Текст книги "Cyteen 2 - El Renacer"
Автор книги: C. J. Cherryh
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Научная фантастика
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El hermano de Giraud Nye. Uno no podía olvidarse de eso.
–Yanni me dijo que usted quería hablar conmigo —dijo Justin, en la puerta.
–Sí, sí. Siéntate.
Justin se dirigió al escritorio y se sentó, y Denys se inclinó con las manos sobre la mesa. Había un plato con pastillas. Denys tomó una y le ofreció el plato.
–No, ser, gracias.
Denys se puso una en la boca, se reclinó hacia atrás con un crujido de la silla y cruzó las manos sobre la panza.
–Yanni me envió tu trabajo. Dice que quieres ir a Prueba. Confías en ello, ¿no es cierto?
–Sí, ser. Es un programa simple. Nada complicado. No creo que tenga que probarlo mucho tiempo.
–En mi opinión no es un problema que pueda manejar la División de Pruebas. Jordan afirma que funcionará, que funcionará sin un error. El problema con tu trabajo no es lo que provoca al cabo de una generación o dos. Si fuera así, no tendríamos problemas con él. ¿No te parece? Podríamos instalarlo y listo.
Grant tenía ideas a favor de probar el programa, desde un punto de vista azi. Grant entendía cómo trabajaban los azi de Prueba: podía hacer lo mismo que ellos. Pero ése era el último lugar del mundo donde Justin hubiera comentado algo sobre aquello y no pensaba hacerlo ni siquiera si el silencio le hacía perder la oportunidad, ni siquiera si era la única oportunidad que tendría en toda su vida.
Nada, nada valía tanto como la seguridad de Grant.
–Confío en la opinión de los azi de Prueba —dijo con tranquilidad—. Y en su experiencia. Tienen un punto de vista que los ordenadores no pueden darme; por eso ellos son los últimos en probar las cosas, ¿no?
–Y por eso su tiempo es más valioso. Pero no pueden responder a un problema multigeneracional.
–No lo sé, ser, tengo una gran confianza en su juicio emocional. Y probar el programa me daría mucha información si pudiera conseguir un resultado, cualquier resultado. Jordan afirma que funcionará. Y no lo dice sólo porque es mi padre, ser. No me lo diría a mí por eso. No en un caso tan importante.
Denys sonrió, una sonrisa leve, triste, y suspiró. La silla crujió cuando se inclinó hacia delante y apoyó los codos sobre la mesa. Y pulsó un botón. El murmullo del silenciador, ese murmullo que calaba los huesos, los envolvió de pronto, y el estómago de Justin se encogió, se le tensaron los nervios.
–Pero el programa conlleva más de veinte años de estudio, incluso si te damos una prueba completa con un grupo genético. Ése es el problema. En realidad, para saber si tienes razón o no, necesitaríamos una prueba estilo Gehenna. Veinte generaciones, no veinte años. Y no nos parece prudente concederte un par de planetas. ¿Y que hacemos con la cultura que resulte si te equivocas? ¿La eliminamos? Ésa es la escala en que estás trabajando, hijo.
Él ya estaba oyendo él «no» que se acercaba, sarcástico y lento, y se mordió el labio para contener la rabia.
–Algo como lo que hacía Emory —dijo, con amargura. El último alarde de Reseune. Y casi dijo: Si su comité hubiera vetado los proyectos de Ari, seríamos sólo una granja de producción, nada más.
Pero, claro, no estaba seguro de lo que hubiera hecho Emory veinte o treinta generaciones después, ni de los lejos que había llegado, ni de si la Unión misma era un proyecto que funcionara. La referencia a Gehenna que había hecho Denys le producía escalofríos.
–Algo como lo que hacía Emory —repitió Denys lentamente, sin inflexión—. Te diré que Sociología se puso muy nerviosa con tus diseños, por la sugerencia de que tal vez habían cometido un error en los programas de proyección, ya sabes. Hiciste que los programadores pasaran algunas noches de insomnio. Y, con franqueza, no revelamos nada de esto a Defensa. Ya sabes lo excitables que son.
–Nunca pensé en decirles nada.
