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Narrativa breve
  • Текст добавлен: 6 октября 2016, 04:54

Текст книги "Narrativa breve"


Автор книги: Марк Твен



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En ese instante memorable nació la inmodestia, y cierta gente la valora desde entonces, aunque por cierto les costaría decir porqué.

Adán y Eva ingresaron al mundo desnudos y sin ninguna vergüenza, desnudos y con la mente pura; y ninguno de sus descendientes ha entrado en él de otra manera. Todos vinieron desnudos, sin sentimiento de vergüenza y con la mente pura. Vienen con el sentido de la modestia. Fue necesario que adquirieran la inmodestia y una mente sucia; no había otra manera de conseguirlo. El primer deber de una madre cristiana es contaminar la mente de su hijo, y no lo descuida. Su niño crece y se convierte en misionero, y va hacia el inocente salvaje y hacia el japonés civilizado, y les contamina la mente. Tras lo cual ellos adoptan la inmodestia, ocultan sus cuerpos y dejan de bañarse juntos desnudos.

La convención mal llamada modas tía no tiene grado de normalidad y no puede tenerlo, porque contraria a la naturaleza y la razón, y es por lo tanto un artificio y está sujeto a la ocurrencia, al capricho enfermizo de cualquiera. Y así en la India la dama refinada cubre su faz y sus senos y se deja las piernas desnudas más abajo de las caderas, mientras que la dama europea refinada se cubre las piernas y expone su faz y sus senos. En tierras habitadas por salvajes inocentes la refinada dama europea pronto se acostumbra a la absoluta desnudez de los nativos adultos y deja de sentirse ofendida por ella. En el siglo XVIII, un conde y una condesa franceses muy cultos – sin ningún parentesco entre sí quedaron varados debido a un naufragio en una isla deshabitada, sin otra ropa que la de dormir, y pronto quedaron desnudos. Y avergonzados también – por una semana. Después, su desnudez ya no les molestó y pronto dejaron de pensar en ella.

Ustedes nunca han visto a una persona con ropa. Pues bien, no han perdido nada.

Prosiguiendo con las curiosidades bíblicas. Naturalmente ustedes pensarán que la amenaza de castigar a Adán y Eva por su desobediencia no se llevó a cabo, puesto que ellos no se crearon a si mismos, ni crearon sus naturalezas, ni sus impulsos, ni sus debilidades, y en consecuencia no estaban en justicia sujetos a las órdenes de nadie, ni eran responsables de sus actos ante nadie. Les sorprenderá saber que la amenaza sise llevó a cabo. Adán y Eva fueron castigados y ese delito encuentra apologistas aún hoy. La sentencia de muerte fue ejecutada.

Como ven, la única Persona responsable del crimen de la pareja logró escapar; y no solamente escapó sino que se convirtió en el verdugo de los inocentes.

En el país de ustedes y el mío tendríamos el privilegio de burlarnos de esta clase de moralidad, pero aquí sería poco caritativo hacerlo. Mucha de esta gente posee la facultad de razonar, pero nadie la usa en cuestiones religiosas.

Las mejores gentes dicen que cuando un hombre engendra un hijo está moralmente obligado a ofrecerle cariñosos cuidados, a defenderlo de lo que pueda lastimarlo, protegerlo de las enfermedades, vestirlo, alimentarlo, tolerar su indocilidad, no ponerle la mano encima excepto con cariño y por su propio bien, y nunca en ningún caso infligirle crueldad voluntaria. El trato que Dios da a sus hijos terrenales, todos los días y todas las noches, es exactamente lo contrario de todo esto, y sin embargo esas mentes superiores justifican esos crímenes calurosamente, los condonan, los excusan, y se niegan indignados a considerarlos como tales cuando Él los comete. El país de ustedes y el mío es interesante, pero no hay nada que sea aproximadamente tan interesante como la mente humana.

