas en el lugar donde lo vi por primera vez la mañana en que fuimos hechos y no sabía qué era él y me sentía indiferente hacia él; pero ahora era un sitio lúgubre y cada pequeña cosa hablaba de él y sentía el corazón muy lastimado. No sabía por qué con claridad, porque era un sentimiento nuevo; no lo había experimentado antes y era todo un misterio y yo no podía desenredarlo.

Pero cuando llegó la noche no pude soportar la soledad y fui al refugio nuevo que él había construido, a preguntarle qué había hecho yo mal y cómo podía enmendarlo y volver a tener su bondad; pero él me echó a la lluvia y fue mi primera pena.

Domingo. Ahora es agradable de nuevo y estoy feliz; pero estos fueron días pesados; no pienso en ellos cuando puedo evitarlo.

Traté de conseguir para él algunas de esas manzanas, pero no puedo aprender a tirar derecho. Fallé, pero creo que la buena intención lo complació. Están prohibidas y dice que yo provocaré daño; pero si llego al daño a través de complacerlo, ¿por qué iba a importarme ese daño?

Lunes. Esta mañana le dije mi nombre, esperando que le interesara. Pero no le importó. Es extraño. Si él me dijera su nombre, me importaría. Creo que sería más agradable a mis oídos que cualquier otro sonido.

Él habla muy poco. Tal vez se deba a que no es brillante y es sensible al respecto y desea ocultarlo. Es una gran lástima que se sienta así, porque la brillantez no es nada; es en el corazón donde están los valores. Me gustaría poder hacerle entender que un buen corazón que ama es riqueza, riqueza suficiente y que sin él el intelecto es pobreza.

Aunque habla tan poco, tiene un vocabulario considerable. Esta mañana empleó una palabra sorprendentemente buena. Esevidente que reconoció, él mismo, que

era buena, porque trabajó con ella dos veces después, como por casualidad. No fue buen arte casual, aunque mostró que posee una cierta calidad de percepción. Sin duda puede hacerse crecer esa semilla, si se la cultiva.

¿De dónde sacó esa palabra? No creo haberla usado nunca.

No, no se interesó en mi nombre. Traté de ocultar mi desilusión, pero supongo que no lo logré. Fui y me senté sobre la orilla cubierta cíe musgo con los pies en el agua. Es donde voy cuando tengo hambre de compañía, de alguien a quien mirar,, cíe alguien con quien hablar. No es suficiente – ese encantador cuerpito blanco pintado allí en la charca– pelo es algo y a veces es mejor que la soledad absoluta. habla cuando hablo; está triste cuando estoy triste.' me consuela con su simpatía; dice: "No te deprimas, pobre muchacha sin amigos; seré tu amigo. "Es un buen amigo para mi y el único que tengo; es mi hermana.

¡La primera vez que ella me abandonó! ¡Ah, nunca lo olvidaré… nunca., nunca! ¡Mi corazón era como plomo en el cuerpo! Dije.. "¡Ella era todo lo que tenía y ahora se ha ido!" En mi desesperación dije: "¡Rómpete, corazón mío ya no puedo soportar mi vida!" y escondí el rostro entre las manos y no hubo alivio para mí. Y cuando las aparte, después (le un momento, ¡allí estaba ella otra vez, blanca y refulgente y salté a sus brazos!

Eso fue la felicidad perfecta: había conocido la felicidad antes, pero no era como esto, que era un éxtasis. Nunca dudé de ella desde entonces. A veces ella se iba – tal vez una llora., tal vez el día entero, pero yo esperaba y no dudaba; decía: "Ella está ocupada, o se fue de viaje., pero volverá." Y era así: siempre lo hacía. Por la noche no venía si estaba oscuro, porque era una criaturita tímida; pero si había luna venia. No temo a la oscuridad, pero ella es más joven que yo; nació después que yo. Le hice muchas, muchas visitas; es mi consuelo y mi refugio cuando mí vida es dura y en general lo es.