–¿Nunca?
–No, ser. No veo qué puedo ganar con eso. Reseune tiene sus ventajas. Más que Planys.
–Incluso si Defensa te promete vivir con Jordan.
Justin respiró hondo y sintió la incomodidad del Silenciador hasta la médula. Resultaba difícil ignorarla.
–Ya se me ocurrió esta posibilidad. Espero traer a mi padre de vuelta aquí, no trasladarnos los dos allá. Él lo entiende. Opina lo mismo. Algún día. O podríamos haber dejado filtrar parte del asunto a Defensa. Ninguno de los dos lo hizo.
–A Jordan nunca le gustó Defensa —dijo Denys—. Realmente, no lo ayudaron en la audiencia.
–Ustedes contaban con eso —replicó Justin con calma—. Él podría haberles hablado. No lo hizo. No que yo sepa.
–No, tienes razón .No confía en ellos. Pero, sobre todo, piensa en tu carrera. Y en la de Grant. Seamos francos. Sabemos... sabemos que podría acorralarnos y hasta dónde, y por qué no lo hace. Quiero ser sincero contigo. Tiene todos los motivos del mundo para mentirnos tanto a nosotros como a ti: para convencernos de que eres valioso por ti mismo, para asegurarse de que estás protegido... si él se descuida. Eres muy inocente si crees que no haría eso por ti.
Él ignoró esos puñetazos al cuerpo y consiguió mantener el rostro inexpresivo y tranquilo.
–Él sabe lo valioso que es Grant —dijo—. Y yo también. Ustedes siguen teniendo un rehén. No tienen más que dejarlo en paz.
–Claro. Por eso no queremos que Grant viaje.
–Pero una vez... a solas, aunque apenas fuera por unas horas, ese viaje representaría mucho para Grant. Y para mi padre. ¿De que sirve un rehén si el que uno pretende presionar con él se olvida de lo que vale?
Denys suspiró.
–Hijo, no me gusta esta situación; y preferiría la paz con el clan Warrick, no sé cómo, pero de modo que nadie salga perjudicado. Soy totalmente sincero contigo, te confieso lo que me preocupa de todo esto. Todavía creo en ti lo suficiente para mantenerte en el proyecto porque Yanni dice que vales. Ahora tenemos dinero de nuevo, pero estamos muy decididos a no arriesgarnos en lo más mínimo y a no gastar a lo loco, y me estás pidiendo un gran esfuerzo aquí, en algo que ya ha sido un dolor de cabeza para Sociología.
–Usted mismo dice que si esas proyecciones están equivocadas, si Sociología trabaja sobre errores en el programa, entonces Defensa podría interesarse. Yo lo consideraría algo fundamental, ser, no sé qué más hace falta para obtener la calificación necesaria para la prueba.
Denys frunció el ceño.
–Estaba a punto de decir, jovencito, «pero, sobre todo, un beneficio». De acuerdo, puedes tener tu sujeto de prueba. Seis meses.
–Gracias, ser. —Justin respiró hondo—. Aprecio su sinceridad. (Vete al diablo.)Espero que... entienda lo del encuentro del otro día.
–Totalmente —dijo Denys—. Claro que lo entiendo. Te agradezco la llamada. Ari almuerza ahí de vez en cuando. No puedes esconderte. Resolviste muy bien la situación.
–Cuando me preguntó si había conocido a Ari, le dije que había sido mi maestra. Supuse... pensé que lo mejor era decir la verdad, ahora.
–Eso está en un área que ella no puede investigar, está fuera de acceso. Pero, sí, comprendo tu razonamiento. No tengo objeciones. A veces hay que decidir rápido con ella. Eso lo entiendo bien. Deberías vivir con ella. —Denys se rió y se inclinó de nuevo—. Es un desafío. Yo lo sé, créeme.
–Yo... —Dios, era una invitación. Estaba ahí, frente a él—. Mi otra solicitud, ser: los grupos del proyecto Rubin. Quisiera... quisiera que los examinara usted mismo, que estudiara mis ideas. Como usted trabaja con Ari, pensé... pensé que me podía dar un punto de vista... distinto.