Muy bien, Dios desterró a Adán y Eva del Jardín, y finalmente los asesinó. Todo por desobedecer una orden que no tenía derecho a emitir. Pero no paró allí, como verán. Él tiene un código moral para Sí mismo y otro muy distinto para sus hijos. Exige a Sus hijos que traten con justicia – y suavidad– a los delincuentes, y que les perdonen setenta y siete veces; en cambio Él no trata a nadie con justicia ni suavidad, y no perdonó a la primera pareja de ignorantes y atropellados delincuentes juveniles ni aún su primer pecado, ni les dijo: "Pueden marcharse esta vez, les daré otra oportunidad".

¡Por el contrario Decidió castigar a los hijos de la pareja, a través de los siglos y hasta el fin de las épocas por una ofensa insignificante cometida por otros antes de que ellos nacieran. Todavía los sigue castigando. ¿En forma moderada? No, de un modo atroz.

No sería lógico suponer que un ser de esta clase pueda recibir loas. Desengáñense; el mundo lo llama Infinitamente Justo, Infinitamente Recto, Infinitamente Bueno, Infinitamente Misericordioso, Verdad Infinita, Amantísimo, Fuente de Toda Moralidad. Estos sarcasmos se pronuncian diariamente en todo el mundo. Pero no como sarcasmos conscientes. No, se dicen seriamente; se pronuncian sin una sonrisa.


Carta IV


Así la Primera Pareja salió del Edén bajo una maldición -una maldición permanente. Habían perdido todos los placeres que poseyeran antes de "La Caída", y sin embargo eran ricos, porque habían ganado uno que valía por todo el resto: conocían el Arte Supremo.

Lo practicaban industriosamente y se sentían plenos de satisfacción. La Deidad les ordenó practicarlo. Ellos obedecieron esta vez. Pero fue afortunado que no se lo prohibiera, pues lo hubiesen practicado, de todas maneras, aunque lo hubieran prohibido mil Deidades.

Vinieron las consecuencias. Con el nombre de Caín y Abel y éstos tuvieron hermanas; y supieron qué hacer con ellas. Y por lo tanto hubo nuevas consecuencias. Caín y Abel engendraron varios sobrinos y sobrinas. Estos, a la vez, engendraron primos segundos. En este punto, la clasificación de los parentescos comenzó a hacerse difícil y se abandonó la idea de mantenerla.

La grata tarea de poblar el mundo continuó de una época a otra, y con la mayor eficiencia; porque en esos días dichosos los sexos todavía eran eficientes en el Arte Supremo, cuando en verdad deberán haber muerto ochocientos años antes. El sexo precioso, el sexo amado, el sexo bello estaba manifiestamente en su apogeo, entonces, pues atraía hasta a los dioses. Dioses verdaderos. Bajaban del cielo y pasaban momentos de goce delicioso con esos cálidos pimpollos jóvenes. La Biblia lo cuenta. Mediante la ayuda de esos visitantes extranjeros la población aumentó hasta completar varios millones. Pero fue una desilusión para la Deidad. Estaba descontento con su moral, que, en ciertos aspectos, no era mejor que la suya propia. En realidad, era una imitación descomedidamente buena de la suya. El pueblo era totalmente malo, y como no sabía de qué otro modo reformarlo, juiciosamente decidió abolirlo. Esta es la única idea realmente superior y evolucionada que le acredita su Biblia, y hubiera establecido su reputación para siempre si se hubiera mantenido firme y la hubiera realizado. Pero siempre fue inestable – excepto según su propaganda– y su buena resolución cedió. Se sentía orgulloso del hombre; el hombre era SU mejor invento; el hombre era 'su favorito, después de la mosca común, y no podía soportar la idea de perderlo del todo; así que finalmente decidió salvar una muestra de él y ahogar al resto.

Nada pudo ser más típico de Él. Él habla creado todos esos seres infames y sólo Él era responsable de su conducta. Ni uno de ellos merecía la muerte, pero extinguirlos era una buena política; principalmente porque al crearlos habla cometido el crimen maestro, y estaba claro que al permitirles que siguieran procreando agrandaría ese crimen. Pero al mismo tiempo no podía haber justicia, equidad, ni favoritismo alguno – debían ahogarse todos o ninguno.