Martes. Trabajé toda la mañana en mejorar la hacienda; y me mantuve apartada de él a propósito, con la esperanza de que se sintiera solo y viniera. Pero no lo hizo.

A mediodía me detuve y me recreé mezclándome con el revoloteo de las abejas y las mariposas y gozando entre las flores, esas criaturas hermosas que sacan la sonrisa de Dios del cielo y la conservan. Las recogí e hice con ellas coronas y guirnaldas y me vestí con ellas mientras comía mi almuerzo: manzanas, desde luego; después me senté a la sombra y deseé y esperé. Pero él no vino.

Pero no importa. No resultaría nada, porque a él no le importan las flores. Las llama basura y no puede distinguir una de la otra y cree que es superior sentir así. No le importo, no le importan las flores, no le importa el cielo pintado cuando cae la tarde: ¿hay algo que le importe, salvo construir refugios para cubrirse de la lluvia buena y limpia y aporrear los melones y probar las uvas y toquetear la fruta en los árboles para ver cómo están madurando?

Puse una rama seca en el suelo y traté de hacerle un agujero con otra, para llevar a cabo una idea que tenía y de pronto tuve un susto horrible. ¡Una película delgada, transparente, se alzó del agujero y dejé caer todo y corrí! ¡Creía que era un espíritu y estabatan asustada! Pero miré hacia atrás y no se acercaba; así que me incliné contra una roca y descansé y jadeé y dejé que me temblaran los miembros hasta que volvieron a estar firmes; después me arrastré de regreso con cautela, alerta, mirando bien y dispuesta a huir si se presentaba la ocasión; y cuando me acerqué bien, aparté las ramas de un rosal y espié – deseando que el hombre estuviera cerca, porque se me veía tan astuta y hermosa– pero el espíritu se había ido. Fui allí y había una pizca de delicado polvo rosa en el agujero. Puse el dedo en él, para palparía y dije ¡ay! y lo saqué de nuevo. Era un dolor cruel. Me puse el dedo en la boca; y parándome primero en un pie y después en el otro y gruñendo, pronto disminuí mi desdicha; después me sentí llena de interés y empecé a examinar.

Tenía curiosidad por saber qué era el polvo rosa. De pronto se me ocurrió el nombre para él, aunque nunca había oído hablar antes del polvo. ¡Era fuego! Estaba tan segura como podría estarlo una persona de cualquier cosa en el mundo. Así que sin vacilar lo nombré así: fuego.

Había creado algo que no existía antes; había agregado algo nuevo a los bienes incontables del mundo; me di cuenta de eso y me sentí orgullosa de mi logro y estaba por correr y encontrarlo y contarle sobre el asunto, pensando en crecer en su estima, pero reflexioné y no lo hice. No: a él no le importaría. Preguntaría para qué servía, ~ qué podía contestarle yo? Porque no servíapara algo, pero era sólo hermoso, simplemente hermoso…

Así que suspiré y no fui. Pero aquello no servía para nada; no podía construir un refugio, no podía mejorar los melones, no podía acelerar una cosecha de fruta; era inútil, era una tontería y una trivialidad; él lo despreciaría y diría palabras cortantes. Pero para mí no era despreciable; dije "¡Oh, tú, fuego, te amo, deliciosa criatura rojiza, porque eres hermoso... y eso basta!" y estaba por apretarlo contra mi pecho. Pero me controlé. Después elaboré en mi cabeza otra máxima, aunque se parecía tanto a la primera que temí que fuera sólo un plagio: "El Experimento quemado evita el fuego."

Trabajé otra vez; y cuando había hecho una buena cantidad de polvo fuego, lo vacié sobre un puñado de hierba marrón, seca, pensando en llevarlo a casa y guardarlo siempre y jugar con él; pero le dio el viento y se dispersó y se escupió hacia mí fieramente y lo dejé caer y corrí. Cuando miré hacia atrás, el espíritu azul crecía y se estiraba y giraba como una nube y pensé al instante el nombre para él: ¡humo!, aunque, lo juro, nunca antes había oído hablar del fuego.


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