–¿Sobre el caso Rubin? ¿O sobre Ari?
–Yo... me parece que de alguna manera los dos están relacionados, ser.
Denys movió la silla hacia delante y hacia atrás y levantó las cejas.
–Yanni me lo dijo.
–Me preguntaba si le importaría examinar el último informe.
–Ya lo he hecho. Yanni lo envió. Mira, gran parte de tu trabajo es excelente. Me doy cuenta de tu perfil personal. Sé que debe de ser terrible para ti trabajar en tiempo real o algo parecido, y aprecio lo mucho que has soportado por ese... ese muchacho de Fargone. Sé que es difícil que Morley se dé cuenta de la tensión a la que estás sometido, de tu tendencia a interiorizar esos casos. Es una característica poco favorable para un psiquiatra clínico. En cuanto a Ari, es evidente que los casos están relacionados y que tu preocupación por el chico Rubin va a convertirse en preocupación por Ari, tu grupo mental personal es una garantía de eso, pero no podemos darte los dos proyectos, supongo que lo entiendes, Justin, así como no podemos concederte un planeta para probar tus diseños.
–Es que yo solamente... —Justin había oído a tanta gente llamarlo tonto en su vida que debería haber sido menos sensible; pero Denys no se detenía ante nada, Denys era agresivo e inesperado como un corte con una hoja de papel—. Esperaba que si usted tenía tiempo, ser, pudiera considerar todas las posibilidades.
La pelota de vuelta a Denys.
Denys se adelantó de nuevo con la silla y se inclinó sobre el escritorio.
–Estamos trabajando en un cambio de emergencia con el bebé Rubin. Nos estás dando una perspectiva útil sobre el caso Rubin, porque tenemos un problema, pero no estamos en la misma situación con Ari, te lo aseguro.
–Rubin funcionó hasta que la cosa estalló en mil pedazos, y perdóneme si me equivoco, pero el asunto fue más profundo que Jenna Schwartz y Stella Rubin.
–Mira, Justin, me preocupa tanto que alguien esté tan seguro de que tiene razón que no pueda concebir un error en su razonamiento. Sé que Yanni te habló de ese problema.
– Voy a mandarle mis trabajos sobre el proyecto. Y le voy a pagar por ellos. Es suficiente para su comité. Punto de información..., ¿le parece que eso es interferencia? —Justin respiró hondo—. Resulta que en mi opinión sería prudente considerar los datos relacionados en un caso donde hay un comité que está llevando a cabo un programa que no fue probado antes. No le pido los datos; ni siquiera le pido los datos del caso Rubin, datos que en realidad necesito para trabajar, porque sé que no tengo ninguna posibilidad de conseguirlos. Pero puedo darle mi trabajo a usted, si los pago de mi bolsillo ya que Reseune no puede pagar esos faxes, porque pienso que debería tenerlos a mano. No considero que eso sea interferencia. Si usted quiere, puede romperlos. ¡Pero al menos yo lo he intentado!
Denys se frotó el labio y cogió otra pastilla. Se la puso en la boca.
–Mierda, eres obstinado.
–Sí, ser.
Denys lo observó durante un buen rato.
–Dime. ¿Acaso tu propia experiencia como réplica de Jordan hace que tengas tanta confianza en tu comprensión del proyecto?
La pregunta que él no quería que le hicieran. Nunca. Justin sintió que el corazón le daba un vuelco.
–No lo sé. Todo tiene que ver con mis ideas. ¿Cómo puedo saber qué es importante?
–A mí me resulta interesante. No supiste que eras una réplica hasta... ¿qué edad tenías?
–Seis, siete. Algo así. No me acuerdo.
–Siempre a la sombra de Jordan. Siempre aceptabas las opiniones de Jordan como mejores que las tuyas. Creo que hay algo en ti, probablemente algo muy importante. Pero a veces veo otras cosas: la obstinación de Jordan, su tendencia a tener siempre razón, por encima de todo. —Denys meneó la cabeza y suspiró—. Tienes una forma muy particular de pedir financiación. Atacas a la gente que puede dártela. Exactamente igual que Jordan.