No, pero Él no quiso eso; tuvo que salvar media docena y poner a prueba la raza una vez más. No podía prever que se pudriría de nuevo, porque Él es sapientísimo sólo en la propaganda.

Salvó a Noé y a su familia e hizo arreglos para eliminar al resto. Él diseñó el Arca, y Noé la construyó. Ninguno de los dos había hecho un arca antes, ni sabia nada de arcas; y así tenía que esperarse que fuera algo fuera de lo común. Y sucedió. Noé era un campesino; y aunque sabía qué requisitos debía llenar el Arca, era absolutamente incapaz de decir si ésta sería del tamaño suficiente (y no lo era) para llenar las necesidades, de modo que no se aventuró a dar consejo. La Deidad no sabía que no era lo suficientemente grande, pero corrió el riesgo y no tomó las medidas adecuadas. Al fin de cuentas, el barco estaba lejos de llenar las necesidades, y el mundo sigue sufriendo por eso aún hoy.

Noé construyó el Arca. La construyó lo mejor que pudo, pero olvidó la mayoría de los detalles esenciales. No tenía timón, no tenía velas, no tenía brújula, no tenía bombas, no tenía carta marina> ni anda, ni barquilla, ni luz, ni ventilación, y en cuanto al espacio para la carga que era lo principal, cuanto menos se diga de eso mejor será. Tenía que permanecer once meses en el mar y necesitaría tener dos veces su volumen de agua potable. No podía utilizarse el agua exterior: la mitad seria agua salada, y ni los hombres ni los animales terrestres podían beberla.

Porque no sólo debía salvarse un ejemplar del hombre, sino también muestras comerciales de los demás animales. Ustedes tienen que comprender que cuando Adán comió la manzana del Jardín y aprendió a multiplicarse y repoblar, los otros animales también aprendieron el Arte, observando a Adán. Fue muy inteligente de parte de ellos, muy habilidoso; porque sacaron de la manzana cuando valía la pena sacar sin probarla ni castigarse con la adquisición del desastroso Sentido Moral, padre de todas las inmoralidades.


Carta V


Noé comenzó a reunir animales. Debía haber una pareja de cada especie de criatura que caminara o se arrastrara, o nadara o volara, en el mundo de la naturaleza animada. Tenemos que sacar nuestras propias conclusiones en cuanto al tiempo que le llevó juntar a esos seres y cuánto le costó, pues no hay nada escrito sobre esos detalles. Cuando Simaco hacía los preparativos para iniciar a su joven hijo en la vida adulta de la Roma imperial envió hombres a Asia, África y a todos lados a coleccionar animales para las luchas del circo. Tres años emplearon esos hombres en acumular los animales y llevarlos a Roma. Sólo cuadrúpedos y yacarés, ya se sabe -nada de aves, serpientes, ranas, gusanos, piojos, ratas, pulgas, garrapatas, arañas, moscas, mosquitos– nada más que los simples cuadrúpedos y los yacarés comunes; y ningún cuadrúpedo excepto los que luchaban. Y sin embargo fue como les dije: llevó tres años reunirlos, y el costo de los animales y el transporte y la paga de los hombres sumó 4.500.000 dólares.

¿Cuántos animales? No lo sabemos. Pero fueron menos de 5.000, pues ése fue el mayor número que se llegó a reunir para los espectáculos romanos, y fue Tito, no Simaco, quien hizo esa colección. Esos eran como museos embrionarios comparados con lo que se comprometió a hacer Noé. De aves y bestias y seres de agua dulce tenía que reunir 146.000 clases; y de insectos más de dos millones de especies.

Miles y miles de estos bichos eran difíciles de coger, y si Noé no se hubiera dado por vencido y renunciado todavía estaría en la tarea, como solía decir Levítico. Pero no quiero decir que abandonó. Juntó tantos seres como podía alojar y luego se detuvo.

Si él hubiera conocido las condiciones desde el principio hubiese sabido que lo que se necesitaba era una flota de arcas. Pero él no sabía cuántas clases de animales existían, ni lo sabia su Jefe. Así que no llevó ningún canguro, ninguna zarigüeya, ni monstruo de Gila, ni ornitorrinco; y le faltaban una multitud de criaturas indispensables con las que el amante Creador había bendecido al hombre y a las que había olvidado, al internarse ellas en una parte de este mundo que Él nunca había visto y de cuyas actividades no estaba enterado. Y así todas ellas escaparon apenas de ahogarse.

Escaparon sólo por accidente. No hubo agua suficiente como para cubrirlo todo. Solamente bastó para inundar un pequeño rincón del globo -el resto del globo no se conocía entonces, y se suponía no existente.

A pesar de todo, lo que real y finalmente decidió a Noé a quedarse con las especies suficientes desde el punto de vista estrictamente comercial y dejar que las otras se extinguieran, fue un incidente de los últimos días: un extraño llegó lleno de emoción con ciertas noticias alarmantes. Contó que había acampado entre valles y montañas como a seis mil millas de distancia, y había visto algo maravilloso ahí: estaba parado junto a un precipicio contemplando un ancho valle, y por el valle vio venir un mar negro y agitado de extraña vida animal. Simios grandes como elefantes, ranas como vacas; un megaterio y su harén increíblemente numeroso; saurios y saurios y saurios, grupo tras grupo, familia tras familia, especie tras especie: de treinta metros de largo, nueve de alto, y con la furia de un animal de dos veces este tamaño; uno de ellos pegó con la cola a un toro Durham totalmente inocente y lo hizo volar casi cien metros por el aire hasta caer a los pies del hombre con un suspiro para no vivir más. El hombre dijo que estos animales prodigiosos habían oído hablar del Arca y venían para eso. Venían a salvarse del diluvio. Y no venían en parejas, venían todos: no sabían que los pasajeros estaban limitados a pares, dijo el hombre y de todos modos no les importaban los reglamentos; estaban dispuestos a embarcar en el Arca o exigirían muy buenas razones para no hacerlo. El hombre dijo que el Arca no podría contener ni la mitad; y además venían con hambre, y se comerían lo que hubiera, incluyendo al zoológico y a la familia.

Todos estos detalles se omitieron en el relato bíblico. No se encuentra ni el menor indicio de ellos allí. Se silenció todo el asunto. No se mencionan ni siquiera estos grandes seres. Eso les demuestra a ustedes que cuando la gente deja un vacío culpable en algún contrato el asunto puede disimularse en las biblias lo mismo que en cualquier otra parte. Esos poderosos animales serían ahora de inestimable valor para los hombres, ya que el transporte es tan caro y difícil; pero se perdieron. Todos perdidos por culpa de Noé. Todos se ahogaron. Algunos de ellos hace ya ocho millones de años.

Muy bien, el forastero contó su historia y Noé vio que tenía que partir antes de que llegaran los monstruos. Hubiera salido inmediatamente; pero los tapiceros y decoradores del salón de las moscas todavía tenían que dar los últimos toques; y eso le hizo perder un día. Otro día se perdió haciendo subir a bordo a las moscas, pues había sesenta y ocho billones y la Deidad todavía temía que no fueran suficientes. Otro día se perdió acomodando cuarenta toneladas de basura seleccionada para el mantenimiento de las moscas.

Luego Noé partió por fin; y no demasiado pronto, porque el Arca estaba apenas perdiéndose de vista en el horizonte cuando llegaron los monstruos, y unieron sus lamentaciones a la de la multitud de padres y madres que lloraban asustando a los pequeños que se aferraban a las rocas barridas por las olas bajo la pavorosa lluvia y elevaban sus plegarias al Ser Inmensamente Justo e Inmensamente Misericordioso que nunca habla respondido a una plegaria desde que esos peñascos se formaran por la acumulación de un grano de arena tras otro, y que seguiría sin responder a una sola de ellas cuando los siglos los hubieran convertido en arenas otra vez.