–Si la política tiene más importancia que la verdad...
–Mierda, cada vez te pareces más a tu padre. Justin se levantó de la silla para irse. Rápido. Antes de perder los estribos.
–Perdóneme, entonces.
–Justin, Justin, ¿recuerdas? ¿Recuerdas quién le dio una asignación a tu tiempo de investigación? Eso salió de mi presupuesto en un momento en que casi no podía hacer frente a ese gasto. Tomo todo lo que dices como un deseo sincero de ayudar. Te lo aseguro. Tengo tu informe; y haré que mi secretaria lo pase por fax al comité. Y cualquier otro material que quieras mandarme.
Justin se quedó ahí, de pie, con la rabia corriéndole por dentro todavía. Le temblaban los músculos por la ira. Puso las manos en los bolsillos para disimular el temblor.
–Entonces, gracias, ser. ¿Y mi solicitud de Prueba?
–Dios —suspiró Denys—. Sí, hijo. Concedido. No hay cambios al respecto. Pero haznos un favor, no te metas más en el proyecto. Conserva la prudencia que has tenido hasta ahora. Ari se desarrolla a la perfección. Ha aceptado ser la réplica de Ari, está a punto. Y no sabe cómo murió su predecesora. Pero le gustas. Su tiempo de referencia con respecto a Ari tiene un período que no puede investigar, una separación en años. La Ari que conoce tiene cinco años y después de eso, apenas si vio algunas fotografías. Recuérdalo.
–¿Cuándo se lo van a decir?
–No estoy seguro —dijo Denys—. Te lo digo con franqueza. A este lado del proyecto, tomamos las decisiones en tiempo real; no puedo contestar esa pregunta porque ignoro la respuesta. Pero, créeme, te lo diré con tiempo cuando sea, cuando sea inmediato. Esa es una de las cosas que nos preocupan tanto como a ti.
VI
Otra vez inyecciones. Ari hizo una mueca cuando la aguja le entró en el brazo, no una, tres al mismo tiempo, además de los análisis de sangre que le habían hecho cada dos por tres durante toda su vida.
No te pasa nada,le había dicho el doctor Ivanov muchas veces. Es pura rutina.
Y eso era una mentira. El doctor Ivanov se lo había dicho cuando el tío Denys le contó que era una réplica y ella preguntó si la primera Ari había tenido problemas.
–No, pero la primera Ari se hacía análisis como tú porque su mamá sabía que iba a ser alguien especial y porque los análisis nos dan información valiosa. Eres una niña brillante. Queremos saber si hay algo especial en tu sangre.
Pero las inyecciones la mareaban y le revolvían el estómago, y estaba cansada de que le pusieran inyecciones y de tener agujas en el brazo.
Frunció el ceño ante la enfermera y pensó en el sitio donde le gustaría pincharla cuando se diera la vuelta. Pero se puso el termómetro debajo de la lengua un segundo hasta que registró la temperatura, después lo sacó y lo miró.
–Un punto por debajo —comunicó a la enfermera, que insistió en mirarlo ella misma—. Siempre estoy un punto por debajo. ¿Puedo irme?
–Espera aquí —indicó la enfermera y salió, dejándola sentada con la maldita bata y con un poquito de frío, el hospital siempre era frío, la gente podía congelarse y morir en aquel lugar.
Un momento después, entró el doctor Ivanov.
–Hola, Ari, ¿te sientes bien?
–La inyección me ha mareado. Quiero ir a tomar zumo de naranja o algo.
–Bueno. Es una buena idea. —El doctor se acercó y volvió a tomarle el pulso. Y le sonrió—. ¿Un poco enfadada?
–Estoy cansada de todo esto. He estado aquí dos veces esta semana. No me va a quedar nada de sangre.
–Bueno, tu cuerpo está cambiando. Estás creciendo, eso es todo. Es totalmente normal. Ya sabes mucho de eso. Pero vas a tomar una cinta esta tarde. Si tienes preguntas, puedes llamarme a mí o a la doctora Wojkowski, a quien prefieras; tal vez ella pueda ofrecerte una explicación mejor en este caso.