Carta VI


El tercer día, aproximadamente, se descubrió que había quedado una mosca. El viaje de regreso resultó largo y dificultoso, debido a la falta de cartas de navegación y de brújula, y por el aspecto alterado de la costa, ya que el agua que subía constantemente había cubierto algunos de los mojones bajos y dado a los más altos una apariencia desusada; pero después de dieciséis días de búsqueda seria y leal, por fin se encontró a la mosca, que fue recibida con himnos de alabanza y gratitud, mientras la Familia permanecía descubierta en señal de respeto a su origen divino. Estaba extenuada y el mal tiempo le habla producido sufrimientos, pero aparte de eso estaba en buenas condiciones. Muchos hombres habían muerto de hambre con sus familias en las cumbres peladas, pero a ella no le había faltado comida, que la multitud de cadáveres le ofrecía en putrefacta y maloliente abundancia. Así fue providencialmente preservado el sagrado pájaro.

Providencialmente. Esa es la palabra justa. Porque la mosca no había quedado allí por accidente. No, la mano de la Providencia estuvo en ello. Los accidentes no existen. Todas las cosas que suceden, suceden con algún fin. Están previstas desde el principio del tiempo, fueron dispuestas desde el principio del tiempo. Desde la aurora de la Creación el Señor habla previsto que Noé, alarmado y confundido ante la invasión de los fósiles prodigiosos, huiría al mar prematuramente sin llevarse un cierto mal inapreciable. Llevaría todas las otras enfermedades y podría distribuirlas entre las nuevas razas humanas a medida que aparecieran en el mundo, pero le faltaría la mejor: la tifoidea; un mal que, si las circunstancias son especialmente favorables, puede arruinar a un paciente por completo sin matarlo; porque puede permitirle incorporarse nuevamente dotado de un largo término de vida, pero sordo, mudo, ciego, inválido e idiota. La mosca es su principal diseminadora. Y es más competente y calamitosamente eficaz que todos los otros distribuidores del flagelo juntos. Y así, preordenada desde el principio del tiempo, esta mosca quedó para buscar un cadáver con tifoidea y alimentarse de su podredumbre y untarse las patas con los gérmenes para transmitirlos al mundo repoblado definitivamente. y así en los siglos transcurridos desde entonces, billones de lechos de enfermos se han surtido de esa mosca, que ha enviado billones de cuerpos en ruinas a arrastrarse sobre la tierra, y ha reclutado cadáveres para llenar billones de cementerios.

Es muy difícil comprender la naturaleza del Dios de la Biblia, tal es la confusión de sus contradicciones; con la inestabilidad del agua y la firmeza del hierro; con una moral abstracta de bondad gazmoña compuesta de palabras, y una moral concreta infernal compuesta de actos; con mercedes pasajeras de las que se arrepiente para caer en una malignidad permanente.

Sin embargo, cuando tras mucho cavilar se llega a la clave de su naturaleza, se puede por fin llegar a entender la. Con una franqueza juvenil, extraña y sorprendente, Él mismo nos da la clave. ¡Son los celos!

Imagino que esto los dejará sin aliento. Ustedes saben -porque yo se los he dicho en una carta anterior– que entre los seres humanos los celos están claramente considerados como un defecto; una de las marcas más distintivas de todas las mentes pequeñas, y de la cual hasta las más pequeñas se avergüenzan; y la cual niegan mintiendo si se las acusa de poseerla pues la acusación hiere como un insulto.

Los celos. No lo olviden, recuérdenlo. Son la clave. Con esa clave llegamos con el tiempo a comprender a Dios; sin ella nadie puede entenderlo. Como he dicho, Él mismo exhibe esta clave de modo que todos puedan conocerla. Cándida, sinceramente dice con el mayor desembarazo: "Yo el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso."