Ella frunció la nariz, porque no sabía claramente de qué estaba hablando el doctor, pero tenía vergüenza de estar sentada ahí, en bata, que era más de lo que solía llevar. Pensaba que eso tenía que ver con el sexo y con los chicos, y que se iba a sentir muy avergonzada si tenía que escuchar cómo el doctor Ivanov le explicaba lo que ella creía que ya había resuelto por sí sola.
¿Entiendes?,le diría él cada tres palabras, y ella tendría que decir: Sí, porque él no iba a seguir si no le respondía.
Pero el doctor no mencionó el asunto. Le dijo que fuera a la biblioteca, que tenía que coger una cinta.
Se la dieron para llevarla a casa y pasarla en la máquina del tío Denys, o sea que no era una cinta de habilidad, que uno tenía que hacer con un técnico.
Claro que no, pensó cuando vio el título, Sexualidad humana.Se sintió avergonzada ante el bibliotecario y la puso en la bolsa con rapidez y se la llevó directa a casa, contenta de que Seely hubiera salido y Nelly estuviera en su trabajo, de que no hubiera nadie en casa.
Se puso la almohadilla sobre el corazón y se acostó en la cama de la habitación de cintas y tomó la pastilla. Cuando le empezó a hacer efecto, pulsó el botón.
Y se sintió muy contenta, en medio del mareo de la cinta, de no haber tenido que aprender eso con un técnico sentado al lado.
Estaban las cosas que ella sabía, cosas muy diferentes de los caballos y también cosas parecidas, y cosas que el doctor Edwards había dicho en biología, pero nadie se las había explicado con fotos y películas, ni de forma detallada como lo hacía la cinta.
Cuando la cinta terminó, se quedó ahí, recuperándose de la pastilla y sintiéndose rara, no mal. En absoluto. Como si estuviera sucediendo algo en su interior, algo que ella no podía controlar, algo que ella no quería que supieran ni Seely ni el tío Denys.
Estaba relacionado con el sexo, eso era evidente. Y resultaba difícil levantarse y dejar de pensar en aquel tema. Pensó en pasar la cinta de nuevo, no porque creyera que no se acordaba, sino porque quería sentirlo de nuevo, comprobar si era como lo recordaba.
Después pensó que tal vez no sentiría lo mismo, y entonces decidió no repetir la experiencia. Así que volvió a poner la cinta en la bolsa y como no quería que estuviera dando vueltas en la habitación, donde Nelly pudiera verla, se tomó un vaso de zumo de naranja para que la sangre le circulara de nuevo normalmente y la llevó a la biblioteca para dejarla en el buzón de devoluciones.
Después, fue a almorzar y a clase, pero estaba distraída. Hasta el doctor Edwards la miró con furia cuando la encontró pensando en las musarañas.
Hizo su trabajo escrito sobre la potranca. Fue un día muy largo porque la gente estaba muy ocupada, el tío Denys, Seely, Nelly y todos, porque Florian y Catlin estaban lejos desde hacía tres días en un ejercicio de entrenamiento que no terminaría hasta el fin de semana.
Fue al laboratorio de los guppies para ver si Amy estaba allí. Encontró a Tommy, a quien hubiese preferido no ver, pero se sentó y habló con él un rato. Estaba haciendo algo con los rojos y ella podía ofrecerle un poco de información.
Se fue a casa a hacer más deberes. Sola.
—Ari —dijo el tío Denys en el Cuidador, después de la cena, cuando ella todavía hacía los deberes en su habitación—. Ari, ven al estudio, quisiera hablar contigo.
Ay, Dios, pensó ella. El tío Denys quiere preguntarme algo sobre la cinta. Deseó que la tierra se la tragara.
Pero sería peor si montaba un escándalo. Así que se levantó y fue hasta la puerta del tío Denys.
–Ah, Ari. Estás ahí.
Me voy a morir. Ahora mismo. Aquí donde estoy.
—Quiero hablarte. Siéntate.
Dios. Tengo que mirarlo.
Se sentó y se aferró a los brazos de la silla.