Es nada más que otra forma de decir: "Yo el señor, tu Dios soy un pequeño Dios; un Dios preocupado por las cosas pequeñas."

Él prevenía: no podía soportar la idea de que ningún otro Dios recibiera una parte del homenaje dominical de esta cómica e insignificante raza humana, -lo quería todo entero para Sí.

Lo valoraba. Para Él representaba riqueza; exactamente como las monedas de lata para los zulúes.

Pero esperen – no soy justo; no lo presento como es, el prejuicio me ha llevado a decir lo que no es cierto. No dijo que quisiera el total de adulaciones; no dijo que no estuviera dispuesto a compartirlas con los otros dioses; lo que dijo fue: "No pondrás a otro Dios antes de mi."

Es una cosa muy distintiva, y lo coloca en una mejor posición – lo confieso Había una abundancia de dioses, los bosques, según dicen, estaban llenos de ellos, y todo lo que Él pedía era ser considerado a la misma altura que los otros – no por encima de ellos, pero no por debajo. Estaba dispuesto a que ellos fertilizaran a las vírgenes terrenales, pero no a concederles mejores términos que los que pudiera reservarse para Sí mismo. Quería ser considerado su igual. Sobre esto insistió en el más claro de los lenguajes; no permitiría otros dioses antesque Él. Podían marchar hombro con hombro, pero ninguno de ellos podía encabezar la procesión, ni reclamaba para sí el derecho de encabezaría.

¿Creen que pudo mantenerse en esa recta y honorable posición? No. Podía mantener una mala resolución para siempre, pero no podía mantener una buena ni durante un mes. Gradualmente dejó ésta de lado y tranquilamente reclamó ser el único Dios del universo entero.

Como decía, los celos son la clave están presentes a través de toda Su historia en lugar prominente. Son la sangre y los huesos de Su naturaleza, la base de su carácter. ¡La cosa más pequeña puede destruir Su compostura y desordenar Su juicio si lastima Sus celos! Y nada excita esta característica suya tan rápida y seguramente y en forma tan exagerada como la sospecha de que se avecina la competencia con el Dios de la confianza. El temor de que si Adán y Eva comían del árbol de la Sabiduría llegarían a ser como dioses" Lo puso tan celoso que Su razón se vio afectada, y no pudo tratar a esos pobres seres con justicia o caridad, ni siquiera refrenarse de tratar a su inocente posteridad en forma cruel y criminal.

Hasta el presente no ha conseguido Su razón sobreponerse a esa sacudida; desde entonces Lo posee una loca sed de venganza, y Su ingenio nativo ha llegado casi a la bancarrota por inventar dolores y miserias y humillaciones y sufrimientos que amarguen la breve vida de los descendientes de Adán. ¡Piensen en los males que ha ideado para ellos! Son multitudinarios; no hay libro que pueda nombrarlos todos. Y cada uno es una trampa colocada para una víctima inocente.

El ser humano es una máquina Una máquina automática. Está compuesta por miles de mecanismos delicados y complejos, que desempeñan sus funciones con armonía y perfección, de acuerdo con leyes pensadas para su gobierno, y sobre los cuales el hombre no tiene poder; ni autoridad, ni control. Para cada uno de esos miles de mecanismos el Creador ha planeado un enemigo cuya función es acosarlo, atormentarlo, perseguirlo, dañarlo, afligirlo con dolores, y miserias, y la destrucción final. Ni una se ha olvidado.

Desde la cuna a la tumba esos enemigos están siempre en funciones; no conocen descanso, ni de noche ni de día. Son un ejército; un ejército organizado; un ejército que sitia; un ejército que ataca; un ejército que está alerta, vigilante, ansioso, inmisericorde; un ejército que no cede nunca, que nunca da tregua.