–Ari, estás creciendo. Nelly te quiere mucho, pero en realidad ya no trabaja mucho en casa. En realidad, vive con los bebés del laboratorio. Y se le da muy bien ese trabajo. Me pregunto si has vuelto a pensar si te gustaría... bueno, que Nelly viviera definitivamente en el laboratorio. Forma parte de la naturaleza de las nodrizas, ya sabes, los bebés crecen.
Sólo era eso. Ella suspiró y pensó en su habitación y en cómo quería a Nelly, pero la quería cuando no estaba con ella, porque Nelly siempre estaba dolida y preocupada cuando Ari quería pasar más tiempo con Florian y Catlin, y siempre le estaba arreglando el cabello, la ropa, le alisaba el vestido, a veces la irritaba tanto que se sentía a punto de echarse a gritar.
–Claro —dijo—. Claro, si ella lo desea. No creo que sea feliz ahora.
Se sentía un poco culpable porque Nelly había sido de mamá, porque Nelly había sido suya, porque Nelly era... Nelly, y la nodriza nunca entendería cómo era Ari ahora. Y por haberse alegrado tanto de que la conversación se refiriera a esto y no a lo otro que ella sólo quería aceptar y olvidar.
A la mañana siguiente, cuando Nelly fue al hospital sin saber lo que iban a hacer con su cinta esta vez, se sintió culpable.
–No estoy mal —protestó Nelly al tío Denys en la puerta, con el equipaje en la mano para pasar la noche—. No lo necesito, en serio.
–Estupendo —dijo el tío Denys—. Me alegro de que estés bien. Pero creo que ya es hora de que te hagas un control.
Un supervisor tenía que utilizar todos los recursos para evitar que su azi se pusiera nervioso.
Así que Nelly fue y la besó para despedirse.
–Adiós, Nelly —dijo Ari y la abrazó por el cuello y la soltó.
Pudo hacerlo porque si le hubiera dicho lo que iba a pasar, Nelly se habría muerto de miedo. Pero cuando se cerró la puerta, se mordió el labio con tanta fuerza que se hizo sangre. Y le dijo al tío Denys:
–Me voy a clase.
–¿Estás bien, Ari?
–Muy bien.
Pero cuando salió al pasillo, lloró, y se arregló la cara y se secó los ojos y se controló porque ya no era un bebé.
Nelly no iba a sentirse herida; Nelly iría al hospital y de ahí la mandarían directamente a un trabajo que la haría feliz y le dirían que hacía un trabajo maravilloso, que su primer bebé ya había crecido y que había muchos otros que la necesitaban.
Era estúpido llorar. Era estúpido. Era sólo una parte del proceso de seguir creciendo.
El apartamento iba a estar vacío hasta la noche, así que Ari fue a casa de Amy para hacer los deberes y le contó a Amy lo de Nelly porque ahora podía hablar de eso.
–De todos modos, tenía que suceder tarde o temprano —dijo—. Siempre estaba diciendo cosas feas a Florian y a Catlin.
Y después se sintió mal por decir eso.
–¿Cómo estás? —le preguntó el tío Denys de nuevo en la cena—. ¿Llevas bien lo de Nelly?
–Sí —respondió ella—. Pero me gustaría que Florian y Catlin estuvieran aquí.
–¿Quieres hacer que vuelvan?
Justo al final de sus Ejercicios. Eran muy importantes para ellos. Ella también lo era, pero era como privarles de algo.
–No —dijo—. Les gustan tanto los ejercicios en los que pasan la noche fuera... No es que les guste, claro, vuelven todos magullados, pero les gusta, les gusta mucho contarme lo que han hecho. No los necesito tanto.
–Estoy orgulloso de ti —dijo el tío Denys—. Un buen supervisor tiene que pensar así.
Entonces ella se sintió un poco mejor. Y fue a hacer sus deberes porque prefería hacerlo y tener algo con qué llenar el tiempo y terminarlos para cuando volvieran Florian y Catlin.
Pero cuando llegó a su habitación, tenía un mensaje en el ordenador.
–Ari —dijo el Cuidador—. Comprueba la Base Uno.
–Adelante —dijo ella y observó la pantalla. Ari, soy Ari senior.