Se mueve en escuadrones, en compañías, en batallones, en regimientos, en brigadas, en divisiones, en cuerpos de ejército; en ocasiones fusiona sus partes y marcha contra la humanidad con toda fiereza. Es el gran ejército del Creador, y Él es su Comandante en Jefe. A su frente Sus tristes banderas sacuden sus leyendas ante el sol: Desastre, Enfermedad, y el resto.

¡La enfermedad! ¡Esa es la fuerza principal, la fuerza industriosa, la fuerza devastadora! Ataca al Infante en el momento de nacer; le manda un mal tras otro; croup, sarampión, paperas, trastornos intestinales, dolores de la dentición, escarlatina, y otras especialidades infantiles. Sigue al chico hasta que se convierte en joven y le manda especialidades para esa época de la vida. Y sigue al joven hasta la edad madura y al maduro hasta la vejez.

Con estos hechos ante ustedes, ¿quieren tratar de descubrir cuál es el principal apodo cariñoso de este feroz Comandante en Jefe? Les ahorraré el trabajo – pero no se rían. Es Padre Nuestro que Estás en los Cielos.

Es curiosa – la forma en que trabaja la mente humana. El cristiano parte de esta proposición directa, esta proposición definida, esta proposición radical e inflexible: Dios es omniscientey todopoderoso.

Siendo este el caso, nada puede suceder sin que Él sepa de antemano que va a suceder; nada puede suceder sin Su permiso; nada puede suceder si Él quiere prevenirlo.

Eso es bien claro, -¿no es así? Vuelve a' Creador indudablemente responsable de todo lo que pasa, ¿no es así?

El cristiano lo acepta en la oración subrayada más arriba. Lo acepta con sentimiento, con entusiasmo.

Luego, habiendo de esta manera hecho responsable al Creador de todos los dolores y enfermedades y sufrimientos antes enumerados, y que Él podría haber evitado, ¡el inteligente cristiano lo llama mansamente Padre Nuestro 1

Es como les digo. ¡Dota al Creador con todos los rasgos indispensables para hacer un ser maligno, y luego llega a la conclusión de que tal Ser y su Padre son la misma cosa! Sin embargo, niega que un loco malvado y el director de la escuela dominical sean la misma cosa esencialmente. ¿Qué les parece la mente humana? Quiero decir, en caso de que les parezca que existe la mente humana.


Carta VII


Noé y su familia se salvaron -si es que eso puede considerarse una ventaja– pongo el sipor la sencilla razón de que no hubo nunca una persona inteligente de sesenta años que consintiera en vivir su vida de nuevo. Ni la suya ni ninguna otra. La Familia se salvó, si, pero no estaban cómodos, porque estaban cubiertos de microbios. Cubiertos hasta los ojos; habían engordado con ellos; estaban obesos; estirados como globos. Eran condiciones desagradables pero no podían evitarse, porque había que salvar microbios suficientes para proveer a las futuras razas de hombres de enfermedades desoladoras, y sólo había ocho personas a bordo que pudieran servirles de hoteles. Los microbios eran la parte más importante de la carga del Arca, y la parte por la cual el Creador estaba más preocupado y que más quería. Tenían que tener buen alimento y estar bien instalados. Había gérmenes de tifoidea, y gérmenes de cólera, y gérmenes de hidrofobia, y gérmenes de tétano, y gérmenes de tuberculosis, y gérmenes de bubónica, y algunos cientos de aristócratas, seres especialmente preciosos, portadores dorados del amor de Dios por los hombres, benditos regalos de un Padre amante a sus hijos – y todos ellos tenían que estar suntuosamente alojados y atendidos; residían en los lugares más selectos que el interior de la Familia podía ofrecer: en los pulmones, en el corazón, en el cerebro, en los riñones, en la sangre, en las entrañas. En las entrañas particularmente. El intestino grueso fue el alojamiento favorito. Allí se reunían en billones incontables, y trabajaban y se alimentaban, y se retorcían y cantaban himnos de alabanza y agradecimiento; y por la noche cuando todo estaba callado se podía oír el murmullo. El intestino grueso fue en realidad su Cielo. Lo rellenaron; lo pusieron tan rígido como un rollo de caño. Se enorgullecía de ello. Su himno más usual hacia grata referencia de eso.

Constipación, Oh Constipación, Este alegre sonido proclamad Hasta en la más remota entraña del hombre El nombre del Hacedor alabad.

Las incomodidades del Arca eran muchas y muy variadas. La Familia tenía que vivir en presencia de una multitud de animales y respirar el hedor que causaban y ensordecerse noche y día por el ruido fragoroso que producían sus rugidos y sus chillidos; y agregado a esos incomodidades intolerables, el lugar era especialmente difícil para las mujeres, porque no podían mirar en ninguna dirección sin ver miles de animales multiplicándose y repoblando. Y luego, estaban las moscas. Se amontonaban por todas partes, y perseguían a la Familia todo el día. Eran los primeros animales en levantarse a la mañana, y los últimos en caer a la noche. Pero no debía matárselas, ni lastimárselas, eran sagradas, su origen era divino, eran las favoritas especiales del Creador, sus tesoros.

Con el tiempo otros seres se distribuirían aquí y allí – esparcida ~ los tigres a la India, los leones y los elefantes a los desiertos vacíos y los lugares secretos de la jungla, los pájaros a las regiones ilimitadas del espacio desocupado, los insectos a uno u otro clima, según la naturaleza y las necesidades; ¿pero la mosca? No tiene nacionalidad; todos los climas son suyos, todo el globo es su territorio, todos los seres que respiran son su presa, y para todos ellos es un azote del infierno.

Para el hombre es una embajadora divina, un ministro plenipotenciario, un representante especial del Creador. Lo infesta en la cuna; se adhiere en ramos a sus pegajosos párpados; zumba y lo pica y lo fastidia, le roba el sueño a él y las fuerzas a su madre en las largas vigilias que dedica a proteger al hijo de la persecución de esta plaga. La mosca atormenta al enfermo en su cama, en el hospital, en su lecho de muerte hasta su último suspiro. Lo atormenta en las comidas; antes busca pacientes que sufren enfermedades mortales y asperosas; camina por sus heridas, se unta las piernas con un millón de gérmenes capaces de infligir la muerte; luego llega a la mesa de ese hombre sano y se limpia esas cosas en la manteca y descarga su intestino de excrementos y gérmenes tifoideos en sus comidas. La mosca arruina más organismos humanos y destruye más vidas humanas que toda la multitud de mensajeros de infelicidad y agentes letales de Dios juntos.

Sem estaba lleno de parásitos intestinales. Es extraordinario, lo completo y amplio del estudio que dedicó el Creador al gran trabajo de hacer desgraciado al hombre. He dicho que ideó un agente de aflicción especial para todos y cada uno de los detalles de la estructura del hombre, sin pasar uno solo por alto, y dije la verdad. Mucha gente pobre tiene que andar descalza porque no puede comprarse zapatos. El Creador vio su oportunidad. Diré, de paso, que siempre tiene el ojo puesto sobre los pobres. Las nueve décimas partes de sus invenciones de enfermedades estaban destinadas a los pobres, y ellos las pescan. Los ricos toman sólo las sobras. No lleguen a sospechar que hablo sin cuidado, pues no es así: el grueso de los inventos de enfermedades del Creador realmente están destinadas a perseguir a los pobres. Se podría reducir esto del hecho de que uno de los mejores y más comunes nombres que se le dan al Creador desde el púlpito es "Amigo de los Pobres". Nunca ofrece el púlpito una alabanza al Creador que contenga el menor vestigio de verdad. El enemigo más implacable e incansable de los pobres es su Padre Celestial. El único amigo de los pobres es su prójimo. Él les tiene lástima, los compadece, y así lo demuestra en sus actos. Hace mucho para aliviar sus penas; y en cada caso cl Padre Celestial recibe el crédito.


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