El sexo forma parte de la vida, cariño. No es la parte más importante, pero ésta es la explicación para el momento en que vas a crecer y hacerte adulta. No sé qué edad tienes, recuerda eso, así que tengo que explicártelo de forma simple. La biblioteca dice que has sacadoSexualidad humana. ¿ Ya la has visto?
—Sí, ayer.
Bien. Tienes diez años. Este programa se ha conectado porque ha recibido una indicación de tus informes médicos.
Estás a punto de empezar tus ciclos menstruales, cariño, bienvenida a un hecho bastante desagradable de la vida. Ya he notificado a Mantenimiento y encontrarás todo lo que necesitas en el baño. Es muy molesto enfrentarse a esto sin tener lo necesario. También te pusieron una inyección para evitar un embarazo. Así que no tendrás que preocuparte por eso al menos, porque sin eso, tu cuerpo es totalmente capaz de tener un hijo.
Voy a dejar el qué hacer y con qué para la cinta, cariño. Supongo que ya lo sabes. Probablemente te ha dado algunas ideas. Yo lo sé: yo también vi esa cinta. No son ideas malas. Quiero que atiendas lo que tengo que decirte ahora con todos los sentidos, como si fuera una cinta. Es privado, es sobre el sexo y es una de las cosas más importantes que tengo que decirte, hasta ahora y para siempre. ¿Estás sola?
–Sí. Muy bien.
Las ideas que tienes, cariño, son totalmente normales. ¿Tienes el pulso un poco acelerado?
–Sí.
¿Te sientes un poco avergonzada?
–Sí.
Eso es porque estás pensando en el sexo. S¿ ahora te pidiera que hicieras algo complicado en matemáticas, probablemente cometerías errores. Ésta es la lección más importante, cariño. La biología interfiere en la lógica. Hay dos formas de manejarlo, hacerlo y sacártelo de la cabeza porque ese sentimiento estalla como una burbuja en cuanto realizas el acto sexual, o si es alguien que realmente te gusta o alguien que no te gusta, que te violenta y te provoca emociones muy intensas, entonces será mejor que pienses bien si quieres hacerlo o no, porque este tipo de sexo también estalla pero vuelve y vuelve una y otra vez. Cuando te metas en la cama con alguien, no podrás pensar con el cerebro, actuarás sólo con el sentimiento, y esto espero que muy peligroso.
Cuando los adultos se conocen y empiezan a tratarse, el sexo es uno de los hechos que los diferencian más de los niños. Los niños tienen un tipo de lógica que los adultos han perdido. Por eso nos parece que captan el carácter de los demás con tanta facilidad. Pero cuando los adultos se relacionan entre sí, ese sentimiento que tú has empezado a tener interfiere en sus juicios.
Hay quien deja que este sentimiento lo domine.Y el problema de este sentimiento es que todo se desarrolla en un ámbito puramente emocional y los recuerdos no cuentan, no cuentan tus ideas anteriores sobre lo que consideras hermoso o sensual, muchas cosas que pierden su contacto con la realidad.
Hay gente que enseguida sabe que tiene un aspecto muy atractivo y que puede hacer que los demás se sientan atraídos por ellos, y utilizan este conocimiento para conseguir lo que quieren. Eso no quiere decir que carezcan de sentimientos. Esta es una razón para pensar muy bien con quién te acuestas y a quién permitirás que te afecte de este modo.
Hay otras veces en que sientes eso hacia alguien que no te corresponde, y ésa es una de las cosas más difíciles de sobrellevar en la vida. Pero entonces hay que contener el sentimiento y dejar que el cerebro tome el mando, porque no se puede tener todo lo que se quiere en este mundo y no es justo para la otra persona, no, en absoluto. Si reflexionas sobre ello, supongo que te darás cuenta de cómo se sentirían, primero si no te quisieran como amiga y en segundo lugar, si realmente te quisieran y tú siguieras insistiendo en conseguir lo que quieres.
Ya te estarás dando cuenta de lo complicado que es todo esto.
A veces sucede al revés. Y si no ves lo que está pasando o si eres demasiado compasiva y cedes, puedes hacer daño a alguien peor que si directamente dijeras: «Lo lamento, esto no funciona.»
A veces, funciona para los dos y entonces, ve también con cuidado, cariño, porque el sexo no es lo único en la vida y si permites que te domine, no conseguirás nada más.
Te voy a decir lo más importante de todo, en caso de que no te hayas dado cuenta: lo más importante es ser capaz de hacer lo que te haga más feliz durante el mayor tiempo posible, y no hablo de sexo ni de chocolates, Ari, hablo de sercapaz. Capaz significa tener el tiempo, el dinero, la habilidad y un objetivo que dé sentido a tu vida mientras se cumple.
Ño vas a tener una visión clara de ese objetivo, hasta que hayas visto el mundo y hayas tenido la oportunidad de pensar en qué se convertiría si tú trabajaras para eso.
Así que cuando tengas ese sentimiento, piensa muy bien si puedes permitirte el lujo de entregarte a él y si eres capaz de manejarlo sin desviar toda tu vida en una dirección que no es inteligente, que no te conviene. El momento para aceptar ese sentimiento es cuando puedas hacerlo sin perder nada, de la misma forma en que no se debe gastar dinero si uno no cuenta con él ni prometer cosas que no se tiene tiempo de hacer ni empezar proyectos que no se pueden terminar. Si es algo sin importancia y nadie va a salir perjudicado, hazlo. Si ves complicaciones, no lo hagas hasta que estés bien segura de que puedes manejarlo y sepas hasta dónde pueden ramificarse las complicaciones. A los diez años, no puedes darte cuenta de todo. Yo tuve diez años y lo sé. Créeme, yo me enredé con una persona una vez y realmente me gustaba de verdad; por desgracia, él no era tan inteligente como yo y quería decirme cómo hacer las cosas y cómo vivir, porque se daba cuenta de que yo estaba muy enredada con él y a él le gustaba mandar. A mí también me gusta, claro. Así que cuando me di cuenta, y eso me llevó más tiempo que otras cosas porque las neuronas trabajan mucho más rápido que las glándulas —es una broma, claro—, le dije que se fuera, invertí la situación y por supuesto que él empezó a odiar todo aquello. Y me odió a mí, claro. Así que no solamente perdí el sentimiento, también perdí un buen amigo que hubiera podido conservar si yo no le hubiera permitido que se convirtiera en un poder para mí. Te lo digo ahora porque se puede aprender sobre el fuego de dos maneras: o pones la mano sobre él y lo entiendes con las neuronas que quedan de tu cuello para abajo, o me escuchas y lo aprendes con las de la cabeza. Tu cerebro es el centro de operaciones que debe mantener tu mano lejos del fuego en primer lugar, así que si me crees y usas el sentido común que tienes porque naciste con él, puedes abonarte el dolor y la vergüenza de una experiencia desagradable.
El cerebro y el sexo luchan por controlar tu vida, y gracias a Dios el cerebro empieza a funcionar antes que el sexo. El sexo será tu punto flaco. El cerebro, la lógica, será tu principal arma. El cerebro debe ganar para que puedas tener una vida segura en la que también pueda haber sexo. Eso es todo. Recuérdalo.
Ahora, no me interpretes mal: no es malo ser vulnerable a veces, pero es una estupidez andar por ahí con los sentimientos a flor de piel. Habrá demasiada gente que estará esperando esa oportunidad. Es una estupidez perder la experiencia del sexo por miedo a que alguien se aproveche de ti, usa el cerebro, querida y encuentra el lugar, la persona y el momento adecuados. El cerebro sería la forma en que la naturaleza se aseguraría de que vivieras lo suficiente para poner tus huevos, si fueras una rana. Pero tú eres más que una rana, cariño. Así que trata de vivir al máximo.
Y por Dios, nunca uses el sexo para conseguir algo cuando no puedas conseguirlo con la cabeza. Es lo más estúpido que se puede hacer, porque en ese momento estarás operando sin el cerebro, ¿entiendes? Es la forma más clara en que puedo explicártelo.
Quiero que releas esto más de una vez, hasta que entiendas todo lo que te digo.








